Tormenta de Ideas

Sobre el blog

Dedicado al pensamiento desde todas las perspectivas posibles –la ética y la estética; la antropología y la sociología; la física y la metafísica-, este blog es un espacio para razonar. Y para debatir.

Sobre los autores

Tormenta de ideas es un blog colectivo de información y opinión. La primera toma forma en la redacción de EL PAÍS. La segunda, en el cerebro de sus expertos y colaboradores.

Blasfemia 1: Grito

Por: | 30 de abril de 2012

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El próximo miércoles, 2 de mayo, Sotheby’s subastará en Nueva York una de las cuatro versiones del cuadro El Grito de Edvard Munch, la única que se conserva en manos privadas. En este texto, el ensayista Valentín Roma sostiene que "igual que la risa, el grito ha desaparecido del arte".

 

por VALENTÍN ROMA


Escribe Maurice Blanchot en La conversación infinita : “No hay por tanto que renegar del humanismo, a condición de reconocerlo allí donde recibe su modo de ser menos engañoso: nunca en las zonas de la autoridad, del poder y de la ley, del orden, de la cultura y de la magnificencia heroica, ni tampoco en el lirismo de buena compañía, sino tal como fue llevado hasta el espasmo del grito: entre otros, por aquel que, negándose a hablar de sí como de un hombre, evocaba tan sólo la bestia mental y de quien sin embargo bien puede uno permitirse decir que fue 'humanista por excelencia', careciendo de humanidad y casi de lenguaje, 'puesto que, en efecto, me había dado cuenta de que ya bastaba de palabras, bastaba incluso de rugidos, y lo que se necesitaban eran bombas y yo no las tenía ni en las manos, ni en los bolsillos' ”.

Igual que la risa, el grito ha desaparecido del arte. No está en ningún sitio o está congelado, convertido en gesto inocuo, en ventriloquia o en estilo. En su lugar nos queda la ortodoxia, esa inclinación que lleva a muchos artistas a reunir indicios o pruebas de algo que, paradójicamente, es evidente. También nos quedan las apologías: la del yo y la del nosotros, la de lo comprensible y la de lo hermético, la del público y la del propio arte.

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Sanseacabó

Por: | 28 de abril de 2012

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por SALVADOR GINER

El asunto de la eutanasia se ha ido poniendo cada vez más solemne. Tanto, que tirios y troyanos han perdido el sentido del humor. Cuando los enemigos de la buena muerte voluntaria no lanzan improperios contra quienes sensatamente la defienden, éstos se ponen gravísimos en su vano esfuerzo por usar el raciocino laico contra quienes están poseidos por la fe sobrenatural, y encima quieren legislar sobre quienes no pertenecen a su fleigresía. Diálogo de sordos.

Pero hay motivo de celebración. He aquí que topamos con dos libros dedicados a poner un poco de humor en este asunto, en demostrar que es menos fúnebre de lo que pretenden los severos contrincantes. Uno es el de Javier López Facal, que nos trae una reconfortante Antología de Muertes Apacibles, y otro el de inmisericorde castigador de confusiones mentales, John Gray, con su Comisión inmortalizadora. Si quieren darse ustedes un respiro de tanto agobio eutanásico o antieutanásico, se los recomiendo. Los más sesudos ya habrán leido a Epicuro y Montaigne, pero ni ellos lo habían dicho todo.

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La revolución del lenguaje

Por: | 25 de abril de 2012

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por PATRICIA DE SOUZA

Si las palabras no cambiasen el sentido y el sentido las palabras, es una frase que pertenece a Jean Paulhan, y creo que tiene que ver con el hecho de confiar en que las palabras tienen el poder de transformar la realidad y darle un nuevo valor. Sin el idioma que nos identifica como especie, nos acercamos más de nuestros primos hermanos los primates, entre los cuales hay muchos que poseen la posibilidad  del lenguaje, almacenar algunos lexigramas, como es el caso de los monos macacos. Nosotro(a)s mantenemos hasta ahora la hegemonía de la interpretación, de la representación, el privilegio del sueño y de la imagen.

Por eso ahora más que nunca tenemos que interrogarnos sobre la manera en que nos representamos en medio de esta lucha por la hegemonía en las categorías del lenguaje: ¿qué es femenino y masculino, qué es ser hombre y qué es ser mujer, qué es ser una persona? El debate no tiene tregua y siempre nos coloca frente a este dilema de no saber cómo vamos a contestar frente a argumentos como que, si las instituciones y las leyes cambian para considerar a la mujer como sujeto soberano, la desigualdad entre hombres y mujeres habría desaparecido.

