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Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

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Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

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Pasa el tiempo, ETA sigue ahí

Por: Juan Mari Gastaca | 31 may 2012

WEN CURRIN juan mari
Toma cuerpo la idea de que la solución a un escenario de paz sin ETA no encuentra su punto de partida. Podría decirse que las voces implicadas en la solución siguen sin escucharse; desde luego, no coinciden en definir cuál debe ser el común denominador. Incluso, la última visita del Grupo de Contacto que lidera Brian Currin, con un comunicado reiterativo, ha enfriado demasiado las expectativas. A estas alturas del partido, donde las cartas ya debían estar sobre la mesa, insistir otra vez como principal mensaje en que la clave para aproximar un acuerdo pasa por la Declaración de Aiete solo confirma que no hay nada nuevo que decir.

Existe una falta de sintonía absoluta en cada bando, de lenguajes encontrados, que avivan el escepticismo. De un lado, ETA entiende que ya ha cumplido con su anuncio de renuncia al terrorismo y que, en consecuencia, es a la otra parte a quien corresponde mover ficha. En cambio, los aludidos, el Gobierno de Mariano Rajoy y ahora el de François Hollande en Francia, consideran que solo a partir del anuncio de disolución de la banda atenderá las peticiones. Así han pasado siete meses; todo hace pensar que pasarán muchos más.

De momento, la mirada más inmediata se dirige a Gernika, al acto que el colectivo de presos de ETA anuncia para el 2 de junio con el propósito de pasar a limpio sus conclusiones. Como venía ocurriendo durante meses con cada movimiento previo de la izquierda soberanista antes de llegar la paz, el servicio de marketing abertzale también predice "novedades". La cuestión radica en saber para quién. Si el mensaje más intencionado del EPPK, una vez desprovisto del lenguaje introspectivo para galvanizar a los propios, vuelve a apostar por la obligada salida conjunta de los presos, Madrid mirará para otro lado y no se sentirá concernido. Ahora bien, ¿acaso de un mitin se puede esperar un giro en un tema tan nuclear como el reagrupamiento o la resinserción?

Mientras corre el reloj, las prisas solo se apoderan de los más necesitados, y en este caso son los presos, donde siempre, antes y ahora, ha estado la solución a todos los males. En el caso del Gobierno, bastante tiene con la prima de riesgo para adentrarse en más charcos. En esta difícil coyuntura, es comprensible que cunda el nerviosismo en el lado abertzale y hasta Pernando Barrena se ve obligado a decir en la misma frase que justifica a los etarras que sigan llevando armas pero que, desde luego, no volverán a atentar.

Es evidente que el Grupo de Contacto ha detectado definitivamente el inmovilismo de las partes concernidas. Que avanzar se antoja muy difícil, parece concluir. Así las cosas, hasta que se entiende que se echen en brazos de las próximas elecciones en Euskadi, ávidos de que una cualificada mayoría nacionalista ponga toda su peso sobre la mesa de Madrid. ¿Y si Patxi López aguanta la legislatura, cómo se controlan los nervios hasta febrero de 2013?

Ser sospechoso en Madrid

Por: Juan Mari Gastaca | 26 may 2012

BLOG ATHLETIC CALDERON
Euskadi siente ahora mismo un poco más lejos España. Y no por culpa precisamente de las tesis abertzales, arietes permanentes de esta desestimación y que con la gravedad de la crisis van adquiriendo un argumento cada vez más hilvanado. Esta vez, ha bastado que Esperanza Aguirre abriera con intención escapista  de sus propios quebraderos una encendida polémica sobre las repercusiones de reprobar con silbidos el himno nacional para que se conjurara un entorno endiablado en las horas previas a la final de Copa que para sí quisiera una campaña de ideologización de Amaiur. Solo el despropósito de mentes fundamentalistas, incapaces de interiorizar la realidad vasca y, sobre todo, ajenas a la sociología que rezuma, en este caso, el sentimiento Athletic pueden desatar un miedo escénico con controles desproporcionados en las carreteras de acceso a Madrid, vigilancias intimidatorias en medios de transporte y cacheos a veces vejatorios en la entrada al estadio Vicente Calderón. No tiene a cuenta ser sospechoso vasco en Madrid.

