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Diferencias irreconciliables

Por: | 28 de octubre de 2011

Captura de pantalla 2011-10-27 a las 1.00.03 PM
Desde que esta foto fue tomada por la revista Time han pasado 54 años, las leyes de segregación en Estados Unidos son cosa del pasado -no muy lejano- y en la actualidad un presidente negro reside en la Casa Blanca. En esos 54 años, dos mujeres vivieron en distintos mundos -uno para blancos; otro para negros-; una insultó a otra y le recomendó que volviera a África; la otra aguantó estoica los insultos; en el correr de ese más de medio siglo, ambas se reunieron -y se hicieron amigas- durante el 40 aniversario de uno de los episodios más importantes del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. La amistad duró poco. No sobrepasó los dos años. ¿Por qué? 

La foto, a primera vista, tiene una única protagonista: Elizabeth Eckford, 15 años, joven de raza negra que el 4 de septiembre de 1954 desafió un status quo que legalmente ya se resquebrajaba -pero que tardaría muchos años todavía en cuajar en las actitudes-  al intentar acceder a las clases del instituto -sólo para blancos- Little Rock de Arkansas. El Tribunal Supremo había puesto fin a la segregación en las aulas pero el Gobernador de Arkansas, Orval Faubus, tenía otras arcaicas ideas y envió a la Guardia Nacional para que impidieran el acceso el primer día de clase a cualquier afroamericano que osara romper el poder establecido.

Eckford formó parte de Los Nueve de Little Rock, nueve jóvenes negros que se ofrecieron voluntarios -practicamente fueron conejillos de indias- para asistir a ese primer día de clase histórico entre una multitud de blancos. Los nueve debían llegar juntos, aquel acto de desafío -por mucho que tuviera el respaldo de la justicia de Washington, pero Washington estaba tan lejos- podría resultar muy peligroso, sobre todo cuando el Gobernador lo estaba boicoteando. Pero un problema de comunicación hizo que Eckford no recibiera el mensaje y se aventuró sola hacia las aulas del Instituto avanzando entre una turba con deseos de linchamiento.

Eckford solicitó a los soldados de la Guardia Nacional que la dejaran acceder a las aulas. Lo hizo hasta dos veces. Ante la negativa de los uniformados, la joven se dio la vuelta, libros apretados sobre su pecho, gesto impasible, mirada firme protegida tras unas gafas de sol y se dispuso a abandonar el recinto del centro. A su espalda, una multitud blanca cargada de prejuicios y racismo le lanzaba todo tipo de insultos. Las cámaras de la televisión filmaban lo que sucedía. Los periodistas tomaban notas. Eckford avanzaba. Una joven de la misma edad que ella tomó la iniciativa en la propuesta común de que los negros debían de volver a las selvas de África. Se trataba de Hazel Bryan, quien histérica y llena de ira amenazaba a Eckford. Bryan es la otra protagonista de la instantánea.

Hasta aquí la historia que se escribió aquel día. En los años siguientes, Eckford completaría sus estudios en Little Rock -aunque no sin pagar un precio, sufrió problemas de ansiedad y depresión- al igual que lo hizo Bryan -que se casaría a los 18 años y formaría una familia feliz con tres hijos-. Pero a comienzos de la década de los sesenta, Bryan -ajena ya al racismo en el que creció- necesitó hacer una llamada. Telefoneó a Eckford y le pidió perdón por lo sucedido aquel 4 de septiembre. No hubo más contacto entre ellas. Hasta 1997, cuando el diario local quiso fotografiarlas juntas con ocasión del 40 aniversario de aquel histórico día. Allí estaban las dos, había pasado un mundo desde entonces, ambas sonreían a la cámara frente al instituto. Bill Clinton ejerció de maestro de ceremonias tres días después y otorgó a las mujeres la medalla de "amigas reconciliadas".

Captura de pantalla 2011-10-27 a las 10.58.49 PMTal título lo llevaron con orgullo cerca de dos años. Se hicieron amigas. Comían juntas, iban de compras juntas, dieron charlas en universidades e institutos sobre su experiencia pasada y se convirtieron en el ejemplo de la reconciliación. Oprah Winfrey las sentó en el sofá de su programa para que contaran su historia y conmovieran a la nación como solo Oprah sabe hacer. Pero no bastó. Eckford no podía encajar que Bryan siguiera creyendo que lo que hizo respondía a una chiquillada de juventud en lugar de a un sentimiento racista. Bryan entendió que Eckford jamás la había perdonado aunque dijera que sí. Cuando se inició el siglo XXI ya no hablaban más. Hoy siguen sin hacerlo. ¿Por qué?...

