El PSE-EE alavés y el caso Cabieces se pueden llevar por delante el pretendido esfuerzo renovador de Idoia Mendia en su primer examen de mayo. De momento, los socialistas vitorianos se disponen a su harakiri particular, propio en un partido de arraigadas costumbres cainitas, pero que ha oficializado públicamente una escisión en dos frentes de fuerzas parejas y, sobre todo, irreconciliables con el paso del tiempo.
Se asiste a un terremoto en el PSE-EE alavés de consecuencias bastante previsibles sobre todo en las próximas urnas. La irrupción del sector crítico, durmiente desde que fue despreciado en el último congreso extraordinario, reabre las heridas nunca curadas en una organización desnortada al compás de una galopante pérdida de peso real en la política alavesa. Vuelven a sonar las voces críticas porque se acaba de asistir en la revocación de la primera candidata a la alcaldía de Vitoria a un esperpento que solo aporta desprestigio en el peor momento posible.
Con la enérgica exigencia a la Federal del PSOE de la destitución de la ejecutiva de Álava, los críticos dan un paso adelante que se guardaron cuando la nueva dirección abrió el período de primarias a las elecciones locales y forales. Había sido tal el engaño en la negociación con el sector oficial de Cristina González, que sus opositores testimoniaron el rechazo a toda contienda por el rebelde método de una retirada explícita.
Con divorcios tan sonoros, toda renovación suena a hueco dentro y fuera del ámbito socialista. En un tiempo dominado por la exigencia de las ventanas abiertas y expuestos a la crítica ciudadana, el PSE-EE ha vuelto al oscurantismo del poder del aparato en Álava. En un territorio donde un puñado de votos venía decidiendo las posiciones en su capital, la dirección socialista parece despreciar el efecto pulverizador de su crisis interna ante la mirada expectante de Podemos en la sombra.
Hizo mal Mendia en oficializar entonces el desencuentro del último cónclave del socialismo alavés. No debió entender que al validar una ejecutiva que desoía al 40% de la afiliación simplemente cubría el manto sobre un campo minado que le podría estallar indirectamente en su cara política. Y ahora ha explotado con toda crudeza hasta el punto de que, posiblemente, no está escrita aún la última letra.
Costó admitir entre la clase política el súbito entendimiento entre González y la candidata Maite Berrocal, situadas en parámetros bien distintos hasta entonces. Quizá esta improvisada conjunción de intereses electorales pudo tranquilizar a la dirección del PSE-EE aunque solo desde una posición de abierta ingenuidad. De hecho, si hubieran tomado la temperatura en Vitoria sabría que se estaba inoculando una crisis.
Álava endosa el enésimo disgusto a la dirección socialista. Hasta ahora siempre lo había hecho en el ámbito vasco. Ahora, la escala del terremoto ha alcanzado tales proporciones que se ha hecho un hueco detrás de la sustitución alevosa de Tomás Gómez.
Hay 1 Comentarios
¿Qué relación hay entre el PSE alavés y la destitución de Tomás Gómez? alucino vecino
Publicado por: asombrada | 21/02/2015 17:35:24