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Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

Sobre el blog

Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

Dos de cada tres escaños, 'abertzales'

Por: Juan Mari Gastaca | 27 dic 2013

Urkullu19
La mayoría nacionalista ensanchará sus dominios en un futuro Parlamento vasco si se cumplen los resultados del último Euskobarómetro. Según este sondeo -sin vinculación alguna con el Gobierno autonómico-, dos de cada tres escaños de la Cámara de Vitoria (50 de 75) estarían en manos de un PNV (28) que aumenta su ventaja como primera fuerza y de EH Bildu (22), que se consolida como la segunda opción. En la orilla de enfrente, el PSE-EE no acaba de encontrarse y mantiene su tendencia a la baja al igual que el PP.

Casualmente, este sondeo de intención de voto ha venido a coincidir en Euskadi con el paso adelante del PNV en su propuesta de nuevo estatus político. Podría deducirse con los datos en la mano que apenas un mínimo de voluntad política por parte de los nacionalistas aceleraría una hipotética vía vasca a un ritmo nada despreciable con Cataluña. Pero el lehendakari, Iñigo Urkullu, tiene otros ritmos y posiblemente otras voluntades a medios plazos menos desafiantes que Artur Mas. Una táctica que, además, le aporta réditos electorales a diferencia de CiU.

De entrada, el PNV no siente rasguño alguno en su ejercicio del poder. Su vuelta al Gobierno vasco le consolida como el primer partido, rearma su condición de imprescindible y, de paso, diluye las críticas hacia su gestión que hace una semana en otra encuestra del Euskobarómetro le creían incapaz de solventar los graves problemas de Euskadi. A esta previsión electoral tan favorable solo se le escapan unas décimas, las suficientes para desbancar a la coalición soberanista en Gipuzkoa. Tampoco les inquieta demasiado. En su fuero interno, los nacionalistas manejan datos suficientes que les dibujan un mejor resultado en este territorio fetiche del abertzalismo.

Por lo tanto, es este firme tiempo de paz, más allá del debate interminable sobre el desarme y la política penitenciaria, el mapa político tiende a consolidarse. Lo hace desde la nítida reafirmación identitaria y la pérdida progresiva del voto constitucionalista, proyectando así el mayor alejamiento jamás conocido entre ambos nichos electorales y rompiendo con la idea de que Euskadi está dividida en dos bloques.

Tan solo una interpretación en clave ideológica permitiría aflorar en este escenario una hipotética opción de izquierdas donde confluyeran EH Bildu, PSE-EE y la renacida IU-Ezker Anitza, a la que se atribuyen dos escaños en su vuelta al Parlamento. Más allá de la interesada advertencia del PNV de que es posible augurar un acuerdo entre independendentistas y socialistas, la terca realidad aparca para mucho tiempo esta alternativa. Así las cosas, el futuro de Euskadi vuelve a pasar por la única voluntad del PNV. Mas no puede decir lo mismo con CiU.

La 'vía vasca', más lenta

Por: Juan Mari Gastaca | 18 dic 2013

Urkullu19
El lehendakari, Iñigo Urkullu
, ha visto eclipasado el primer aniversario de su investidura. Ha bastado que Artur Mas diera a conocer sus preguntas encadenadas sobre el referéndum independentista para que Euskadi se olvidara fácilmente de que hace un año el nacionalismo recuperó el poder que en la anterior legislatura osaron arrebatárselo socialistas y populares.

En un ambiente de reconocido sosiego, a la espera de que ETA entregue sus armas y la izquierda abertzale centre su apuesta definitiva, el Gobierno vasco transita sin apenas erosiones de primer grado. Bastó siquiera un revolcón a Urkullu por medio de la insólita retirada de su primer presupuesto para que el PNV comprendiera que el País Vasco asiste a otros tiempos donde ya es imposible caminar sin ayuda. Aprendida la lección tras la verano, los nacionalistas se han asegurado de la mano del PSE-EE la tranquilidad posiblemente hasta el final del actual mandato en la confianza, además, de que la situación económica solo puede ir a mejor.

