En Los caballeros las prefieren rubias Marilyn Monroe insistía en que quería visitar Europa, un lugar que ella situaba "en Francia". En la campaña presidencial de 2008 Barack Obama dijo haber estado en "cincuenta y siete estados [de Estados Unidos]. Sólo me falta uno". En realidad no: le sobran ocho. Cuando a su contrincante, John McCain, le preguntaron si invitaría al presidente de España a la Casa Blanca respondió que "por supuesto". ¿La razón? "La importancia de nuestras relaciones con América Latina". De la tercera política en discordia, Sarah Palin, mejor ni hablemos: estaba convencida de que África era un país.
Esta enumeración le sirve a Kenn Jennings, autor de Un mapa en la cabeza, para ilustrar lo poco que saben los estadounidenses, en realidad, las personas en general, de geografía, su gran pasión. Aunque, según el investigador holandés Harm de Blij, apunta Jennings quizás en defensa de sus compatriotas, "los norteamericanos tienen un sentido innato de la orientación mucho mejor que el de los europeos por su experiencia en orientarse en ciudades ordenadas y cuadriculadas. Al parecer, las calles sinuosas y adoquinadas no agudizan la habilidad de las personas".
"Cartofilia" se llama lo que él padece, admite Jennings. Un amor irrefrenable por los mapas que le acompaña desde que tenía tres años y le regalaron por navidad un puzle de madera de Estados Unidos. Por eso ha escrito Un mapa en la cabeza, "una carta de amor" a la cartografía -en particular- y a la geografía -en general- dirigida, precisamente, a quienes nunca se han interesado demasiado por esas disciplinas.
Probablemente para no ahuyentarlos, el libro encadena un sinfín de anécdotas y curiosidades sobre la geografía y sus fanáticos. Uno de ellos es John Hébert, director de la sección cartográfica de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, la cual atesora más de cinco millones y medio de mapas y más de 800 atlas. ¿Cuál es la petición más habitual de los miembros del Congreso? "Un elegante mapa histórico de su distrito en tonos sepia que se pueda colgar en su despacho". ¿Cuál es la petición más habitual de los no-políticos? "La mayoría de las veces viene gente que cree que existen mapas del tesoro", reconoce Hébert. El propio Jennings se lleva una sorpresa: no existe ni un solo caso documentado que pruebe que los piratas fuesen aficionados a la cartografía.
Jennings sólo se pone serio cuando habla del menguante interés por la geografía y las consecuencias de no saber leer un mapa. Cita un estudio de 2008 de Nokia, que por entonces estaba desarrollando varias aplicaciones cartográficas: el 93% de los adultos se pierden con frecuencia, malgastando una media de 13 minutos diarios. Pero esto, insiste Jennings, es lo de menos: "Hay un argumento convincente de que batallamos con el plano del metro por la misma razón que pasamos un mal rato con los gráficos de un PowerPoint y con las instrucciones de montaje de Ikea: nadie ha dedicado demasiado tiempo a enseñarnos a interpretarlos".
Un mapa en la cabeza de Ken Jennings está editado por Ariel.
Hay 1 Comentarios
Tú dile a cualquiera en España que te sitúe en un mapa a los estados unidos, o China, verás qué risa. Y no hablo sólo de esa chusma consumetelechusca, sino a honorables licenciados o estudioloquesea. La risa, compadre. Es más, dile a cualquier españolito que sitúe Palencia en un mapa de la península. O Soria. O Ceuta. El despiporre.
Publicado por: paco | 15/10/2012 12:50:20