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La pena de muerte es cara

Por: | 01 de noviembre de 2012

Captura de pantalla 2012-10-31 a las 2.31.13 p.m.

No inmoral, cara. En California, los grupos de activistas que pretenden que el próximo martes día 6 los votantes de ese Estado rechacen la pena de muerte en referéndum están basando sus campañas no en términos morales sino económicos. Si en lugar de condenar a los presos a la máxima pena se les sentenciara a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, las arcas estatales ahorrarían cada año más de 130 millones de dólares, según informa el organismo asesor independiente Legislative Analyst´s Office. Otro estudio, este del año 2011 del Noveno Circuito de Apelaciones, asegura que la pena de muerte ha supuesto a California un total de cuatro mil millones de dólares desde que se reinstauró a nivel nacional en 1976.

Contrariamente a lo que consideran muchos defensores de la pena capital, el método es caro e ineficiente. Los condenados a muerte en California esperan una media de cinco años antes de que se les asigne abogado para poder recurrir su sentencia ante el Tribunal Supremo del Estado y luego otros 12 para que otro abogado maneje la petición formal para que un juzgado federal examine la legalidad del caso del condenado. En definitiva, el Tribunal Supremo de California emplea una tercera parte de su tiempo en gestionar recursos de penas de muerte, según Jeanne Woodford, una de las principales defensoras de la Proposición 34 y antigua alcaide de la prisión de San Quentin, donde supervisó cuatro ejecuciones. 

La opinión pública sobre la pena de muerte ha ido cambiando desde que volvió a los códigos penales a mediados de los setenta. En los últimos 10 años, cinco Estados la han abolido de sus ordenamientos, lo que eleva a 17 el número de Estados que no la practican -más el Distrito de Columbia- frente a 33 que sí -más el Gobierno y el Ejército de EEUU-. Los sondeos sobre la Proposición 34 en California -abolición de la pena de muerte- dicen que un 42% de los votantes que el martes acudirán a las urnas apoyarán la medida frente a un 45% que la rechazará, lo que supone una disminución de este último grupo respecto a la última encuesta que arrojaba una cifra del 51%. El resto se definen indecisos.

California tiene 724 personas -19 de ellas mujeres- esperando su cita con el verdugo en el corredor de la muerte -es el Estado con mayor número de condenados a la máxima pena, seguido por Florida con 407 y Tejas con 308-. En los últimos seis años no se ha ejecutado a una sola de ellas, después de la polémica sobre el uso de la inyección letal y el sufrimiento que infringía a los reos. Desde 1976, sólo se ha acabado con la vida de 13 personas, según datos del DPIC (Centro de Información sobre la Pena de Muerte, siglas en inglés). Más de 1.300 personas han sufrido homicidios legales a manos del Estado desde 1976.

Captura de pantalla 2012-10-31 a las 2.30.39 p.m.Cuarenta y cuatro prisioneros del corredor de la muerte de California llevan más de tres décadas esperando su cita con la muerte impuesta por el Estado. Douglas Stankewitz es el más veterano. Hoy tiene 54 años y llegó a San Quentin con 20. Stankewitz ha tenido 12 abogados a lo largo de 34 años y registros de los juzgados muestran más de 600 apelaciones o mociones sólo desde 1991 -fue condenado en 1978-. "La pena de muerte es una broma", declaró el preso a la agencia Reuters que logró entrevistarle la semana pasada en San Quentin. "No pueden matarme porque el sistema no funciona". 

Las proyecciones dicen que para el año 2050, California habrá mandado otros siete centenares de presos al corredor de la muerte y que más de 500 habrán muerto de viejos o de causas naturales antes de que puedan ser ejecutados. Desde el año 1978, 21 reos se han quitado la vida mientras esperaban la muerte y 57 han muerto de causas naturales. Trece han agotado todas sus posibles apelaciones y ya sólo les queda la muerte.

Los partidarios de la Proposición 34 y el fin de la pena de muerte en California alegan que la cadena perpetua sin posibilidad de libertad bajo fianza supondría un coste anual de poco menos de 12 millones de dólares, nada comparado con los actuales más de 130 -algunas fuentes los elevan a 144- y un argumento convincente en época de crisis presupuestarias. Cifras oficiales del Departamento de Prisiones de California sitúan en 55.000 dólares el coste anual por preso, sin distinguir entre crímenes o sentencias. 

