Sobre el autor

Juan Mari Gastaca

, delegado de El País en Euskadi. Se abre aquí un hueco para intercambiar opiniones sobre la vida política que en esta tierra vasca no deja a nadie indiferente y mucho menos cuando llegan unas elecciones.

Sobre el blog

Hablaremos sobre el día a día de la vida política que afecta a Euskadi, dentro y fuera de la casa común vasca.

Eskup

El PSE-EE, dispuesto a sumar

Por: Juan Mari Gastaca | 23 abr 2015

Mendiaaaaaaaaaa
El PSE-EE
ya ha elegido su destino para las próximas elecciones locales y forales: está dispuesto a sumar. Si lo consigue será su mejor resultado desde que abandonó el Gobierno vasco. Habría detenido la hemorragia de las últimas confrontaciones ante las urnas que tanta desmoralización inocularon en sus bases y dirigentes. En una palabra, volvería a contar en la escena institucional de referencia, de la que desapareció a medias entre Zapatero, la crisis y el pacto mal entendido con el PP en Lakua.

El PNV también lo desea. Sabe que el asidero del PSE-EE tiene la comodidad suficiente para atravesar una legislatura más allá de los lógicos vaivanes de la escenas electorales. En las cuentas nacionalistas, el apoyo socialista daría a Juan Mari Aburto, por ejemplo, la tranquilidad necesaria para iniciar por encima de las odiosas comparaciones la auténtica etapa post-Azkuna. Ahora mismo, el PNV cuenta con ello porque entiende que tampoco va a requerir más allá de un par de votos ajenos para disponer de mayoría absoluta en la futura Corporación.

Pero es en Vitoria donde el PSE-EE anhela con sentirse útil. No habría mejor bálsamo para detener las interminables guerras intestinas de una organización que se despedaza a dentelladas cainitas. Otra legislatura de aislamiento sería letal para la estabilidad de Cristina González. Lejos del poder locales les entraría subitamente el miedo en el cuerpo de que podría peligrar a corto plazo hasta el escaño (¿Txarli Prieto?) del próximo Congreso.

En cambio, es Ernesto Gasco quien confia ciegamente en propias sus posibilidades. Sabe en su fuero interno que San Sebastián está predestinado a un mano a mano entre EH Bildu y el PNV, pero se postula como primus inter pares para irradir así la confianza necesaria durante la campaña ya iniciada. Lo hace a la sombra de Odón Elorza, porque sabe que el legado del exalcalde socialista es una apuesta segura en más de un granero electoral. Ahora bien, en un ejercicio de realismo es propio afirmar que Gasco saldría reforzado si sus votos sirven para un cambio de gobierno en la capital.

Y en las Diputaciones, más de lo mismo.

Si las cuentas no salieran así, Idoia Mendia vería sacudidos sus cimientos. Ahí empezaría a girar la noria del desencanto y el escepticismo con resultados imprevisibles en un partido que sigue digeriendo a duras penas una teórica renovación. Pero si vuelven a tocar pelo en alguno de los tres territorios, harían feliz a más de uno dentro...y fuera del partido.

El PP vasco teme el sandwich

Por: Juan Mari Gastaca | 20 abr 2015

Quiroga 25
El innegable impacto social que provocan las mentiras encriptadas del sospechoso Rodrigo Rato y el progresivo implante de Ciudadanos acechan al PP vasco. Lo hacen a solo un mes de las elecciones locales y forales a las que los populares acuden con el aliento contenido por la repercusión de las medidas de Rajoy durante la crisis y con el objetivo conjurado de mantener la cuota de poder institucional de su reducto alavés.

Para evitar que su suerte quede aprisionada en medio de semejante sandwich tan adverso se ha buscado una vía de escape que pasa por endurecer su discurso en Álava, enarbolar la bandera de la foralidad y asegurar que, si gobiernan, bajarían los impuestos. Por el medio, apenas unas moderadas críticas al PNV con el ojo puesto en posibles pactos futuros y, eso sí, un descrédito implacable hacia Ciudadanos para evitar que el voto del centroderecha vasco se divida.

