por PATRICIA DE SOUZA
Tal vez exista un punto de encuentro, un puente entre la literatura y el psicoanálisis, una genealogía que no ha sido reconocida públicamente (sobre todo el método, hay que “narrarse” durante la cura), y que sin embargo está implícita en la simbología del psicoanálisis. A lo mejor también la literatura como el psicoanálisis se encuentran en pleno retroceso frente a las teorías “cientistas, positivistas, concretas”. Lo que hasta ahora hemos llamado “inconsciente” han sido las marcas, heridas, “traumas” que muchas veces impiden vivir aunque no sea imposible darles la espalda y seguir viviendo como si nada, Nabokov nunca ocultó su fobia hacia el psicoanálisis, él veía en la escritura una forma de verdad irrevocable, concreta, completa.
Cierto, el psicoanálisis y la literatura han heredado valores de la Ilustración y no han abandonado sus ganas de luchar contra una forma de “oscurantismo” del pensamiento, tanto el psicoanálisis como la literatura han tratado de iluminar los espacios de sombra, pero la pregunta es ¿qué tiene que ver el psicoanálisis con escribir? Es quizás lo primero que se preguntó Sigmund Freud y que Edmundo Gómez Mango & J.B. Pontalis (Freud avec les écrivains, Gallimard 2013) tratan de elucidar en este libro acerca de Freud y los escritores, cuáles serían esas deudas “no reconocidas”, donde están sus encuentros y puntos de unión, sus nudos. Por ahora, seguimos teniendo muchas preguntas sin respuesta, preguntas sobre lo que significa el inconsciente (“el inconsciente son los otros”, dijo Lacan), las pulsiones de vida y de muerte, la sexualidad y el deseo, comprender lo que Sigmund Freud quiso nombrar como “la ciencia del alma” y que la literatura siempre ha tratado de sondear, de mostrar, sin pretender ninguna clasificación científica, un instrumento de reconstrucción más que de demostración.
Reconstrucción
entonces, y reconstrucción desde huellas inscritas en la memoria, volver sobre
el pasado cuando vivimos una situación de desarraigo. Freud siempre ha estado
fascinado por la arqueología, como lo reconocen los autores de este libro, y
por eso ha sido también una forma de reformular un humanismo desde la
antropología y las disciplinas de la época (la biología como punto de partida),
sobre todo desde la historia de personajes inventados por escritores como Fedor
Dostoievski, Shakespeare, Hoffmann, Thomas Mann, Stefan Zweig, Goethe o el
texto de la Gradiva, figura emblemática
extraída de un libro de Wilhelm Jensen, autor austríaco ahora olvidado, pero
que fascinó a Freud por el personaje femenino que nace de la alucinación,
convirtiéndose finalmente en realidad. También los cuentos de E.T.A Hoffmann,
el del Hombre de arena y del Gato Murr, que recorren esa “inquietante
extrañeza” del espacio entre el sueño y la realidad, de cómo ese vacío se puede
instalar en nuestra vida cotidiana y dar inicio a una neurosis, separación entre el sueño y el mundo
real, el tajo, la grieta. Si no dominamos este mundo escribiendo, el texto,
al menos produce una impresión de unidad. Aunque no se pueda hablar de todos
los autores que se analizan en este libro respecto de su relación con Freud, me
gustaría hacer un alto en aquellos que me parecen más importantes.
El caso de Dostoievski y Stefan Zweig, por ejemplo, en ambos casos, la relación con la autoridad encarnada en el padre es fundamental. Freud escribió el prólogo a una de las ediciones de Los Hermanos Karamazov, libro que a su modo de ver solo se podía comparar con el Hamlet de Shakespeare, otro personaje que tiene que ver con el padre y que sufre los tormentos de la tensión entre el miedo al castigo y la culpabilidad, Freud, dixit. Más que la unidad lo que Pontalis y Gómez Mango reconocen es una relación directa con el mito de la “Horda primitiva” como inicio de la civilización, es decir el grupo de hijos que sacrificó al padre para obtener la libertad, y que una vez el asesinato consumado, después del festín caníbal, tiene que restablecer la autoridad para producir un nuevo orden: el valor totémico del animal sacrificado, la religión y la cultura. La represión y el miedo del asesinato del padre es lo que Freud reconoce en la figura de Edipo, en la Los Hermanos Karamazov y en la figura preponderante del imago masculino en el caso de Zweig. No hay que olvidar que la relación de Zweig con su deseo fue siempre ambivalente, bisexual, entre la necesidad de romper con una moral burguesa y la fascinación por la muerte (Zweig se suicidará más tarde con su esposa en Brasil, durante la guerra). Hay que leer Confusión de sentimientos, y Veinticuatro horas en la vida de una mujer, para comprender la fascinación que ejerció Zweig en Freud, pero nunca como Dostoievski en quien reconoce un talento superior, completo. Lo curioso es que en el inicio del prólogo a Los Hermanos Karamazov, sea tajante considerándolo como un “neurótico, un moralista y casi un asesino”.