Los detractores -entre los que se encuentran tres antiguos Gobernadores- dicen que mantener la pena de muerte vigente no tiene nada que ver con la economía sino con hacer justicia. El ex Gobernador Gray Davis considera que hay que estar con "los familiares de unas víctimas que sufrieron un dolor inmenso a manos de violentos criminales".  Para la inmensa mayoría de estos familiares, la muerte del culpable que les arrebató un ser querido supone poder pasar página. Y sin embargo hay quien a pesar de haber estado a favor ahora está en contra. Dion Wilson deseó con fervor que el asesino de su esposo fuera condenado a la máxima pena. Cuando esto sucedió, "no funcionó". "No cambió nada, no me sentí mejor", asegura la señora Wilson.

 

 

 

 

Cárceles que parecen residencias de ancianos

Por: | 15 de junio de 2012

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Muy buenas a todos. ¿Cómo les ha tratado la vida en estos seis pasados meses? ... Espero que bien, por aquí bien tambien, gracias. Por favor, ¡que alguien cambie esa foto de mi persona! Ocho meses de embarazo redondean bastante... Solucionado esto, he de confesar que llevo varias semanas a la búsqueda de un tema de reapertura de este espacio, leía y miraba y hablaba con gente y volvía a leer con la esperanza de encontrar un tema de los que llamamos de tono ligero pero puesto que la cena de George Clooney a Barack Obama en Los Ángeles mereció un espacio en Gente y que el día parece que solo da malas noticias (no voy a entrar en los titulares que cada mañana leemos por aquí sobre España), tendré que ceder el paso a la tozuda evidencia  y aceptar reabrir el blog con lo que hay: cruda realidad.

Una cruda realidad que habla de las cárceles en Estados Unidos, país con la población reclusa más grande del mundo, con 2,3 millones de personas entre rejas. Entre 1980 y 2010, el censo carcelario de EEUU creció 11 veces más deprisa que la población general. En ese periodo de tiempo, la demografía creció a un ritmo del 36% mientras que la población reclusa lo hacía a más del 400%. Hasta aquí todo tremendo.

Pero además, un dato escalofriante que se desprende del estudio publicado este miércoles por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, siglas en inglés), es que el número de personas mayores en las prisiones crece todavía más rápido, casi convirtiéndose en lo que la ACLU ha denominado "una epidemia" para los Estados de la Unión, que ven lastrados sus presupuestos con prisiones atestadas de personas que no representan ningún peligro para la sociedad. 

Captura de pantalla 2012-06-14 a las 1.34.16 p.m.

Según el Instituto Nacional de Correcccionales, se considera "mayores" o en "proceso de envejecer" a todas aquellas personas con una edad superior a los 50 años. En 1981, en las cárceles de EEUU había 8.853 reos mayores de 55 años; hoy existen más de 245.000 personas mayores de 50 en los centros penitenciarios. Los expertos proyectan que en 2030 el número superará los 400.000, lo que supondrá un tercio del total de la población penitenciaria. Dicho de otra manera, se espera que ese censo crezca más de un 4.400% en ese espacio de tiempo.

Quede claro que la población de viejos reclusos no crece debido a una brutal oleada de crimen geriátrico -de hecho las estadísticas dicen lo contrario, que cada vez son menos las personas mayores que delinquen- sino a las políticas puestas en práctica en las décadas de los 80 y 90 que dictaron mano dura contra el delito por pequeño que fuera, incluidas ofensas por posesión de drogas o faltas que no implicaban violencia ni sangre.

Captura de pantalla 2012-06-14 a las 1.36.04 p.m.Aquellas políticas se pagan ahora -literalemente-, asegura el informe. Mantener a un preso mayor de 50 años en la cárcel le cuesta cada año al Estado y al contribuyente más de 68.000 dólares; un preso de edad media supone un gasto de 34.000. Haciendo números, los presos mayores de 50 años, sobre quienes dicen los estudios que no representan peligro para la seguridad pública, cuestan a EEUU más de 1.600 millones de dólares. Según uno de los autores del estudio, Inimai Chettiar, "a no ser que se hagan cambios dramáticos en las políticas de libertad provisional, los presupuetsos estatales y federales están amenazados de muerte ya que no van a poder hacer frente a los gastos". "Es bien sencillo", explica un economista de la ACLU, "es ridículo y un despilfarro utilizar el dinero de los contribuyentes en gastar ingentes cantidades de dinero en mantener encerradas a personas que ya no deberían de estar en la cárcel". 

