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Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

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Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

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Rebelión de López contra el déficit

Por: Juan Mari Gastaca | 29 feb 2012

WEB PATXI LOPEZ juan mari
En el último año de la legislatura, acuciado por los adversos presagios de la avalancha electoral PNV-Bildu, el Gobierno vasco de Patxi López dinamitará las exigencias del déficit exigido. De hecho, para que nadie se llame a engaño, el propio lehendakari ya ha dado carta de solemnidad a su rebeldía presupuestaria, anunciando que no renunciará a las prestaciones sociales, a la sostenibilidad ni a la promoción del empleo, consciente de que para cumplirlo no le queda otra salida de emergencia que seguirse endeudando porque nadie espera que mejore la debilitada recaudación.

Tras conocer que el déficit en Euskadi ha duplicado (2,54%) la previsión (1,3%) sobre la que se trazó el presupuesto de 2012, nadie se ha puesto nervioso, sin embargo, en el Gobierno vasco. Entienden que les queda aire suficiente para acometer sin agobios la recta final de su gestión y que disfrutan de una situación comparativa que para así quisieran otras comunidades. Por tanto, sobre esta tranquilidad, vigilada eso sí, Patxi López va a mantener su solitaria cruzada ya iniciada en favor de una reforma fiscal consecuente y de un debate sobre la racionalidad del enntramado institucional. Sin duda, una travesía por el desierto de la incomprensión política, condicionada en exceso a la rentabilidad electoral.

En el empeño, que llegará hasta la propia campaña de las autonómicas como seña de identidad socialista, difícilmente encontrará respaldo alguno. Ni PNV (Joseba Egibar) ni PP (Antonio Basagoiti), ambos con una Diputación en la mano cada uno, secundarán este debate por su propia convicción política, aunque no convendría olvidar que la recaudación tributaria en Euskadi -competencia de los entes forales- ha caído en 1.000 millones de euros, una magnitud suficiente que, en sí mismo, entraña un problema. Quizá esta debilidad en los ingresos tributarios explique la templada crítica que nacionalistas y populares han propinado al notorio desfase del déficit en las cuentas del Gobierno vasco. Posiblemente sus portavoces son conscientes de que también las Diputaciones vascas, donde tienen responsabilidad, vienen sufriendo importantes desequilibrios presupuestarios, a los que, al igual que el lehendakari, tampoco van a renunciar porque se resisten a sacrificar su acción política por encima de los rigores enconsertados del déficit.

Así las cosas, desde Euskadi, Mariano Rajoy debe ser que tendrá un problema para ajustar el déficit del Estado. Pero, en realidad, es algo más: supone la aplicación desafiante de una política económica alternativa a las exigencias ultraliberales que han tomado posesión del marco europeo. Con este discurso, López encarará los últimos meses de su gestión, consciente de que, al tiempo que rescata un mensaje propio que procure la revitalización socialista, se habilita un espacio en la pelea autonómica llamada a enfrascarse en el debate identitario.

Otro paso 'abertzale', ¿suficiente?

Por: Juan Mari Gastaca | 26 feb 2012

Acto Kursaal

La difícil digestión para Batasuna de su reconversión a la escena democrática necesita de estaciones intermedias, a las que decidir acompañar de un mensaje específico  para cada ocasión y, sobre todo, del manejo controlado de sus propias coordenadas. Así debe entenderse la declaración de Kursaal, que viene a cumplimentar la enésima entrega en este tránsito, a la que han sabido alimentar como es costumbre de un creciente interés mediático y que apenas con un pasito más hacia adelante -"nuestro profundo pesar por el dolor de ETA"- vuelve a situarse en el epicentro político consolidando entre los suyos las nuevas bases ideológicas, pero arrastrando de paso la desazón de quienes mantienen muy alto el listón de la exigencia y alimentando, una vez más, las permanentes dudas de los incrédulos sobre sus sinceras íntimas intenciones.

Con su reflexión, asentada en varias fases sobre una terminología militarista que parecía superada, donde las víctimas vuelven a ser equiparadas, donde ve necesaria una comisión internacional para que el pueblo vasco conozca la verdad de su tragedia terrorista después de más de cuarenta años de sufrimiento y donde el futuro en paz se resuelve, a su juicio, con una nueva configuración jurídica de Euskadi, resulta fácilmente convenir que el punto de partida sobre el que asentar los pilares de la convivencia está aún muy lejos.