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Dios y Marx vuelven

Por: | 21 de abril de 2012

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por NORA CATELLI

Infatigable Terry Eagleton (Salford, 1943). Es el más reputado, polémico y activo crítico, teórico y académico inglés, discípulo, como Edward Said, de Raymond Williams. De origen irlandés, católico y formado como estudioso de la literatura inglesa moderna, su objetivo ha sido, a lo largo de su prolífica carrera, la configuración de una serie de versiones remozadas de la crítica materialista. En su tradición, eso supone leer el entramado colectivo y verbal de los obras de imaginación en su movimiento más rico y plural, y a la vez dedicar una atención obsesiva a los conflictos de clase, puesto que la clase ha sido, para los ingleses, una membrana asfixiante de acento, educación, religión y posesiones físicas, sólo transformada, en los últimos tiempos, por otro recipiente aún más asfixiante, el del mercado planetario, con burgueses convertidos en gestores y especuladores, escaladores sociales en brokers, obreros en mano de obra aislada e invisible.

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Pelos, y señales

Por: | 17 de abril de 2012

 

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por JOSÉ ANTONIO MILLÁN

En el Cantar de la afrenta de Corpes, el Cid interpela al Conde García Ordóñez: "¿Qué tenéis, conde, que decir de mi barba?... / que por hijo de mujer nunca jamás fue mesada" (versos 3283-5 y versión modernizada). Tirar de la barba de otro fue la máxima ofensa en la España medieval de raíces germánicas, aunque los aínos del norte de Japón se saludaban precisamente cogiéndose de ella. Valga este ejemplo para ver el abismo de significaciones al que se asoma Christian Bromberger en Trichologiques. Une anthropologie des cheveux et des poils.

PeloCidimagesCAJT15ZJLos "filamentos cilíndricos, sutiles, de naturaleza córnea, que nacen y crecen entre los poros de la piel" (DRAE) son una materia cultural ya desde la misma lengua. Cuando se traduzca al español, la "anthropologie des cheveux et des poils" quedará reducida a una simple "antropología de los pelos": el francés distingue entre cheveux (sólo de la cabeza humana) y poils (de otras partes del cuerpo humano), mientras que en español pelos lo son todos, aunque algunos sean -además- cabellos o vello.

¿Por qué las pilosidades humanas son objeto de tal acumulación de sentidos? En primer lugar, porque cabellos y barba están bien a la vista (o su ocultación es ya significativa). Y en segundo lugar, su manipulación es sencilla: corte, peinado, o incluso depilación. Pero quien quiera buscar significados universales en la melena o en el rasurado, en la ocultación del cabello o en el mantenimiento del entrecejo, errará por completo.

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Trivializar y desvirtuar. La economía del ansia

Por: | 15 de abril de 2012

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Melting Wit (2006) (detalle), obra de N. S. Harscha.

Trivializar y desvirtuar. La economía del ansia es la tercera y última entrega de La India globalizada: ¿quién gana y quién pierde?, una serie que trata de explicar el reverso cultural y social del rápido desarrollo económico de uno de los llamados países emergentes.

por CHANTAL MAILLARD

A diferencia de las conquistas bélicas, la globalización tiene a su favor que el conquistado accede a serlo y, aún más, quiere serlo. ¿Tiene sentido, en tal caso, hablar de conquista? Cómo no. La sociedad de mercado utiliza un arma extremadamente efectiva y mucho más sutil que otras; en realidad la violencia de sangre pertenece al pasado, la que se ejerce ahora tiene que ver con el deseo. Lo que introducimos es el mito de la felicidad; nadie se puede resistir a esto. Felicidad al alcance de todos. ¿Cómo? Rebajando su coste, por supuesto. No sólo su coste monetario, sino su coste real: lo que uno tiene que entregar para conseguir algo, lo que uno tiene que dar de sí. No hay felicidad que no provenga de una entrega. Cuanto mayor sea la entrega, mayor será el valor de lo adquirido a los ojos de quien lo adquiere. Pero la felicidad –o el bienestar– a bajo coste no exige tal entrega, por lo que la satisfacción disminuye o se anula. Y no exige entrega porque el producto que se adquiere tampoco lo merece ya que, para ponerse al alcance de todos, ha tenido que desvirtuarse, rebajarse, como la leche.