Como ven, siempre en la vida todo es un problema de presupuesto. Un gusto volver a escribirles. 

Cerrado, temporalmente, por maternidad

Por: | 01 de diciembre de 2011

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Perdonada la paz y preservada la libertad (Peace y Liberty, nombres de los pavos que por gracia de Barack Obama se salvaron de ser trinchados el pasado jueves el día de Acción de Gracias); con el pavo ingerido y digerido; con el árbol de Navidad de la Casa Blanca a punto de ser encendido anoche en una celebración multitudinaria en los jardines de la residencia presidencial -este año la decoración será en blanco y negro, en honor a Bo, the first dog-; y con mi hija recién nacida en brazos -tres kilos cuatrocientos veintinueve gramos-, ladies and gentlemen,les dejo hasta el próximo mes de abril.  

Será hasta entonces. Aunque no pasa ni un sólo día de los que hablo con España para recibir felicitaciones en que alguien no me pregunte: "Y tú, qué, ¿vas a hacer como Soraya?". Para empezar, dejemos a Soraya en paz. Como dicen tan a menudo por estas tierras, creí que aquel (España) era un país libre... Para continuar, ¿por qué esta cosa tan sexista -muy usada, por cierto, entra las mismas mujeres- de llamar a los líderes masculinos por sus sonoros apellidos -Rajoy, Zapatero, Clinton...- y a las señoras en el poder o la política por sus nombres de pila -Soraya, Hillary, ¡LA Trini!-... Ah! Y para finalizar, que la hormona me sigue traicionando y ya dejaba dos sin tres: no, no voy a hacer como Soraya. Yo paro e incluso les escribo para comunicárselo.

No leerán aquí, en The American Way of Life (ahora se explican los mofletes de la foto del blog, ¡ocho meses de embarazo!), las muchas anécdotas y curiosidades que sucederán, por ejemplo, a partir del 2 de enero en Iowa, cuando se de el pistoletazo de salida a las primarias republicanas y la tropa periodística se desplace en masa hasta Des Moines para informar desde la nieve de que Mitt Romney perderá (porque perderá en Iowa; ganará en New Hampshire -es casi como Massachussetts-; y perderá de nuevo en Carolina del Sur y Florida, y aún así, será el candidato, que no gusta ni a los propios republicanos...-; no les relataré los Oscars ni les informaré de si otro Estado, siguiendo los pasos de Oregon hace nada, decide que la pena de muerte es cruel y propia de países subdesarrollados y la condena al olvido.

Estaré de vuelta para el camino que conducirá a un nuevo -o al mismo presidente- a la Casa Blanca en 2012 (por soñar, que la hormona ayuda, que en la competición haya un ticket demócrata Obama-Clinton). Como en 2008, la maternidad me aleja por unos meses de mi puesto de trabajo. Aunque entonces, aquel año, a lo Sáenz de Santamaría, interrumpí mi baja para cubrir la victoria histórica de Barack en un parque de Chicago en una noche de no mucho frío dadas las fechas. 

Hasta pronto.

Diferencias irreconciliables

Por: | 28 de octubre de 2011

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Desde que esta foto fue tomada por la revista Time han pasado 54 años, las leyes de segregación en Estados Unidos son cosa del pasado -no muy lejano- y en la actualidad un presidente negro reside en la Casa Blanca. En esos 54 años, dos mujeres vivieron en distintos mundos -uno para blancos; otro para negros-; una insultó a otra y le recomendó que volviera a África; la otra aguantó estoica los insultos; en el correr de ese más de medio siglo, ambas se reunieron -y se hicieron amigas- durante el 40 aniversario de uno de los episodios más importantes del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. La amistad duró poco. No sobrepasó los dos años. ¿Por qué? 