 

El matrimonio es para blancos

Por: | 21 de octubre de 2011

Captura de pantalla 2011-10-18 a las 5.23.52 p.m.Que uno de cada diez hombres negros de treintaytantos años esté en la cárcel es sólo uno de los muchos datos que documentan ampliamente el colapso del matrimonio entre los negros en Estados Unidos. Siete de cada diez mujeres negras están solteras; las otras tres de la ecuación están forzadas a vivir lo que se conoce como 'compartir hombre'. Dos de cada tres matrimonios negros acaba en divorcio, el doble del ratio que sufren los blancos... La afirmación la hizo hace ya algunos años un niño de 12 años en una escuela del deprimido sureste washingtoniano, frase que fue reveladora para la entonces profesora y luego escritoria Joy Jones. "Mi momento nunca llegaba", escribió Jones en The Washington Post... "Y entonces una alumno me iluminó: el matrimonio es para gente blanca".

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Voces desde el útero

Por: | 17 de octubre de 2011

Captura de pantalla 2011-10-17 a las 10.55.10 a.m.

Laura Basset, The Huffington Post.

Dicen los fundadores del grupo Voices From the Womb (Voces Desde el Útero) que, durante décadas, la gente ha ido hasta Washington "para dejar que se oyeran sus voces" sobre distintas materias. Desde la capital de la nación, Martin Luther King reclamó igualdad y justicia y el fin de la segregación. Hasta Washington se trasladaron las sufragistas para reclamar su derecho al voto. El Tea Party; Jon Stewart; la Marcha del Millón de Hombres; los pacifistas que reclamaban el fin de la guerra de Vietnam... Todo aquel que tiene un mensaje que dar acude a Washington. Y sin embargo, según apuntan desde Voices from the Womb, existe una voz que nunca se ha oído, a pesar de que el asunto al que se refiere "ha generado millones de manifestaciones y millones de manifestantes durante años desde ambos lados de la balanza del tema". "Esas voces son las de los niños inocentes dentro del útero materno", a los que nadie pregunta si quieren ser abortados, dicen los portavoces de Voices from the Womb. El feto compareció en forma de ecografía en Capitol Hill la semana pasada para dejarse oír.

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El año de Reagan

Por: | 07 de octubre de 2011

Hay un nombre que los norteamericanos evitan pronunciar en vano, bajo cualquier circunstancia: el de Ronald Reagan (Illinois, 1911-California, 2004). Su memoria y su legado son fuente de inspiración y motivo de reverencia para demócratas y republicanos por igual. Por eso, en un año en que se celebra un siglo de su nacimiento, Estados Unidos contempla cómo se multiplican sus estatuas conmemorativas. América, y parte del mundo, están ahora repletos de Reagans.

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Foto de Ronald Reagan del archivo de la Casa Blanca.

El Reagan más emblemático será el del aeropuerto nacional Ronald Reagan, en la zona metropolitana de Washington, que quiere honrar al presidente del que tomó su nombre en 1998. El uno de noviembre, el aeropuerto tiene planeado descubrir una estatua del presidente donada por la Fundación Ronald Reagan, que ha costado 940.000 dólares (703.000 euros). El coste de colocarla y acondicionar sus inmediaciones será de 80.000 dólares (unos 60.000 euros).

La localidad de Newport Beach, en California, un Estado del que Reagan fue gobernador, desvelará este fin de semana su propia estatua, financiada íntegramente con donaciones privadas. “El presidente Ronald Reagan fue un líder que cambió a esta nación y que inspiró no sólo a los americanos, sino a los amantes de la libertad en todo el mundo”, dijo en un comunicado el miembro del gobierno local Keith Curry.

En año de elecciones, el recuerdo de Reagan está más presente que nunca. Se le cita en cada debate republicano. Y se selecciona muy bien lo que se dice de él. Casi todos los candidatos ignoran conscientemente el que se llama el undécimo mandamiento, acuñado por el popular ex presidente: “Un republicano no hablará nunca mal de otro republicano”.