Posiblemente el comportamiento cívico, otra vez, de la embajada de miles de seguidores del club vizcaíno es la mejor respuesta para quienes siguen identificando Euskadi con ETA y terrorismo y a todo vasco con el independentismo. Sin embargo, cabe una duda razonable de que quizá no haya sido suficiente para que algunos (¿muchos?) resitúen su avieso posicionamiento ideológico, propicio como siempre a embarrar el campo para que acabe salpicando a todos el barro. ¿Hasta cuándo? Posiblemente para siempre porque el rédito de la interminable causa vasca se sigue cobrando...en más de un lado.

Era importante, sin duda, al tratarse de una final de Copa, pero se trataba solo de un partido de fútbol y ha mediado demasiada provocación. De hecho, el despropósito alcanza tal desmesura que el propio presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, ha evitado con urgencia la hemorragia ideológica propia de estos desencuentros. Al empeño ha contribuido su condición de seguidor incondicional del Athletic, pero sobre todo la intución para comprender que en ocasiones así la bota de Madrid aporta una rentabilidad soberanista de incalculable valor, sobre todo en generaciones tan jóvenes como las que atrae este deporte. Es por ello que ya censuró rápidamente la irracional demanda de Aguirre para que se evacuaran a los espectadores si arreciaban los silbidos al himno. Además, con loable agilidad, en este caso secundado por el diputado del PNV Aitor Esteban, intercendió ante el ministro Jorge Fernández Díaz para que cesaran, tras sortear retenciones derivadas de obras en la carretera, los interminables controles policiales entre Burgos y Madrid, acompañados en muchos casos de multas a conductores por exhibir símbolos del Athletic.

Por todo ello, existe en Bizkaia un profundo malestar con el trato recibidos desde algunos instituciones del Estado. Incluso, el eco llegará al Congreso para que, de momento, Interior explique las razones de los cacheos en el estadio Calderón. Resulta inexplicable que semejante celo de seguridad sea incapaz de detectar durante demasiados domingos de Liga en este mismo campo la exhibición en sus gradas de ilegales enseñas anticonstitucionales y el estallido de bengalas incendiarias. Es evidente que todavía en Madrid y para su policía, todos los sospechosos no son iguales.

Urkullu se la juega

Por: Juan Mari Gastaca | 22 may 2012

WEB URKULLU luis alberto garcia
Iñigo Urkullu
ha decidido jugársela en el doble reto que le aguarda, a la vuelta de la esquina, al PNV, el partido que preside. Al aceptar el novedoso proceso interno de elección de candidato a lehendakari, que indefectiblemente le colocaba como el aspirante incontestable a pesar de romper por el camino una norma no escrita pero respetada que era la incompatibilidad de cargos que recae sobre el máximo responsable del EBB, Urkullu emprende una cruzada con el propósito de ganar otra vez en las urnas a la izquierda abertzale y, de paso, recuperar el poder perdido ante Patxi López.

Se avecinan, sin duda, las elecciones más comprometidas para el futuro político del PNV desde aquella cruenta batalla entre identidades políticas que Juan José Ibarretxe libró ante el tándem Mayor Oreja-Redondo Terreros. Los nacionalistas se sienten urgidos por volver al Gobierno vasco, donde siempre han estado hasta la conjunción de intereses de socialistas y populares les desplazó, en una maniobra que jamás olvidarán en su orgullo herido y que, precisamente por eso, ha enturbiado quizá para demasiado tiempo sus relaciones con el PSE-EE. El PNV está acostumbrado al poder, hasta el punto que durante muchos años se consideraban vasos comunicantes. Pero, ahora, la realidad dibuja un panorama nada halagüeño: su poder se reduce a Bizkaia, una pírrica renta para un partido que basa su esencia en el propio nacionalismo.

