Hace unos años, Mariano Rajoy y Josu Jon Imaz, entonces presidente del PNV, mantuvieron en Madrid una reunión a la que quisieron mantener en secreto, convencidos ambos de que quizá les resultaba contraproducente que se conociera. Ahora, en cambio, cuando en Euskadi la llegada de la paz parece haber convulsionado el ámbito político nadie parece frotarse lo ojos de perplejidad al conocer que el apoyo del PP permitirá a los nacionalistas sacar adelante sus Presupuestos en la Diputación de Bizkaia, precisamente la institución vasca desde donde el Gobierno de Patxi López recibe los ataques más devastadores desde el primer día de su mandato.
Con este gesto político, de indudable significado, Antonio Basagoiti da otro paso hacia su pretendida centralidad y, sobre todo, ensaya un escenario que podría repetirse perfectamente en las próximas elecciones autonómicas en el supuesto de que Iñigo Urkullu necesitara de un apoyo no estratégico para dejar sin opciones de gobierno a Amaiur.
Hasta entonces, el PP vasco, que sigue sin exprimir electoralmente su apoyo al PSE en el Gobierno vasco y el factor Rajoy en el 20-N, tampoco desaprovecha la ocasión para hurgar en la herida que se ha abierto en la familia del PNV por sus decepcionantes resultados en Álava, donde ahora son la cuarta fuerza después de haber mantenido el gobierno de la Diputación hasta el pasado mes de julio. Ocurre que a cambio del apoyo en Bizkaia, el PP se asegura el voto del PNV en el territorio alavés para aprobar las primeras cuentas de la legislatura foral. Y es aquí donde los nacionalistas, vinculados mayoritariamente a las tesis más soberanistas, han puesto el grito en el cielo, argumentando que es un suicidio político esa vinculación con la "derecha españolista", a la que detestan históricamente desde su concepción identitaria.
Al margen del desenlace de Álava, el acuerdo de Bizkaia ya ha despejado el camino hacia el entendimiento PNV-PP, a quienes la política económica constituye su nexo de unión habida cuenta de su idéntico perfil conservador. De paso, tan inédito pacto, dotado de una carga política de difícil digestión en sectores nacionalistas, consolida la extendida tesis de que en un escenario de paz el acuerdo entre diferentes puede hacer mucho más fácil el asentamiento de la convivencia en Euskadi.
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