Ana Carbajosa

¿Qué fue de la primavera palestina?

Por: | 02 de octubre de 2012

 

ManiRamala

Manifestantes palestinos protestan en Ramala el pasado septiembre. / EFE / ATEF SAFADI

 

Hace ahora un mes, el presidente palestino, Mahmud Abbas declaraba ante la Liga Árabe el nacimiento de la primavera palestina. Tras el pistoletazo de salida, los manifestantes obedientes salieron a la calle, quemaron neumáticos, protestaron por al subida del precio de la gasolina, los alimentos y pidieron a gritos la dimisión del primer ministro palestino, Salam Fayad. Aquella sucesión de eventos tuvo un tufillo a coreografía orquestada desde los despachos oficiales. En Ramala, muchos tenían claro que se trataba de sucias maniobras políticas del partido gubernamental Al Fatah para desprestigiar a Fayad, político independiente y niño bonito de Occidente. Las sospechas se vieron alimentadas ante el ejemplar comportamiento de la policía palestina, que rompiendo con sus costumbres, trató con guante de seda a los manifestantes.

En cualquier caso, resultaba bastante marciano que fuera el propio presidente palestino el que alentara una revuelta en contra de su autoridad. Era desde luego la primera primavera árabe declarada y alentada por los propios gobernantes.

Así estaban las cosas cuando la situación sobre el terreno, empezó a desmadrarse. En Hebrón y en Nablus los manifestantes se liaron a pedradas con la policía palestina y sembraron el caos en medio de la noche. Incluso en la balsámica ciudad de Belén ardieron barricadas. Los gritos en contra de Fayad se extendieron. Los manifestantes empezaron a pedir la salida de Abbas y el fin del Protocolo de París –el que regula las desiguales relaciones económicas con Israel- e incluso la anulación de los acuerdos de Oslo, los que crearon la Autoridad Palestina y debían culminar en el nacimiento de un Estado palestino independiente.

Las alarmas sonaron entonces a uno y otro lado de línea verde. La cosa podía complicarse mucho más. Aquí todos son conscientes de las toneladas de frustración que acarrean a sus espaldas los jóvenes palestinos. Unos jóvenes que nacieron con unos acuerdos de Oslo ya firmados y que a pesar de las promesas y el optimismo inicial siguen viviendo bajo una ocupación militar que de facto a muchos les dicta si pueden o no viajar, dónde pueden estudiar, trabajar o vivir.

Ramala
Protesta en Ramala el apsado septiembre por la situación económica y la carestía de la vida. / EFE / ATEF SAFADI 

A las restricciones propias y ya históricas de la ocupación se le añade la actual coyuntura económica; el verdadero detonante de las protestas. El Banco Mundial ha advertido recientemente que el déficit presupuestario de la Autoridad Palestina es insostenible y ha pedido a la comunidad internacional que apoye a los palestinos. Uno de los problemas es que los países donantes ya no donan como antes. Los europeos se encuentran inmersos en una crisis económica que no les permite desembolsos más allá de lo imprescindible. Los estadounidenses andan enzarzados en un boicoteo que nació como respuesta a la estrategia palestina de lograr cierto reconocimiento en Naciones Unidas. Y los países árabes tampoco pagan ya como antes. El dinero lo destinan a a las verdaderas primaveras árabes y además, de acuerdo con su lógica, invertir en el Gobierno palestino significa de alguna manera perpetuar la ocupación israelí. En definitiva, la respiración asistida con la que la Autoridad Palestina ha funcionado hasta ahora, está fallando.

Los políticos palestinos e israelíes se dieron cuenta de que había que actuar y rápido. Hacía falta oxígeno. Había que contener unas protestas que nadie tenía muy claro en qué podían desembocar, pero que todos temían que en nada bueno. Así que sin titubeos sepultaron las protestas con inéditas concesiones económicas. Israel ha concedido miles de permisos a trabajadores de Cisjordania, ha permitido la exportación de una partida de muebles de Gaza a Cisjordania y sobre todo ha adelantado 250 millones de shékels –unos 50 de euros- de los impuestos que recauda Israel y que corresponden a los palestinos. Mientras, el Gobierno de Ramala se ha apresurado a aprobar medidas de urgencia, incluida una bajada del precio de la gasolina, un recorte del IVA y de los viajes y gastos de los políticos de la Autoridad Palestina.