En frases
de Pontalis, lo convierte en “un ser preso de pulsiones y lo encierra como un
criminal o un loco, a riesgo de convertirse en un gran inquisidor”. Es curioso
porque también relaciona la pasión por el juego del personaje del cuento de Veinticuatro horas en la vida de una mujer, y la pasión por el juego
de Dostoievski con el onanismo. Incluso pensará que su epilepsia tendría su
origen en un impulso homosexual reprimido como manifestación de una serie de
impulsos patógenos, cito: “Lo que hace
inadmisible el odio al padre es el miedo
al mismo, la castración y a la actitud femenina de sumisión”. Yo siento que los
paradigmas de “feminidad” y “masculinidad” de Freud siguen estando atados a
valores antropológicos, filosóficos y biológicos que tuvieron un momento en la
historia. No sé si ahora en que se debate el matrimonio como nexo
social-afectivo y que marca la división entre sexo y género (Queer, Trans, etc),
en que la sexualidad embiste otros espacios públicos (la prostitución como
asistencia, todo un debate), se pueda hablar en los mismos términos.
Interesante cómo Freud, a diferencia de Mélanie Klein, que analiza las relaciones con la madre, centra sus intereses en la figura dominante del hombre. Thomas Mann, otro autor que lo nutre, lo lee temprano y se conocen e intercambian lecturas. Es justamente ese cruce de ”lo psicológico con lo místico, el mito vivido y el momento del encuentro fecundo entre el novelista y el psicoanálisis”, lo que dará lugar a algunos libros de Freud. Lo que ambos oficios hacen es recorrer las huellas. Caminar sobre esas piedras calientes a fin de identificarse con ellas. Como lo dicen los mismos autores de este libro, “ambas actividades se aproximan al querer afrontar con algo tan arbitrario y rígido como es el lenguaje, el duelo de la experiencia vivida, confiando en la infinita capacidad de resonancia del idioma”. ¿Será la razón por la cual Freud, en el mismo prólogo a Los Hermanos Karamazov, dice que frente a la literatura el psicoanálisis no puede sino bajar las armas? Este estudio nos revela que ambos no están tan separados y que, con el tiempo, como lo escribió también Freud en su corto texto Efímero destino (traducido así al francés), un día, la literatura y el psicoanálisis no significarán una interrogación para nadie. Tal vez en esta época de “hiperrealismo” y redes sociales dominantes, una nueva forma de conocer esté tomando forma, tal vez desaparezca el “inconsciente” o se le entienda de otra manera. Pero, los sueños, como realidad interior, latente, no pueden cesar (¿o sí?), de ahí que toda reconstrucción sea una forma de reconstruir desde las ruinas, de ahí el desarraigo y las enormes ganas de quienes escribimos de arraigarnos en la escritura.
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Imágenes: Los Hermanos Karamazov. Jacques Copeau, Jean Croué.The Guild Theatre, 1927. / Retrato de Sigmund Freud por Soledad Calés.
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PATRICIA DE SOUZA, autora peruana, recientemente publicó el ensayo Eva no tiene paraíso, tiene publicadas varias novelas, El último cuerpo de Úrsula, Electra en la ciudad, Tristán, entre otros títulos. Mantiene el blog Palincestos (www.palincentos.blogspot.com)
Hay 18 Comentarios
Lágrimas psicoanalíticas en el mar de la literatura.
No es que “tal vez” exista un punto de encuentro o una genealogía común entre literatura y psicoanálisis, es que el psicoanálisis es hijo de la literatura.
Un hijo que reniega de las melodías de la tragedia, su verdadera madre, para arrimarse a otra con aspiración de exactitud celeste.
Cuento viejo que Edipo no reconoce a Yocasta y yace.
Es cierto que el psicoanálisis con pretensiones científicas se encuentran en retroceso frente a los avances de la ciencia pero no veo como habría de retroceder la literatura.
Que si el psicoanálisis es literatura, la literatura no es psicoanálisis.
Ya sea el psicoanálisis una metafísica o mística literaria o mejor dicho una forma de filología, requiere como todo cuerpo de conocimiento cierta unidad, cierta lógica, cierta coherencia, de la que lamentablemente como pseudociencia carece.
Este es el gran problema del psicoanálisis, su diversidad conceptual, pues cada psicoanalista con dotes literarias sobre la base de su personal hermenéutica a propuesto sus propias definiciones.
