Se quiera o no, en los últimos tiempos es imposible no haber oído hablar del big data, ese concepto que se anticipa revolucionario para transformar todos los datos que generamos –y son muchos, muchos– en información útil. Fue en 1997 cuando los investigadores de la NASA Michael Cox y David Ellsworth utilizaron por primera vez el término pero, como nos recuerda la exposición Beautiful Science: Picturing Data, Inspiring Insight en la British Library, interpretar visualmente grandes cantidades de datos no es nada nuevo: lo hacemos desde el siglo XVII.
En el libro Uncharted: Big Data as a Lens on Human Culture, Erez Aiden y Jean-Baptiste Michel exploran las bondades del big data y las ilustran con casos como el del economista de Harvard Raj Chetty. El investigador consiguió que la Hacienda estadounidense le permitiese acceder a los datos de los más de dos millones de estudiantes que habían asistido al colegio en una zona urbana determinada. Chetty y su equipo combinaron esa información con una segunda base de datos –qué alumnos habían estudiado con qué profesores– para realizar una serie de estudios sobre el impacto a largo plazo que tiene un buen maestro de educación infantil. Concluyeron que un buen profesional podía ejercer una influencia clara en la decisión de los alumnos de ir a la universidad, en su nivel de renta e incluso en su posibilidad de acabar viviendo en un buen barrio. Los hallazgos de Chetty y sus colaboradores sirvieron para que se planteasen mejoras en la eficacia de los profesores y les valieron la prestigiosa medalla John Bates Clark. Mucho antes, en el siglo XIX, la célebre estadística, enfermera y escritora Florence Nightingale demostró con su “diagrama de la rosa” que muchos más soldados murieron por epidemias evitables que por heridas sufridas en el campo de batalla u otras causas durante la Guerra de Crimea (1853-1856).
“El big data cada vez suscita más interés, por eso queríamos llamar la atención sobre las importantes conexiones que existen entre el pasado y el presente. Datos recabados hace siglos de colecciones como las nuestras son útiles en estos momentos para la ciencia más innovadora”, ha explicado Johanna Kieniewicz, comisaria de Beautiful Science, que recorre trabajos de científicos y estadísticos a lo largo del tiempo, prestando especial atención a tres temáticas: salud pública, tiempo y evolución.
La exposición Beautiful Science: Picturing Data, Inspiring Insight puede verse en la British Library hasta el próximo 26 de mayo.
Hay 2 Comentarios
Ver el bosque entre la infinidad de árboles de los datos, y comprenderlo en un sólo golpe de vista, abarcarlo. La representación visual del conocimiento es vital para tener una idea de conjunto. Y esto lo hacemos desde pequeños, en la escuela, confeccionando esquemas de los temas que estudiamos.
Publicado por: --------- | 04/03/2014 18:38:42
La ciencia es bella, bellísima, y usted la interpreta muy bien.
Publicado por: Nitanmal | 04/03/2014 15:57:49