Sin embargo, con la misma exigente vara de medir debería afirmarse que la izquierda abertzale sigue haciendo esfuerzos para escenificar, paso a paso es cierto, una actitud que le permita adecuarse a convivir con quienes hasta ahora ha denigrado y señalado con el dedo por pensar diferente, a creer en unas instituciones democráticas que aborrecía y a convivir en un mismo Estado de derecho. A ello está comprometido como razón de ser de su futura existencia. Por eso debería aplicarse un canon de mayor flexibilidad para catalogar su adaptación. Así las cosas, no debería convertirse en una implacable exigencia que Batasuna reclame a a ETA su disolución. Posiblemente no sea competencia suya y, desde luego, nunca la asumirá como propio para así delimitar el  único escenario, el político, en el que quiere jugar. Por contra, para la democracia adquiere una mayor importancia que quienes jalonaron a los terroristas y quienes hicieron del sectarismo su bandera admitan que se equivocaron y que ahora están dispuestos a convivir en igualdad entre diferentes. Así sí se puede vivir en paz.

¿Y después del Kursaal, qué? Posiblemente, más de lo mismo. La izquierda abertzale, conforme a su guión, volverá a decir que ya ha hecho sus deberes, que ya ha atendido, según sus parámetros, el dolor de las víctimas; desde el otro lado se les dirá que todavía es insuficiente. Menos mal que, en realidad, la auténtica intrahistoria de este final de la violencia, por encima de estas escenificaciones, se libra en silencio, en otro escenario con capacidad de decisión. Y ahí, cada paso sí que es decisivo. Más que en el escaparate del Kursaal.

La encrucijada del PP vasco

Por: Juan Mari Gastaca | 20 feb 2012

BASAGOITI
Quizá Antonio Basagoiti sea uno de los dirigentes del PP que con mayor carga de profundidad puede explicar el intrincado tránsito de Mariano Rajoy desde el congreso de su partido de Valencia al de Sevilla. Fue entonces quien sustentó política y personalmente el golpe de efecto, de dimensión nacional, que supuso el portazo de María San Gil, a quien entonces su novato presidente le parecía –y posiblemente no haya cambiado de opinión- un paniaguado, sobre todo en cuestiones de ETA. Y Rajoy nunca lo ha olvidado ni en sus palabras ni en sus nombramientos, máxime ahora que adecuar el final de la violencia para que una sociedad conviva en paz se ha convertido, por detrás de la crisis, en una de sus exigencias como estadista.

Amparado por este cordón umbilical, y liderando un equipo al que se han ido incorporando adeptos, Basagoiti mantiene la hoja de ruta que ideó para transformar aquel PP vasco mayororejista, atrincherado por la amenaza terrorista y su desafecto social. Se trataba de una apuesta de futuro, demasiado incomprendida de entrada que, sin embargo, le ha dado más réditos de los que jamás supuso él mismo cuando veía, desde la segunda línea, cómo era imposible poner siquiera un pie en el tablero político de Euskadi, más allá del nicho electoral de Álava, si seguían manteniendo aquellos inmovilistas discursos.

Ahora, en apenas tres años, ya nada es igual. Tiene en su mano el destino del primer Gobierno vasco en manos socialistas, llega fácilmente a acuerdos con el PNV en Euskadi, en Vitoria su alcalde no se rasga las vestiduras por pactar con la izquierda abertzale, Basagoiti convence a Rajoy para que reciba antes a Patxi López que a Iñigo Urkullu y, por los servicios prestados, escuderos de los nuevos tiempos como Alfonso Alonso e Iñaki Oyarzábal pisan moqueta de poder en Madrid.

Sin embargo, este decorado tan sugerente no supone garantía alguna para impulsar la representatividad del PP. De hecho, sus modestos resultados en las últimas elecciones generales tampoco fueron el mejor presagio para ilusionarse de cara a las futuras autonómicas. ¿Revela que ha tocado techo en el País Vasco?, ¿acaso hay deserciones por el aperturismo entre su histórica base sociológica?, ¿es una utopía pensar que puede crecer entre la derecha del PNV menos ideologizada?, ¿el debate identitario que se avecina les puede arrinconar? o, sencillamente, ¿seguirán siendo necesarios para quien quiera impedir a Amaiur en Ajuria-Enea? Es muy posible que una mayoría contestaría afirmativamente a cada una de las interrogantes y no se alejaría de la foto final. Mientras tanto, desde su privilegiada posición, no cejará en el empeño de convencer a Rajoy de que tiene en su mano la solución histórica para Euskadi. De que lo consiga también dependerá, sin duda, buena parte de su suerte electoral.

