En la imagen, Gary, estudiante de Cine de 19 años, pirateando wifi de la sede de Christie's y, en primer plano, tres fans de The Strokes.
La puerta de la sede de la televisión NBC en el Rockefeller Center de Nueva York se convierte cada viernes en un campamento improvisado en el que los sacos de dormir, los termos de café y desde hace algunos años, los ordenadores portátiles, se mimetizan con los turistas que acuden en masa a contemplar ese espectacular bosque de edificios art decó construidos en los años treinta con el dinero del petróleo del multimillonario John D. Rockefeller Jr. La razón de las largas colas de ‘acampados’ que sorprenden a los visitantes y que los neoyorquinos han asimilado como parte del paisaje es Saturday Night Live, el último superviviente de una era en extinción.
Cada sábado, desde hace casi 36 años, este programa de una hora en el que se parodia la actualidad política y cultural estadounidense mediante escenas humorísticas y que ha sido la cantera durante décadas en la que se forjaron algunos de los mejores actores de comedia del país –desde Billy Cristal a John Belushi, pasando por Bill Murray, Eddie Murphy o Tina Fey-, acoge a unas 300 personas para que asisten como público a su grabación en directo. El modelo siempre es el mismo: hay un invitado, por lo general un actor, que actúa en las diferentes escenas con los otros miembros del programa y una banda que toca unas tres canciones. Y aunque antes lo habitual en el mundo catódico era el directo, Saturday Night Live es el último programa de la televisión estadounidense que aún le rinde pleitesía a un formato que arrancó precisamente en la NBC, el canal de televisión más antiguo de Estados Unidos.
“Verlo es increíble porque no hay repeticiones, todo está pensado al milímetro y no hay engaños ni playbacks, los músicos tocan de verdad y si los actores se equivocan son tan buenos que no te das ni cuenta”. Armado con un colchón hinchable, una parca, gorro, guantes y varias mantas, Gary, un estudiante neoyorquino de cine de 19 años, explicaba el viernes a mediodía sus razones para prepararse por decimoquinta vez en seis meses para dormir a las puertas de la NBC… a 8 grados bajo cero. “Las entradas las reparten el sábado por la mañana pero si no vienes uno o dos días antes y duermes aquí es imposible conseguirlas. Lo del frío es lo de menos. Algún día no habrá directos así que está bien poder decir ‘yo estuve allí’. Esta vez he venido porque quiero ver a The Strokes. Sacan un disco este mes y algunos de los temas que tocarán son inéditos”.
Ese es uno de los ganchos para atraer al público: ver tocar a tu banda favorita. El otro es ver actuar al invitado estrella, que tiene que someterse a la dictadura de guionistas que hilan fino. Y según el efecto que tenga sobre la audiencia su paso por el programa, el famoso en cuestión puede disparar su popularidad, resurgir de sus cenizas o hundirse. La elección de Anne Hathaway y James Franco para conducir la ceremonia de los Oscar tuvo mucha relación con su reciente éxito en Saturday Night Live (aunque obviamente los guionistas no fueron los mismos y así de sosa quedó la gala).
Esta noche la invitada estrella es Miley Cyrus, que se convirtió en ídolo de adolescentes cuando era Hannah Montana y hoy trata de reinventarse como actriz. Sin embargo su entrada en el mundo adulto no ha tenido muy buena prensa –se la acusa de consumir drogas, en concreto de fumar de un ‘bong’ en el que según ella sólo había salvia- así que hay quien ha venido porque considera que Miley necesita el apoyo de sus fans. “La admiro. Creo que es una chica muy cool y no está pasando por un buen momento así que tenemos que ayudarla”. Morgan Dejong es otra estudiante sepultada bajo una pila de mantas al principio de la fila a las puertas de la NBC. Llegó a las 9 de la mañana del viernes con dos amigas, Rea Jorgaqi y Ky DiGregorio, que ponen cara de asco ante el amor de su amiga por Miley pero matarían por una pestaña de The Strokes. “No hay banda mejor en el mundo” declaran con absolutismo. Es prácticamente imposible que a alguien que le guste ese grupo de rockeros descafeinados que emulan la música de veteranos como The Rolling Stones, le guste la ex producto Disney Hannah Montana, superventas entre los adolescentes de medio planeta. Sin embargo, el frío neoyorquino todo lo puede. “La verdad es que te acabas haciendo amigos de todos los de la cola y da igual a quien hayas venido a ver” explican a duo Lindsay Martinez y Peter Keehm, fans de The Strokes. Su amiga Laura, que adora a Miley, asiente. Ayuda que algunos como Gary tengan ordenador y pirateen wi-fi de la vecina sede de la casa de subastas Christie’s, que alimenta sin saberlo los cambios de status en Facebook de varios de los chavales que como él, descubrieron que podían conectarse a Internet gratuitamente en esas largas jornadas de espera. Todo por ver de cerca de un famoso, que en Nueva York es prácticamente el pan nuestro de cada día porque son muchos y están en todas partes.
Juntar a personajes poco afines, como el rapero Jay Z y la incombustible Betty White dio muy buenos resultados de audiencia el pasado año. Y poco importan las críticas que últimamente han llovido sobre un programa que parece estar perdiendo fuelle frente a un público que emigra en masa hacia otras plataformas como internet. En meses recientes sólo la eterna sonrisa ‘profident’ de Jim Carrey ha devuelto a Saturday Night Live a los primeros puestos de lo más visto un sábado por la noche. Hay que remontarse a 2008 y a las personificaciones que hizo Tina Fey de Sarah Palin y la aparición estelar de la propia ex gobernadora de Alaska para encontrar niveles de audiencia como los de hace 14 años cuando SNL siempre estaba entre los tres programas más vistos de la semana. Pero a juzgar por las colas que se siguen formando cada viernes frente a NBC, cualquiera diría que aún le queda mucha vida por delante. Quien sabe, el directo todo lo puede y esta noche Miley Cyrus y The Strokes volverán a poner a prueba ese poder.
PD:La entrada a la NBC es la que se conoce como 30 Rockefeller Plaza y también da nombre al programa 30 Rock, basado precisamente en las experiencias de Tina Fey como miembro de Saturday Night Live.
Hay 3 Comentarios
¿"pirateando" wifi? ¿se detecta en la foto de dónde le llega la señal al joven, si está en abierto o con clave?
De igual modo ¿hablaríamos de "ondas wifi privadas invaden el espacio público"? (como ondas wifis privadas invaden nuestros "inviolables" domicilios).
Habría que ir pensando que el wifi es de quien habita (o posee) el lugar donde se capta y quienes no quieran que terceros usen su señal, simplemente que reduzcan su potencia para no alcanzar (invadir) espacios ajenos
Publicado por: Malaguitaun | 14/03/2011 19:38:57
El programa no es ni la sombra de lo que fue en los 80's,pero sigue siendo bueno.
Publicado por: Yoel | 07/03/2011 17:47:50
Yo estuve viviendo en NY durante 2 años y pude comprobar que esto de las filas en NBC es cierto. Nunca llegué a ir, pero me encanta el programa.
Publicado por: http://myhappywindow.blogspot.com/ | 06/03/2011 10:00:27