Los populares acometen el empeño electoral atizando con su argumentario. Han comprobado la elevada rentabilidad de la cruzada de Javier Maroto con sus proclamas sobre las ayudas sociales a la emigración. El alcalde de Vitoria es ahora el gran favorito para ganar en las urnas del 24-M. Quizá por este rédito alcanzado, el núcleo duro del PP alavés ha decidido rescatar sin tapujos del baúl de agravios al euskera y así encender otra mecha en medio del debate. Y lleva camino de conseguirlo.

Por lo tanto, frente a posiciones conservadoras de Ciudadanos, el PP refuerza las suyas con dos polos de atracción de hondo calado como son el euskera y los inmigrantes en el marco de la sociedad alavesa. Entiende que a partir de ahí puede construir con más facilidad su discurso en favor de la foralidad y así lo están haciendo, sobre todo en Álava que es donde se juegan su futuro y, quizá de paso, la estabilidad del liderazgo de Arantza Quiroga.

Al proyectar su foralidad, el PP diseña su propio espacio como alternativa a quienes, de un lado, abogan por acabar con los derechos históricos del País Vasco (Ciudadanos, principalmente) y, de otro, suspiran por acercarse a mayores cotas de autogobierno (PNV, sobre todo). Además, nadie se lo puede cuestionar porque forma parte de su razón de ser.

Todo esfuerzo, en cambio, será poco. El PP vasco juega en contra de la corriente en estas elecciones donde se pisa a pie de calle y las proclamas sobre víctimas y ETA apenas puntúan. Así se explica que busque escenarios de honda repercusión mediática e ideológica para acompasar un perfil que le aleje intencionadamente del debate sobre la corrupción interminable dentro del partido y los efectos devastadores de la crisis. Ahí incrusta precisamente su propuesta de rebaja fiscal en un guiño social evidente y del que se hacen partícipes todos sus candidatos. ¿Le será suficiente?

De UPyD a Ciudadanos Euskadi

Por: Juan Mari Gastaca | 11 abr 2015

Maneiro29a
En Euskadi, muchos afiliados de UPyD se adelantaron en el tiempo a quienes ahora atenazados por la debacle franquean raudos la puerta de Ciudadanos. Ni siquiera aquellos esperaron a la explosión mediática de Albert Rivera ni a los augurios de unos prometedores sondeos. Entendieron simplemente que el funcionamiento interno del partido era insoportable y que era mejor probar suerte en otro proyecto (¿igual políticamente?).

Cuando comenzó el goteo en el País Vasco, apenas causó sensación. Entonces, Rosa Díez no estaba asomada al precipicio ni su segundo séquito empezaba a intrigar al ver la dirección del humo. Se consideró tan solo la aventura interesada de algunos pocos -pero con peso orgánico- y así la escisión quedó taponada sin demasiado esfuerzo. La dirección hizo ver que no se inmutaba, pero el calvario de las deserciones tomaba cuerpo.

Más allá de las críticas al sentimiento unipersonal del partido, se antoja sencillo el tránsito ideológico desde UPyD a Ciudadanos. Quienes lo hicieron convencidos mucho antes de las actuales deserciones se han vestido la nueva camiseta sin demasiado esfuerzo de adaptación. Incluso, cuando se exprimen las razones de su paso al frente todo se reduce a un cambio de líder. Se han cansado de Rosa Diez.

En este acelerado tránsito, estratégico que no ideológico, tampoco se extrañan de la escasa afiliación de Ciudadanos. Ya están curtidos en esta soledad de cuadros y militantes, por eso se refugian con acierto más que nunca en la dimensión de las redes social y saben por la experiencia de UPyD que luego cunde en las urnas.

Ante las próximas elecciones, UPyD y Ciudadanos se aprestan, de entrada, a configurar una escena curiosa: ¿cuáles son sus diferencias programáticas? Dos partidos enrabietados con las Diputaciones forales -curiosa coincidencia con Podemos- y sin afección alguna por los derechos históricos de Euskadi se mirarán de reojo sobre todo en el granero abonado de Vitoria, sobre todo. Y ahí le dolerá al PP.

