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Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

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Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

El pulso político de los sindicatos

Por: Juan Mari Gastaca | 31 may 2013

30-05-13- HUELGA 30 M MANIFESTACION  2  FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
Los sindicatos nacionalistas, mayoritarios en Euskadi, han hecho una rotunda afirmación sobre la raíz de sus voluntades que altera de golpe, a modo de pulso, las piezas del tablero político. " Nosotros somos el verdadero Parlamento", vino a decir Ainhoa Etxaide, líder de la central abertzale LAB, en una soflama que contiene una sonora desautorización del sistema autonómico y que, desde la aprobación del nuevo marco democrático, permite la elección en las urnas de 75 representantes de la ciudadanía vasca.

Bien es cierto que tal proclama sindical se produjo en el fragor de una huelga general, la octava en apenas seis años, que tuvo, sin embargo, una fría respuesta y ni siquiera fue mayoritaria en Gipuzkoa donde disponía del apoyo expreso de los gobiernos municipales y foral de Bildu. Era, por tanto, el escenario propicio para proyectar este tipo de desafíos y, como tal, podría relativizarse. Pero los impulsores de este paro, despreciado por ineficaz desde la mayoría política y lógicamente desde la clase empresarial, en realidad pretendían proyectar la auténtica inquietud que les asiste: "hay que ir a un modelo propio porque el actual no nos sirve".

Cuando apelan, cada vez con más frecuencia, a la conquista social de este nuevo modelo propio, la mayoría sindical vasca trasluce, en realidad, un objetivo político directamente identificado con los postulados que enarbola la izquierda abertzale. Este nuevo modelo social es un eslabón debidamente concatenado con una capacidad de decisión propia, que solo es posible en un marco de autogobierno que desborda al actual. Precisamente por el calado político de esta propuesta sindical y de las ácidas críticas de que son objeto, desde el Gobierno nacionalista no han dudado en invitar a Adolfo Muñoz, líder de ELA, a que teste sus constantes reivindicaciones mediante su participación en unas elecciones. De momento, no ha habido respuesta a la sugerencia, realizada precisamente en sede parlamentaria.

En Euskadi, donde en los últimos meses avanza con mayor rapidez de lo que acostumbraba el impacto de la crisis económica, la desunión sindical parece condenada a petrificarse en dos bandos antagónicos: nacionalistas y confederales. Es un hecho que además de las lógicas diferencias estratégicas en la defensa de los derechos laborales, la territorialidad supone una línea roja absolutamente discriminatoria. Es una realidad constatable que los empresarios encajan como siempre en silencio y que el Ejecutivo no encuentra la forma de sortear cuando busca un pacto social.

En esta situación tan poco propicia para el entendimiento se apuran los plazos para solventar la amenaza real que encierra la desaparición de la ultraactividad en los convenios. Ahí radica un peligro latente para la capacidad adquisitiva de decenas de miles de trabajadores vascos que se verían seriamente perjudicados al perder la aplicación de sus actuales condiciones en detrimentos de otras generales, ahora mismo inferiores. Desde luego, una oportunidad justificada para dar la batalla conjuntamente.

Que ETA y el Gobierno se muevan

Por: Juan Mari Gastaca | 27 may 2013

Una rápido repaso a las doce recomendaciones del Foro Social en San Sebastián es suficiente para convenir que queda un largo y áspero recorrido hasta conseguir la certificación de la paz en Euskadi. Quizá no resulte tan descorazonador a los ojos de cuantos han participado en escenarios internacionales similares, habida cuenta del tiempo transcurrido en tejer voluntades, pero cabe convenir que año y medio después de la renuncia de ETA a la violencia aún laten demasiadas asignaturas pendientes. Por eso, sin fecha todavía para el desarme ni la flexibilización de la política penitenciaria, sin acuerdo para adecuar un relato y sin haberse propiciado siquiera un mínimo consenso para encarrilar los retos pendientes, es fácil concluir que aguarda una tarea con demasiadas aristas.

Mientras se multiplican los análisis y las intermediaciones de varios relatores, es posible que la ansiedad esté tomando cuerpo con rapidez entre quienes entendieron que una vez abandonada la violencia verían recompensadas sus exigencias de inmediato como efecto inmediato de la acción-reacción. Precisamente tal agitación esté generando un ambiente de progresiva inquietud entre los elementos residuales de ETA y la propia izquierda abertzale. Es ahí donde se crea innecesariamente el caldo de cultivo suficiente para que incluso un fiscal de la Audiencia Nacional esgrima sin prueba objetiva alguna durante el juicio a Joseba Ibazeta de que hay riesgo de una vuelta al pasado terrorista.

