Sobre el autor

Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

Sobre el blog

Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

El PP gana en Euskadi

Por: Juan Mari Gastaca | 31 oct 2011

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El PP se convertirá el 20-N en la primera fuerza política de Euskadi. Lo hará con escasa diferencia de votos y con los mismos escaños (5) que Amaiur y por delante del PNV (4) y PSE-EE (4). Se trata de la primera conclusión de las dos encuestas elaborados en el País Vasco por partidos de distinto signo.

Es, sin duda, un vuelco espectacular respecto a la actual situación. Posiblemente el sondeo disponga de cierto grato de conexión con la realidad si nos atenemos, por ejemplo, al pronóstico avanzado ya por Joseba Egibar de que el PNV será derrotada por Amaiur, a quien considera, como lo hace el resto de partidos, la primera fuerza en Gipuzkoa, ahora que está en la cresta de la ola.

Los populares anhelan su sexto escaño para así doblar su actual representación. Pero se antoja muy difícil, aunque Álava, donde gobiernan la Diputación, las Juntas y el Ayuntamiento de Vitoria, se ha convertido en su granero inagotablede votos para desconsuelo del PSE-EE, que salvará simplemente el puesto de Ramón Jáuregui. La victoria popular en este territorio y la irrupción de Amaiur puede comprometer seriamente las opciones del peneuvista Emilio Olabarria, toda una institución en el Congreso.

En Bizkaia se registrará la debacle socialista, según todos los pronósticos. También aquí, el voto al alza de PP y Amaiur castiga en exceso al resto. En este caso, mucha más al PSE-EE que ya sufrió un serio retroceso en las recientes elecciones locales. Los más pesimistas creen, incluso, que Txiki Benegas podría ver amenazado su escaño; es decir, los socialistas podrían pasar de los 4 diputados actuales a una horquilla de 1-2 como máximo.

Y en Gipuzkoa, Amaiur arrasará como ya lo hizo Bildu el pasado mes de mayo. La holgada victoria le proporcionará 3 escaños y dejará los tres restantes para un reparto equitativo entre PNV, PSE y PP. El ascenso de Amaiur castiga al PNV y el vendaval del PP nacional se lleva por delante al PSE-EE en Euskadi.

Euskal Herria-España

Por: Juan Mari Gastaca | 30 oct 2011

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Los extremos, sobre todo en fútbol y en política, tienden a tocarse. Quizá obedezca a que se superpone el corazón a la razón, el sentimiento a la lógica, la pasión al cerebro. Por eso, cuando en ambos escenarios se cruzan por el camino, que nadie pida cordura a las masas.

Como ya viene ocurriendo desde hace demasiados años, la presencia del Athletic fuera del País Vasco provoca de todo, menos indiferencia. Hasta ahora, el terrorismo de ETA había castigado el principio de la deportivad, del respeto al contrario y favorecido el insulto fácil. Y, por si fuera poco, las reivindicaciones nacionalistas jamás han alcanzado, a excepción del Camp Nou, un mínimo de comprension, sino virulentas descalificaciones. Y a las primeras de cambio sin la banda terrorista, todo sigue desgraciadamente igual.

En Gijón, por ejemplo, los extremos tendieron a tocarse en su fanatismo. Mientras la afición local buscaba hurgar en la herida con los gritos de "España, España", desde la parte contraria la soflama era a favor de "Euskal Herria, Euskal Herria", en una reacción novedosa posiblemente acorde con los nuevos tiempos que se avecinan.

En realidad, la oportunidad de este tipo de partidos es que permite conocer cómo se percibe fuera de casa la nueva realidad política de Euskadi. En un contexto refractario a los dogmatismos, de entrada aparece el resuello limpio ya de esa angustia que siempre representa la amenaza terrorista. Hasta podría hablarse de una felicidad compartida por el éxito alcanzado, por haber acertado en el diagnóstico de que al final eran los otros y no los demócratas quienes tenían que doblegarse.

Ahora bien, una vez confortados por la ausencia de la violencia, hay una creencia muy mayoritaria lejos del País Vasco que conviene en su diagnóstico de que "todavía os queda mucha tarea por delante". Es la consecuencia inmediata de que quienes así lo entienden no perciben, de momento, un advenimiento del dolor causado ni una voluntad a cerrar las heridas provocadas. Más aún, es la misma coincidencia en pronosticar que la puerta a una inmediata reivindicación soberanista se dejará caer inequívocamente en el debate político de Euskadi. Queda tiempo; de momento, el partido acabó en empate.