A esa calma aparente va a contribuir también la intencionada mesura que Urkullu impondrá, al menos de entrada, al debate parlamentario en ponencia sobre su proyecto de estatus político. En Euskadi, la vía vasca, más allá de los puntuales juegos de artificio, va a transcurrir con lentitud, sin prisa alguna, muy alejada, desde luego, de la convulsión que agita la Cataluña política y de la que se resiente inquieto el resto de España. Tampoco los socialistas vascos, a quien siempre necesitará para aprobar las cuentas, le permitirán demasiadas veleidades.

Aunque el PP no ceje en su empeño de advertir en la propuesta de autogobierno del PNV una apuesta última por la soberania, hasta EH Bildu sabe que, desgraciadamente para ellos, no es así. Urkullu tiene grabado a fuego la desazón que le produjo comprobar el desgarro social y político posterior al fallido plan Ibarretxe. Es su referencia inequívoca para marcar un camino muy diferente, mucho más proclive al consenso entre diferentes que él mismo sabe imposible, sin precipitaciones, aunque sin olvidarse de su aspiración como nacionalista.

La izquierda abertzale, ilusionada con el ritmo que ERC viene marcando, sabe que el PNV no tiene urgencias en la apuesta efectiva por el derecho a decidir y por eso le incitará al pulso permanente lanzando el aguijón que cuestione su auténtica alma patriota. Pero Urkullu, que lo sabe, resistirá desde una posición institucional respetuosa, y con él Andoni Ortuzar, presidente del partido, compartiendo ambos sin fisuras la estrategia a seguir. Ahora bien, se equivocaría Mariano Rajoy si entiende esta posición del PNV como una dejación de sus aspiraciones de mayor autogobierno. Pero dispone de tiempo para adecuar su estrategia. Escocia y Cataluña van por delante y eso Urkullu siempre lo ha tenido muy en cuenta.

Discutir por Mandela en Euskadi

Por: Juan Mari Gastaca | 11 dic 2013

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No es nada difícil encontrar un pretexto en Euskadi para abrir un debate político. En realidad, se ha convertido en un uso recurrente. Así resulta más comprensible que PNV, Sortu y PSE-EE, las tres principales fuerzas políticas vascas, se hayan enfrascado ahora en una pueril discusión sobre quién ha seguido más fielmente el ejemplo de Nelson Mandela en favor de la tolerancia y la convivencia entre diferentes

La izquierda abertzale se apresuró a abrazar con un reconocimiento público el ideario del icono sudafricano. Hasier Arraiz, a quien hace apenas unas semanas señalaron con el dedo en el Parlamento vasco por llamar "fascista" a un rival político y se envolvió después en una polémica en favor de la apuesta de Herri Batasuna, no dudó en poner en valor la apuesta por la paz de Mandela. En su encendida defensa recordó intencionadamente que nadie pidió perdón al líder africano por su pasado en favor de la lucha armada. Sobre esta base argumental, el dirigente de Sortu incidió en ese sutil paralelismo que la izquierda abertzale siempre busca entre el recordado presidente de Sudáfrica y Arnaldo Otegi, todavía en prisión.

Pero al PNV le molestó especialmente la proclama de Sortu. Los nacionalistas arrastran demasiados agravios de la izquierda soberanista cuando se trata de posicionarse en favor de la paz y la convivencia. Por eso el lehendakari, Iñigo Urkullu, no desaprovechó el ambiente propicio de la entrega del premio René Cassin de Derechos Humanos para responder a Arraiz. De manera expresa le dijo que apliquen el ejemplo de Mandela sin salir de Euskadi para así contribuir a las tareas que ha dejado pendiente de resolución tantas décadas de terror.