La calle se ha calmado. De momento. Las protestas han amainado, pero la preocupación persiste en los despachos oficiales palestinos e israelíes. Hay un mar de fondo que podría reactivarse en cualquier momento. Un diplomático occidental comentaba el otro día que estaba asustado tras escuchar la determinación y la renovada asertividad con la que ahora exigían mejoras los sindicatos palestinos. También hace poco, un alto mando militar, durante una conversación de cerca de una hora, dedicó casi todo el tiempo del encuentro al tema. “Hasta ahora lo tratábamos como una cuestión interna palestina. La principal motivación [de las protestas] es económica, pero hay muchas otras capas que no podemos ignorar. Pueden volverse en contra de Israel”, decía. La estrategia militar israelí, explicó pasa por mantener un perfil bajo para tratar de que la situación se estabilice. Temores parecidos expresó el vice primer ministro israelí Dan Meridor durante un encuentro reciente con periodistas internacionales, en el que mostró su preocupación ante la situación financiera de la Autoridad Palestina. “Les estamos dando a los palestinos más de lo acordado. Nuestro interés es que la Autoridad Palestina siga funcionando”. Y Abbas lo dijo claro ante la Asamblea General de la ONU la semana pasada: la Autoridad Palestina se encuentra “al borde del colapso”, “su existencia peligra”.

En Washintgon, andan también evidentemente preocupados con el tema. Sin Autoridad Palestina la ya casi quimera de los dos Estados es directamente impensable. Barajan incluso los estadounidenses la posibilidad de liberar fondos de ayuda de forma excepcional para que el Gobierno de Ramala pueda pagar a los salarios de los funcionarios y calmar los ánimos.

De momento, unos y otros aplican tratamientos paliativos. Todo lo que haga falta con tal de contener la marea. Saben que una verdadera primavera palestina, o lo que es lo mismo, una tercera Intifada serían palabras mayores.

Hay 13 Comentarios

Sr. MARCELO: los olores, los sabores y tambien los sonidos son muy importantes para Anita. Ademas de esos olores, ella necesita ciertos sabores gazaties, y tambien sonidos a cohetes iranies para trempar. Todo un coctel sexplosivo. En sus ojos se puede adivinar sus desorbitados orgazmos.

Sr. MARCELO: usted no entiende nada, pasa que Anita tiene también su corazoncito, el cual suspira por el olor a tigre de las chilabas de Gaza. Sin ese olor ella no trempa!

¿Primavera palestina? no sé si ud. escribe en pedo, o nació boluda y sufrió una recaída (sin ánimo de ofender)

Ana,
Como ha dicho tu rey caza elefantes: ! Calla tú!!!
Que estes buena y sana.

¿Primavera palestina? anda, Anita, no tomes más ibuprofeno en ayunas, que luego no sabes ni lo que escribes

Asi seguirán, en las mismas líneas de la ocupación, tanto el BM como el Gobierno de los EEUU hasta que el pueblo palestino se canse por hambre, por represión o por el paso de los años.
¡Una pena!

En Palestina nadie quiere matar judíos, no diga sandeces. Israel es un engendro y debería estar situado entre New York, Los Angeles u Ottawa...
¿Que se cree que somos tontxs o que?

Nunca la hubo, hámster. Habla del asesinato de Yassir Arafat y de la corrupción de su família que llevó al cisma a Palestina y no disimules más ¡Hipócrita!

¿¿COMO PUDEN HACER LA PAZ LOS PALESTINOS CON ISRAEL, SI NO SON CAPACES DE HACER LA PAZ NI ENTRE ELLOS MISMOS?? Esto es lo que nunca explica la autora, empeñada siempre en defender la barbarie contra la civilización.

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*Consejo para ELIMINAR LA BARRIGA. Video GRATIS: http://sn.im/24qm736

Para lanzar misiles sobre población civil de Israel sí tienen dinero tus amigos de Hamás, no Carbajosa?? Para financiar terroristas, cursos de formación sobre terrorismo y mantener a las familias de los "mártires" asesinos de civiles israelíes tampoco falta dinero, no?? Que esas partidas millonarias que llegan de sus amiguetes iraníes y sirios las destinen a otra cosa y dejen de lloriquear. No tienen un Estado porque cuando la UN se los ofreció, en unas condiciones aceptables, ELLOS se negaron, con la vieja bravata estúpida de que "iban a arrojar a los judíos al mar". Pues ahora, a joderse. Los jóvenes, si tienen cerebro, deberían pedir cuentas a sus mayores, a todos esos políticos más interesados en matar judíos que en solventar sus problemas.

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Sobre la autora

Ana Carbajosa es corresponsal para Oriente Próximo de EL PAÍS. Empezó su carrera en la sección de Internacional y de allí saltó a la corresponsalía de Bruselas. Es autora de Las tribus de Israel. La batalla interna por el Estado judío

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