Sabedor de esta urgencia, Urkullu, que ante la pérdida del Gobierno vasco por primera vez en tres décadas y quizá sabedor de la debilidad de Rodríguez Zapatero acuñó la retadora frase de que "el PNV gobernaría desde la oposición", se sabe también presionado por el reto que supone deshacerse claramente en las urnas de Amaiur -o quien actúe en su lugar esta vez- para así acabar de una vez con la permanente pugna de quién manda en el sentimiento abertzale. Pero la crisis, la responsabilidad de partido de gobierno, el perfil de su mensaje pragmático condicionarán el discurso del candidato jeltzale, al que siempre imprimirá, aunque oscilando su intensidad, un sello identitario como reflejo de su ADN político.

Urkullu emprende una travesía que alcanzará su punto álgido en el cruce de variantes que aportarán las urnas, precisamente ahora que la política vasca se ha entregado a una geometría variable en un escenario sin violencia. Lo hará asistido de un único mensaje, por medio de una campaña que recordará al estilo que imprimió durante las elecciones locales y forales. Tras su proclamación, se acabaron las dobles sensibilidades y la interpretación soberanista como única bandera. Urkullu, una vez escrutadas las experiencias de otros territorios, ahondará en el ejemplo práctico que ha permitido consolidar el poder en Bizkaia. Y en el partido, ahora, a seguir esa senda.

 

¿ETA hablará sola?

Por: Juan Mari Gastaca | 17 may 2012

ETA_Comunicado-del-final-de-ETA
Con una calculada reaparición, apenas Francia valoraba la toma de posesión de su nuevo presidente, François Hollande, ETA provoca su minuto de gloria. Lo hace, en esta ocasión, desde su universo imaginario, alertando ante la indiferencia generalizada de que ha elegido una delegación para abrirun diálogo directo con los Gobiernos español y francés. Solo ha encontrado esta vez el comprensible eco de una izquierda abertzale que es ahora el faro que les guía, siquiera que les alumbra.

Reducida con rapidez la maniobra de ETA hasta el ninguneo por parte de los gobiernos aludidos, cabría preguntarse a qué obedece esta irrupción, más allá del lógico interés por mantener viva la llama de  esa supuesta negociación pendiente que parecía esconderse entre líneas en la Conferencia de Aiete. ¿Podría pensarse que una vez propagada suficientemente por los verificadores la voluntad de los terroristas por proceder al desarme, ha llegado el momento de dar un paso adelante? Desde luego, una vez conocida la contundente y reiterada exigencia del ministro Jorge Fernández Díaz sobre la inexcusable disolución de ETA, resulta estéril aventurar a corto plazo un nuevo clima más propicio.

Sin retorno, por tanto, a sus exigencias ¿acaso ETA se ha dispuesto a hablar sola, a proyectar una realidad ficticia, a instalarse en un espejismo? En base a la firmeza dialéctica exhibida por Mariano Rajoy ante su familia popular del País Vasco bien podría creerse que posiblemente, sí. Pero parece  poco previsible que todo responda a un tacticismo tan vacuo por mucha desesperación, incluso, que les agobie sobre todo por la presión creciente que sienten desde las cárceles. Los terroristas, al igual que le ocurre a la izquierda abertzale -o posiblemente por eso en su condición de referente táctico- están profundamente convencidos de que ya no les corresponde a ellos mover ficha, que llegados a este punto de la partida ya han cumplido su parte y esperan, ante semejante gesto, que se les corresponda.

Al emitir este enésimo comunicado, en un día donde la calle volvía a temer todavía más por su incierto futuro económico, cabría preguntarse si solo ha sido un gesto propagandístico más. Hay fundadas razones para contestar que seguramente, sí. Sobre todo, porque no aporta nada, porque sigue manejando una retórica que la inmensa mayoría de la sociedad cree superada y porque con su actualizada exigencia de una negociación vuelve a exhibir su narcisismo para marcar los tiempos políticos. En definitiva, que alimenta las razones de quienes sostienen que es imposible dar un paso hacia adelante. Sin embargo, ante el riesgo de que el inmovilismo venga para instalarse, sería conveniente habilitar, por pequeña que fuera, una vía que aproxime la verificación y la disolución. Desde luego, hay terreno abonado.

