Sobre el autor

Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

Sobre el blog

Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

Ahora viene Currin

Por: Juan Mari Gastaca | 30 ene 2012

CURRIN
Podría decirse quizá sin riesgo de error que existe una intencionada relación política entre las visitas a Euskadi de la Comisión Internacional de Verificación, primero, y, ahora, del grupo de Brian Currin, por un lado, y las entrevistas de Mariano Rajoy con Patxi López e Iñigo Urkullu. Pero al margen de intuiciones posibilistas, de planificaciones calculadas, es evidente que este tránsito proyecta la sensación de que algo se mueve en el entorno del nuevo escenario vasco, de que hay partido. Incluso, hasta hay quien ve en el efecto internacional de los verificadores una súbita incorporación del lehendakari al proceso del que hasta ahora se mostraba renuente, quizá para así soltarse de la mano del PP.

Teniendo en cuenta que los verificadores y el equipo Currin comparten el mismo anfitrión no es de extrañar que sus movimientos aparezcan sincronizados y de ahí que surjan cuando mayor proyección aportan. Es evidente que si un encuentro Rajoy-López va precedido de una radiografía que detecta un camino hacia el desarme por parte de ETA, considerado además como viable a corto plazo por la izquierda abertzale, el ambiente es propicio para que el presidente del Gobierno se sensibilice con el acercamiento de presos de la banda terrorista. O, al menos, que nadie lo desmienta cuando el lehendakari se atreve a ponerlo en su boca. Una vez más, nadie como el sistema de marketing político de Batasuna para crear expectativas.

Es evidente que los verificadores han esbozado, en las conclusiones de sus contactos aquí y en el otro lado, un clima de evidente optimismo ante quienes les han escuchado, que ya son todos menos el PP una vez que el Gobierno vasco se ha avenido a tomar la temperatura. Pero precisamente esta soledad puede resultar contraproducente para la propia misión internacional a los ojos de Madrid. En realidad, los populares siguen sin ver en estas significativas conclusiones nada diferente a la radiofrafía del último informe policial, en quien, por supuesto, tiene depositada toda su confianza. Es decir, Rajoy no se siente conmovido por las indagaciones de un grupo a quien los suyos siguen considerando al servicio de la izquierda abertzale. ¿Y concernido? Eso ya es más fácil.

Con la nueva visita a Euskadi de Currin, los diseñadores procurarán un nuevo salto cualitativo. Una vez propagados los mensajes buenistas, ratificados por la evidencia del día a día, es posible que ahora el abogado mediador entiena que es el momento de abrir la caja de las exigencias. Porque ya toca, vendrá a decir en otro golpe de tuerca. Sin embargo, sería oportuno no olvidar el mensaje reiterado desde La Moncloa que llama a evitar  en Euskadi las urgencias porque saben que llevan implícito unas exigencias que ahora mismo  bloquean su capacidad de maniobra dentro y fuera del Gobierno hasta que ETA no dé el último paso. Mientras tanto, ¿acaso moderar la velocidad sería más práctico?

¿A quién escucha el ministro?

Por: Juan Mari Gastaca | 25 ene 2012

Fernandez-ares
Es muy posible que Antonio Basagoiti se sonrojase discretamente cuando escuchó cómo el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, asumía como propia la intencionada hipótesis periodística de que había vuelto la extorsión de ETA cuando, en realidad, tan solo se asistía al enésimo capítulo de pedir ayuda para causas abertzales. Además, este resbalón, que, de paso, ponía en evidencia la ausencia de rigor informativo porque la noticia jamás fue contrastada, se produjo horas antes de su primera visita a Euskadi para tomar la temperatura a las posiciones del Gobierno vasco.