 

López aplaca la presión

Por: Juan Mari Gastaca | 29 oct 2011

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Los nacionalistas están convencidos de que esta vez, ya sin ETA, va a ser la suya. El momento, vaya, para armonizar sus exigencias de un nuevo marco jurídico-político para Euskadi que supere, por supuesto, en actual Estatuto de Gernika. De hecho, han bastado ocho días desde el ansiado comunicado del cese de la violencia para que se asista, sin tapujos, a una presión diaria que recomienda empezar cuanto antes a cumplir con las conclusiones políticas de la Conferencia de Paz de San Sebastián.

Quien bien lo sabe es el lehendakari, Patxi López, después de cerrar la primera parte de su ronda de contactos para hablar sobre qué hacer a partir de ahora. Hay dos grandes bloques muy alineados e identificados sobre proclamas bien distintas. De un lado, una mayoría cualificada desde Bildu a los tres exlehendakaris que apelan a desbrozar cuando antes el camino hacia la autodeterminación. De otro, PSE y PP y a quienes se unirán las víctimas la próxima semana, que no ven razón alguna para aceptar semejante urgencia.

Después de décadas de terror y de demasiados años exigiendo a ETA que abandonara su violencia y pidiendo a quienes les jaleaban que se acercaran a la democracia, ahora llegan las prisas y ni siquiera desde los sectores nacionalistas y abertzales se antoja prudente esperar a que un Gobierno salido de las urnas en menos de un mes empiece a tomar decisiones. Consciente de que esta presión sigue tomando cuerpo, el lehendakari ha frenado la embestida. Y lo ha hecho recordando que hay plazos y reglas que se deben cumplir, empezando por la cuestión más elemental: que se reconozca el dolor causado.

Es muy probable que hasta la llegada de Mariano Rajoy al poder, las conversaciones políticas en Euskadi queden reducidas a una toma de temperatura entre unos y otros. Incluso, que sirvan como elemento de confrontación en el desarrollo de la campaña electoral. En realidad, las cartas de cada uno están muy marcadas y por eso nadie espera sorpresas. Tampoco, claro, de esta ronda de contactos del lehendakari, concebida exclusivamente para escuchar la radiografía de cada invitado.

Pero la izquierda abertzale y los nacionalistas van a mantener viva la llama porque temen que López contribuya a difuminar su intensidad. Pero todo hace indicar que no irá más allá del titular mediático hasta que el nuevo Gobierno central defina su hoja de ruta. Iñigo Urkullu ya ha exprimido el efecto de su encuentro con Rodriguez Zapatero, y Bildu ha dejado su mensaje en Lehendakaritza. Bien haría Rajoy en armarse para contener la avalancha que se le avecina desde todas las direcciones; desde arriba (Euskadi) con la exigencia de que ablande la política penitenciaria para los presos de ETA y Sortu sea legalizada; desde el resto de España para que se piense bien lo que va a hacer.

¿Y si volviera Ibarretxe?

Por: Juan Mari Gastaca | 28 oct 2011


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Juan José Ibarretxe ha vuelto al despacho que ocupó durante sus años de lehendakari. Allí le esperaba su sucesor, Patxi López, con quien mantiene fundadas diferencias, para hablar de qué hacer a partir de ahora que Euskadi vive en paz. El último presidente nacionalista de un Gobierno vasco tiene claro lo que haría si le correspondiera; de hecho, tiene un plan que, además, refrendó el Parlamento. y que ahora considera más vigente que nunca. Para Ibarretxe solo cabe idear un nuevo escenario de relaciones de tú a tú entre el País Vasco y España.

Curiosamente, Ibarretxe reaparece en un momento especialmente delicado para su partido, el PNV. Ante las elecciones del 20-N, la irrupción de Amaiur es una amenaza para la hegemonía nacionalista en Euskadi. Y, de paso, también lo será para los próximos comicios autonómicos. Es por ello, a buen seguro, que los peneuvistas han endurecido su discurso soberanista para no verse relegados en la carrera por la marca identitaria. Para conseguirlo, es muy posible que el PNV no disponga de un cartel con mayor pedigrí independentista tan creíble como la voz de Ibarretxe. Pero los deseos chocan con la realidad.

