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Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

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Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

Otro intento de Jonan

Por: Juan Mari Gastaca | 29 jun 2014

Urku
Iñigo Urkullu
lleva de nuevo su propuesta de paz y convivencia a las puertas de Madrid. Lo hace por medio de una vía intermedia, más mediática, unos cursos de verano en El Escorial para actualizar los argumentos que no acaban de cuajar donde deben. El convencimiento del lehendakari en su planteamiento se corresponde con el ninguneo que le presta Mariano Rajoy. Y asi sigue girando la noria ante la desesperación del Gobierno vasco y en especial del responsable del área de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, que, desde luego, sigue sin recortar las reticencias que su figura provoca en el entorno del Ministerio del Interior, de algunos partidos, y de varios medios informativos.

Pasan los meses y el plan de Paz y Convivencia sigue sin ser conocido ni valorado dentro y fuera de Euskadi. Como si hubiera nacido con mal pie a pesar de que encierra una de las acciones estratégicas de mayor calado que Urkullu se ha propuesto para su primer mandato. Las dudas que genera el espíritu de esta propuesta sigue instaladas con demasiada adherencia.

Consciente del criticado inmovilismo del Gobierno Rajoy y de la escasa aceptación de que goza su propuesta, Jonan Fernández patrocina ahora en El Escorial una iniciativa materializada por Carlos Fonseca para conseguirle una mayor aceptación en los ámbitos influyentes de Madrid. Es un paso más en su intento de procurarle una necesaria sensibilización iniciada meses atrás, sobre todo una vez que finalmente Lehendakaritza entendió, con evidente desagrado, que el plan se había encasquillado.

Pero más allá de las suspicacias que aún genera Jonan Fernández, la apuesta y el contenido que encierran la iniciativa de Urkullu debería merecer otra dispensa por parte de Mariano Rajoy. Ya ha pasado demasiado tiempo desde que fue presentada y el desafecto suena a descortesía institucional. Bien es verdad que una vez alcanzado el escenario de la ausencia de violencia, el Gobierno central no se ve azorado por el final de ETA y sus presos; pero el quietismo tan rotundo que ofrece no es una solución ni siquiera debería ser admitida como una táctica por dilatante que se pretenda.

En estas tres jornadas, además de la voz de Urkullu, otros discursos muy similares coincidirán en apremiar una reacción al Gobierno Rajoy. Siquiera para explicitar las deficiencias y esos temores que el PP ya ha advertido sobre el contenido del plan y la figura de Jonan Fernández. Pero, al menos, que se detecte, que se aprecie una valoración desde Moncloa. Y como mal menor, que el eco de este curso de verano sirva para agilizar el encuentro entre los dos presidentes que tanto se demora.

Urkullu espera a Felipe VI

Por: Juan Mari Gastaca | 19 jun 2014

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Los asesores de Iñigo Urkullu han puesto especial énfasis en precisar que el lehendakari aplaudió -siquiera brevemente, aunque no lo captaron las cámaras de televisión- el discurso de Felipe VI. A Artur Mas, en cambio, tampoco le vieron tributar siquiera un mínimo reconocimiento al mensaje del nuevo Rey, pero en su caso no le ha dado importancia a que se lo afeen; vaya, quiere que se sepa que no le entusiasmó en absoluto aunque, a diferencia del presidente vasco, se quedó al desfile militar.

Fiel a su estilo, Urkullu quiere acompañarse de las formas institucionales para validar su primera valoración crítica hacia Felipe VI. Es evidente que no le agradó tanta referencia expresa a la unidad de España ni la ausencia de una alusión al modelo de Estado y de ahí que apenas moviera las manos. ¿Acaso esperaba algo más ambicioso de lo que se escuchó? No obstante, como acierta al reconocerlo, el lehendakari admite que todavía es pronto para que el Rey dé un paso adelante y advierta al Gobierno de la conveniencia de una mayor comprensión hacia el latido de algunas autonomías de reconocido acento nacionalista.

No sería descartable que la agenda a corto plazo del nuevo Rey incluyera sendas visitas a Cataluña y País Vasco -cuyas realidades tan bien conoce- y que supondrían un gesto de indudable calado político por el mensaje que entrañaría. Ahí es donde visualizaría el presidente vasco esa petición que ha dicho trasladó a Felipe VI para empezar a hablar de la exigencia de una nueva relación bilateral.

Mientras, el PNV aprovechará la espera para ir calentando la caldera de la exigencia nacionalista, volcada a conformar el ambiente propicio que dé consistencia a su reivindicación. Es ahí donde Aitor Esteban en el Congreso dispondrá de un escenario propicio y, según los primeros pasos, todo hace presagiar que lo exprimirá para así marcar territorio.

Para entonces, EH Bildu habrá vuelto a exhibir sus diferencias con el PNV sobre la voluntad de entendimiento con la Corona. Ya lo está haciendo, en verdad, desde el mismo día de la proclamación de Felipe VI al intensificar las protestas y adornándose como bien sabe de gestos marketinianos como esa ikurriña depositada sobre el escaño de Urkullu cuando en el Parlamento vasco se hablaba de pesca. A partir de ahora, la coalición soberanista dispone en el debate Monarquía-República de un argumento más que recurrente y que bien sabe cala con honda facilidad en su semillero.

Que Felipe VI acepte cuanto antes la invitación de Iñigo Urkullu.