¿Por qué el ministro avaló la tesis de la extorsión? Interesadamente porque así refuerza su teoría de que mientras ETA sigue existiendo no se puede hablar, por ejemplo, de flexibilizar la política penitenciaria. Hasta que la banda terrorista no anuncie su disolución, las aproximaciones a cualquier gesto condescendiente se antojan imposibles, como se puso de manifiesto en el propio encuentro de Fernández y el consejero vasco Rodolfo Ares. En este discurso se ha instalado el PP de puertas al exterior. Otra cosa será la prudente conversación que Mariano Rajoy mantenga con Iñigo Urkullu y el lehendakari, Patxi López, ya que ambos le tratarán de convencer, porque así lo creen, de que es justo y factible aplicar a muchos presos etarras los propios beneficios de la legislación ordinaria.

Mientras, la izquierda abertzale empieza a impacientarse. Sin demasiado esfuerzo detecta que Madrid, como ya se intuía, no encuentra ninguna razón para acelerar el proceso al margen de los efectos colaterales de manifestaciones multitudinarias. Incluso, observan cómo en el nuevo equipo de Interior conviven sensibilidades que no son ajenas a los discursos más temerarios de una reconocida caverna mediática enrocada en el discurso mayororejista que no acepta otro escenario que la rendición.

En un contexto ya sin violencia, el Gobierno central es sabedor de que la preocupación social, también en Euskadi, se centra fundamentalmente en los temibles efectos de la crisis en detrimento de la política. Ni siquiera la nueva visita de los mediadores internacionales les presiona para dinamizar mínimamente algunas de las conclusiones aún pendientes de la Conferencia de Paz de San Sebastián. Sin embargo, ¿cuánto tiempo puede durar este impasse?

 

Basagoiti debilita al 'lehendakari'

Por: Juan Mari Gastaca | 23 ene 2012

FOTO LÓPEZ BASAGOITI
En el deseo del lehendakari, Patxi López, y de su socio parlamentario, Antonio Basagoiti, por marcar un perfil propio en la recta final de esta legislatura se atisba un choque de trenes. De hecho, la colisión empieza a tomar cuerpo con demasiada facilidad, coincidiendo, curiosamente, con el estreno del Gobierno de Mariano Rajoy, de un lado, y con el Congreso del PSOE, de otro. Ha bastado que los socialistas vascos cuestionen las primeras medidas económicas de Cristóbal Montoro para que Basagoiti, siempre con un verbo directo y a ras de suelo, venga a replicar a López acusándole de "estar desnortado" y de que nunca olvide de que está en manos del PP.

Después de largos meses soportando las duras críticas de los populares a Rodríguez Zapatero en su convulsa recta final, los socialistas vascos -fieles a Alfredo Pérez Rubalcaba- han aprovechado el recorte de Rajoy para recuperar un discurso socioeconómico más propio de su ideario, del que parecían haber huido por la responsabilidad del gobierno anterior. Pero a sus socios no le ha gustado la reacción y por eso han llegado a advertir al lehendakari de que se dedique exclusivamente a su acción de gobierno si no quiere dejar a su partido sin la penúltima autonomía que les queda.

Tal escena de confrontación entre los dos partidos que sostienen al Ejecutivo socialista augura un final de legislatura en Euskadi demasiado complicado. Incluso, incorpora una fría sensación de inestabilidad nada propicia para consolidar algunas medidas económicas de imperiosa necesidad ante la crisis. En este contexto, si nadie acota el campo de la discrepancia, llegar hasta marzo de 2013 puede ser un camino demasiado tortuoso para todos.

Bien es cierto que el PP vasco siempre ha hecho gala de su condición desequilibrante hacia Patxi López, pero a partir de ahora parece exhibir una nueva exigencia a su socio que se antoja ventajista: evitar todo desgaste de su Gobierno en Madrid. Frente a tal mordaza dialética, el PSE-EE podría ver cortocircuitado su lógica oposición desde la atalaya que siempre se le ofrece a un lehendakari. Más aún, pondría en riesgo la necesidad de rearmar su discurso con la vista puesta en las próximas elecciones autonómicas. ¿Cómo se consigue esta convivencia de intereses tan contrapuestos?