El PP vasco, solo o en compañía del PNV

Por: Juan Mari Gastaca | 12 may 2012

12-05-12-BASAGOITI CONGRESO
La interesada ruptura del pacto con los socialistas sitúa al PP vasco en su única disyuntiva política posible para la próxima legislatura: caminar solo o hacerlo en compañía del PNV. Antonio Basagoiti, cada vez más líder indiscutido dentro de esta organización que acaba de renovar su apuesta programática en un congreso sin sobresaltos, así lo tiene interiorizado, convencido de que va a seguir rentabilizando su apuesta de considerarse un anclaje sobre el que pivotar una acción de gobierno.

El PP sabe que nada pierde con desligarse ahora del PSE-EE porque, de hecho, ya ha rentabilizado todas las posibles ganancias a su alcance. Sin aquel acuerdo que volteó a Juan José Ibarretxe hasta provocar su retirada de la política, los populares apenas habrían tocado pelo en la escena vasca. Venían de una traumática sucesión de María San Gil, Basagoiti apenas era conocido por sus entretenidas batallas dialécticas con Iñaki Azkuna en el Ayuntamiento de Bilbao y el populismo de sus mensajes, y en el apoyo al cuestionado Mariano Rajoy existía un núcleo de derecha extrema que bramaba a media voz.

Ahora, en cambio, el principal problema para el PP vasco radica en cómo hace frente al desgaste que le suponen los recortes de su Gobierno en prestaciones sociales y la incapacidad para aplacar los latizagos de la crisis. Aquel escenario idílico, donde una mayoría absoluta les auguraba la posibilidad de rentabilizar en Euskadi la generosidad de Madrid como el PNV ha ido haciendo en las últimas décadas, es hoy una quimera rota en mil pedazos. Basagoiti lo sabe porque le ha bastado una mirada rápida a Andalucía, sobre todo, y a Asturias para darse cuenta. Quizá ahí se encuentre la razón de su mensaje armonizador hacia el resto de fuerzas, pero con un guiño esmerado hacia el PNV.

El PP teme quedarse de convidado de piedra en unas próximas elecciones autonómicas donde el efecto de la polarización PNV-Amaiur puede arrastrarles, al igual que al PSE-EE, su rival a batir. Como medida preventiva, Basagoiti ha optado por volver a abrir el abanico de su capacidad de entendimiento, convencido de que la necesidad del PNV por apuntalar una mayoría de gobierno le convierte en primera opción. Y este discurso posibilista ha calado en su partido sobre todo porque va acompañado de una justificación que toca la fibra del afiliado: "lo hacemos para aplacar al nacionalismo y evitar que gobiernen los independentistas".

Por el camino está el riesgo. Basagoiti, más sólido con el paso del tiempo pero dejando demasiados pelos en la gatera en una rocambolesca escenificación del alejamiento de Patxi López, no olvida que en las últimas generales el PP en Euskadi le fue imposible rentabilizar la ola Rajoy. Más aún, es consciente de que en el próximo reto electoral, el voto útil puede volatizar una parte sensible de sus opciones. Y, sobre todo, que cuando lleguen las urnas en Euskadi las heridas de la crisis quizá ya son más profundas.

Hablar de presos se dice verificar

Por: Juan Mari Gastaca | 05 may 2012

Verificadores
El principo de acción-reacción se ha evidenciado, por primera vez, en el tablero donde empiezan a jugar, por control remoto de momento, Gobierno y ETA. Medio año después de la definitiva desaparición de la violencia, precisamente cuando el silencio de Mariano Rajoy empezaba a provocar un incipiente estado de ansiedad entre quienes creyeron entender que los acuerdos de la Conferencia de Paz de Aiete eran de obligado cumplimiento, las fichas ya se mueven.

Ha bastado que Interior desparrame, por encima incluso de una torpeza mediática reconocida, su plan de reinserción de los presos de ETA para que la partida, largamente esperada, se anime. Lo hace, además, entre la sorpresa contenida del propio PP vasco porque aporta un salto cualitativo que borra del argumentario tradicional dos principios nucleares: el concepto del perdón y la exigencia de la desaparición de la banda terrorista. Desde el otro lado de la mesa, la superación de esta línea roja no ha pasado desapercibida; como muestra inmediata, más allá de la radiografía de situación explicitada en Bilbao por los verificadores internacionales, ahí queda la carta del colectivo de presos etarras es la pista a seguir. Y en ella, el mensaje más ilustrativo: "estamos dispuestos a dar pasos". Por lo tanto, hay partida.

