Los votos prestados nunca acostumbran a ser bien valorados. Ha vuelto a ocurrir en el Parlamento vasco. Fueron en su día la última palanca necesaria para activar desde la izquierda abertzale que controlaba Arnaldo Otegi el plan soberanista del entonces lehendakari Juan José Ibarretxe. Ahora ha vuelto a ocurrir para sacar adelantecon algunos votos del PSE-EE los Presupuestos del Gobierno Urkullu. En ambos casos por necesidades aritméticas de un PNV lejos de la mayoría suficiente aunque bajo motivaciones bien distintas.
El PSE-EE se ha visto obligado a acudir en ayuda de los nacionalistas en cumplimiento del pacto que les une. ¿Un apoyo ilusionado? Si los socialistas estuvieran plenamente convencidos de que asisten a la aprobación de unos Presupuestos que merecen su apuesta, su posición debería haber sido coral, con un voto afirmativo unitario. ¿En qué posición quedan la media docena de sus parlamentarios que han secundado al PNV?
El rechazo del PP a las Cuentas del PNV, en una prolongación más del profundo desencuentro político que ambas formaciones mantienen desde el pasado verano, ha trastocado, de paso, a los socialistas. La debilidad nacionalista aflora en estas cuestiones nucleares y arrastra al PSE-EE a jugar una papel de estabilidad institucional que su electorado no acaba de reconocer luego en las urnas.
Mediante su abstención inicial, Idoia Mendia podía mantener un discurso comprensible que se sostenía en la disconformidad con el concepto básico de los Presupuestos, pero que se suavizaba con los millones de euros arrancados al PNV en la negociación de sus diversas reivindicaciones. En cambio, la división final del voto del grupo parlamentario se antoja mucho más difícil de asimilar aunque responda al cumplimiento de un compromiso.
Con las luces puestas en las próximas elecciones locales y forales de 2015, el PSE-EE debería activa con diligencia la plasmación de sus exigencias presupuestarias para rentabilizar así ante el electorado su nuevo apoyo al PNV. Tras irrumpir con dureza contra Iñigo Urkullu en el estreno de su mandato, Mendia debe exhibir con rapidez los réditos del respaldo crítico. Y es muy posible que a diferencia del pasado año lo consiga, además, con cierta repercusión. En esta ocasión, los nacionalistas están mucho más interesados en no dejar ninguneados a sus socios para que dispongan de la fuerza suficiente que les permita a ambos aunar voluntades a partir de mayo.
Se avecina un sondeo electoral inédito en Euskadi con unas estimaciones capaces de llevarse por delante todas las previsiones tradicionales. Con Podemos en el centro del escenario y condicionando por sus excelentes resultados muchas de las combinaciones, es comprensible que PNV y PSE-EE coincidan en dar prolongación a sus acuerdos. Eso sí, volverían a hacerlo desde posiciones de fuerza bien distintas que, como siempre, los nacionalistas acabarán rentabilizando.
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