El minuto de silencio universal

Por: | 16 de mayo de 2012

Minuto Ventas
Los diestros guardan un minuto de silencio al terminar el paseíllo en Las Ventas. Fotografía: EL PAÍS.

En mayo, en la tarde del 16, en todos los ruedos del mundo, los toreros hacen el paseíllo sin cubrirse con la montera, los aficionados se ponen en pie, y todos guardan un minuto de silencio en memoria del diestro más universal que ha dado la vida andante de la torería y que moría en la plaza de toros de Talavera de la Reina, tal día como este, en 1920, tras la cogida mortal del quinto toro llamado Bailador. La tragedia unió para siempre los nombres del crítico taurino Gregorio Corrochano -“único revistero asistente a la corrida”, según titulaba la crónica el diario ABC- y Joselito, el protagonista de la “edad de oro de la tauromaquia” (como quedó definida por el cronista) junto a Juan Belmonte. “Estoy bajo la terrible impresión de la tragedia. No quisiera ser el cronista a quien la fatalidad le reservó esta narración. Estoy entristecido y, sin embargo, tengo que escribir”, aseguraba Corrochano, que a pesar de su consternación y su relato, se puede hacer un recorrido detallado del último día de la vida y de la muerte de Joselito, hoy, después de 92 años.

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Joselito, fotografiado por Calvache.

Esta es la relación de los hechos, contada a través de los protagonistas y relatadas en diferentes momentos. El orden narrativo se estructura a partir de la crónica de Corrochano, titulada A Joselito le ha matado un toro; el testimonio de su hermano Rafael El Gallo -y que recogió Marino Gómez-Santos en la entrevista publicada en el diario Pueblo y más tarde editada en Mi ruedo ibérico por la editorial Espasa-; la recreación que hizo del ambiente festivo talaverano Agustín de Foxá, en el aniversario de los 25 años de la muerte del diestro, titulada Evocación a Joselito; y la motivación del cambio de planes de Gallito, que ese día estaba anunciado en Madrid, a través de las Memorias de Clarito, seudónimo del político y escritor César Jalón.

LA TARDE DEL SÁBADO, 15 DE MAYO
Presionado el torero por las críticas recibidas en las corridas que últimamente toreaba y que “por lo visto no estaban en su punto de respeto”, decía Clarito, “la afición murmura y culpa de este estado de alivios a la bien avenida pareja”. Esta prevención del torero sevillano cundía en el ambiente madrileño, hasta Clarito añadía con cierto desasosiego: “yo mismo no me libro del prejuicio de que Joselito sojuzga las ganaderías y ha empezado a ablandarlas”. Alternaron en Madrid Joselito, Belmonte y Sánchez Mejías con una corrida de Carmen de Federico, antes de Murube, y sustituta del hierro de Albaserrada, cambiada por “cornicorta”.
     - “El clamoreo contra Joselito se hace atronador y entenebrece la tarde, que transcurre toda entre abucheos y palmas de tango y no se recobra ya de su marasmo… A la noche de la corrida ceno con Ignacio Sánchez Mejías en el entresuelo del Restaurante Bilbaíno de la calle de la Victoria. Me dice que José cenará abajo, no en su casa de Arrieta… ¿Has visto –me interroga- cómo está el público de Madrid con José y qué buena vista tuvo éste ‘haciendo’ la corrida de Talavera para quitarse mañana de aquí? Estoy por replicarle que el sacrificio de meterse en Talavera lo ha hecho por congraciarse, por estrechar lazos…” (CLARITO).
    
Se refiere Clarito a los desencuentros que el Gallo había mantenido con Gregorio Corrochano debido precisamente a la actitud más cómoda que mantenía Joselito en los ruedos, al que consideraba y admiraba como el mejor torero de todos los tiempos. El cronista de ABC, entonces ya en la cima del respeto de la profesión, había nacido en este pueblo manchego y Joselito “juzgó brindarle al prestigioso crítico esta flor”.
     - “El mano a mano a que Joselito solía resistirse, era indicadísimo en aquella ocasión. Don Leandro Villar y de la Torre, conspicuo del cenáculo de José, llevó a término los preparativos y anunció en su fecha el programa de Talavera: seis toros de la señora viuda de Ortega para Joselito y Sánchez Mejías. Sobresaliente, Miguel Cuchet…”“ (CLARITO).

EL DESTINO EN TALAVERA
“Escribiré; sería mi sino, como el del pobre Joselito sería el de venir a morir aquí”, escribía Corrochano. El menor de la saga de los Gallos fue sustituido en Madrid por su hermano Rafael, quien explica el cambio de rumbo.
    - ¿Dónde estaba usted aquella tarde? La corrida de Talavera se hizo para mí y para Ignacio (Sánchez Mejías). José me dijo: “Quítate de Talavera y vete a Madrid. Cógete el sitio mío, porque yo no voy a ir.” José estaba disgustado por lo que ocurría en la corrida de Urquijo. Pero, ¿qué ocurrió? (Rafael el Gallo se aprieta el pañuelo de seda blanco al cuello) .Que la marquesa de Urquijo iba a dar la primera corrida de su ganadería y quería que la torease José. Todo el mundo se opuso a que José fuese a Madrid con toros desconocidos. Y José no quieras saber cómo se puso. Dijo que o toreaba la corrida de Urquijo o no iba. Por eso no quiso torear en Madrid y me dijo a mí que fuese yo, porque no acababa de ponerse de acuerdo con la empresa. (MARINO  GÓMEZ-SANTOS)
     - “Joselito, desde que supo que se organizaba una corrida en Talavera, no pensó más que en torearla. La Empresa no quiso traerle, porque esta plaza, de poca cabida, no admite presupuestos caros. Un íntimo amigo suyo tomó el negocio a base de Joselito, y quedó Joselito contratado en Talavera. Entonces, surgieron más dificultades. La Empresa de Madrid le reclamaba para ese día; llegó hasta intervenir la Dirección de Seguridad, y anunció que no dejaría salir de Madrid a Joselito. Este se obstinó en venir; ofreció nuevas fechas, busco combinaciones, dio toda clase de facilidades para el nuevo abono, a cambio del favor de que le dejaran venir a Talavera” (CORROCHANO)

EL VIAJE EN TREN Y LA HISTORIA DEL VELADOR
Entre la angustia y el dolor ante el cadáver de Joselito en la enfermería de la plaza, los asistentes al velatorio del torero describen cómo fue el viaje. Salieron en tren temprano camino de Talavera. La comitiva estaba compuesta por Joselito, sus íntimos amigos Leandro Villar y Darío López, Ignacio Sánchez Mejías - cuñado y gran amigo desde la infancia sevillana-, que toreaba también, el crítico Gregorio Corrochano, y las cuadrillas de ambos diestros. La de Joselito estaba compuesta por Blanquet, el Cuco, El Almendro y su mozo de espadas Caracol, además de su hermano mayor Fernando. El día había amanecido muy encapotado. Amenazaba lluvia.
     - “Ignacio recordaba los sucesos de ese día siniestro; momentos antes de salir de Madrid se le acercó a Sánchez Mejías un grupo de trasnochadores en plan agresivo; le dijeron unos insultos, (…) y aquello acabó como tenía que acabar; a golpes. Al llegar a Torrijos, como el tren iba muy retrasado y no llevábamos comida, bajamos en busca de aprovisionamientos. Nuevo incidente. Un palurdo trató de arrebatar a Joselito un pan; lucharon y Joselito le tiró contra un velador, que se rompió. Se detuvo el tren hasta que se viera en el inventario el precio del velador, por lo que pago Joselito 40 pesetas. Para un supersticioso el día no pudo amanecer más fatal. También recordamos su entusiasmo por la corrida. Como lloviera durante el viaje, le animó al empresario, diciéndole: “No te apures, Leandro, que para que se suspenda tiene que caer el diluvio. Desde que me enterado que mi padre inauguró esta plaza, soy capaz de pagar lo que me pidan por torear en ella”. (CORROCHANO) 

DÍA DE FERIA Y DE BODA
Al llegar a la estación manchega el pueblo transitaba en el jolgorio del día grande de la Virgen del Prado. Pasaba de media mañana. Se dirigieron a la fonda para cambiarse las vestimentas, mientras disfrutaban del ambiente festivo. Se encuentran con una boda. Quizá, comieron paella….
     - “Aquí está el ferial, con sus rumiantes bueyes arrodillados; las mulas oscuras de la labor… los puestos de caramelos de menta o frambuesa para los paletos; las barcas verbeneras; los lanudos caballitos enanos con su anuncio: “Esta tarde trabajo en la pista”, y el hombre con zancos con su bocina por los soportales de la lluvia provinciana, donde hay comercios de telas de hábitos morados y guardicioneros de asnos de pasta enjaezados, olorosos a cuero, a cuerdas y varas de fresno”. (AGUSTÍN DE FOXÁ)
     -“No puedo creer que muriera quien unos minutos antes era la alegría de esta plaza y el sueño de todas las Empresas. Me parece mentira que hay muerto quien llegó hace unas horas conmigo, y al montar en una estación en un coche, como esos que van en Madrid con bodas a la Bombilla, empezó a cantar alegremente, y fue hasta el hotel gritando: ¡Viva la novia!” (CORROCHANO)
     - “Algunas cosas, muy pocas han cambiado. El hotel Europa donde almorzó, es hoy una tienda de tejidos. De aquí salió –nos dicen- para ir a la plaza. Iba vestido de grana y oro. Algunos dan detalles. Dicen que comió en una paella”. (AGUSTÍN DE FOXÁ) 

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Joselito es fotografiado por Campúa (José Demaría Vázquez) desde la ventana de la enfermería de la plaza de toros de Talavera de la Reina. La imagen se publicó en un follero especial después de la muerte del torero cuyas fotografías pertenecían a Campúa y el texto a El Caballero Audaz. Fotografía: Archivo Campúa.

SE ACERCA LA HORA MALDITA
- Por la plaza los campesinos de anchos sombreros de terciopelo, con alforjas de vivos colores; los tratantes, de luto, con sus bastones en formas de porras; las confiterías de mazapán toledano y en los balcones, esas familias tristes que no van nunca a la corrida y ven con dolor a los “autos” de Madrid, que vienen a robarles su único día de feria, ganado por ellas en lentos días de lluvia y aburrimiento”. (AGUSTÍN DE FOXÁ)
     -  “La corrida se deslizaba alegre y animosa. Había un lleno imponente. Se le recibió a Gallito como reciben estos pueblos, con entusiasmo y gratitud; como se recibe al artista que les hace el favor de ofrendarles su arte; dándose perfecta cuenta de su papel de favorecidos. Gallito brindó animoso, y aún recuerdo el brindis, que fue una evocación: “Brindo por el presidente, por su distinguido acompañamiento y por el pueblo de Talavera, adonde tenía muchas ganas de torear, porque esta plaza la inauguró mi padre, por cuya memoria brindo también”. (…) Le ha matado el quinto toro; se llamaba ‘Bailador’, era negro, tenía cinco años, era muy chico, muy corto de pitones y sólo pesaba 260 kilos; pertenecía a una ganadería de la viuda de Ortega, una cruza de Veragua y Santa Coloma”. (CORROCHANO)
     - “Salió el quinto toro tan certero como suelen ser todos los toros cornicortos, y sin recargar, sin llegar a penas a los caballos, pues fue menos bravo, mató tantos como varas tomó. Joselito me indicó que el toro no le gustaba; yo le contesté que a mí tampoco me agradaba. Uno de tantos comentarios mudos como Joselito y yo hacíamos en las corridas. Más tarde le indiqué que el toro era burriciego; él me dijo que había perdido la vista el toro en los caballos. Y salió a matar. El toro se defendía y estaba bronco. José medio lo dominó con la muleta, y el toro se fue a las tablas, cerca de mi barrera del 1. Oí perfectamente que le decía al Cuco dos veces: “Quítate, Enrique, que está el toro contigo, y por eso no toma la muleta. El Cuco se cambió de lugar. Joselito lo sacaba con pases de tirón, muy trabajosamente, pues el toro apenas le embestía. José que estaba muy cerca, dándole con la muleta en la cara, se retiró; y entonces el toro, acaso porque le viera mejor por el defecto de la vista ya apuntado se le arrancó fuerte y pronto, inesperadamente, en un momento en que el torero no hacía nada, sino que se disponía a hacer. A José, a quien indudablemente le sorprendió el toro, no le dio tiempo de nada, ni de darle salida, ni de quitarse de allí, a pesar de sus facultades. No hizo más que adelantarle la muleta para taparle y parar el golpe. El toro le cogió de lleno, le enganchó por el muslo derecho, y en el aire le dio una cornada seca y certera en el bajo vientre, como las que había dado a los caballos. Cayó José mortalmente herido, se contrajo y el toro le derrotó en el suelo pero no le recogió.Cuando le incorporaron me miró con cara de angustia, y me señaló con la mano la ingle, al mismo tiempo que se recogía los intestinos, que le asomaban. Al Cuco, que le llevaba a la enfermería, le dijo: “A Mascarrell, que avisen a Mascarell”. Y ya no habló más; le dio el colapso". (CORROCHANO)
     - “No resbaló; el piso de la plaza estaba bien, pues apenas había llovido, parecía que habían regado; estaba perfectamente. El público suyo, completamente suyo, le recibió con una ovación estruendosa, y le siguió aplaudiendo cuanto hizo. Toreaba pues a gusto, como quería y donde quería, sin público hostil, sin torero que le apretara. No se concibe lo ocurrido; fue una desgracia y nada más”. (CORROCHANO)