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La náusea global

Por: | 14 de abril de 2012

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 Nausea-Creators den to the supermarket Shelf (2008) (detalle), obra de N. S. Harsha.

La náusea global es la segunda entrega de La India globalizada: ¿quién gana y quién pierde?, una serie que trata de explicar el reverso cultural y social del rápido desarrollo económico de uno de los llamados países emergentes.

por CHANTAL MAILLARD

En los tratados de estética indios, existe una noción de la que se parte para hablar de todas las artes, que las unifica a todas y es su principal ingrediente. Es la noción de rasa. El arte debe ser capaz de transformar las emociones básicas, ordinarias, en otras modalidades de la experiencia susceptibles de ser saboreadas. En su Tratado de la dramaturgia (Natyasastra), Bharata, en el siglo II d.n.e., enunciaba ocho sentimientos ordinarios, cada uno de los cuales, al ser escenificado, se transformaría, para el espectador, en un rasa, una modalidad placentera de la emoción. Así, el amor daría lugar a lo erótico; la risa, a lo humorístico;  la pena, a lo patético; la cólera, a lo furioso; el miedo, a lo terrible; la valentía, a lo heroico; la repugnancia, a lo odioso, y la admiración, a lo maravilloso.  

Me pregunto qué tipo de sentimiento sería el que correspondiese a nuestro mundo global. Y me viene a la mente la náusea representada en el impresionante lienzo de N.S. Harsha, Nausea-Creators den to the supermarket Shelf (2008). El ancho lienzo, dividido en varias franjas o viñetas horizontales, nos muestra a unos ejecutivos con traje negro y maletín, de cuya boca sale una nube negra, pestilente, que todo lo intoxica. Mareados, exhaustos, caminan resbalando sobre una maraña de cuerpos apenas esbozados, cadáveres y miembros dispersos amontonados, difíciles de distinguir. Harsha, que nació, vive y trabaja en Mysore (Karnataka), ha sabido representar, de manera intensa y abrumadora, la población de la India actual sometida al embate de la globalización.

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La India globalizada: ¿quién gana y quién pierde?

Por: | 13 de abril de 2012

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Mina a cielo abierto en Karnataka (India).

La India globalizada: ¿quién gana y quién pierde? es una serie de tres entregas que trata de explicar el reverso cultural y social del rápido desarrollo económico de uno de los llamados países emergentes.

por CHANTAL MAILLARD

La India ha ejercido desde siempre, en los occidentales, una extraña fascinación. Pero ha de ser cosa de las lejanías porque, por otras razones y con otros matices, idéntica fascinación ha ejercido sobre los indios la forma de vida de los países occidentales. Aquellos que suponíamos detentadores de los secretos de los mundos del espíritu se han despojado de sus vestiduras, han imitado nuestras costumbres y han olvidado la suyas. Mientras nosotros nos dirigíamos allí en busca de la paz interior que nuestro bienestar material no nos concedía, ellos envidiaban nuestros “avances”. Dioses para quienes los habían perdido, a cambio de cocinas y coches de lujo: un trueque en toda regla. Hasta que un buen día nos dimos cuenta, unos y otros, de que tanto los nuevos dioses que entraban en Occidente como los artefactos que las clases privilegiadas adquirían en India tenían fecha de caducidad.

¿Qué había pasado? ¿Qué está pasando? ¿Qué gana la India con la globalización y qué está perdiendo? ¿Qué tipo de beneficios son aquellos que la globalización trae a algunos y cuál es el precio de tales beneficios? O la pregunta correcta sería, más bien, ¿quiénes ganan, en India, y quiénes pierden? ¿Qué India es la que se beneficia del contacto con Occidente y qué otra India se ha visto empobrecida y está siendo silenciada, eliminada o neutralizada? Porque si bien está bastante claro que quienes tenían dinero ahora tienen más, en India y en cualquier lugar del mundo, hay otra realidad bastante menos conocida: la de las poblaciones rurales, los pueblos silenciados que a lo largo de décadas han sido “desplazados”, o sea, expropiados, evacuados, empujados hacia los cinturones de miseria de las grandes ciudades y reducidos a la mendicidad o empujados al suicidio.   

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La economía desbocada

Por: | 10 de abril de 2012

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por GABRIELA MASSUH

La economía desbocada

[Una aproximación al pensamiento de Elmar Altvater]

La crisis económica internacional parece no tener fin. Desde la quiebra de Lehman Brothers en 2008, los gobiernos del hemisferio norte no han cesado de articular estrategias para salvar a bancos, empresas y estados al borde de la quiebra. El estallido de la burbuja financiera generó un escenario de bizarra inestabilidad donde anunciar el default de países como Grecia, Irlanda, España o pronosticar la inminente claudicación del euro como moneda europea son parte de un escabroso libreto cuyo autor, al parecer, se ha vuelto loco o simplemente llegó al límite de su creatividad.

