El malogrado fantasma de Canterville y la vulgar familia americana

Por: | 04 de enero de 2013

EFC_Triste fantasma
Cuando el señor Hiram B. Otis, embajador de los Estados Unidos, compró el castillo de Canterville, todo el mundo le dijo que cometía una locura, puesto que no cabía duda de que el lugar estaba embrujado. Incluso el propio lord Canterville, que era un hombre escrupulosamente honrado, se creyó en el deber de advertírselo, al discutir las condiciones.

—Nosotros mismos hemos renunciado a vivir en el castillo —dijo lord Canterville—, desde que mi tía abuela, la duquesa viuda de Bolton, contrajo una rara enfermedad, de la que nunca se repuso del todo, a causa del susto que le produjeron dos manos de esqueleto que se apoyaron en sus hombros mientras se vestía para la cena.

Pero el señor Otis hizo caso omiso. 

EFC_Embajador—Milord —contestó el embajador—, adquiriré por el mismo precio el castillo y el fantasma. Vengo de un país moderno, donde tenemos todo cuanto puede conseguirse con dinero. Y con todos nuestros muchachos recorriendo Europa de punta a punta, y quitándoles a ustedes sus mejores actrices y sus mejores cantantes de ópera, estoy seguro de que, si hubiera por aquí algo parecido a un fantasma, los americanos ya lo habríamos comprado, y lo tendríamos expuesto en un museo público o de gira en una feria.

—Mucho me temo que el fantasma sí exista —dijo lord Canterville sonriendo—, aunque se haya resistido a las ofertas de sus dinámicos empresarios. Es conocido desde hace tres siglos, desde 1584 para ser más exactos, y aparece siempre indefectiblemente antes de que se produzca la muerte de un miembro de la familia.

Pocas semanas después se hizo efectiva la compra, y al terminar el invierno el embajador y su familia se dirigieron al castillo de Canterville.

EFC_Familia

La familia Otis no tardaría en despejar sus dudas sobre la existencia del fantasma. 

Un misterioso ruido procedente del corredor despertó al señor Otis. Sonaba como si arrastrasen unos hierros viejos, y parecía acercarse por momentos. Se levantó enseguida, encendió una cerilla y miró la hora: era la una en punto. [...] Se calzó las pantuflas, tomó del tocador un frasquito alargado y abrió la puerta.

Ahí estaba él. 

EFC_Primer susto

—Querido señor —dijo el señor Otis—, me veo obligado a rogarle que engrase sus cadenas. Con este fin le he traído un pequeño frasco de lubrificante Sol Naciente. Afirman que una sola aplicación es suficiente, y en el prospecto figuran varios testimonios de científicos americanos. Lo dejaré aquí, junto a los candelabros, y en el caso de que lo necesite, será un placer para mí suministrarle más.

EFC_Engrase sus cadenas

Por unos segundos el fantasma de Canterville permaneció inmóvil, estaba indignado y con razón [...] Llegado a su cuchitril, escondido en el ala izquierda del edificio, el fantasma se dejó caer sobre un rayo de luna para recobrar el aliento, y empezó a examinar su situación. En su brillante e ininterrumpida carrera de tres siglos, jamás había sido tan groseramente insultado.

[...]

Con el entusiasmo ególatra de un verdadero actor, rememoró sus creaciones más aplaudidas.

EFC_Buenos tiempos

Y planeó su venganza. Pero todo fue en vano. Ni carcajadas diabólicas, ni fuego por los ojos, nada funcionaba con esa "vulgar familia americana".

Hasta competencia le salió al pobre fantasma de Canterville: una noche se encontró con un espectro de cabeza calva y reluciente, cara redonda, carnosa y blanca y una risa espantosa que retorcía sus rasgos en una mueca.

EFC_fantasma Otis

Sujetaba un cartel que decía: El fantasma Otis, único espectro auténtico y original ¡Desconfíe de las imitaciones! Todos los demás son falsificados.

De golpe comprendió toda la verdad. ¡Había sido engañado, burlado, humillado!

EFC_pobre fantasma de Canterville

En adelante, el fantasma hizo lo posible por cumplir con sus obligaciones.

El fantasma de Canterville consideraba un deber sagrado aparecer una vez por semana en el corredor, y gemir desde la gran ventana ojival los miércoles primero y tercero de cada mes.

Pero no era fácil.

Y con el tiempo abandonó toda esperanza de asustar a aquella vulgar familia americana y se contentó con vagar por los corredores en pantuflas de fieltro, llevando alrededor del cuello una gruesa bufanda roja, por temor a las corrientes de aire, y en la mano un pequeño arcabuz por si era atacado por los mellizos.

El fantasma de Canterville de Oscar Wilde, con ilustraciones de Oski, está editado por Libros del Zorro Rojo. Todas las imágenes son cortesía de la editorial.

Hay 2 Comentarios

Todo libro tiene múltiples lecturas y este de O. Wilde no iba a ser menos.
No es sólo la vieja Europa frente a la moderna sociedad americana.
Un fantasma también es llamado Espíritu.
Este espíritu nada puede ante la frivolidad americana, frivolidad asentada en el materialismo lúdico del capitalismo americano.
O. Wilde narró en esta divertida historia, divertida por cuanto muchas veces la ironía, y el era un maestro de la ironía, puede ser confundida con el humor, narró, decía, el mundo que nosotros ahora vivimos y que hace tantos años el adivinó que se impondría al Espíritu que llenaba de misterio y de cierta sacralidad el mundo.
Muchos ahora entendemos que esa frívola y divertida sociedad que derrotaría al fantasma de Canterville es en realidad la más devastadora y triste que quepa imaginar, que nunca las risas fueron tan desoladoras y nunca la frivolidad tuvo tan hondas consecuencias.

JAJA!!! BUENISMO POST!!!!!!

Hoy en mi blog ¿ES POSBILE SER SÓLO AMIGOS? En clave de humor of course!!!!

http://diariodeunacleptomana.blogspot.com.es/2013/01/solo-amigos.html

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Sobre el blog

¿Una imagen vale más que mil palabras? Según investigadores de Harvard, no. Vale muchas más. Algunas hasta 500.000 millones. La cifra no importa: está claro que las imágenes son más poderosas que nunca, y este blog pretende ser un inventario visual de libros de fotografía, arte o diseño, ilustraciones, visualizaciones de datos, infografías…

Sobre la autora

Virginia Collera

es periodista y traductora. Colabora intermitentemente con El País desde 2006 y es compradora confesa de libros por la cubierta y/o las fotografías interiores.

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