Ni fue oportuno alentar en su día falsas expectativas sobre las contraprestaciones que podrían derivarse del abrazo a las vías políticas ni resulta ejemplar alentar ahora rumores de efectos tan inquietantes. Más allá del tacticismo que pudiera adoptarse para arropar posiciones políticas o preventivas es el momento de exigir responsabilidad y de instar al compromiso. Hablamos de paz.

Es imposible aguantar por más tiempo que ETA y Gobierno mantengan su inmovilismo. No es de recibo que la banda terrorista siga un día más jugando al escondite semántico del desarme y de sus plazos para desmantelar su estrambótica estructura militar (?). Pero tampoco puede demorarse  por más tiempo desde el Estado una mínima respuesta a la petición individualizada de decenas de refugiados y de etarras para revisar su situación en estricto cumplimiento de una ley sin excepcionalidades.

Cada una de las partes concernidas en este escenario de la paz conoce su capacidad de maniobra. Por ello resulta hasta cierto punto desalentador comprobar semejante apatía. En la sociedad vasca, después de décadas de sufrimiento, de entender la evolución socio-política y de haberse instalado, de una vez, en la paz, sobran las palabras; es una cuestión sencillamente de voluntades, de Eta27
hechos, de pasos adelante. Y es ahí donde empieza a germinar una cierta desazón, una creciente sensación de que nadie quiere moverse, de que así también se puede seguir viviendo. Y no es bueno correr riesgos después de haber llegado hasta aquí.

Un PP vasco sin Basagoiti

Por: Juan Mari Gastaca | 20 may 2013

Pp20
Antonio Basagoiti
abandona la política pero deja su huella inequívoca en el PP vasco. Al irse, una vez trabada la sucesión que pretendía, abre la puerta a la interrogante sobre cuál será el sello que la nueva presidenta, Arantza Quiroga, imprimirá durante su mandato habida cuenta de de que les caracterizan perfiles tan distintos aunque hayan compartido las mismas inquietudes.

Quizá para mitigar esta primera sensación de choque, Quiroga ha aprovechado la elección del portavoz del partido y así enviar un primer mensaje de su futuro estilo. Consciente de que va a ser sometida a un puntilloso examen sobre cada una de sus posiciones políticas, y mucho más en el ámbito de las libertades sociales habida cuenta de sus creencias religiosas, la presidenta ha apostado por Borja Sémper para que siga proyectando esa imagen de renovación estética y programática que Basagoiti abanderó desde que sustituyó a Maria San Gil.

Con la signfiicativa apuesta por Sémper, otro valor en alza de largo recorrido, Quiroga se olvida también de las exigencias de las cuotas territoriales tan influyentes en el PP vasco. Bien es verdad que lo hace favorecida por las posiciones confortables de Bizkaia (Antón Damborenea, en la Mesa de la Cámara) y de Álava (Iñaki Oyarzábal, secretario general), pero es indudable que ha escogido un perfil como el parlamentario guipuzcoano dotado de un lenguaje que pisa el suelo de la realidad vasca desde una óptica popular de mayor apertura y que en ocasiones puede colisionar con las esencias de Génova.

Basagoiti no se ha cansado de repetir en su despedida que Quiroga ha sido uno de los bastones de apoyo en la gestión de su presidencia, y sobre todo en el arranque enrevesado de su mandato en 2008. Pero, de momento, no puede evitar que la imagen estereotipada de su sucesora llegue cargada de un simbolismo menos asociado a la renovación del discurso popular. Por eso adquiere más valor la elección de Sémper como contrapeso. En cualquier caso, el PP tampoco tiene demasiados atajos para consolidar su proyección electoral. La llegada de la paz al País Vasco rompe para siempre con sus lógicos duros discursos de los tiempos del terror y obliga a los populares a una adecuación de la centralidad. Lo deberán acompañar de un olfato alerta sobre cómo evoluciona la propia sociedad en la que ya han conseguido implicarse tras años recluidos en la amenaza y el rencor.

Mientras, Quiroga ya tiene un motivo para el estreno de su nueva responsabilidad: representar al PP en la ronda de encuentros que ell lehendakari, Iñigo Urkullu, pretende mantener con el resto de partidos para conseguir un complicado pacto de estabilidad. Los populares son conscientes de que su capacidad de decisión está en Madrid y no en Euskadi, donde su principal objetivo radica en cubrir las necesidades de las dos instituciones que controlan en el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación de Álava.

Es ante retos como el que ahora ocupa a Urkullu cuando los populares siguen lamentando que las urnas del pasado 21-O les privara de un parlamentario más. Al PNV, por supuesto, le ocurre lo mismo. En una situación de crisis económica como la actual, la suma de una mayoría parlamentaria entre ambos partidos habría dado vuelta al calcetín al actual escenario político vasco, cada día más alejado del acuerdo suficiente y necesario.

