El japonés Ushio Shinohara se mudó a Nueva York en 1969. Tenía 37 años y lo primero que hizo fue buscar un bar de mala muerte y pedir una copa, emulando a los personajes de sus novelas de detectives favoritas. Era un pintor reconocido en su país y pretendía consolidar su carrera en Estados Unidos. Pero los planes se torcieron y en un documental de 1979 a Shinohara lo denominaban “el más famoso de los artistas pobres de Nueva York”. La afirmación no ha perdido vigencia.
Por esa época ya estaba casado con Noriko, una estudiante de arte que llegó a Nueva York con billete de vuelta pero nunca regresaría a Tokio. Conoció a Ushio con 19 años –él tenía 41–, se enamoró perdidamente de él y a los seis meses ya estaba embarazada. Llevan más de cuatro décadas juntos, y la pregunta que asoma una y otra vez durante el documental Cutie and the boxer -una reflexión sobre el amor, el sacrificio y el espíritu creativo, reza su subtítulo-, es ¿cómo han llegado hasta aquí?
La obra de Ushio se ha expuesto en el Centro Pompidou de París, en el Guggenheim Museum Soho de Nueva York o en el MOCA de Los Ángeles, pero todavía hoy, a los 82 años, le cuesta llegar a fin de mes. Después de pasar la primera noche juntos, Ushio le pidió a Noriko dinero para pagar el alquiler y, desde entonces, esa es la dinámica que se impuso: ella se ocupa de todo –“no soy su asistente, pero a veces le ayudo”-, él de su arte.
Noriko también quería ser artista, pero tuvo que aparcar sus aspiraciones para criar a su hijo y cuidar de su marido. “El mediocre es el que debe apoyar al genio”, resume Ushio sin contemplaciones. Esa honestidad brutal es el tono de un documental en que el sus protagonistas no se guardan nada: el afecto, la lealtad, los reproches, la competitividad, todo queda al descubierto ante la cámara del también artista Zachary Heinzerling –que no entiende japonés y solo después pudo, con la ayuda de un traductor, conocer el contenido de las descorazonadoras-entrañables-divertidas conversaciones del matrimonio-.
Como evasión, Noriko empezó a dibujar una especie de novela gráfica protagonizada por Cutie y Bullie, en la que fue volcando sus experiencias conyugales –las malas, sobre todo, aunque también las buenas–. “A Cutie se le da muy bien domar a Bullie, pero en la vida real no es tan fácil”.
Henzerling conoció a los Shinohara 2008 y se propuso filmar un corto que capturase un día en la vida de la extraña pareja. El proyecto fue creciendo en metraje y en ambición hasta convertirse en Cutie and the boxer, que está nominado a mejor documental en esta edición de los Oscar. Los finales felices no son para ella, dice Noriko en un momento del documental, pero un premio Oscar –el éxito de crítica ha sido unánime- quizás le haría replantearse su opinión.
Cutie and the boxer de Zachary Heinzerling puede verse en Canal Plus Extra.
Hay 2 Comentarios
Muy buena la historia http://xurl.es/h47fq
Publicado por: Marta | 08/02/2014 12:09:09
gracias, muy interesante
Publicado por: klisman | 07/02/2014 21:25:23