La foto, a primera vista, tiene una única protagonista: Elizabeth Eckford, 15 años, joven de raza negra que el 4 de septiembre de 1954 desafió un status quo que legalmente ya se resquebrajaba -pero que tardaría muchos años todavía en cuajar en las actitudes-  al intentar acceder a las clases del instituto -sólo para blancos- Little Rock de Arkansas. El Tribunal Supremo había puesto fin a la segregación en las aulas pero el Gobernador de Arkansas, Orval Faubus, tenía otras arcaicas ideas y envió a la Guardia Nacional para que impidieran el acceso el primer día de clase a cualquier afroamericano que osara romper el poder establecido.

Eckford formó parte de Los Nueve de Little Rock, nueve jóvenes negros que se ofrecieron voluntarios -practicamente fueron conejillos de indias- para asistir a ese primer día de clase histórico entre una multitud de blancos. Los nueve debían llegar juntos, aquel acto de desafío -por mucho que tuviera el respaldo de la justicia de Washington, pero Washington estaba tan lejos- podría resultar muy peligroso, sobre todo cuando el Gobernador lo estaba boicoteando. Pero un problema de comunicación hizo que Eckford no recibiera el mensaje y se aventuró sola hacia las aulas del Instituto avanzando entre una turba con deseos de linchamiento.

Eckford solicitó a los soldados de la Guardia Nacional que la dejaran acceder a las aulas. Lo hizo hasta dos veces. Ante la negativa de los uniformados, la joven se dio la vuelta, libros apretados sobre su pecho, gesto impasible, mirada firme protegida tras unas gafas de sol y se dispuso a abandonar el recinto del centro. A su espalda, una multitud blanca cargada de prejuicios y racismo le lanzaba todo tipo de insultos. Las cámaras de la televisión filmaban lo que sucedía. Los periodistas tomaban notas. Eckford avanzaba. Una joven de la misma edad que ella tomó la iniciativa en la propuesta común de que los negros debían de volver a las selvas de África. Se trataba de Hazel Bryan, quien histérica y llena de ira amenazaba a Eckford. Bryan es la otra protagonista de la instantánea.

Hasta aquí la historia que se escribió aquel día. En los años siguientes, Eckford completaría sus estudios en Little Rock -aunque no sin pagar un precio, sufrió problemas de ansiedad y depresión- al igual que lo hizo Bryan -que se casaría a los 18 años y formaría una familia feliz con tres hijos-. Pero a comienzos de la década de los sesenta, Bryan -ajena ya al racismo en el que creció- necesitó hacer una llamada. Telefoneó a Eckford y le pidió perdón por lo sucedido aquel 4 de septiembre. No hubo más contacto entre ellas. Hasta 1997, cuando el diario local quiso fotografiarlas juntas con ocasión del 40 aniversario de aquel histórico día. Allí estaban las dos, había pasado un mundo desde entonces, ambas sonreían a la cámara frente al instituto. Bill Clinton ejerció de maestro de ceremonias tres días después y otorgó a las mujeres la medalla de "amigas reconciliadas".

Captura de pantalla 2011-10-27 a las 10.58.49 PMTal título lo llevaron con orgullo cerca de dos años. Se hicieron amigas. Comían juntas, iban de compras juntas, dieron charlas en universidades e institutos sobre su experiencia pasada y se convirtieron en el ejemplo de la reconciliación. Oprah Winfrey las sentó en el sofá de su programa para que contaran su historia y conmovieran a la nación como solo Oprah sabe hacer. Pero no bastó. Eckford no podía encajar que Bryan siguiera creyendo que lo que hizo respondía a una chiquillada de juventud en lugar de a un sentimiento racista. Bryan entendió que Eckford jamás la había perdonado aunque dijera que sí. Cuando se inició el siglo XXI ya no hablaban más. Hoy siguen sin hacerlo. ¿Por qué?...

 

El matrimonio es para blancos

Por: | 21 de octubre de 2011

Captura de pantalla 2011-10-18 a las 5.23.52 p.m.Que uno de cada diez hombres negros de treintaytantos años esté en la cárcel es sólo uno de los muchos datos que documentan ampliamente el colapso del matrimonio entre los negros en Estados Unidos. Siete de cada diez mujeres negras están solteras; las otras tres de la ecuación están forzadas a vivir lo que se conoce como 'compartir hombre'. Dos de cada tres matrimonios negros acaba en divorcio, el doble del ratio que sufren los blancos... La afirmación la hizo hace ya algunos años un niño de 12 años en una escuela del deprimido sureste washingtoniano, frase que fue reveladora para la entonces profesora y luego escritoria Joy Jones. "Mi momento nunca llegaba", escribió Jones en The Washington Post... "Y entonces una alumno me iluminó: el matrimonio es para gente blanca".