 

El PSE-EE se piensa el voto

Por: Juan Mari Gastaca | 14 jun 2014

03-09-13- PATXI LOPEZ PSE  2   FERNANDO DOMINGO-ALDAMA
En un feudo de honda raigambre socialista como Bilbao, Eduardo Madina no tenía dudas para elegir el punto de arranque de su captación de votos para aspirar a la secretaria general del PSOE. Y lo ha hecho, además, acompañado de dos expresivos gestos que reflejan buena parte de su personalidad política. De un lado, el agradecimiento a su origen político en aquellos años de dirigente de las Juventudes Socialistas cuando fue víctima de ETA y, luego, reiterarndola apuesta personal por Ramón Rubial como el referente de su acción práctica.

Madina venía a su casa, donde se le echa algunas veces en falta aunque siempre acude cuando se le llama. Además, el campo está minado de suspicacias en el seno del PSE-EE. Un partido que sigue sin encontrar su pulso en la política vasca, acuciado por unos reveses electorales que no parecen tocar suelo y alertado por un proceso de renovación que libra su segundo capítulo, se ve ahora inmerso en una pelea interna que presuponía en dirección contraria a la que llega.

Entre los socialistas vascos, y desde hace más de un año, existía el pleno convencimiento de que Patxi López, su líder, apenas quedaba pendiente del último empujón para seguir en Madrid su carrera política, dentro de la organización federal del PSOE. Incluso, buena parte de la política del socialismo vasco se interpretaba en la clave de adecuar un perfil de su secretario general para que no irritase en el resto del Estado. La patética comprensión mostrada desde Euskadi al ridículo del socialismo navarro con motivo de desdecirse de la censura a la presidenta Yolanda Barcina podría ser el último ejemplo de la lealtad.

Pero el cántaro se ha roto y, además, de mala manera. La posible precipitación de López al pagar el desastre electoral del 25-M en el País Vasco con su cargo y la retirada de la carrera electoral a dirigir el PSOE han alterado las ecuaciones. Incluso, el acercamiento del líder del PSE-EE a la influyente Susana Díaz mientras Eduardo Madina miraba cariacontecido los movimientos de su "amigo de siempre" han avivado el debate en el socialismo vasco.

Es muy probable que la mayoría de la militancia del socialismo vasco se entregue a su compañero Madina, sobre todo en el ritual de los alaves. De hecho, el resto de sus competidores ni siquiera han puesto un pie en Euskadi, demostrando así que es tierra ya conquistada. Pero la apelación de los dirigentes del PSE-EE a exhibir una neutralidad que no siempre es bien comprendida deja el camino abierto a las interpretaciones, aunque pierden fuerza decisoria al incorporarse por primera vez el voto de cualquier afiliado.

Ahora bien, solo será el primer paso del debate. El auténtico interés llegará cuando el nuevo líder del PSOE tenga que confeccionar su equipo de dirección. ¿Habrá un hueco para Patxi López? ¿Y si lo tiene que decidir Madina? Siempre quedará la opinión de Susana Díaz.

La lección vasca que se sabe Felipe VI

Por: Juan Mari Gastaca | 04 jun 2014

Principe felipe
Dos semanas antes de conocerse la abdicación del Rey Juan Carlos, el Príncipe de Asturias volvió a tomar el pulso a la realidad vasca. Lo hizo en Bilbao por medio de una apretada agenda que le permitió profundizar en su conocimiento sobre ese modelo económico vasco que mira al mundo, el alcance de la inquietud social por el desempleo juvenil y encajar una acotada contestación a la monarquía, acallada por una mayoría.

Felipe VI ha dispuesto siempre de más de un cordón umbilical para conocer la conjugación real del denominado hecho diferencial vasco. Bien es verdad que ha dispuesto de las comprometidas experiencias de sus padres y de aquella foto de la Casa de Juntas de Gernika en 1981 calada en todas las retinas. Pero también ha vivido el compromiso de los Reyes con el dolor del terrorismo, con la expresión cultural, con el sufrimiento de las tragedias puntuales y con el devenir económico. Y lo ha hecho en el contexto de su formación en la que llegó a participar el catedrático de Derecho de la Universidad de Deusto Ricardo de Ángel dentro de grupo de preceptores cualificados.

Con todo, jamás olvidará el Príncipe de Asturias los análisis enjugados en referencias históricas que Iñaki Azkuna le brindó desde su acreditada base enciclopédica adaptada a los usos prácticos. El añorado alcalde de Bilbao nunca desaprovechó cada uno de sus variados contactos con don Felipe para hablar sobre el encaje de Euskadi en el modelo de España.

Nacionalista, sí, pero consciente del significado de la Monarquía en la reciente historia de España salpicada de vaivanes, Azkuna aplicó la sensatez y la discreción desde la lealtad institucional en sus disecciones. Así, el Heredero sabe perfectamente el hondo calado de la lección vasca a la que deberá encarar en el recorrido de su inmediato reinado.

En Euskadi, los Reyes se han encontrado siempre que han venido brotes de rechazo especialmente ligados a la izquierda soberanista y una contención del ánimo republicano por parte del PNV encorsetado por el respeto institucional. No obstante, esta moderación del nacionalismo, consecuencia directa del histórico significado del pacto con la Corona que sigue aspirando a renovar en un contexto y con unas ambiciones bien diferentes, podría verse comprometida.

El reinado de Felipe VI vendrá a coincidir con una decidida reivindicación nacionalista de un nuevo modelo de Estado que no se silenciará en el tiempo. Desde el Gobierno vasco, y más allá de la presión de las aspiraciones del bloque soberanista, su lehendakari, Iñigo Urkullu acompasará esta exigencia desde la pretensión de revitalizar el nervio de las actuales instituciones del Estado, la Corona incluida.

Al nuevo Rey no le sorpenderá el envite porque se sabe que ocupa varios capítulo de la lección vasca. La expectación recaerá sobre el calado y el significado de sus respuestas.

El País

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