El ministro del Interior centra el tiro

Por: Juan Mari Gastaca | 16 feb 2012

MINISTRO DE INTERIOR
Apenas un día después de asegurar que ETA "vuelve a reclutar jóvenes", con el mismo tono, y además en el propio Congreso, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, asoció, en perfecta clave nacionalista y abertzale, que la existencia de ETA es un problema de dimensión político. Desde los tiempos de José María Aznar, en 1998, cuando habló con desparpajo del Movimiento Nacional de Liberación Vasco, no se recordaba un guiño tan significativo, encaminado a acercar posturas entre dos realidades que hasta ahora convivían en trincheras enemigas. Así es fácil de entender cómo los soberanistas han recibido esperanzados el mensaje de un ministro que, sin embargo, parece acostumbrarse a combinar proclamas de signo antagónico con una reconocida facilidad. A tal punto llega el alborozo del entorno de Batasuna que consideran las palabras de Fernández Díaz como la antesala que justifique el diálogo de los Gobierno español y francés con ETA.

Podría entenderse que esta conversión del ministro, capaz de irritar la vena inmovislista de su partido, es el resultado directo de las primeras conclusiones que Mariano Rajoy ha extraído de su ronda de contactos con  Patxi López, Iñigo Urkullu y Antonio Basagoiti. Así, el presidente se refugia para evitar el mínimo rasguño mientras sus interlocutores, como hizo el propio lehendakari, se ofrecen a testar qué reacciones provoca, por ejemplo, humanizar la política penitenciaria con los etarras encarcelados.

Pero la definitiva interiorización del Gobierno central de que ETA representa un problema político oficializa de una vez por todas el denominado conflicto vasco y, de paso, reconoce la apuesta ideológica que el entorno más identitario -también en compañía de otros- siempre ha convertido en la razón de su existencia. Así las cosas, Fernández Díaz ha centrado el tiro del debate, comprometiendo, además, cuál debe ser el escenario donde se acuerde, o al menos se discuta, la adecuación de una futura vida política de Euskadi en paz. Por tanto, el ministro no debería extrañarse  que, cuando llegue el momento de sentarse a hablar, se le exija un discurso que no decepcione a la expectación creada.

En Euskadi no salen las cuentas

Por: Juan Mari Gastaca | 13 feb 2012

PARLAMENTO
En Euskadi, la preocupación por la incierta situación económica de las cuentas públicas se ha convertido, desafortunadamente, en un asunto de patio de vecindad. Y es que mientras se asiste a la desbocada caída de la recaudación tributaria, que provoca en cascada un incumplimiento de los presupuestos y el consiguiente aumento del déficit, las descalificaciones mutuas se apoderan del altavoz mediático, ofreciendo así una imagen de dudosa responsabilidad.

El pulso entre el Gobierno vasco y el PNV se antoja interminable. Es evidente que los nacionalistas han acertado en su calculada estrategia de sembrar la duda sobre la incierta capacidad y la pésima gestión de Patxi López, a la que aderezan, por si fuera poco, del aterrador mensaje de que en cuestión de un par de meses "la economía vasca va a a ser insostenible". Así queda configurado un tenebroso escenario que, de entrada, hace muy difícil cualquier llamada a la confianza, precisamente cuando más se echa en falta un compromiso de consenso habida cuenta de que las tres Diputaciones y el Gobierno vasco, en manos de cuatro partidos diferentes, están aquejadas del mismo mal.

Pero es muy probable que propugnar ahora una acción concertada en la búsqueda de medidas reparadoras suponga un ejercicio de patética ingenuidad cuando el País Vasco se sitúa a menos de un año de sus próximas elecciones autonómicas. En realidad, las llamadas a la mutua colaboración entre nacionalistas y socialistas se las lleva el viento con pasmosa facilidad porque apenas durante 24 horas sin verse abortadas por insultos -Ricardo Gatzagaetxebarria retiró el suyo, pero José Antonio Pastor aún no-, retos o visiones catastrofistas desde ambos lados.

