El Aberri Eguna 2015 no va a impulsar el autogobierno en Euskadi. Volverán a escucharse la proclama de Euskadi como nación europea, pero sin viabilidad alguna en la acción política inmediata. En EH Bildu es su ADN y así lo persevera con su vía vasca soberanista. Pero en el PNV, no. Ante tal desencuentro no hay masa crítica suficiente para generar escenarios a corto plazo como los de Escocia o Cataluña.
En el País Vasco, el autogobierno espera. Bastaría analizar la reciente doble intervención del lehendakari, Iñigo Urkullu, en menos de 48 horas para comprender el inequívoco rumbo de su Ejecutivo y, de paso, del partido mayoritario que le sustenta. La nueva oportunidad económica que asoma y el enésimo impulso a la paz y convivencia de un pais sin terrorismo son las auténticas prioridades. Mientras, que siga funcionando la ponencia de autogobierno.
Ni siquiera el calendario de Artur Mas y Oriol Junqueras ha conmovido la conciencia identitaria del PNV y, por supuesto, del lehendakari. Más allá de la inmediata respuesta evasiva de aislar las situaciones de Cataluña y Euskadi, el actual Gobierno vasco no detecta clamor social alguno que le obligue a enfrascarse en una batalla que, a su vez, jamás le ha interesado. No solo ha descendido en el último Sociómetro la pujanza independentista, sino que la apatía de Podemos por este debate reduce toda la batalla a la exigencia, permanente eso sí, de EH Bildu y los sindicatos abertzales.
Con las elecciones locales y forales ahí, la campaña no augura escenarios en clave soberanista. Superados los ecos tópicos del Aberri Eguna, el debate volverá a cauces repetitivos donde se cruzarán las ayudas sociales con el paro, los residuos con las infraestructuras y la internacionalización con los barrios desprotegidos. La crisis acumula tantas secuelas que parece haber tintado todo el campo del debate político.
Sin la distracción soberanista, los próximos comicios obligarán a retratar propuestas para una nueva situación que penará durante bastante tiempo los jirones de un pasado reciente extremadamente sangrante. Y lo hará, a buen seguro, bajo unos resultados de predecible igualdad tras una campaña que se antoja agresiva, ávidos de una obligada entente en un marco de representatividad desconocido hasta ahora.
Será el momento de la política responsable, de la que brota a ras de suelo y donde las exigencias ciuadadanas son más inflexibles. Se asoma tan incertidumbre con los sondeos en la mano que es lógica la aparición de las primeras voces augurando hasta pactos a tres bandas para sostener futuros gobiernos. Será la oportunidad, por tanto, de que aquellos partidos considerados de gobierno respondan con la altura de miras al priorizar sus respuestas.
Y en ese contexto, más propicio para las necesidades del día a día, el autogobierno volverá a esperar su turno en Euskadi.