Maurice Sendak siempre reconoció que La cocina de noche había sido una venganza. “Cuando era pequeño había un anuncio que todavía recuerdo con claridad. Era de la pastelería Sunshine y decía: “¡Mientras tú duermes, nosotros horneamos! Me parecía lo más sádico del mundo porque yo lo único que quería era quedarme despierto y mirar… Me parecía absurdamente cruel y arbitrario que trabajasen mientras yo dormía”.
En el libro, que ahora reedita Kalandraka, Sendak ejecutó su venganza sin abandonar el reino de los sueños: Miguel, el protagonista, se despierta porque oye un ruido y, sin saber muy bien cómo, aterriza en un gran cuenco de masa para perplejidad de tres pasteleros sospechosamente parecidos a Oliver Hardy.