Así las cosas, podría pensarse que cuanto peor, mejor. Pero sería falta. El resultante de este alejamiento de un consenso perentorio puede tener a corto y medio plazo un signo demoledor. No debería olvidarse de que existe una amenaza real sobre el mantenimiento del actual ratio del Estado de Bienestar porque Euskadi debe responder a las exigencias sociales de 2012 con ingresos de 2007 y de que la palabra recesión se ha colado en el tejido socio-económico cuando hace unos meses aún se creía que "esas cosas" sólo le ocurren a "España".

Sin violencia, la preocupación mayoritaria de los vascos es el paro y la crisis. ¿Y la de los partidos, en el día a día, también?

Insultar al 'lehendakari'

Por: Juan Mari Gastaca | 10 feb 2012

LOPEZ URKULLU 10-02-12
El PNV ha dado un paso más en su prolongado desprecio hacia el lehendakari, Patxi López. Si hasta ahora muchos de sus dirigentes habían combinado duras críticas hacia su labor con el verbo ácido sobre su capacidad, ha tenido que ser un veterano parlamentario de este partido, Ricardo Gatzagaetxebarria, quien superara la listón y acusara de “ignorante”  al presidente del Gobierno vasco desde la tribuna de la propia Cámara. La obligada cortesía parlamentaria es una asignatura que personas como el autor de tal improperio sigue sin aprobar. No estaría mal que su centenario partido, en el supuesto de que no compartiera esta descalificación, corrigiera el exabrupto porque la omisión podría precipitar un efecto mimético poco edificante entre la clase política.

Se trata, sin duda, del enésimo capítulo de la hostil confrontación entre los socialistas vascos y el PNV, que a partir de la pérdida del poder de Juan José Ibarretxe viene adquiriendo una especial virulencia. Los nacionalistas, ganadores de las últimas elecciones autonómicas en 2009, están persuadidos de que la unión PSE-PP les ha arrebatado el poder en contra de la opinión mayoritaria de la sociedad vasca y, desde entonces, no desaprovechan la oportunidad de recordarlo.

A este clima de permanente enfrentamiento ha contribuido en los últimos meses el nerviosismo de Diputaciones y Gobierno por la escalofriante caída de la recaudación que amenaza seriamente su estabilidad presupuestaria y que pulveriza las previsiones de control del déficit. Un escenario que el propio presidente del PNV, Iñigo Urkullu, identificó la pasada semana con la quiebra, un término equivocado sin duda para reflejar la coyuntura porque, de momento, el pasivo de la Administración vasca no supera a sus activos. Afortunadamente, a pesar de la equivocación no hubo insultos por el error.

A falta de un año para el final de la legislatura, el ambiente político en Euskadi, trufado de un evidente aire electoral, no presagia  desgraciadamentela mínima unidad de acción para encarar los auténticos problemas que detecta la calle cada vez que se le pregunta: el paro y la incertidumbre económica. Por si fuera poco esta divergencia, el diálogo de sordos llega a tales extremos que el propio Parlamento vasco se acaba de dividir en dos bloques en su último pleno cuando se puso sobre la mesa cómo gestionar el final de ETA. En este caso, PNV y PSE tampoco se pusieron de acuerdo pero, al menos, Gatzagaetxebarria no insultó al enemigo.

Patxi López, en España y en Euskadi

Por: Juan Mari Gastaca | 05 feb 2012

LOPEZ-SEVILLA
Apenas un día antes de que vencedores y vencidos en el Congreso del PSOE de Sevilla entendieran que Patxi López es un valor seguro para la rehabilitación de este partido, la radiografía del Euskobarómetro suspendía su gestión como responsable del Gobierno vasco. Así las cosas, el lehendakari sigue moviéndose en esa contradicción que supone, de un lado, el reconocimiento en España hacia su figura política, como se ha encargado de hacerlo Alfredo Pérez Rubalcaba, y de otro, en su propia casa, de duda permanente. En esta tesitura, no sería aventurado predecir que su futuro político dependerá posiblemente de qué factor  acaba por desnivelar la balanza.