En esta escenificación de cómo articular un futuro en paz, que avanza por cierto, el lenguaje adquiere una dimensión propia nada desdeñable. De hecho, ha bastado un primer movimiento del propio Gobierno central para relegar de un plumazo los conceptos que se antojaban fundamentalistas del perdón y la desaparición de ETA. Ahora toca hablar de verificación, como se ha ido encargando de repetir intencionadamente la izquierda abertzale, siempre en la sala de máquinas de todo movimiento que se precie. No debería olvidarse que el grupo de contacto liderado por el mediador Brian Currin decidió tras el fin de la violencia configurar una comisión de verficadores. A ETA le pareció bien.

La partida se juega ya en torno a la verificación, un concepto militarista que bien podría traducirse por política penitenciaria y así resultaría más fácil unificar conceptos. A estas alturas, y urge decirlo cuanto antes, los presos de ETA no suspiran  en sus auténticas reivindicaciones por las estructuras militares de Euskadi; a ellos, a sus familiares y a la izquierda abertzale lo único que les interesa de verdad es cuándo van a empezar a volver a sus casas. Por eso, una vez que se encarrile este proceso, la auténtica verificación se dará por concluida. Todavía falta tiempo.

Basagoiti se mete en un lío

Por: Juan Mari Gastaca | 01 may 2012

BASAGOITI INMIGRANTE
Antonio Basagoiti
dice lo que piensa. Ha hecho de su sinceridad una vía de aproximación con la calle. Una relación en la que se siente cómodo y a la que se incorpora con soltura mediante un verbo tan fluido como nítido. Así resulta mucho más fácil interpretar su discurso político, carente de segundas intenciones. Por eso, cuando afirma que hay que atender primero a los de casa cuando vienen mal dadas en la sanidad, el presidente de los populares vascos únicamente quiere decir que un vasco y un español tienen preferencia sobre un extranjero cuando acuden a un centro público de salud.

En el fondo, con su polémica discriminación, Basagoiti se limita a proyectar públicamente el pensamiento silencioso de cientos de ciudadanos vascos, pero sufre una erosión innecesaria justo en el momento más inoportuno para la suerte de su partido, incluso más allá de Euskadi. Con su intencionada frase, el líder popular roza la esencia xenófoba y, de paso, se sitúa coyunturalmente en una posición populista pero que le desacredita a nivel público, aunque habrá, sin duda, quien comparta su pensamiento. 

El PP vasco encara un intrincado final de legislatura. La ilusionante expectactiva que se le abría el pasado noviembre para rentabilizar los gestos con Euskadi de su gobierno en Madrid se ha tornado en un quebradero de cabeza de difícil justificación. Incluso, el decidido gesto del Ministerio del Interior hacia la futura resinserción de presos de ETA, tan pésimamente explicado por el departamento de Jorge Fernández Díaz, les aporta el oxígeno que cabría esperar de una medida de tan hondo calado, fundamentalmente porque es la primera.

En puertas del congreso regional que validara su merecida reelección y su acertada apuesta política, Basagoiti, todavía sin sacudirse de su fatídica descalificación al lehendakari, no ha tenido los mejores días. Incluso, le espera el trago del debate en el Parlamento vasco sobre la defensa del autogobierno vasco. Los aires fundamentalistas del sector más pétreo de su partido, bajo la disculpa de culpabilizar a las autonomías del origen de todos los males de la deuda pública, han creado alarma política en Euskadi. La rebeldía es compartida tan mayoritariamente que hasta los sindicatos han interiorizado este mensaje reivindicativo en sus críticas durante sus movilizaciones.

El desasosiego por culpa de la crisis cerca al PP. Siempre le quedará el recurso de imputar a su socio la responsabilidad en los tiempos tan inciertos que corren, pero debates sobre un autogobierno amenazado pueden resultar una trampa que le devuelva a posiciones ya superadas, mientras en la calle, los mismos que entienden el mensaje de Basagoiti sobre la atención en los ambulatorios saben que los recortes son cosa de Madrid.

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