Hasta ahora, UPyD era el auténtico martillo para la conciencia electoral del PP vasco. En el horizonte del próximo mes, y amenazada incluso su existencia, es muy posible el trasvase de la inmensa mayoría de sus votos a Ciudadanos. Un nuevo refugio desde donde luchar contra la amenaza del nacionalismo y apostar por la unidad de España blandiendo, eso sí, la enseña de la renovación democrática. Es lógico comprender la advertencia de Javier de Andrés para que no se disperse el voto del centroderecha en Álava.

Fiel a Rosa Díez, son malos tiempos para el parlamentario Gorka Maneiro. Su proyección podría verse dinamitada después del extenuado trabajo opositor levantando alformas de la Administración vasca. Pero sabe a regañadientes que también a Euskadi llegará la ola Ciudadanos. La oportunidad para sus anteriores compañeros con quienes, posiblemente, sigue compartiendo la misma ideología. Ahí está la gran paradoja.

Autogobierno, que espere

Por: Juan Mari Gastaca | 04 abr 2015

Ortuzar29s
El Aberri Eguna 2015 no va a impulsar el autogobierno en Euskadi. Volverán a escucharse la proclama de Euskadi como nación europea, pero sin viabilidad alguna en la acción política inmediata. En EH Bildu es su ADN y así lo persevera con su vía vasca soberanista. Pero en el PNV, no. Ante tal desencuentro no hay masa crítica suficiente para generar escenarios a corto plazo como los de Escocia o Cataluña.

En el País Vasco, el autogobierno espera. Bastaría analizar la reciente doble intervención del lehendakari, Iñigo Urkullu, en menos de 48 horas para comprender el inequívoco rumbo de su Ejecutivo y, de paso, del partido mayoritario que le sustenta. La nueva oportunidad económica que asoma y el enésimo impulso a la paz y convivencia de un pais sin terrorismo son las auténticas prioridades. Mientras, que siga funcionando la ponencia de autogobierno.

Ni siquiera el calendario de Artur Mas y Oriol Junqueras ha conmovido la conciencia identitaria del PNV y, por supuesto, del lehendakari. Más allá de la inmediata respuesta evasiva de aislar las situaciones de Cataluña y Euskadi, el actual Gobierno vasco no detecta clamor social alguno que le obligue a enfrascarse en una batalla que, a su vez, jamás le ha interesado. No solo ha descendido en el último Sociómetro la pujanza independentista, sino que la apatía de Podemos por este debate reduce toda la batalla a la exigencia, permanente eso sí, de EH Bildu y los sindicatos abertzales.

Con las elecciones locales y forales ahí, la campaña no augura escenarios en clave soberanista. Superados los ecos tópicos del Aberri Eguna, el debate volverá a cauces repetitivos donde se cruzarán las ayudas sociales con el paro, los residuos con las infraestructuras y la internacionalización con los barrios desprotegidos. La crisis acumula tantas secuelas que parece haber tintado todo el campo del debate político.

Sin la distracción soberanista, los próximos comicios obligarán a retratar propuestas para una nueva situación que penará durante bastante tiempo los jirones de un pasado reciente extremadamente sangrante. Y lo hará, a buen seguro, bajo unos resultados de predecible igualdad tras una campaña que se antoja agresiva, ávidos de una obligada entente en un marco de representatividad desconocido hasta ahora.

Será el momento de la política responsable, de la que brota a ras de suelo y donde las exigencias ciuadadanas son más inflexibles. Se asoma tan incertidumbre con los sondeos en la mano que es lógica la aparición de las primeras voces augurando hasta pactos a tres bandas para sostener futuros gobiernos. Será la oportunidad, por tanto, de que aquellos partidos considerados de gobierno respondan con la altura de miras al priorizar sus respuestas.

Y en ese contexto, más propicio para las necesidades del día a día, el autogobierno volverá a esperar su turno en Euskadi.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal