No habría mejor manera para armar política y socialmente el escenario de la paz en Euskadi que acabar de una vez con los esporádicos pero imperturbables intentos de ETA por hacerse presente. A estas alturas del partido, tres años después del tardío anuncio del fin de la violencia, y muchos más desde que la calle se hartó de la banda terrorista, la difícil asignatura de la convivencia que resta por aprobar debería reducirse a una cuestión nuestra, de la propia democracia.
¿Que ETA no sella sus zulos, que no desarma? ¿Esa es la preocupación para hoy y mañana de la sociedad vasca? Solo con su maniquea repetición, como si se tratara incluso de una conquista envidiable -que siempre sería bien recibida, ojo-, contribuimos a dar oxígeno a este reducto de terroristas que no ceja en su empeño de poner siquiera un pie en el ámbito político después de tantas décadas haciéndolo.
Si quieren, que avisen de la entrega de las armas. Mientras llega ese día, que nadie, ni en Euskadi ni en el resto del Estado, se distraiga de su responsabilidad ni, por supuesto, cruce las manos para evitar la búsqueda de las soluciones pendientes alegando que todavía existe una cuadrilla de histéricos con un arma al alcance de su mano. Vaya, que algunos abandonen el pretexto en la que están instalados.
Es verdad que con armas y sin la disolución de la banda, el Gobierno Rajoy tiene la permanente disculpa abonada para justificar su inacción y así lo viene haciendo en los últimos tres años. Pero sabe que con esta posición escapista no contribuye a consolidar un proceso de paz ni aporta siquiera un grano de arena. Pero tampoco le importa demasiado. Es entonces cuando el PP vasco, consciente como el resto del pueblo vasco de la realidad que se vive, se lo debería reclamar, aunque fuera en voz baja.
Y en paralelo todas las fuerzas políticas vascas cumplir con su cuota de responsabilidad. Hay que priorizar la creación de un estado de concordia como máxima expresión de la libertad conseguida. Y hacerlo desde el reconocimiento de que aquí se han vulnerado derechos humanos pero huyendo, desde luego, de la patética creación de dos bandos enfrentados para quien eleva más la voz sobre la exhibición de su dolor.
Queda, por tanto, el difícil ejercicio de la madurez política que tendría en la ponencia de Paz y Convivencia uno de sus mejores escaparates desde Euskadi. Eso sí, haciendo abstracción en sus trabajos de los tiempos electorales que se avecinan y que tanto influyen. Y en Madrid, que sigan simplemente los consejos que aportan reconocidos expertos jurídicos para que en tiempos de paz se acabe con la excepcionalidad y el Derecho Penal se adapte a la realidad. Y todo ello sin estar pendientes de ETA.
Hay 1 Comentarios
En Dinamarca hay una pandilla que es tanto malo como ETA, se llama angel del infierno, Esta banda se dedica con Receptaciones, fraude fiscales, chantaje, blanquiro del capitales.
Publicado por: Jacob V | 23/10/2014 12:37:13