Por ejemplo, Souza propone entender el inconsciente como trauma.
También, Souza cita el inconsciente de Lacan, sin embargo, lo que Lacan dice es “l’inconscient, c’est le discours de l’Autre” y nótese que, por motivos lacanianos, esa “A” mayúscula es importante para su discurso.
También Lacan dijo que "l’inconscient, c’est la politique" y para mas “ilustrar” lo cito “Si me permitís utilizar una de esas fórmulas que se me ocurren cuando escribo mis notas,
la vida humana se podría definir como un cálculo en el que el cero sería irracional.
Esta fórmula no es más que una imagen, una metáfora matemática. Cuando digo «irracional», no me refiero a cualquier estado emocional insondable, sino precisamente a lo que se denomina un número imaginario.
La raíz cuadrada de menos uno no se corresponde con nada que esté sometido a nuestra intuición, con nada real -en el sentido matemático del término- y, no obstante, se debe conservar con toda su función”.
A buen entededor pocas imposturas...
Finalmente, así como hay literatos fundamentalistas también los hay psicoanalistas, que abundan, y estos mal podrían ser herederos de la ilustración.
Publicado por: Alter Juego | 01/06/2013 1:21:45
Cada época histórica tiene sus grandes pensadores. Todos buscamos la verdad, pero nadie puede alcanzar la verdad absoluta, ya que siempre hay un siguiente... tal es la infinitud, que oscila entre la plenitud (del ser) y el vacío (de la nada). La gran incógnita de la existencia es el Si Mismo del Todo y la Parte. ¿Qué es la conciencia, y qué es la inconciencia?. De momento, tenemos que apoyarnos en la trilogía que fundamenta la Vida en lo personal: la Consciencia (el saber), la Afectividad (el amor) y la Voluntad (el deseo). Y llamarle "dios" a lo absoluto es un simple deseo personal.
Publicado por: RAMÓN | 30/05/2013 12:27:57
HABRA QUE LEER MI: SAN AGUSTIN, Las crisis, la cultura y el pensamiento modernos, cuando lo publique Porrúa
Publicado por: ARTURO ZAVALA ZAVALA | 28/05/2013 13:48:36
Por cierto, sobre la retirada del psicoanálisis. Freud es lo que nunca podrán ser los neurocientificos: un generalista que se acerca al hombre desde varias perspectivas, y no desde una sola ezpecialidad (lo cual ya dice mucho de ambos), para lograr una comprensión lo más integral del hombre. Tengo en cuenta las críticas a Freud, y en cambio no pierdo ni un segundo con lo ataques ad hominem: tertulianos católicos en Intereconomía, el ridículo libertario Onfray, la izquierda irracional feminista (se puede ver en la reciente entrevista al sentimental Smilevski por Lola Galán en estd diario: una consideración sobre el sturmbannführer Sigmund Freud, nada menos). Un hombre al que se ataca desde tales rincones no puede estar equivocado. Que tiren contra él la izquierda, la derecha, el neopositivismo, la posmodernidad, elcatolicismo o el feminismo quiere decir que Freud sigue vivo, que no es una momia, y que, prescindiendo de psicoanalistas de salón, el turisteo en su casa de Viena o la tonta cultura popular, sus escritos y su práctica son lo único que importa.
Publicado por: neeskens | 28/05/2013 4:02:53
Interesante. Lo bueno de Freud es su sagacidad para acudir a los temas, los mitos y los símbolos literarios, y engarzarlos enuna teoría única, es decir, ofrecer una teoría -él nunca habló de ciencia, menos mal- general del hombre acudiendo a obras literarias y escritores que, en apariencia tienen poco que ver. En filología, esto también se conoce como literatura comparada. Se echa de menos esa visión superior y general de una mente que parta de un campo (medicina) y elabore un saber general uniendo aademás literatura, religión, historia, antropología, filosofía, etc. Todo esto en un estilo elegante, perspicaz, accesible pero no banal, complejo pero nunca difícil, engolado o presuntuoso, deudor del mejor Goethe, en mi opinión. Tiene interés para los estudios literarios ("Multiple interés del psicoanálisis") o Perry Meisel ("The literary Freud", bendecido por Bloom).
Publicado por: neeskens | 28/05/2013 3:38:22
Aunque puede que existan puntos en donde literatura y psicoanálisis se contraponen, en un proceso analítico puede existir la posibilidad de la emergencia de lo real, sin velos, mientras que la literatura (salvo casos como el de Artaud, Jarry, Nerval, Holderlin) es un esfuerzo sostenido por mantener la ilusión, el velo, la ilusión de que existen historias que nos unen. En fin...
