por JESÚS MOTA
La historia económica española registra pocos fenómenos financieros tan espectaculares y desgraciados como la quiebra y desaparición de prácticamente todas las cajas de ahorros españolas. Sería incorrecto e interesado decir que la liquidación de las cajas se debe a la crisis financiera global venida de fuera; por el contrario, hay responsables y tienen nombres y apellidos. La virtud de El hundimiento de la banca (Libros de la catarata), de Íñigo de Barrón, radica precisamente en que proporciona las razones auténticas de una quiebra institucional sin precedentes —porque las cajas pretendían jugar un papel social más relevante que el mero depósito de dinero— y en que facilita esos nombres y apellidos de los responsables, muchos de los cuales se han retirado cómoda e impunemente al resguardo de una legalidad increíblemente laxa para según qué atisbos de delito.
La descripción de la quiebra de una parte importante del sistema financiero español no era nada fácil, porque en las cajas convergen responsabilidades de muy distinto tipo y, lo que es peor, mezcladas en una madeja inextricable para los mortales. Las cajas han sido mangoneadas, exprimidas y finalmente arruinadas por un organismo simbiótico nuevo, resistente a los antibióticos jurídicos y políticos, formado mediante la connivencia de una clase política local (autonomías, ayuntamientos, Estado central) incompetente a cualquier nivel de gestión política que se observe y una clase de dirigentes financieros tan incompetentes o más que los políticos. En ambos casos, los conniventes presentan manchas delatoras de corrupción. Este tacto de codos, con consejeros colocados con calzador por presidentes autonómicos que no leen los informes de auditoría (incluso se jactan de ello), representantes políticos con etiqueta de superclases que defienden lo uno y su contrario (ver página 136, segundo párrafo), y directores generales que calculan al céntimo su pensión, pero son incapaces de percibir las consecuencias de una crisis inmobiliaria en su cuenta de resultados, es el que aparece en El hundimiento de la banca, contado con claridad y siguiendo el hilo de los acontecimientos.
Otro debate surge inevitablemente de las páginas del libro, y es el de la responsabilidad. En un sistema financiero supervisado tradicionalmente con eficacia prusiana, al menos durante los mandatos de Mariano Rubio y Luis Ángel Rojo, sorprende que el elefante de la quiebra haya pasado por delante de todos los asistentes a la función sin que nadie lo percibiera. Un cínico diría, con razón, que es un efecto óptico producido por la multiplicidad de vigilantes; donde hay muchos siempre habrá alguien que cargue con la culpa. Un analista con ojo clínico diría que a partir de Jaime Caruana el Banco de España pierde capacidad de coacción y procedimientos sistemáticos de inspección. Al fin y al cabo, la mística del PP se complace en canibalizar reguladores. Pero que no haya dudas: los primeros responsables del hundimiento de la banca son sus gestores. Quien pretenda contar la historia de esta ruina acusando al regulador o involucrando a los auditores (otra quiebra que no detectan, y van muchas desde los años noventa) miente o se equivoca. Eso también está en el texto.
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El hundimiento de la banca. Íñigo de Barrón Arniches. Los Libros de la Catarata. Madrid, 2012. 288 páginas. 22 euros
Hay 5 Comentarios
Esto tiene que cambiar, no puede seguir así... va a llegar un día en el que estemos al límite y veremos a ver que pasará...
Publicado por: Cerrajeros La Linea de La Concepcion | 21/01/2013 18:47:29
Y que poco se habla de los gestores. ¿Porque los políticos no hablan de esos gestores? La respuesta parece obvia.
Carla
www.lasbolaschinas.com
Publicado por: Carla | 20/01/2013 18:43:11
lastima que esos nombres y apellidos no estén en la carcel...
Publicado por: Andrea | 20/01/2013 13:12:10
Entremos en cada Caja, por separado, y estudiemos sus correspondientes balances. Efectivamente, hubo un afan de expansión comercial y territorial espantoso de manera generalizada, pero la reforma vino a meter en el mismo saco a todas las instituciones de ahorro, con lo que la gran banca, que siempre había demandado a diferentes gobiernos que les quitaran del camino esos engorrosos competidores, consiguió su objetivo a precio de miseria.
http://casaquerida.com/2013/01/18/la-explosion-que-no-consta/
Publicado por: Tinejo | 19/01/2013 10:28:01
Una vez dominada la península y nuestras colonias en Sudamérica, España declara la guerra a Canadá para proteger a nuestros aliados ingleses.
En clave interna, el partido comunista lucha por no perder su posición hegemonía.
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Publicado por: Adela | 19/01/2013 8:20:39