Euskadi, desde Madrid

Por: Juan Mari Gastaca | 04 nov 2011

VASCOS-PASEO-GUGGENHEIM
Apenas son 50 minutos en avión -sin contar la demora del embarque- y poco más de 3 horas en coche -cuando no hay obras en la N-1-, pero, en cambio, la distancia sociopolítica entre Euskadi y Madrid es, en ocasiones, sideral. Es verdad que el tema vasco no deja indiferente a nadie allí donde surja y que incluso, como en el fútbol, quien habla siempre está en posesión de la verdad.

No es difícil tomar un taxi en Madrid y escuchar en su radio cómo un locutor avezado clama irritado durante su entrevista a un exfiscal: "no hay derecho a que los terroristas de ETA tengan  en la cárcel más derechos que los presos comunes", para que, al instante, el veterano conductor no pueda reprimirse y explote: "es que estos van a salir de rositas". El viajero, en silencio, cree entender que su taxista se ha referido a los etarras.

Incluso, con un distendido café de por medio, un curtido tertuliano no duda en asegurar que "no entiendo mucho lo que pasa por allí (hablamos del País Vasco, claro), pero, desde luego, no se le puede perdonar a Patxi López que por un comunicado de ETA se ponga a recibir a los abertzales". Y es que mientras en Euskadi se ha convertido en un latiguillo la necesidad de que el lehendakari lidere la búsqueda de un consenso entre todas las fuerzas políticas y sociales para encarrilar el nuevo escenrio de paz, en Madrid son capaces de desairar ahora a un presidente vasco a quien idolatraron cuando se alió con el PP para impedir la continuidad de Juan José Ibarretxe en el poder.

¿Cuál es la razón de este escepticismo madrileño -ojo, no generalizado pero muy extendido- sobre la reciente voluntad de ETA? El principal motivo: no se lo creen, piensan que si no consiguen todo lo que se proponen, volverán por donde solían. Hay, incluso, quien se atreve a dibujar cómo será esta escisión. Para ello toma el ejemplo del IRA y así sostiene su argumento futurista.

Por todo ello, cuando en ese Madrid descreído escucha alarmado reivindicaciones desde el País Vasco como la mesa de partidos, el derecho de autodeterminación, o la bondad de la política penitenciaria inmediatamente es cuando decide acudir en amparo a Mariano Rajoy, convencido de que el futuro presidente del Gobierno español les pondrá freno. Por eso, al escuchar las prudentes reacciones del líder del PP al comunicado de cese de la violencia de ETA, que consideran sorprendentemente blandas, es cuando te preguntan: "¿en estos temas, Rajoy de quién se fía?" Y cuando les dices que todo apunta a Antonio Basagoiti como ideólogo, van y te contestan: "claro, nos lo imaginábamos". El taxista, supongo, pensará lo mismo.

Hay 1 Comentarios

Esta gente va a ir a Madrid. Los de Bildu-Amaiur, la banda completa. Andan explicándolo desde las vociferantes furgonetas con ikurriña y presoaketxera , a su clientela, por los pueblos del paísico. Algo menos por las ciudades, que debe darles algo de vergüenza, aunque no sea este un sentimiento que les caracteriza.

Para nada. Llevan demasiados años sabiéndose los chulos de cada pueblo en Euskadi, desde aquella gritadera cotidiana “¡ETA, mátalos!”.

No debemos olvidarlo, como mínimo en un par de generaciones y de forma muy activa: Como medida de higiene política, porque peligra el estado mental colectivo de una sociedad que, sometida al miedo del silencio por el fascismo activo de los pistoleros, sus chivatos y celestinas criminales, no acierta ahora mismo ni a hablar en los bares en voz alta de los asesinos y sus partidarios en larga asociación. Yo he hecho la prueba varias veces. Háganla ustedes cuanto gusten.

Ahora mismo se sienten medida de la democracia. ¡Estos ganapanes casi siempre malencarados que pisan nuestras calles con el gesto adusto de a quienes debemos y no pagamos!

Un tal Iñaki Antigüedad declara hace un par de días en entrevista para el diario “El Correo” (el mismo que tuvo que quitar de su cabecera hace muchos años “español, el pueblo vasco”), sin el menor sonrojo, que ETA venia sobrando, o estaba equivocada (cito de memoria) algunos años atrás.

Geólogo él. Profesor en la Universidad del País Vasco. Batasuno antiguo como su apellido. Sin rubor ni vergüenza, oigan: “algunos años atrás”. Antes, por supuesto, les eran necesarios: ¡ETA, mátalos! Y yo tengo aquí abajo, en el fondo de la garganta, como en algunas vísceras repartidas más abajo, dos sentimientos: odio y miedo. Aunque vaya a firmar con mi nombre, y también aunque antes de ayer, leí en la barra del bar de la casa de jubilados del pueblo, en alta voz indignada, el titular, seguido del comentario “serán sinvergüenzas, hasta cuándo”, sin una sola palabra, con el silencio de siempre, la omertá siciliana instalada en Euskadi. Ese ganapán político de la universidad inspira mi miedo y mi odio, y lo sabe. Todos ellos lo saben y casi todos van a tratar de sacarle rendimiento político a mi miedo y mi odio. Los de la mitad, cuando menos, en este país.


Van a ir a Madrid sus diputados. Pero que lo sepan todos, ellos y nosotros: aquí nos quedaremos (y a mi personalmente las patrias y los estados nacionalistas al estilo de esta cochambre espiritual y política que representa Antigüedad, me dan de lado en todas partes) para defender que ningún español de su ralea (que los hay, vaya si los hay, sobre todo dentro del partido que va a ganar esta elecciones), ningún vasco más de la misma que llevo un rato citando, pueda en el futuro incrementar mi odio o mi miedo.

17 Octubre 2.011 Pedro María Górriz Unzu

Publicar un comentario

Si tienes una cuenta en TypePad o TypeKey, por favor Inicia sesión.

Sobre el autor

Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

Sobre el blog

Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal