El mundo parece haber perdido buena parte del interés que el conflicto israelo-palestino despertaba en el pasado. El epicentro de la noticia está ahora en Damasco, en El Cairo, en Estados Unidos, en Pekín… Ya apenas se escucha hablar de posibles planes de paz –entre otros motivos porque no los hay- y las pocas voces que trascienden especulan sobre la muerte próxima de la llamada solución de los dos Estados; el palestino y el israelí conviviendo en paz.
El presidente palestino, Mahmud Abbas, pronuncia un discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, el pasado septiembre. / LUCAS JACKSON (Reuters)
Los palestinos se resisten a que su causa caiga en el olvido y andan embarcados en un nuevo órdago diplomático con el que aspiran a recuperar la atención mundial y que trae de cabeza a los israelíes. Puede que el mundo de vueltas en otras direcciones, pero aquí apenas se habla de otra cosa. Hoy viernes, hemos podido saber que el envite palestino, es decir la propuesta para que se les reconozca como Estado no miembro de Naciones Unidas ya circula por los despachos de la sede de la organización en Nueva York. Es la llamada opción vaticana, que implica un cierto reconocimiento como Estado y que entre otras repercusiones, permitiría a los palestinos según ciertas interpretaciones llevar a Israel ante la justicia internacional. Todavía no hay fecha fijada para la votación de la membresía ante la Asamblea General de la ONU, pero las fuentes palestinas aseguran que se producirá antes de fin de mes. Dicen además que disponen de una amplia mayoría para triunfar.
Falta por saber la fecha, pero sobre todo está por ver cuál va a ser la reacción israelí y la del recién reelegido presidente estadounidense, que en el pasado presionó a medio mundo para que iniciativas similares son vieran la luz. En Israel, los responsables políticos manejan ya una batería de represalias. Una de ellas, según publicó la prensa local, consistiría en emplearse a fondo en la construcción de viviendas para colonos israelíes en los territorios palestinos. La noticia no es que lo vayan a hacer, ya que la expansión de los asentamientos ha sido casi constante en las últimas décadas y hoy más de medio millón de israelíes colonizan Cisjordania. La novedad es que lo van a hacer abiertamente, anuncio mediante y con el propósito de castigar.
Esta misma semana, Israel ha anunciado que construirá 1.213 viviendas más allá de la llamada línea verde, es decir en los territorios palestinos. Como de costumbre, Europa ha condenado unos planes urbanísticos, que la jefa de la diplomacia de la UE dijo “lamentar profundamente”. También como suele suceder en estos casos, el comunicado europeo ha caído en saco roto.
Otro de los castigos que barajan los israelíes, además de expandir los asentamientos, es por ejemplo restringir la libertad de movimiento a los políticos palestinos. Llamar a las puertas de la ONU, dicen los israelíes, equivale a boicotear una posible solución negociada y a decantarse por “la vía unilateral”. Los palestinos insisten en que el reconocimiento de la mayoría de los Estados miembros de la ONU, es el colmo de la multilateralidad y creen que en cualquier caso los israelíes no tienen un verdadero interés en sentarse a negociar un acuerdo de paz en condiciones.
Así de alejadas andan las posiciones por aquí. Y así se las encontrará Obama II en su nuevo mandato. Dicen que lo empleará para pasar a la historia. Deberes en Oriente Próximo no le faltan.