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Voces desde el útero

Por: | 17 de octubre de 2011

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Laura Basset, The Huffington Post.

Dicen los fundadores del grupo Voices From the Womb (Voces Desde el Útero) que, durante décadas, la gente ha ido hasta Washington "para dejar que se oyeran sus voces" sobre distintas materias. Desde la capital de la nación, Martin Luther King reclamó igualdad y justicia y el fin de la segregación. Hasta Washington se trasladaron las sufragistas para reclamar su derecho al voto. El Tea Party; Jon Stewart; la Marcha del Millón de Hombres; los pacifistas que reclamaban el fin de la guerra de Vietnam... Todo aquel que tiene un mensaje que dar acude a Washington. Y sin embargo, según apuntan desde Voices from the Womb, existe una voz que nunca se ha oído, a pesar de que el asunto al que se refiere "ha generado millones de manifestaciones y millones de manifestantes durante años desde ambos lados de la balanza del tema". "Esas voces son las de los niños inocentes dentro del útero materno", a los que nadie pregunta si quieren ser abortados, dicen los portavoces de Voices from the Womb. El feto compareció en forma de ecografía en Capitol Hill la semana pasada para dejarse oír.

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El año de Reagan

Por: | 07 de octubre de 2011

Hay un nombre que los norteamericanos evitan pronunciar en vano, bajo cualquier circunstancia: el de Ronald Reagan (Illinois, 1911-California, 2004). Su memoria y su legado son fuente de inspiración y motivo de reverencia para demócratas y republicanos por igual. Por eso, en un año en que se celebra un siglo de su nacimiento, Estados Unidos contempla cómo se multiplican sus estatuas conmemorativas. América, y parte del mundo, están ahora repletos de Reagans.

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Foto de Ronald Reagan del archivo de la Casa Blanca.

El Reagan más emblemático será el del aeropuerto nacional Ronald Reagan, en la zona metropolitana de Washington, que quiere honrar al presidente del que tomó su nombre en 1998. El uno de noviembre, el aeropuerto tiene planeado descubrir una estatua del presidente donada por la Fundación Ronald Reagan, que ha costado 940.000 dólares (703.000 euros). El coste de colocarla y acondicionar sus inmediaciones será de 80.000 dólares (unos 60.000 euros).

La localidad de Newport Beach, en California, un Estado del que Reagan fue gobernador, desvelará este fin de semana su propia estatua, financiada íntegramente con donaciones privadas. “El presidente Ronald Reagan fue un líder que cambió a esta nación y que inspiró no sólo a los americanos, sino a los amantes de la libertad en todo el mundo”, dijo en un comunicado el miembro del gobierno local Keith Curry.

En año de elecciones, el recuerdo de Reagan está más presente que nunca. Se le cita en cada debate republicano. Y se selecciona muy bien lo que se dice de él. Casi todos los candidatos ignoran conscientemente el que se llama el undécimo mandamiento, acuñado por el popular ex presidente: “Un republicano no hablará nunca mal de otro republicano”.

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Estatua de Reagan en Londres (Foto de AP)

En Londres, en el barrio de Mayfair, frente a la embajada norteamericana, se ha erigido otra estatua, de tres metros de altura. Se inauguró el pasado cuatro de julio, día de la independencia norteamericana. En muerte, y en su centenario, Reagan ha visitado además lugares en los que nunca estuvo. Una estatua de dos metros se yergue en una plaza de Budapest, en homenaje a su oposición al comunismo, derrocado del gobierno húngaro en 1989. En Praga, además, se le ha dedicado una calle. 

¿Demasiado gordo para ser presidente?