El pedigrí socialista de López es unánimente reconocido. Más allá de haberlo mamado en su casa, representa su ADN político. Supone para la ortodoxia del partido el prólogo de una hoja de servicios que luego alcanza su punto álgido con la histórica conquista del Gobierno vasco -apoyado por el PP de Antonio Basagoiti- en un territorio que solo había conocido el poder del PNV durante toda la etapa democrática y que fiaba su razón de ser a derrotar a la causa terrorista. El aplauso generalizado en España no tardó en llegar. Patxi López llegó a ser considerado en 2009 español del año por un canal privado de televisión. Sin embargo, en Euskadi, su Ejecutivo merecía el suspenso en la primera encuesta a la ciudadanía, Patxi López era peor valorado que Iñigo Urkullu y el acuerdo con los populares provocaba un rechazo mayoritario.

Más de dos años después, cuando López encara el último año de una legislatura azotada por la falta de ingresos que le ha impedido expandir sus convicciones socialdemócratas, la suerte no le sonríe en Euskadi. La sociedad no cree que su Gobierno sea una garantía para encarar los efectos de una crisis que también se empieza a notar aunque sin la asfixia que atenaza al resto del Estado. Peor aún: el desgaste socialista, incluida la sangre, en la lucha contra ETA durante décadas tampoco se queda en la retina del ciudadano vasco. Y en este escenario de fatalidad, el tsunami abertzale a partir del cese de la violencia terrorista y el seguro caladero electoral del PNV amenazan seriamente toda opción del PSE-EE de repetir mandato.

Por todo ello, el área de Relaciones Políticas proporciona a Patxi López un futuro más posibilista y, de paso, proyecta su imagen de relevo generacional con causa y discurso dentro del PSOE. Mientras tanto, en Euskadi, apretará los dientes para luchar contra la adversidad y posiblemente en solitario porque el PP irá marcando distancias para encontrar ese discurso que, ya sin ETA, le permita seguir siendo necesario... incluso para el PNV.

Las ganas de acabar con ETA

Por: Juan Mari Gastaca | 03 feb 2012

ENCAPUCHADOS ETA 03-02-12
El pueblo vasco se cree que ETA, por fin, no volverá a matar. Es una sensación mayoritaria que se desprende del reciente Euskobarómetro, pero también hay otras que en su cordón umbilical aportan la sensación de que Euskadi tiene muy claro cómo debe ser el nuevo tiempo de la paz. El dibujo uniría, incluso, dos extremos que parecen antagónicos porque responden a voluntades muy distintas ya que de un lado se aboga por el perdón a las víctimas de la banda terrorista por parte de quienes lo han causado y, de otro, al acercamiento de los presos.

En realidad, son conclusiones que deben entenderse como lógicas y justificadas muy por encima de posicionamiento ideológicos. Es una cuestión de establecer ya un punto de partida para una necesaria convivencia. Lógicamente que seguirá el debate abierto sobre el concepto de víctimas o sobre cuál debe ser el ritmo en la flexibilidad de la política penitenciaria, pero el mensaje que desprende el Euskobarómetro proyecta una sensación de acabar de una vez con ETA y sus circunstancias.

Bien es cierto que para encarar estas dos cuestiones tan sensibles no haría falta mesa alguna de partidos como viene a reclamar Brian Currin y su grupo de mediadores en su paso por Euskadi. Corresponde exclusivamente a quien se siente concernido. Otra cosa bien distinta es que cada parte exija contrapartidas para dar el paso adelante y ahí volveríamos a enredar el nudo. Hasta que se produzca, resulta más esperanzador quedarse con el significativo giro del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ahora más proclive a atender las exigencias en materia penitenciaria.

Mientras tanto, a la gente le duele la crisis. Es el auténtico conflicto social. Hasta ahora entendíamos aquí que el auténtico problema "lo tenía España". La escalofriante subida del paro en el mes de enero y las pesimistas perspectivas en cada uno de los tres territorios vascos esbozan un escenario patético del que hasta ahora parecíamos inmunes. Las previsiones de una temible recesión se han colado también en Euskadi. Y, además, en medio de una permanente sensación de que el actual Gobierno vasco no ofrece las garantías suficientes para que se pueda empezar a remontar el vuelo.

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