El latido, más cerca

Por: Juan Mari Gastaca | 19 ene 2012

Toda renovación lleva implícito un propósito de mejora. Lo acabamos de hacer al estrenar esta página web sobre el País Vasco. Es nuestro objetivo sentir el latido de la actualidad más cerca y más rápido y es ahí donde el periodismo digital cobra su razón de ser. Por eso quedamos comprometidos, convencidos de que así entrelazamos nuestra relación contigo.

Que sepas que afrontamos ilusionados esta apuesta digital porque nos sentimos parte de una auténtica revolución comunicativa, que, de paso,retroalimenta los ideales de nuestra profesión. Y en la tarea, en el camino que emprendemos, queremos contar siempre y en cada momento con quien se asoma por nuestra ventana abierta. Que nos sientas próximos para que así consigamos entre todos adecuar el mejor servicio posible.

Como ocurre en nuestro soporte en papel, la edición digital dedicada por nuestro periódico al País Vasco aportará la información puntual sobre la poliédrica temática de que disponemos en esta tierra. A su proyección informativa, activada por el mecanismo de la propia actualidad, se unirá la opinión libre y comprometida, que queda abierta a recibir tus propias aportaciones. Así podremos vibrar con la sucesión de noticias que configuran nuestro mapa político, social, cultural y deportivo.

A disfrutrarlo

¿Qué hace ETA ahora?

Por: Juan Mari Gastaca | 18 ene 2012

980REKALDE
La detención en Francia de tres presuntos miembros de ETA, la detección del material explosivo en su poder y el inesperado brote de kale borroka en Bilbao como respuesta a esta acción policial actualizan una duda que en muchos sectores -sobre todo localizados fuera del País Vasco- nunca ha acabado por desaparecer: ¿se ha acabado el terrorismo para siempre?

Bien es cierto que cada una de las tres actuaciones tienen su propio cobijo. De un lado, es evidente que todavía siguen existiendo terroristas con causas pendientes que no han sido detenidos y que, en consecuencia, la policía, aquí y allí, persigue el delito. Sin embargo, resulta mucho más inquietante que los etarras vayan acompañados de explosivos porque queda así al descubierto una supuesta intencionalidad que quebraría la expresa renuncia a la violencia. Y, finalmente, habría que atribuir a tics del pasado aún reciente la violenta reacción de la quema de contenedores.

Ninguno de los tres escenarios anteriores favorece a la hoja de ruta de la izquierda abertzale. Podrán decir, claro está, que no se sienten directamente concernidos porque para ellos se trata de una cuestión que dirimen los gobiernos francés y español con ETA, pero en su fuero interno son plenamente conscientes de que la otra parte de la mesa se sigue cargando de razones para dilatar el proceso que se creía abierto a partir de las conclusiones de la Conferencia de Paz de Aiete.

Con imágenes como las de Francia, el Gobierno de Mariano Rajoy consigue -quizás porque lo buscaba cuanto antes- del antídoto para aminonar suficientemente el impacto efectista de la multitudinaria manifestación de este mes, en Bilbao. Y, mucho más, esas voces que, desde posiciones nada condescendientes con el anuncio de despedida de ETA, reactivan su idea de que el terrorismo durmiente también es terrorismo.

¿Debería ETA decir algo ahora? Quizá, sí, sobre todo para despejar algunas incertidumbres que afloran sin mucha dificultad. Desde luego que no gaste energías para volver a recordar la existencia de un conflicto o únicamente para remontarnos a la represión, sino para hablar de lo suyo. Al menos, tímidamente. La izquierda abertzale, por ejemplo, para despojarse de su malestar por el brote de kale borroka siquiera se ha atrevido a decir que está "fuera de lugar", aunque sin olvidar, de paso, sus críticas a la actuación policial en Francia. Es evidente que hasta la condena del vandalismo les queda un trecho, pero, afortunadamente, no han mirado para otro lado. ¿Hará ETA lo mismo?