Por: | 05 de octubre de 2011

Chris Christie y Barack Obama
El gobernador de Nueva Jersey Christie recibe a Obama durante una visita.
Foto: The New York Times

Como dicen los estadounidenses, el tamaño del Gobernador republicano de Nueva Jersey, Chris Christie, ha sido el elefante en la habitación que todo el mundo percibía pero que nadie se atrevía a señalar. Sólo los humoristas más irreverentes con carta blanca que parece que no ofenden digan lo que digan se lanzaron a degüello. Fue el caso del legendario David Letterman, que en su clásica lista del 'Top Ten' dedicada a cuán diferente sería EEUU si Christie fuera presidente elevó a un respetable número dos que en lugar de invadir Irak, el país invadiría Ihop (o lo que es lo mismo, la mega cadena de restaurantes de pancakes). Ja, ja, ja.

El tabú se iba resquebrajando poco a poco, con consultas en la web de algunos periódicos y algunas cadenas de información acerca de qué pensaban los ciudadanos sobre tener a un presidente gordo (fat, la otra palabra f, f word, que no se puede mencionar por corrección política). Hasta que se evaporó en el aire cuando un reportero tuvo el valor de cuestionar al propio Christie en la conferencia de prensa que daba el martes para anunciar que no sería candidato a la nominación republicana para las elecciones presidenciales de 2012 que pensaba de las informaciones que insinuaban que estaba "demasiado gordo para ser presidente".

Christie respondió, con voz y cara de pocos amigos, que pare él eso no era noticia y que los únicos que parecían disfrutar eran los medios. El Gobernador reconoce su exceso de peso así como admite que tiene serios problemas para ponerse a régimen. Pero no disimula su gordura ni se escuda en excusas: "Estoy gordo porque como demasiado", dijo en un programa nocturno de CNN.

Ya es un hecho que Christie no correrá en la carrera de fondo que es la elección a la Casa Blanca pero en cualquier caso su irrupción en la escena política nacional ha dejado abierta la incógnita: ¿se puede estar demasiado gordo para ser presidente? La obesidad se encuentra entre uno de los mayores problemas de la nación. Y se supone que el presidente debe de ser un ejemplo a seguir para sus ciudadanos, argumentan quienes llevan días debatiendo el tema en los foros de internet. Es más... ¿no es peligroso que el líder de la nación tenga ya problemas de salud añadidos que pueden dificultar su tiempo en la Casa Blanca? O, en el otro fiel de la balanza, ¿no es discriminatorio y ofensivo juzgar a alguien por su aspecto físico?

El país que inventó el footing pero también la Coca Cola produce obesos y fanáticos del culto a la imagen por igual. Amplios espectros de la sociedad se alimentan de sodas y hamburguesas de tres pisos y patatas fritas mientras otros se dejan sumas imposibles de dinero en dietas y desfiles por los quirófanos de los cirujanos plásticos para que en su cuerpo no hay resto de grasa. 

Captura de pantalla 2011-10-04 a las 10.41.15 PM Dentro de la polémica sobre el gran tamaño -ni mentar the f word: fat; gordo- ha habido quien se ha puesto a desenpolvar los nombres de los próceres que pasaron por el número 1600 de Pensilvania Avenue y han rescatado para las crónicas de la actualidad a William H. Taft, presidente número 27 de Estados Unidos entre 1909 y 1913.

Taft pesaba unas poderosas 300 libras -más de 135 kilos- y está en los libros de historia que en más de una ocasión tuvo que recurrir a la ayuda del servicio doméstico de la Casa Blanca para que le ayudaran a zafarse de la bañera en la que se solía quedar atascado. Harto del incómodo y poco íntimo percance tomó una drástica decisión: instaló una bañera en la que cabían cuatro hombres y decidió que se fotografiaran en ella como prueba de que nunca más volvería a quedarse atascado en su baño matinal.

Cerrado por terremoto

Por: | 29 de septiembre de 2011

Monument reuters

Washington tembló el pasado mes de agosto, y lo hizo tanto que uno de sus monumentos más icónicos, el Obelisco, estará fuera de la ruta de los turistas por "tiempo indefinido", como asegura el Servicio Nacional de Parques. En plena ola de calor, cuando el pánico por los destrozos que el huracán Irene prometía aún estaba por llegar, la capital de Estados Unidos sufrió otro momento de terror -este real-, cuando un seísmo de 5,8 grados en la escala Ritcher conmocionaba la vida -tranquila por lo general, exceptuando los puñales que vuelan por los pasillo del Capitolio, pero eso es para otro post- de sus habitantes. 