Nadie se atreve a proclamar en voz alta dentro del PNV que Ibarretxe es su apuesta más sólida si se trata de encarar el mensaje abertzale frente a Amaiur. Eso no es óbice para que sus bases y más de algunos cuadros dirigentes, como ocurre en Gipuzkoa y en Álava, le añoren y aplaudirían , sin duda, su vuelta. Justo ahora, además, cuando el partido encara el proceso de elección de su presidente al EBB y, en breve, despejará la incógnita sobre quién será su candidato a lehendakari. Todo hace indicar que no pasará nada: es imposible su vuelta aunque si existiera una mínima posibilidad, es seguro que se abriría un fuerte debate interno y este riesgo no lo quiere correr Iñigo Urkullu innecesariamente. El tiempo de Ibarretxe ha pasado en el PNV, al menos desde un punto de vista de representación institucional. Es la creencia generalizada, sobre todo en el seno del EBB. Otra cosa bien distinta es que sigue siendo una garantía para combatir los malos tiempos electorales que pueden acechar a su partido.

Y es que en el nuevo escenario de paz que se ha abierto, y que actualiza unas históricas reivindicaciones políticas, el discurso manejado con reiteración por Ibarretxe, sobre todo a partir del pacto de Lizarra, adquiere su plena vigencia. Pero el exlehendakari prefirió guardar un prudente silencio antes y después de verse con López. Eso sí, acudió a la cita y, lógicamente, volvió a acaparar la mayor atención gráfica. En realidad es innegable que allá donde vaya todavía hoy le acompaña el morbo político de quienes le idolatran y de quienes le detestan.

El PNV marca posición

Por: Juan Mari Gastaca | 27 oct 2011

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El PNV se siente en una encrucijada. Nunca como ahora, justo cuando se acerca el 20-N, nota la presión electoral que le supone la competencia de Amaiur, la coalición surgida del acuerdo entre Bildu y Aralar. Y, sin embargo, su decidida apuesta por encarrilar el fin de ETA podría no verse recompensada, precisamente en detrimento de la izquierda abertzale.

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La esperanza vasca

Por: Juan Mari Gastaca | 26 oct 2011

ETA

Arranca este blog sobre la vida política en Euskadi coincidiendo con un tiempo de esperanza en una tierra acostumbrada durante décadas a sufrir. Se trata de abrir una puerta al encuentro participativo con una nueva realidad que siempre habíamos soñado, pero sobre la que jamás llegamos a construir siquiera sus cimientos porque se nos escapaba de la mano. En realidad, hemos vivido el día a día tan condicionados por la violencia en sus manifestaciones tan diversas que, imperiosamente, necesitamos sacudirnos de su espanto.

Estamos en una tierra acostumbrada, eso sí, a las emociones de variada intensidad. Quizá por ello haya alcanzado una madurez política que ha permitido a la sociedad no volver nunca la cara y, además, disponer de un reconocido protagonismo en la calle sobre todo en los últimos años. Sobre este contexto, donde creo que la confianza en el futuro supera al escepticismo, nos situamos ante una confrontación electoral inédita: ETA ya no condicionará a nadie.

Bien es cierto que unas elecciones generales disponen de una especificidad tan propia que distorsionan la proyección autonómica de sus resultados. Pero, en este caso, el 20-N dispone de los suficientes atractivos políticos para conseguir que los escaños del País Vasco tengan garantizada su inequívoca interpretación en el conjunto de España. Y, sin duda, a ello contribuirá la presencia de la izquierda abertzale, ahora bajo la marca de Amaiur, capaz de no dejar a nadie indiferente y sobre todo a los medios de comunicación como ha hecho hasta ahora, incluso durante su larga ilegalización.

Vamos a procurar desde aquí interpretar, por tanto, los trascendentales momentos que vivimos. Desde luego, no nos faltarán motivos para engrasar el análisis y el pálpito de la calle, donde es verdad que no se suceden las escenas de júbilo por la llegada de la paz, pero que sí es capaz de transmitir su convencimiento de que a partir de ahora nadie morirá ni será amenazado por pensar diferente.

No será una campaña electoral al uso. Mientras se sucedan los actos propios de cada partido, la actualidad, sin embargo, seguirá hablando de qué actitud mantendrá el próximo Gobierno central en cuestiones de política penitenciaria, hasta dónde llega la voluntad de debatir el futuro marco jurídico-político del País Vasco, o, incluso, si es procedente adelantar las elecciones como pretenden el PNV y Bildu.

Precisamente la pugna por el disputado voto del granero abertzale será una de las derivadas más sugerentes que aporta esta inmediata campaña. Es por ello que deberemos acostumbrarnos a que el listón de las aspiraciones soberanistas se supere casi en cada mitin de las fuerzas nacionalistas. La experiencia acumulada nos lleva a pensar que el tiempo, si algunas veces no lo cura todo, al menos lo tamiza.

Lo iremos viendo

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