 LA CORRIDA NO SE DETIENE
    - “A Sánchez Mejías le ocultaron la gravedad, y lidió el sexto toro, vengativo, descompuesto, haciendo tantas y tan temerarias cosas, que ya temíamos por el segundo percance”. (CORROCHANO)
    - “La impresión del público fue terrible; ya nadie vio el otro toro, que si se lidió fue porque Sánchez Mejías… le dijo al presidente: “Venga el otro toro, para acabar cuanto antes”. Cuando al acabar a corrida el público se dio cuenta de lo que ocurría permaneció largo rato en la plaza sin saber qué partido tomar, hasta que advertido por los empleados y la Guardia civil, salió silencioso de la plaza. Las mujeres lloraban; los hombres no ocultaban su emoción. La mayor parte de las señoras que paseaban por el Prado, al enterarse por los espectadores que salían de la plaza, suspendieron el paseo. El alcalde Sr. Rivera, dispuso que cesaran todos aquellos festejos que organizó el Ayuntamiento, como los conciertos populares. El gobierno de Toledo tomó el acuerdo acertadísimo de que el telégrafo funcionara toda la noche, sin la limitación ordinaria, para que se pudiera estar en comunicación con la familia del diestro. El diputado D. Tomás Beruete colaboró con todas las autoridades para la mejor organización de todos los servicios. Todo el pueblo, en fin, que tanto sintió la tragedia, se puso incondicionalmente al servicio de cuanto se necesitaba hacer por Gallito”. (CORROCHANO)

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El cuerpo sin vida de Joselito es velado por los miembros de su cuadrilla. Fotografía de Alfonso Sánchez Portela, Alfonsito. (hijo del afamado fotógrafo Alfonso)

LA ANGUSTIA DE LAENFERMERÍA
     - “Mientras tanto en la enfermería los médicos Ortega, Muñoz, Luque, Pajares, y no se sabe si alguno más, cuidaban de reaccionarle con suero, cafeína alcanfor…; nada, todo inútil, porque el pobre torero no reaccionaba. Sólo hubo un momento de esperanza, en que movió los brazos para caer de nuevo en el sopor, y cuando su cuñado Sánchez Mejías, muerto el último toro, entraba corriendo en la enfermería, ya alarmado por el rumor de la plaza y el ir y venir gente por el callejón, expiraba Joselito, de schot traumático”. (CORROCHANO)
   