Objetivo Urkullu: el Gobierno vasco

Por: Juan Mari Gastaca | 15 ene 2012

ASAMBLEA URKULLU 11
Iñigo Urkullu
ha reducido a uno el objetivo existencial del PNV: reconquistar el Gobierno vasco. A tal empeño se encomienda ahora la nueva dirección de este centenario partido después de cerrar un proceso de renovación interna sustanciado especialmente en recortar el poder a Joseba Egibar y en argumentar un ideario nacionalista capaz de superar en las urnas a la pujante izquierda abertzale.

Urkullu sale de la asamblea general más fortalecido que nunca. Aunque resulte paradójico si se aplica una dosis de rentabilidad política, el presidente del PNV consolida su liderazgo y aparta cualquier atisbo de rechazo crítico precisamente cuando menos poder institucional tiene su partido, ahora reducido al territorio de Bizkaia donde, de paso, se asienta la inmesa mayoría de su afiliación.

Así, rodeado de un equipo tan rejuvenecido como fiel y entregado, Urkullu emprende la reconquista del poder autonómico perdido, del anhelado regreso a Ajuria-Enea, donde siempre hubo un lehendakari del PNV hasta que Patxi López y Antonio Basagoiti, en pleno azote del terrorismo, unieron los votos constitucionalistas para su Gobierno del cambio. Se trata de su principal objetivo al que persigue acompañado de dos dudas: quién será el candidato a lehendakari del PNV y qué opción de gobierno le aguarda a la izquierda abertzale.

Nunca como ahora ha cobrado tanta fuerza la posibilidad de que el propio Urkullu sea el candidato a lehendakari. Vendría a romperse una norma sagrada no escrita en los estatutos del PNV pero no es descabellado suponer que Urkullu podría renunciar a la presidencia del partido en el supuesto de que fuera elegido presidente del Gobierno vasco y así respetar la tradición. De momento, no lo ha negado.

Y en sus manos está dibujar la apuesta ideológica que permita ensanchar la actual ventaja que el PNV mantiene sobre Amaiur para así ganar las próximas elecciones autonómicas y reclamar su derecho a formar gobierno, siquiera con un apoyo puntual que posiblemente se lo daría el PP o en solitario. Pero no es fácil porque Urkullu es consciente de la ya amenaza electoral que supone una izquierda abertzale sin excesivo desgaste todavia en las instituciones y que juega a favor de corriente en la calle. Lo intentará con un mensaje nacionalista sin esas estridencias patrióticas exhibidas hasta ahora en Gipuzkoa sin resultado alguno, que, además, no olvida el pasado sufrido en Euskadi y sus motivos, que ve ilusionado por el nuevo escenario sin violencia, pero que se siente urgido por reaccionar ante los efectos ya sensibles, también en Euskadi, de la crisis económica. Su ilusión es, a la vez, su prueba de fuego.

El lehendakari se queda solo

Por: Juan Mari Gastaca | 11 ene 2012

980LOPEZ
En Euskadi, su peculiaridad foral impide al Gobierno vasco acometer iniciativas fiscales porque la competencia radica en los Parlamentos de cada uno de sus tres territorios. En este escenario, que sólo contempla la excepcionalidad cuando ocurren desgracias similares a las inundaciones sufridas por el País Vasco en 1983, los tiempos de crisis, como el actual, acartonan  gravemente la lógica ambición de la gestión pública porque sus presupuestos se ven carcomidos por las desequilibrantes caídas de las recaudaciones tributarias.

Asfixiado por este contexto tan hostil, que le compromete sobre todo su política social y le constriñe en exceso su mandato ahora que encara la recta final de la legislatura, al lehendakari, Patxi López, no se le ha ocurrido mejor idea que desafiar a la tradición, consciente, posiblemente, de que se quedará solo en su propósito. Su cruzada consiste en convencer al Parlamento vasco para que le permita disponer de una nueva fuente de ingresos mediante la aplicación de una tasa al IRPF.

Pero no se debería reducir este empeño a una apuesta recaudatoria. Bajo su inédito propósito, López, en realidad, introduce sibilinamente un debate sobre el teórico anacronismo de la Ley de Territorios Históricos (LTH) que durante años de gobierno monocolor del PNV en Lakua y en las tres Diputaciones vascas, sostenidos por una efervescencia económica, jamás nadie osó plantear.

Ahora, Euskadi empieza a resentirse presupuestariamente de las duplicidades de su superpuesto entramado institucional. Aquellos tiempos de un aeropuerto en cada ciudad, un museo en cada capital y el edificio más emblemático para cada uno de los tres palacios de congresos, impulsados día a día por una carrera partidista donde convivían la mezcla del chauvinismo sentimental y el provincialismo desintegrador, tienen ahora un sitio en el diván. Ahí es donde el lehendakari quiere abrir la caja de los truenos. Pretende introducir, con el apoyo de los datos en la mano, un debate racional que tiene enfrente a la pasión que inspira la territorialidad. Y lo quiere hacer cuando el Gobierno vasco empieza a sentir la asfixia económica que le provocan las propias Diputaciones al caer sus respectivas recaudaciones. Quizá sea el momento más necesario para la reflexión, pero, sin embargo, es el menos propicio políticamente para él, sumido como está en un pálpito de honda debilidad parlamentaria porque ni siquiera su socio de gobierno, el PP, ahora gobernando en Álava, le acompañará mínimamente en el intento. Es predicar en el desierto.

Los presos de ETA toman la calle

Por: Juan Mari Gastaca | 07 ene 2012

980PRESOS
La multitudinaria manifestación en favor de los derechos de los presos de ETA -eufemismo para evitar de momento la palabra amnistía- retrata la realidad social y política del País Vasco, recuerda que sigue pendiente un debate ético sobre víctima y agresor, exhibe otra vez en la calle el poderoso músculo de la izquierda abertzale ahora ya detectado democráticamente en las urnas, y envía un nítido mensaje al Gobierno de Mariano Rajoy: "esto no ha hecho más que empezar".

Mientras el lehendakari, Patxi López, y la mayoría de los partidos parlamentarios se desgañitan desde hace dos meses por articular entre los ciudadanos vascos un argumentario que diferencie con claridad quién puso la bomba y quien murió por su explosión, la izquierda abertzale elige la línea recta. Así, se sacude de todo tipo de complejos, toma la calle como en sus mejores exhibiciones -posiblemente haya conseguido su movilización más numerosa- y enardece a sus seguidores y, principalmente, a los familiares de los presos de ETA, quizá el sector donde más serias dudas haya provocado su viraje hacia las vías democráticas.

Con el significativo clamor popular a favor de los etarras encarcelados, sus víctimas se sienten, con razón, más derrotadas, anímicamente destrozadas. Llegados a este punto es aquí donde se introduce el debate ético que la sociedad vasca, quizá sumergida en la cobardía o en la complacencia derivada de una nueva vida sin violencia, parece aplazar. Incluso, hasta pudiera pensarse que exhibiciones como la vivida en las calles de Bilbao no solo ahogan para siempre la necesaria reflexión aún pendiente sino que proyectan un nuevo orden político consistente en anteponer la salida del agresor al perdón para el agredido.

Alentados por este indudable éxito, para el que han trabajado socializando la reivindicación desde que concluyó la Conferencia de Paz de San Sebastián, los abertzales reforzarán su presión hacia Rajoy sin levantar el pie del acelerador. Lo harán, además, tras admitir por primera vez en su lenguaje que el camino va a ser largo. Sin duda se trata de un ejercicio de realismo que hasta ahora se antojaba imposible en su anacrónico discurso, pero también puede ser el acto reflejo de la seguridad que les inspira su apuesta, a la que van a encauzar por las instituciones para poner a prueba la resistencia del PP. Hay partido.

El País

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