El pulso (?) de PSE y PP advirtiendo al PNV de que le entregarán sus votos para convertir a Markel Olano de nuevo en diputado general de Gipuzkoa anima el arranque de la campaña en este territorio. Si así fuera, los nacionalistas se verían obligados a ganar a EH Bildu en las urnas para cumplir su reconocido propósito de recuperar el gobierno foral y, ahora mismo, las encuestas no se lo dejan claro por la igualdad existente.
Pero la duda es otra: ¿socialistas y populares mantendrán hasta el final su palabra? Por motivos bien diferentes, ambos partidos han decidido marcar distancias con el PNV. En el caso del PP con mayor calado porque su candidato, Juan Carlos Cano, afea directamente a Olano su responsalidad en las irregularidades económicas, denunciadas ante la Justicia en visperas electorales, que el gobierno de Bildu atribuye a sus antecesores. En el bando socialista, ocurre que Denis Itxaso no perdona, a su vez, a los nacionalistas haber impedido la llegada de la coalición abertzale en la actual legislatura y no les merece confianza.
Es muy probable que el PNV no se haya inquietado demasiado por esta doble admonición. En sus cálculos sospechan que el respaldo del PP girará más en función de las previsibles negociaciones que se abran para el resto de territorios que la propia fuerza que les aporten en Gipuzkoa. Además, las andanadas de los junteros populares durante el caso Bidegi, en una inédita connivencia con EH Bildu, han dejado huella en la memoria de agravios de los nacionalistas.
En cuanto al PSE, le resultaría muy complicado justificar su rechazo al cambio de signo en el gobierno de Gipuzkoa argumentando como única razón que hace cuatro años Joseba Egibar no se atrevió a dar el paso. Los socialistas saben que no pueden prolongar por más tiempo su imagen de aislamiento institucional en los tres territorios y, además, el PNV cuenta a estas alturas con sus votos para devolver la afrenta a Bildu.
Pero con su plante, socialistas y populares animan el arranque en Gipuzkoa de una campaña que se espera dura, enconada. PNV y EH Bildu se saben con márgenes muy escasos en su batalla directa por el Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación de Gipuzkoa. Es por ello que cualquier incidencia que pudiera erosionar su estrategia cobraría especial dimensión. Con el veto a Olano, quizá más enunciativo que profundo, se ha dado el primer paso.