 

Algo más que un pulso a la Ertzaintza

Por: Juan Mari Gastaca | 15 may 2013

Alkorta15
La resistencia de inspiración abertzale a la detención en Ondarroa de Urtza Alkorta, condenada por colaborar con ETA, y hace un mes en San Sebastián de cinco miembros de Segi, tambien pendientes de cumplir una sentencia, evidencia mucho más que un pulso, que lo es, a la Ertzaintza. La contitución de un denominado muro popular, con el entusiasta y comprometido apoyo de dirigentes y centenares de seguidores de la izquierda soberanista, representa un nuevo modelo de su lucha reivindicativa contra el Estado, al que sus inspiradores consideran la solución pacífica.

Tras la renuncia de ETA a su violencia macabra, la izquierda abertzale ha entendido que no existen razones para que se cumplan en las cárceles nuevas condenas relacionadas con el terrorismo porque lo consideran una entelequia ya que, sostienen, no existe. La inmediata por interesada aplicación del Derecho a la realidad permite manejar al entorno de EH Bildu una curiosa teoría por la cual la Justicia debería aplicar una amnesia selectiva para todos aquellos casos pendientes de ejecución penal que estén relacionados con el terrorismo. Es decir, se reclama por la vía de los hechos al estado de Derecho una primera contrapartida efectiva tras haberse asistido al abandono del terror.

En la materialización de este desafío, la implicación política de la coalición independentista es absoluta. Ya lo evidenció al ofrecer desde las instituciones que Bildu gobierna en Gipuzkoa todo el respaldo a los miembros de Segi condenados por la Audiencia Nacional. Fue tan explícito su apoyo que el propio alcalde de San Sebastián no dudó en tributarles una recepción en el Ayuntamiento. Y ahora la portavoz parlamentaria de EH Bildu, Laura Mintegi, ha encabezado la delegación de dirigentes políticos apostados en el puente sobre la ría de Ondarroa para evitar que la Ertzaintza cumpliera con la orden recibida.

Para sus promotores, la imagen de resistencia que proyecta el muro popular tiene una segunda lectura no menos importante ya que alcanza directamente al entorno de los presos de ETA. Las impactantes fotografías de estas detenciones, su interpretación mediática, la ocupación resistente de un puente o la toma como en los viejos tiempos del feudo político de la Parte Vieja donostiarra vienen a demostrar que no hay entreguismo ni se han bajado los brazos. Es la vía elegida para levantar siquiera puntualmente el ánimo de cuantos siguen en la cárcel abatidos por el actual inmovilismo del proceso de paz.

Al empeño contribuye comprometida la izquierda abertzale, procurando encauzar la indignación de los suyos sin recurrir a partir de ahora al vandalismo que acostumbraban. Ahí debe inscribirse el compromiso de Mintegi al acordar por teléfono a las seis de la mañana con la consejera de Seguridad del Gobierno vasco que las "dos partes en conflicto", Ertzaintza y resistencia, iban a cumplir sus objetivos por las vías pacíficas. Mientras, en la Audiencia Nacional ni se inmutan: Urtza Alkorta acaba siendo detenida.

Nerviosismo en el PP vasco

Por: Juan Mari Gastaca | 10 may 2013

Sirimiripp
Antonio Basagoiti
no resulta indiferente ni siquiera el día de su marcha de la política. Cuando todavía se digiere la sorpresa de su retirada por motivos de indole personal y mucho más la inesperada precipitación de cuándo lo hará, el presidente del PP vasco ha cogido con el pie cambiado a cuantos a su alrededor creían que todavía le quedaba tiempo para acomodar una transición consensuada. Y lo ha hecho, además, asegurándose el respaldo de Génova a su candidata propuesta: Arantza Quiroga,actual portavoz parlamentaria y expresidenta de la Cámara vasca

Ha querido Basagoiti atajar el desenlace de su relevo en un cordial mano a mano con Mariano Rajoy, consecuencia directa de su estrecha complicidad. Lo ha hecho porque era muy posible que las múltiples invitaciones de sus compañeros en Madrid y Euskadi para que prolongara su vida en la política activa podrían empezar a resultar embarazosas. Por eso, en una reunión en Moncloa, el presidente nacional del PP ha aceptado la hoja de ruta que Basagoiti le ha propuesto para asegurarle que en su relevo no habrá lugar para batallas internas.

Pero en su estrategia Basagoiti no ha podido aplacar el malestar de los principales dirigentes de Álava, absortos todavía por la maniobra de su todavía presidente. De un lado, al no adelantarles siquiera a los más proximos, su calendario de intenciones, y, de otro, por haberles relegado en este proceso de elección de un candidato tan determinante. Y es que en el territorio alavés, donde el PP dispone de la única representación institucional en la comunidad autónoma, existía una fundada aspiración de que "ahora" les correspondía situar a uno de los suyos al frente del partido. Quizá acuciados por este indisimulado malestar, los responsables populares en Álava animan vivamente a Alfonso Alonso para que plante cara a Quiroga y se convierta en una alternativa consistente.

