Ana Carbajosa

Arreglar el país en el ascensor

Por: | 28 de junio de 2012

 

En Egipto han cambiado muchas cosas desde que se liberaron de su eterno dictador. La gente por ejemplo habla en la calle de política sin parar. Aquí todos opinan incluso sobre los asuntos más complejos. A veces, hablando con la gente en la calle da la impresión de que el país entero se ha matriculado en un máster colectivo en ciencia política.

“De repente, mi vecinos se han convertido en expertos en derecho constitucional”, me explicaba divertido en su casa Hisham Kassem fundador del diario al Masry al Yom y que ahora anda embarcado en el lanzamiento de otro proyecto periodístico. El bloque de pisos en el centro del El Cairo en el que vive Kassem recuerda al edifico Yacubian, el escenario del libro de Alaa Al Aswany, sobre el que luego también hicieron una película y una serie y que retrata con maestría la corrupción y demás miserias del antiguo régimen. Es un edificio un poco señorial venido a menos, muy bonito en su estructura, pero también muy descuidado. En el ascensor, que se cae a trozos, es donde se cruzan los vecinos. Antes se daban los buenos días y hablaban del tiempo. Ahora arreglan el país entre el tercer y cuarto piso. 

Lo mismo pasa en las familias, muchas divididas, según las afinidades políticas. El apoyo a un candidato u otro en las elecciones celebradas hace semana y media han sido objeto de broncas sonadas en muchos hogares. El diario Egyptian Gazette llevaba el otro día incluso un artículo en el que explicaba cómo había crecido el número de divorcios a raíz de las tensiones políticas, que al parecer abundan últimamente en los matrimonios egipcios.

Estas son novedades en una sociedad obligada a la discreción política durante décadas. También son novedad las tertulias y debates políticos, que durante la campaña han embelesado a los televidentes. Algunos egipcios cuentan que se han pasado hasta diez horas pegados a una tele, en la que se discutía a brazo partido los días previos a la publicación de los resultados electorales. Un invitado asiduo a los programas televisivos contaba como ahora, todos los tertulianos se han vuelto revolucionarios. Presentadores y periodistas que durante años comulgaron con la línea oficial ahora son el espíritu de Tahrir hecho persona.

Pero muchos otros aspectos de la vida de los egipcios apenas han cambiado. Algunas informaciones publicadas por los medios estatales dan una idea de la longitud del camino que aún falta por recorrer. Quedó claro la noche en la que la agencia estatal Mena anunció que Mubarak estaba “clínicamente muerto”. No era cierto, como más tarde se supo. El dictador sigue tan vivo como la que escribe, a pesar de que la prensa le ha matado ya varias veces. “Mubarak muere otra vez”, tuiteaba con sorna un egipcio. “El legado de Mubarak es un sistema de salud que no puede diagnosticarle correctamente y unos medios que no pueden publicar la verdad”, decía en otro tuit Blake Hounshell, editor de Foreign Policy. Mientras la prensa internacional daba cierto crédito a la supuesta muerte de Mubarak y enviaba a sus reporteros a ver cómo reaccionaba Tahrir a al noticia, en la plaza reinaba la incredulidad. A estas alturas, los egipcios no se creerán que el rais ha muerto hasta que los vean con sus propios ojos.

 

Lo que sí se han creído muchos egipcios es la campaña de la televisión estatal en contra de los extranjeros. El anuncio en cuestión alertaba de la posible presencia de espías en el país, camuflados de amables turistas. Un apuesto extranjero entra en un café. Jóvenes egipcios le acogen y charlan con él. “Se colará en tu corazón como si fuerais viejos amigos”, dice la voz en off. “Cuidado con lo que dices [cada palabra puede salvar una nación]”. La idea, según interpretaron algunos analistas locales era fomentar el clima de inseguridad con el objetivo de favorecer la candidatura de Ahmed Sahfiq, el candidato del Ejército que al final se estrelló en las urnas y cuya campaña se centró en la estabilidad y la restauración del orden en las calles. La televisión acabó por retirar ante la polémica que suscitó, pero el daño estaba hecho.

La primera vez que una mujer empezó a gritar en la calle a un hombre al que estaba entrevistando, no entendí muy bien lo que pasaba hasta que me hablaron de los estragos que estaba causando el anuncio. La mujer gritaba porque creía que yo era una espía. Me pasó lo mismo varias veces en las calles de El Cairo. A veces los cairotas increpaban suavemente, otras veces amenazantes. La cosa nunca llegó a mayores y casi siempre apareció de la nada algún amable egipcio dispuesto a desmontar los prejuicios de los desconfiados.

 

 

 

Hay 1 Comentarios

¡ EL SER HUMANO MIEDOSO, INCONSCIENTE DE QUIEN ES, ESTA DESAPARECIENDO,Y ESTA SIENDO SUSTITUIDO POR UN SER CONSCIENTE DE QUIEN ES, Y QUE ACTUA COMO TAL.!
ESTAMOS EN PLENA EVOLUCION, Y YO ME ALEGRO AUNQUE EL SUFRIMIENTO SEA DURO !

Madame Ghis.

¿ ME PREGUNTO POR QUE LOS MEDIOS DE COMUNICACION CONCIBEN Y DAN TANTA ATENCION A LAS NOTICIAS NEGATIVAS , CARGADAS DE SUFRIMIENTO NO RESUELTO POR EL SER HUMANO,CREEN QUE ASI ES LA MEJOR MANERA DE MEJORAR LA SOCIEDAD ?, ¿ QUE PASARIA SI CADA PERSONA EN SU TRABAJO SE COMPORTARA COMO ALTAVOZ DE LO MAS NEGATIVO QUE EXISTE ? CREANDO Y ATRAYENDO MAS DE LO MISMO.

” Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo” (M.Gandhi)

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Sobre la autora

Ana Carbajosa es corresponsal para Oriente Próximo de EL PAÍS. Empezó su carrera en la sección de Internacional y de allí saltó a la corresponsalía de Bruselas. Es autora de Las tribus de Israel. La batalla interna por el Estado judío

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