Cuando se recuerda cómo Mandela hizo de su comprensión del enemigo el punto de partida hacia el necesario entendimiento, cualquier comparación con la situación vivida en Euskadi supone un espejismo. Después de demasiados años de riesgo lacerante para muchos por mantener ideas diferentes de quienes secundaban la violencia, hasta podría entenderse como un sarcasmo debatir en este país sobre este tipo de paralelismos.

Y en medio de este debate inconsistente se colaron las Juventudes Socialistas para ensalzar la figura de Ramon Rubial como el auténtico Nelson Mandela vasco. En realidad, la alternativa de este colectivo por el histórico dirigente del PSOE solo debe ser entendida como una reacción crítica a la apuesta por Otegi de una izquierda abertzale a quienes reclaman que aún no se ha desmarcado de ETA y que se quiere apropiar de la figura de un símbolo de la tolerancia.

En el fondo, como siempre, otra ocasión perdida para ponerse de acuerdo.

Órdago de EH Bildu al PNV

Por: Juan Mari Gastaca | 03 dic 2013

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Antes de sentarse a la mesa como estaba previsto con el PNV, EH Bildu ya ha lanzado el órdago soberanista para convulsionar el resto de la jugada. La izquierda abertzale se ha apresurado a proclamar sin rodeos que su objetivo final es la autodeterminación y que lo demás, son subterfugios. Por eso, ante la propuesta nacionalista al resto de partidos de desbrozar en el Parlamento un nuevo estatus político que ahora mismo se antoja inconcreto aunque pueda intuirse su intención, la coalición soberanista les ha querido poner a prueba hasta dónde llega el límite de su ambición patriótica.

Durante su encuentro con periodistas, la cúpula de la coalición soberanista, que  ha mantenido la deplorable costumbre de no permitir pregunta alguna y refugiarse en la lectura de un comunicado, ha acotado un órdago ahora mismo indigesto sobre todo para el lehendakari, Iñigo Urkullu. EH Bildu no quiere perderse en un doble lenguaje porque tiene muy clara la aspiración: el recocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco. Para llegar a esta estación término no necesita, viene a decir, de un nuevo estatus.

Para fundamentar su posición, los independentistas han rescatado intencionadamente dos secuencias políticas de reconocida influencia en el ámbito vasco como fueron los acuerdos alcanzados en Loiola -en plena tregua y que ETA no permitió aprobar a Arnaldo Otegi- y el plan Ibarrretxe respaldado por el Parlamento. Suponen, sin duda, el reflejo de la máxima cota de autogobierno alcanzada en Euskadi al tiempo que obligan a los partidos -PNV y PSE, incluidos junto a la entonces Batasuna- a  "defender que las decisiones que sobre su futuro político adopte libre y democráticamente la ciudadanía vasca sean respetadas por las instituciones del Estado".

Tampoco el PNV se mostrará sorprendido con esta posición abertzale -que no podría ser otra, obviamente-, pero es obvio que acusará el alcance del reto porque le compromete. Fundamentalmente, porque trae al tablero vasco la partida que se juega en Cataluña y de la que siempre ha querido huir el pragmatismo de Urkullu. En una carrera soberanista, todas las de ganar son para la representación más genuina y ahí es donde EH Bildu espera confiado. A Artur Mas le ocurre lo mismo con ERC, aunque los escenarios de allí y el País Vasco son diametralmente opuestos y no están condicionados por ninguna urgencia.

No obstante, ante la máxima aspiración abertzale y la firme resistencia del PSE-EE a embarcarse en este tipo de debates identitarios donde no se le espera, el PNV puede pillarse los dedos al alumbrar una iniciativa que se antoja predispuesta a encallar más de una vez. De entrada, nadie espera que en el encuentro programado con EH Bildu surja una voz nacionalista con permiso de la autoridad competente que responda "quiero" al órdago de Loiola e Ibarretxe. Otra cosa es que Joseba Egibar, por ejemplo, lo diría encantado.

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