Para decirlo cuanto antes: Urkullu ni es Ibarretxe ni le quiere imitar. Tampoco su reciete anuncio de abrir un tiempo de debate en el Parlamento sobre la propuesta del PNV de aspirar a un nuevo estatus político secunda la vía catalana. En Euskadi, sencillamente ahora es tiempo de encarar la reactivación económica. La cuestión identitaria es una bandera que siempre está ahí y que se agitará convenientemente en ocasiones señaladas -la más próxima, el domingo en el Alderdi Eguna del PNV-, pero que no incita a la urgencia. Que Escocia vaya por delante, piensan en el Gobierno vasco.
Ahora bien, con su anuncio de profundizar en una nueva relación entre el País Vasco y España, el lehendakari ha mentado la bicha en un parte del arco parlamentario. Y Urkullu lo sabe. Pero tal vez sería más justo y aconsejable rebajar la intencionalidad del propósito a que se trata de un mensaje para consumo interno en clave abertzale. Después de abrazar un acuerdo con el PSE-EE, que rompe 15 años de relaciones a veces hostiles, y suspirar por el apoyo necesario del PP en las Juntas Generales para aprobar la nueva reforma fiscal, el PNV tiene que limpiar su alma nacionalista de tanto apoyo constitucionalista. No hacerlo sería dejar un excesivo campo de maniobra a EH Bildu. Quizá sea una explicación suficiente.
Mientras, Urkullu no tiene prisa en encauzar el nuevo estatus político, pero tampoco debería pensar Mariano Rajoy que la idea caerá en saco roto ni será eternamente una promesa. Las formas del actual lehendakari son bien distintas a las de su antecesor nacionalista, aunque la mayoría soberanista de la Cámara vasca es muy superior a la que en su día legitimó el denominado plan Ibarretxe. Para que nadie se olvide, Joseba Egibar recordó sin que nadie le preguntara la plena vigencia de este acuerdo que tanto escandalizó al resto del Estado y del que tan mal recuerdo guarda la actual dirección del PNV.
Tampoco convendría olvidar que la aspiración del nuevo estatus ha entrado para no salir jamás del debate político en Euskadi. Es verdad que Urkullu, de momento, se ha limitado a cumplir con los plazos y las exigencias del programa electoral de su partido porque realmente no siente presión alguna para dar un paso más. No desea ir más lejos porque táctica e ideológicamente tampoco le urge ahora en medio de la revuelta catalana, de la que, por cierto, se aparta todo lo que puede para evitar la más mínima comparación.
Ahora bien, sería necesario que Urkullu controlara su amago porque se puede envenenar el diálogo con quienes ahora mismo le prestan el oxigeno que necesita. El buenismo del lehendakari reflejado en las formas de su aspiración inquebrantable al consenso no será eterno posiblemente, sino que lo irá exigiendo, máxime si se consigue una progresiva recuperación de la economía. Por todo ello, haría bien en acotar sus aspiraciones para que nadie se llame luego a engaño.
Hay 2 Comentarios
El PSOE sigue dándole vueltas a la España federal como forma de contentar a los nacionalistas catalanes. No lo veo, pero si consiguieran hacer de esto una federación probablemente desaparecerían los conciertos de Navarra y Euskadi.
Publicado por: Jose | 23/09/2013 7:22:55
¿Alguien me puede explicar por qué Cataluña no hizo lo mismo que el País Vasco y ahora no estarían así?: http://xurl.es/9ik46
Publicado por: Elena | 23/09/2013 0:30:12