El sociólogo Salvador Giner propone en El origen de la moral una ética universal alejada del “buenismo” y de la especulación abstracta
Por FRANCESC ARROYO
Salvador Giner (Barcelona, 1934) es catedrático de Sociología en la Universidad de Barcelona y es presidente del Institut d'Estudis Catalans. Sus preocupaciones giran en torno a los mecanismos que rigen la convivencia. Desde la política hasta, en su último libro (El origen de la moral. Ética y valores en la sociedad actual, Península), la moral. Defiende que cualquier análisis de la moral pasa por sus condiciones históricas y sociológicas, lo que no supone una visión relativista. Su estudio del presente incluye una visita polémica a los filósofos morales, algunos de los cuales, sostiene, manifiestan un preocupante “analfabetismo sociológico”. Parte de una convicción: “El hombre es bastante malo” y afirma que el presente ha perdido las “prioridades morales”.
PREGUNTA. El eje de su libro es el progreso moral. ¿Lo hay?
RESPUESTA. Sí y no. Si pensamos en Auschwitz, en Pinochet, en Franco o en Pol Pot, no se puede argumentar. El siglo XX ha sido el peor de la historia. Está atravesado por la contradicción entre esas salvajadas y una tendencia progresista y humanitaria. Si solo vemos un aspecto, no podemos hablar de progreso moral. Pero, desde la Revolución Francesa hasta hoy, vemos cosas que no tienen precedente. Nunca se había declarado que el hombre tuviera derechos. El estoicismo formuló la noción de la dignidad del hombre. Por encima incluso del concepto de ciudadano, que primero fue romano, luego del imperio y finalmente universal. Los cristianos, san Pablo, rebelándose contra el tribalismo judaísta, recogen esta idea. Son precedentes. Podemos hablar de progreso moral si vemos la expansión de la dignidad de la persona, la abolición de la esclavitud, el Tribunal de La Haya y las grandes revoluciones del siglo XX: pacifismo, feminismo y ecologismo. El siglo XX es Hitler, la CIA, los campos soviéticos (el marxismo, una de las teorías más nobles de la humanidad, transformada en su contrario), pero también los derechos. De modo que hay y no hay progreso moral.