“Los plazos son tan fastidiosos”, explicaba Edward Gorey al periodista Paul Gardner de New York Magazine en una entrevista publicada en 1977. “Dibujé El curioso sofá en un fin de semana. Era una sátira de Historia de O. Hubo un impresor que se negó a imprimirlo. Incluso hoy sigo oyendo que hay gente de bien que sigue escandalizada. Pero los detalles de la fiesta en casa de Lady Celia se desarrollan en la mente del lector”.
En Historia de O no. Estaba todo negro sobre blanco. El clásico erótico de Pauline Réage narra la iniciación de una joven al sadomasoquismo y a quienes lo hayan leído la trama de El curioso sofá les resultará familiar.
Historia de O empieza así:
Un día, su amante lleva a O a dar un paseo por un lugar al que nunca van, el parque Montsouris y el parque Monceau. Junto a un ángulo del parque, en la esquina de una calle en la que no hay estación de taxis, después de pasear por el parque y de haberse sentado al borde del césped, ven un coche con contador, parecido a un taxi.
―Sube― le dice él.
Ella sube al taxi. Está anocheciendo y es otoño. Ella viste como siempre: zapatos de tacón alto, traje de chaqueta con falda plisada, blusa de seda y sombrero. Pero lleva guantes largos que le cubren las bocamangas y, en su bolso de piel, sus documentos, la polvera y la barra de labios. El taxi arranca suavemente sin que el hombre haya dicho una sola palabra al conductor. Pero baja las cortinillas a derecha e izquierda y también detrás; ella se quita los guantes, pensando que él va a abrazarla o que quiere que le acaricie.
La adaptación de Gorey en El curioso sofá, que acaba de editar en español Libros del Zorro Rojo, es la siguiente:
Alice comía uvas en el parque cuando se le presentó Herbert, un joven muy bien dotado.
Herber la invitó a dar un paseo en un taxi, en cuyo interior hicieron algo que Alice no había hecho nunca...
Edward Gorey (1925-2000) era un señor excéntrico que se resguardaba del frío con un abrigo de piel que conjuntaba con zapatillas de deportes, no se perdía un espectáculo del ballet de Nueva York, vivía rodeado de gatos y siempre jugaba con las apariencias. "Tengo la estúpida teoría de que una obra creativa sólo es interesante si pretende tratar de una cosa pero, en realidad, trata sobre otra".
El curioso sofá es un buen ejemplo. Gorey lo publicó bajo el pseudónimo Ogdred Weary, pero no fue por temor a las represalias de su travesura, sino para emular a Anne Desclos, nombre real de Pauline Reáge. En el libro, Gorey sólo insinuaba -ni rastro de desnudez o sexo explícito-, pero corría 1961 y él mismo lo había calificado de “obra pornográfica”, suficiente para que la sociedad de la época se escandalizase. Ironías de la vida: al final su burla de la literatura erótica acabó compartiendo estantería con todos esos libros perniciosos que los bibliotecarios guardaron bajo llave durante años.
El curioso sofá. Obra pornográfica de Ogdred Weary de Edward Gorey está editado por Libros del Zorro Rojo.