Sin Iñaki Azkuna, el PNV pierde, sobre todo, demasiado músculo político en el Ayuntamiento de Bilbao. Como acción reactiva a esta adversa realidad, y consciente de que es imposible rellenar la expansión de la ausencia, los nacionalistas, sobre la confianza de su mayoría absoluta, han elegido la vida del pragmatismo visual: concretar en la calle el modelo de ciudad que abanderó su llorado alcalde.
Pero la oposición, en especial la izquierda abertzale, les forzará a un cuerpo a cuerpo bien distinto. Sabedores de que sin Azkuna ya nada es igual, ven abierto un horizonte posibilista que presagia una pugna municipalista mucho más agitada por viva. Con mayo de 2015 en el horizonte, con un proceso interno del PNV para elegir su candidato a la alcaldía, la sensación de un ambiente electoral empezará a impregnar el día a día del mandato de Ibon Areso.
El PNV procurará no caminar solo aunque sabe que tiene el respaldo suficiente para hacerlo. Más aún, intentará no cerrarse las puertas del entendimiento siquiera puntual sobre todo con las dos fuerzas más receptivas como son, por este orden, PSE-EE y PP. Es evidente que ante el escenario de la nueva legislatura, donde es más que previsible una búsqueda de apoyos para seguir gobernando, los nacionalistas no levantarán muro alguno.
Bastaría recordar la progresiva sintonía alcanzada en la recta final del mandato Azkuna con los socialistas para augurar el sesgo de una mayoría consolidada para los próximos años. Un acuerdo PNV-PSE que podría extenderse con relativa facilidad al resto de los territorios sobre la mecha prendida del entendimiento que ambos partidos se procuran en el Parlamento vasco.
Frente a esta mayoría esgrimirá la izquierda abertzale su modelo alternativo. EH Bildu juega con la certeza del entendimiento de nacionalistas y socialistas para taponar su opción de poder, Gipuzkoa incluída. En Bilbao, no obstante, le servirá para confrontar con mayor visibilidad su proyecto, tan diametralmente opuesto al desplegado por Azkuna.
Precisamente ante la consistencia de esta oposición deberá retratar el PNV el perfil de su candidato más idóneo. Es la asignatura más compleja a corto plazo que le aguarda al partido mayoritario de Euskadi. La alargada sombra de Azkuna seguirá pesando durante mucho tiempo y es un condicionante evidente cuando llegue la hora de adecuar su relevo. ¿Cómo adecuar un modelo de ciudad a partir de 2015 ante una exigencia política más activa que para entonces dedicará mucho tiempo al debate identitario? ¿Y con qué perfil hacerlo? Ahí está la clave.