Quienes estaban en sus oficinas desalojaron rápidamente los edificios; quienes sintieron que las paredes de sus casas se movían mientras se entregaban al almuerzo no es que hubieran perdido la razón si no que supieron en breve que algo estaba pasando. Niki Williams, la 'ranger' a cargo de los visitantes que en ese momento visitaban el Monumento a George Washington, también conocido como el Obelisco, creyó que estaba viviendo "algún tipo de ataque terrorista" -tal es la vulnerabilidad que ha quedado en los norteamericanos y la consciencia de que este país puede volver a ser atacado como ya sucedió el 11-S-. Esta semana, Williams ha sido elevada al altar de los héroes tras hacerse público un vídeo en el que se observa lo impactante que fue el terremoto y la serenidad y buen saber hacer que demostró la guarda en todo momento para evacuar a las cerca de dos docenas de personas que se encontraban en la parte más alta del monumento disfrutando de una jornada de descanso cuando la naturaleza decidió jugarles una mala pasada.

"Lo que quise hacer en un primer momento fue salir corriendo escaleras abajo y alejarme todo lo posible de la zona", ha declarado Williams a todas las cadenas de televisión, locales y nacionales, que han hecho intensivo seguimiento de esta historia. Sin embargo, Williams hizo todo lo contrario, procedió con calma y comenzó la evacuación, serena y ordenada. Incluso cuando ya todo el mundo estaba saliendo, la guardabosques retrocedió lo avanzado para asegurarse que no quedaba nadie en lo más alto del Obelisco. 

Situado en el extremo oeste del Mall de Washington, el Obelisco se convirtió en el año 1884 en la estructura más alto del mundo -casi 170 metros-, lugar del que fue desbancado en 1889 cuando entró en escena la Torre Eiffel de París (Francia). Tal categoría se traduce en que el monumento dedicado al primer presidente de Estados Unidos, el que dio la independencia de los británicos al país, tiene 897 escalones, 897 peldaños que los turistas tuvieron que bajar uno a uno hasta sentirse seguros en la calle y saber a través de los walkies-talkies de los guardabosques que lo que habían vivido era un terremoto y que no había rastro de terroristas por ningún lado -tampoco de los marcianos protagonistas de Mars Attacks!-

Captura de pantalla 2011-09-28 a las 4.24.11 p.m. Cerrado por tiempo indefinido, un grupo de ingenieros ha comenzado esta semana la inspección meticulosa del edificio, lo que ha supuesto que cuatro especialistas se deslizaran haciendo rappel desde su cúpula el martes para comprobar la intensidad de los daños y sellar las grietas que se hayan podido causar. Pero como desde mediados de agosto la ciudad de Washington encadena lo que parecen plagas bíblicas -terremoto, huracán, lluvias torrenciales-, la tormenta desencadenada sobre la ciudad el miércoles por la mañana ha obligado a suspender las obras hasta próximo aviso.  

El Monumento a Washington está hecho a base de mármol, granito y piedra arenisca. Fue diseñado por un prominente arquitecto de la década de 1840, Robert Mills, pero tardó casi treinta años en concluirse, cuando su autor ya había fallecido. De hecho, si se dedica una mirada observadora se puede detectar la diferencia entre los tipos de mármol utilizados a partir de los 50 metros, donde comienza la segunda etapa de su construcción. Conseguir entradas es una misión casi imposible, generalmente se hace por internet y se consiguen con semanas, a veces meses, de antelación a la fecha de la visita. Excepto si alguien tiene la fortuna de encontrase con un par perdidas en el suelo, como le ha sucedido a algún turista español que pasaba por aquí.

Un héroe que no quiso serlo

Por: | 22 de septiembre de 2011

Se cumplen diez años de la guerra de Afganistán y entre las tropas, el nombre de un héroe se recuerda como símbolo de los grandes sacrificios que Estados Unidos le ha pedido a toda una generación en la misión bélica más larga de su historia. Pat Tillman se alistó en junio de 2002, junto a su hermano Kevin. Murió en abril de 2004, a los 27 años, en la provincia de Khost, en la frontera con Pakistán. Había renunciado a un contrato millonario con la liga de fútbol americano, NFL, por el fuerte impacto que tuvieron sobre él los atentados del 11 de septiembre de 2001. La Casa Blanca y el Pentágono emplearon su sacrificio, el mayor que alguien puede hacer por su país, para ennoblecer la guerra y sus motivos. Pronto se descubriría, sin embargo, que a Pat Tillman no lo mataron los talibanes, sino sus propios compañeros de filas, en lo que se llama un “fuego amigo”, y que el Ejército conspiró para ocultar esas circunstancias.