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Estatua de Reagan en Londres (Foto de AP)

En Londres, en el barrio de Mayfair, frente a la embajada norteamericana, se ha erigido otra estatua, de tres metros de altura. Se inauguró el pasado cuatro de julio, día de la independencia norteamericana. En muerte, y en su centenario, Reagan ha visitado además lugares en los que nunca estuvo. Una estatua de dos metros se yergue en una plaza de Budapest, en homenaje a su oposición al comunismo, derrocado del gobierno húngaro en 1989. En Praga, además, se le ha dedicado una calle. 

¿Demasiado gordo para ser presidente?

Por: | 05 de octubre de 2011

Chris Christie y Barack Obama
El gobernador de Nueva Jersey Christie recibe a Obama durante una visita.
Foto: The New York Times

Como dicen los estadounidenses, el tamaño del Gobernador republicano de Nueva Jersey, Chris Christie, ha sido el elefante en la habitación que todo el mundo percibía pero que nadie se atrevía a señalar. Sólo los humoristas más irreverentes con carta blanca que parece que no ofenden digan lo que digan se lanzaron a degüello. Fue el caso del legendario David Letterman, que en su clásica lista del 'Top Ten' dedicada a cuán diferente sería EEUU si Christie fuera presidente elevó a un respetable número dos que en lugar de invadir Irak, el país invadiría Ihop (o lo que es lo mismo, la mega cadena de restaurantes de pancakes). Ja, ja, ja.

El tabú se iba resquebrajando poco a poco, con consultas en la web de algunos periódicos y algunas cadenas de información acerca de qué pensaban los ciudadanos sobre tener a un presidente gordo (fat, la otra palabra f, f word, que no se puede mencionar por corrección política). Hasta que se evaporó en el aire cuando un reportero tuvo el valor de cuestionar al propio Christie en la conferencia de prensa que daba el martes para anunciar que no sería candidato a la nominación republicana para las elecciones presidenciales de 2012 que pensaba de las informaciones que insinuaban que estaba "demasiado gordo para ser presidente".

Christie respondió, con voz y cara de pocos amigos, que pare él eso no era noticia y que los únicos que parecían disfrutar eran los medios. El Gobernador reconoce su exceso de peso así como admite que tiene serios problemas para ponerse a régimen. Pero no disimula su gordura ni se escuda en excusas: "Estoy gordo porque como demasiado", dijo en un programa nocturno de CNN.

Ya es un hecho que Christie no correrá en la carrera de fondo que es la elección a la Casa Blanca pero en cualquier caso su irrupción en la escena política nacional ha dejado abierta la incógnita: ¿se puede estar demasiado gordo para ser presidente? La obesidad se encuentra entre uno de los mayores problemas de la nación. Y se supone que el presidente debe de ser un ejemplo a seguir para sus ciudadanos, argumentan quienes llevan días debatiendo el tema en los foros de internet. Es más... ¿no es peligroso que el líder de la nación tenga ya problemas de salud añadidos que pueden dificultar su tiempo en la Casa Blanca? O, en el otro fiel de la balanza, ¿no es discriminatorio y ofensivo juzgar a alguien por su aspecto físico?

El país que inventó el footing pero también la Coca Cola produce obesos y fanáticos del culto a la imagen por igual. Amplios espectros de la sociedad se alimentan de sodas y hamburguesas de tres pisos y patatas fritas mientras otros se dejan sumas imposibles de dinero en dietas y desfiles por los quirófanos de los cirujanos plásticos para que en su cuerpo no hay resto de grasa. 

Captura de pantalla 2011-10-04 a las 10.41.15 PM Dentro de la polémica sobre el gran tamaño -ni mentar the f word: fat; gordo- ha habido quien se ha puesto a desenpolvar los nombres de los próceres que pasaron por el número 1600 de Pensilvania Avenue y han rescatado para las crónicas de la actualidad a William H. Taft, presidente número 27 de Estados Unidos entre 1909 y 1913.

Taft pesaba unas poderosas 300 libras -más de 135 kilos- y está en los libros de historia que en más de una ocasión tuvo que recurrir a la ayuda del servicio doméstico de la Casa Blanca para que le ayudaran a zafarse de la bañera en la que se solía quedar atascado. Harto del incómodo y poco íntimo percance tomó una drástica decisión: instaló una bañera en la que cabían cuatro hombres y decidió que se fotografiaran en ella como prueba de que nunca más volvería a quedarse atascado en su baño matinal.

El País

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