Si el psicoanálisis toma auxilio de la literatura es porque encuentra formas simbólicas que contienen lo real (muerte, locura, asesinatos, que son los mitos?). Saludos
Publicado por: Adrián | 28/05/2013 1:17:51
A Rosa Mayo Marcuzzi. Si crees que tu psicoanalista influye sobre el psicoanalizado, cambia de psicoanalista.
Publicado por: Lucho | 27/05/2013 9:26:30
http://www.youtube.com/watch?v=Y2rcO23QFEg
Publicado por: subliminal | 26/05/2013 21:14:01
el pensamiento freudiano ha sido reprimido como si se hubiera tratado de un sueño, de un lapsus del inconsciente. La sociedad en su conjunto genera su inconsciente colectivo con aquello que sabe pero prefiere ignorar. Los pilares más incómodos de la cultura del s XX (Marx, Nietzsche, Freud…) desaparecen del discurso del yo social.
Se vuelven a reprimir la libertad de conciencia, la lucha de clases y la sexualidad.
Sobre la “represión reprimida” de la sexualidad:
http://www.contraelamor.com/2012/11/propuesta-final-presentacion.html
Publicado por: contra el amor | 26/05/2013 20:48:56
Lo que llamamos inconsiente esta ìnsito en los genes que albergan las cadenas de ácido ribonucleico
Publicado por: marlaw | 26/05/2013 9:19:00
AL literatura y el psicoanãlisis se retroalimentan mutuamente desde el mismísimo comienzo.
Si no miralos a Mango Roto Y sucundum
http://issuu.com/inaciodabahia/docs/convertidorderadioavideo/1
Publicado por: keko | 25/05/2013 23:51:51
Es curioso que 100 años después de Freud no se haya depurado lo que había de genial con las metidas de pata igual de gloriosas, como la cacareada "histeria de la mujer", machista también que lo era y no disimulaba mucho, hasta enfermedades mentales especiales tenía que tener la fémina
Publicado por: Niedma | 25/05/2013 22:22:24
Yo pienso que cuando uno escribe con total libertad, acaba haciéndose un vaciado psicológico, sin pretenderlo. Si se sabe leer entre líneas se puede saber mucho del escritor y su psicología.
Publicado por: Miguel Campion | 25/05/2013 22:14:28
Para Harold Bloom, como para tantos otros, Freud es literatura, un gran literato, con lo que el interrogante inicial de este artículo carece de sentido. Además de la riqueza de sus mitos, Freud es una de las columnas vertebrales del siglo XX (y, al menos, hasta hoy) porque supo sintetizar magníficamente la irracionalidad de Nietzsche y la preocupación social de Marx, con lo que iluminó la problemática de nuestra época y alentó toda la cultura. Es tautológico literatura y psicoanálisis.
Publicado por: juanq | 25/05/2013 21:49:43
¿Cuándo dijo Lacan que "el inconsciente son los otros"? Me parece, Patricia de Souza, que has oído campanas y no sabes dónde. Creo que fue un tal Sartre... y hablaba del infierno, no del inconsciente.
Publicado por: gramaticus | 25/05/2013 17:27:33
Pensemos en lo que hace el psicoanalista.
Escuchar, reflexionar, interpretar.
Lo hace desde su yo.
Y es otro yo aquél a quien escucha.
Para mí, esto carece de rigor científico.
Desconfío del psicoanálisis.
Más aún, de los lacanianos.
No sé si será un prejuicio.
Deposito mi confianza en la neurociencia.
Lo demás, el parloteo, me parece estéril.
¿Y no influye el psicoanalista sobre el psicoanalizado?
Riesgo que corren los que acuden al diván.
Publicado por: ROSA Mayo Marcuzzi | 25/05/2013 14:32:30
No sé si, en el libro comentado, se mencionará una de las deudas principales que tiene Freud con un escritor (filósofo), y que apenas reconoció: Schopenhauer.
Por otra parte, resulta extraño leer "para comprender la fascinación que ejerció Zweig en Freud..." , cuando el psicólogo era un cuarto de siglo mayor que el escritor y, cuando éste empezó a escribir Freud ya tenía sus teorías perfectamente diseñadas... A no ser que se trate de un error y los términos estén cambiados (lo que tampoco sería muy convincente).
Publicado por: augustbecker | 25/05/2013 10:19:17
http://nelygarcia.wordpress.com. Creo que el inconsciente es aquello, que existe de forma latente en nuestro interior y que altera, nuestras conductas. Por medio de la escritura, u otros factores, emerge dando trasparencia y mostrando todas las posibilidades, de nuestro ser.
Publicado por: Nely García | 25/05/2013 9:47:47