450x402-alg_pat_tillmanPat Tillman, al entrar en el Ejército de Tierra

Tillman nunca quiso ser un héroe. La única razón que le llevó a alistarse fueron los atentados de 2001. Era ateo. Recelaba de Bush. Y vivió como un calvario personal que su primera misión, después del entrenamiento en el equipo de operaciones especiales de los Rangers del Ejército de Tierra, fuera en Irak. Tillman veía aquella guerra, como muchos otros norteamericanos, como innecesaria, un capricho absurdo de la administración de George Bush. Desde que se alistó, se negó a dar entrevistas. No quería ser representante o emblema de ninguna generación. Sólo quería luchar por su patria, como uno más.

Cuando regresó de Irak, donde tomó parte en la toma de Nasiriya, fue destinado, finalmente, a Afganistán. Aquel había sido su sueño, la razón para entrar en el ejército. El 22 de abril se encontraba de misión con un destacamento, de camino a la aldea de Mana, a la búsqueda de insurgentes. En el camino, uno de los dos vehículos acorazados Humvee con los que viajaba se estropeó. Caía la noche y el teniente al mando, David Uthlaut, pidió explotar el vehículo y que un helicóptero les recogiera. El comandante del Regimiento número 57 de los Rangers le denegó la petición desde la base de Bagram. Ordenó que el destacamento se dividiera y selló la suerte de Tillman.

La mitad del grupo dio media vuelta y regresó a la única carretera asfaltada de Khost, arrastrando el Humvee estropeado. La otra, avanzó hacia Mana. En ese último destacamento viajaba Pat Tillman. Su hermano Kevin iba en el primero. Éste fue atacado momentos después, con explosivos, cuando cruzaba un hondo y estrecho cañón. Pat oyó las explosiones, dio media vuelta y corrió a asistir a su hermano. Llegó por un valle cuando el fuego había acabado. Sus camaradas le vieron venir, pero en la oscuridad, pensaron que era un insurgente. Un soldado de gatillo fácil le reventó la cabeza con una ametralladora ligera M-249, a pesar de que Pat se acercaba a él con las manos en alto gritando: “I am Pat Tillman, I am Pat fucking Tillman”. Esas fueron sus últimas palabras. Así describió Kevin los últimos momentos de su hermano en una audiencia del Senado.

 

De todo eso Kevin se enteró pasadas cuatro semanas. Nadie le dijo inmendiatamente cómo había muerto Pat. De hecho, a pesar de una investigación interna que daba pruebas más que convincentes de que había fallecido por fuego amigo, los mandos dieron la orden a sus compañeros en el destacamento de Rangers de que no dijeran nada de las circunstancias de su muerte a la familia. El Ejército mantendría silencio sobre el asunto hasta el 27 de mayo. La Casa Blanca y el Pentágono dejaron que la nación creyera que Pat Tillman había sido abatido por los talibanes, no como la víctima de una mala decisión de los mandos militares y la precipitación de uno de sus compañeros de filas.

  Tillman2Pat Tillman cuando jugaba en la NFL

Con Kevin aun en los Rangers, fue imposible ocultar la verdad durante mucho tiempo. El caso se convirtió en un escándalo, en el que el propio secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, llegó a testificar en el Congreso. Tanto él como los mandos militares responsables repitieron 82 veces las palabras “no lo recuerdo exactamente” para evitar asumir las responsabilidades de mentir a la familia sobre los últimos momentos de la vida de Pat Tillman. Durante aquel mes en que la nación no supo esa verdad, la Casa Blanca empleó la historia del héroe caído como una cortina de humo, una razón para defender su presencia no sólo en Afganistán, sino también en Irak.

El investigador Jon Krakauer conto esta historia en un libro de 2009, titulado Where men win glory. El año pasado, además, se estrenó el documental The Tillman story, dirigido por Amir Bar-Lev. 

El País

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