Pero Alonso no será el candidato porque su vida política está en Madrid, donde su reconocida labor dentro del PP como portavoz parlamentario en el Congreso le sitúa en una carrera ascendente, a la que el exalcalde de Vitoria no quiere renunciar. Además, sabedor del acuerdo entre Basagoiti y Rajoy para evitar pugnas que pudieran desestabilizar todavía más al partido, Alonso va a optar por la disciplina desde el reconocimiento público de estar siempre a disposición.

Asumida, no obstante, la lógica renuncia de Alonso, el nerviosismo elocuente del PP alavés se alimenta, a su vez, de la desconfianza que crea el conservadurismo de Quiroga, interpretado rápidamente como un evidente riesgo electoral. Mientras a la próxima presidenta del PP vasco se le concede una coherencia y tolerancia que nadie cuestiona, y se le reconoce, además, su apuesta por el espíritu de renovación que encarnó Antonio Basagoiti, con la misma vara de medir se teme por el impacto de sus creencias religiosas.

Quizá por todo ello, bajo el propósito de alcanzar el máximo consenso ante una transición que llega en un momento delicado para el PP como marca política, toma cuerpo la idea de que Arantza Quiroga sea propuesta como presidenta en funciones tras la marcha de Basagoiti a México y así abrir un período de progresiva integración antes de llegar a un Congreso del partido que oficialice cuál va a ser la apuesta política en la Euskadi de hoy y quiénes la van a dinamizar ante la sociedad.

Patxi López tensa demasiado la cuerda

Por: Juan Mari Gastaca | 02 may 2013

26-04-13- PATXI LOPEZ  2 FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
Mientras Alfredo Pérez Rubalcaba compromete al presidente Mariano Rajoy a buscar un acuerdo de emergencia que tapone cuanto antes la sangría económica, Patxi López ha sorprendido con su propósito de vetar la presencia del PP en un posible pacto de estabilidad al que ha instado Iñigo Urkullu en el Parlamento. Esta inesperada posición del líder de los socialistas vascos, que llega justo un año después de la ruptura del pacto de gobierno que mantenía con los populares y que le había permitido convertirse en lehendakari la pasada legislatura, se fundamenta en la política de recortes que abandera el Gobierno central. Según López, la política económica del PSE es incompatible con la PP.

Esta línea roja marcada por los socialistas, que ha molestado sobremanera a Urkullu porque no se la esperaba y le desbarata los planes, debe inscribirse en el decidido empeño de Patxi López de recuperar el aliento ideológico perdido por su partido en Euskadi y que en buena parte es atribuido a los efectos del acuerdo político con Antonio Basagoiti ya que jamás se entendió en la inmensa mayoría de su afiliación.

Antes de aseverar que "nunca" formará parte de un pacto de estabilidad en Euskadi con el PP, López ya había dado muestras durante la negociación de los Presupuestos con el PNV de querer imponer un perfil político propio. Fue entonces cuando hizo pivotar sus exigencias al lehendakari Urkullu sobre el rechazo a cualquier recorte social, incorporando también una apuesta por la reforma fiscal y el adelgazamiento del actual arquetipo institucional de Euskadi. Y no se movió un ápice de su órdago, desbaratando todos llos pronósticos que preveían un acercamiento de última hora para facilitar las Cuentas habida cuenta de su responsabilidad institucional como artido de gobierno. Así propició la sonora derrota política de Urkullu, el primer lehendakari obligado a retirar su proyecto de Presupuestos.

Entonces, López tensó la cuerda, se cobró la pieza pendiente con el PNV y de paso hizo correr la voz de que había dado un golpe de autoridad para legitimar al PSE-EE como alternativa y no como muletilla habitual de un partido nacionalista sin mayoría parlamentaria. Pero ahora, cuando todos los sectores socialesen Euskadi claman por la necesidad de llegar a acuerdos, posiblemente se le haya ido la mano sobre todo porque abre una vía antagónica al posicionamiento de su todavía secretario general Rubalcaba. Lógicamente, López no podría evitar que este veto a los populares sea interpretado dentro y fuera del País Vasco en clave de una ubicación táctica en la carrera por las primarias del PSOE, de las que sigue huyedo en público.

Por otra parte, con este manifiesto antagonismo del PSE hacia el PP, López aborta, además, las expectativas del pacto de estabilidad, curiosamente cuando el lehendakari se había vuelto atrás de su inicial propósito de excluir a EH Bildu y a UPyD. No ha valido de nada esta significativa rectificación política de Urkullu en el corto plazo de tres días. A este paso, los socialistas van a sacarse demasiado pronto las espinas clavadas durante su calvario de la anterior legislatura. Y eso también tiene un precio, sobre todo en la oposición.

 

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