Ana Carbajosa

El maleficio de Gush Katif

Por: | 27 de julio de 2012

Al jefe de la policía de Jerusalén le han invitado a cogerse un permiso durante un tiempo. Hacía semanas que un escándalo con el que se le relacionaba amenazaba con salir a flote. Cuando las autoridades se dieron cuenta de que no había dique capaz de contener la rumorología que circulaba por la ciudad santa, optaron por alejar al policía, un presunto acosador sexual, de su puesto. Primero, la censura que las autoridades israelíes imponen en estos casos, prohibió la publicación de ninguna información relacionada con el caso. Después, como también suele suceder en estos casos, los detalles acabaron por salir a la luz.

El caso es el siguiente: la agente de policía D entró un buen día del pasado mes de marzo en el despacho del jefazo, Nisso Shaham. “De repente, él cerró la puerta y se me abalanzó. Me besó y me abrazó a la fuerza. Salí corriendo de la oficina mientras gritaba”, ha detallado D en su denuncia, según recoge el diario Yedioth Ahronoth. Al parecer, el caso de D no es el único. Hay por lo visto una fila de víctimas esperando que se haga justicia con el presunto acosador.

Dancing in gush katif AP
Un grupo de colonos judíos en el asentamiento de Gush Katif, antes de la evacuación de 2005. / AP

A Nisso Shaham se le atribuyen entre otras proezas haber impedido que hombres y mujeres estén obligados a circular por aceras separadas en Meah Sharim, el gran barrio ultraortodoxo de Jerusalén; una norma vial que pretendían imponer los haredim durante algunas fiestas judías. Pero a Shaham se le conoce sobre todo por haber proferido improperios contra los colonos más recalcitrantes, durante la evacuación de la franja de Gaza de 2005. Aquella acción convirtió a Shaham en la bestia negra de la derecha nacionalista y religiosa israelí, que ahora conmemora los siete años de la salida de Gaza.

Abandonar por la fuerza ese pedazo de territorio palestino supuso un trauma del que muchos colonizadores aún no se han recuperado. Para los colonos, las acusaciones de acoso sexual que ahora penden sobre Shaham, cierran el círculo del maleficio de Gush Katif –un bloque de asentamientos evacuados en Gaza-. Lo recuerda Akiva Novick en Yedioth. Ariel Sharon, el arquitecto de la polémica evacuación, vegeta comatoso en un catre desde hace siete años. Ehud Olmert, su sucesor y otro gran defensor de la salida de los colonos, lleva años inmerso en un calvario judicial acusado de corrupción, aunque ahora ha quedado parcialmente exonerado. Y Moshe Katsav, presidente israelí en aquel entonces, se encuentra en prisión, condenado por violación. Ahora le toca el turno a Shaham. La derecha colona lo tiene claro. Todo encaja.

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Por no hablar de aquel primer ministro que sus oponentes vestían en efigie de oficial SS y que acabó a tiros solo por pensar algo por el estilo al impulsar los acuerdos de Oslo (y por olvidarse de llevar chaleco antibalas). Se llamaba Rabin.

Otra conspiración judeomasónica? Hay que mirar menos Pinky y Cerebro.

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Sobre la autora

Ana Carbajosa es corresponsal para Oriente Próximo de EL PAÍS. Empezó su carrera en la sección de Internacional y de allí saltó a la corresponsalía de Bruselas. Es autora de Las tribus de Israel. La batalla interna por el Estado judío

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