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Cosmogonía positivista

Por: | 07 de abril de 2012

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por SALVADOR GINER

El mundo es, hoy, positivista. El mundo es comtiano. Nadie lo esperaba. Los creyentes en el progreso inevitable de la humanidad tenían, en su mayoría, una visión del futuro muy distinta de la que imaginó el sabio. Contrarios a ella si militaban en el campo más radical, el más vecino al socialismo o al comunismo. Los liberales, de ayer y hoy, son por definción anticomtianos, puesto que saben que el sabio filósofo, científico y sociólogo francés, era fuertemente hostil a los preceptos de su doctrina política. Y no digamos las distiancias que toman de él otras inclinaciones culturales, desde las más vitalistas a las más analíticas, visceralmente enemigas de las macroelaboraciones de pretensión científica sobre el mundo y la humanidad que propuso Auguste Comte.

Y, sin embargo, aqui estamos. En un mundo ciertamente nada libre de irracionalidad, pero abiertamente orientado a la promoción de la ciencia, a la reverencia a sus hallazgos, al fomento incesante de la técnica, volcado a la enseñanza de las mayorías y a la creación de minorías de profesionales, técnicos, expertos, como estamento en que poner todas nuestras esperanzas para salir del atolladero de contradicciones en que estamos metidos. Para colmo, seguimos mirando a Comte con condescendencia, sobre todo a algunas de sus ideas entre místicas y mundanas, como su célebre Religión de la Humanidad. Lo hacemos sin percatarnos de que, más allá de las religiones que el mundo pueblan, la más decisiva en esta era tan mundana, es nuestro culto supremo a la sociedad misma. La hemos divinizado, ahora que la Divina Providencia, el Adevenimiento del Comunismo, u otros mitos han sufrido el más inmisericorde y universal descrédito.

Más allá de la fama de Comte por haber inventado la Ley de los Tres Estadios (improbable, pero mucho menos absurda de lo que parece ¿no venimos de una era animista y estamos hoy entrando en un culto general a nuestra raza y cosmos?), o sus pretensiones de que la sociología o física social (sinónimos) iba a ser la reina de las ciencias (irrisorio) o sus veleidades místicas sobre el cosmos, su ‘cosmogonía positivista’ según él decía, está nuestro desdén contra tanta pretensión. Era, en el fondo, la de un romántico del progreso, cuya pasión y fe ciega en él era la que hoy hemos adoptado con tanta alegría. Los perdonavidas anticomtianos tendrían que pensárselo dos veces.

No teníamos de Comte, en castellano, más que algunas selecciones e introducciones (yo mismo soy culpable de una de ellas) de modo que hay que recibir con júbilo esta extensa traducción de los capítulos dedicados a la ‘fisica social’, es decir a la ciencia social y en especial la sociología de su Curso de Filosofía Positiva que el sabio publicara entre 1839 y 1842. Se lo debemos al profesor Juan R. Goberna Falque, que no sólo no se ha arredrado ante la tarea, sino que ha logrado realizarla en un estupendo castellano e introducirla con una ejemplar semblanza del padre del positivismo moderno, que sintetiza mejor que las otras disponibles (en lenguas extranjeras) la vida atormentada, la ‘amarga epopeya’, como él dice, de Auguste Comte. Mis objeciones son menores: hubiera querido ver una mayor distinción entre el positivismo comtiano y el utilitarismo (incluso el de su durante largo tiempo amigo y protector, John Stuart Mill), pues son cosas muy diversas. Al fin y al cabo el mundo es hoy tan comtiano como utilitarista.

Auguste Comte, Física social. Estudio preliminar, traducción y edición de Juan R. Goberna Falque, Madrid: Akal, 2012. 1293 páginas.

Artículo publicado en Babelia, suplemento de cultura de EL PAÍS, el 7 de abril de 2012.

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SALVADOR GINER (Barcelona, 1934) es doctor en sociología por la Universidad de Chicago y catedrático de esa disciplina en la Universidad de Barcelona. Es autor de títulos como Sociedad masa, El destino de la libertad  (Premio Espasa de Ensayo, 1987) y Las razones del republicanismo.

 

 

 

 

 

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