- “He visto cómo le quitaban del cuello el retrato de su madre y una medalla de la Virgen de la Esperanza, deformada por un toro en San Sebastián. Me parecía dormido”. (CORROCHANO)
   
-“Algo parecido le sucedió a Fernando que toreó con José; rondaba la enfermería, y en cuanto se enteró de la muerte huyó al hotel como un loco, donde pasó la noche muy nervioso, paseando la habitación como una fiera enjaulada”. (CORROCHANO)

LA LARGA NOCHE
    
- “Y llegó la noche, una noche tristísima, angustiosa, que pasamos a la enfermería mirando a Joselito, alumbrados por unas velas que proyectaban sombras siniestras que se movían. Las cuadrillas, aquellos hombres fuertes y hercúleos hechos a la brega con los toros y a las emociones trágicas, lloraban como niños. Sánchez Mejías no tenía consuelo, y repetía incesantemente: “¡Qué fatalidad, qué fatalidad!” (CORROCHANO)
    
- “La noticia de Madrid. Se tuvo en la Central de Telégrafos a cosa de las siete de la tarde, y a los pocos momentos se extendía por todo Madrid con una rapidez inverosímil. Los pocos periodistas que a pesar de la festividad del día se encontraban en Teléfonos, acudieron rapidísimos a los puntos donde suponían que habrían de tener noticias de la corrida de Talavera, pero en ninguna parte confirmaban la tristísima nueva. En los cafés, y especialmente en los de la Puerta del Sol, donde se reúnen muchos aficionados y toreros, entraba la gente ávida de informaciones para preguntar lo que de cierto hubiese. (…) Por fin, comenzaron a llegar noticias exactas de la cogida, y confirmaron en diferentes sitios la muerte del torero. Ya la duda era imposible, pero esto aumentó la emoción de un modo intenso, y durante toda la noche se siguió hablando en los Casinos, en los Círculos, en los cafés, y aún en las calles, donde se formaban corros para comentar la terrible cogida que había privado a la afición de un torero inmenso, de un estoqueador sin rival…”  (ABC, 17 de mayo de 1920)
    
- “(Rafael) El Gallo, con el marqués de Llen, bajaba la escalera del hotel. Al llegar a la conserjería entraba un repartidor de telegramas. -No se vaya don Rafael, que es para usted. (…) “José cogida gravísima vientre”. Ahora, al referirse al telegrama, Rafael, el Gallo, palidece. (…) Lo ha matado, pensé rápidamente. El marqués de Llen puso en marcha un flamante Rolls-Royce… Al llegar a Alcalá para entrar en la Puerta del Sol, la gente se agrupaba en Télefonos. Era un enjambre que se revolvía como si se tratase de una revuelta política… No sé si la gente esperaba noticias o si sabían todo lo que pasaba”. (MARINO GÓMEZ-SANTOS)
     - “Y entre los recuerdos, y las quejas, y el llanto, y las lamentaciones, se nos hizo media noche”. (CORROCHANO)
    
- “A las dos de la madrugada llegó Rafael en el automóvil de D. Isidoro F. de Mora… que se ofreció y fueron los dos en busca de un médico. El médico ya sabía el final desgraciado, y excusó su asistencia. Rafael partió muy alarmado, pues la negativa del médico, cuya excusa le ocultaron, le hizo sospechar. Momentos antes de llegar, el Sr. Mora se lo dijo. Rafael, entonces, se negó a entrar en la enfermería muy excitado por una especie de terror supersticioso, el terror de los muertos. Desde las dos, y ya casi sin interrupción, empezaron a llegar automóviles desde Madrid con redactores y fotógrafos de todos o casi todos los periódicos.” (CORROCHANO)
     - (Rafael, El Gallo) “En medio de la carretera que estaba en reparación, había grandes montones de piedras. Pasamos por ellas como por un tobogán. No sé cómo íbamos, ni cómo llegamos a la plaza de Talavera. Cuando entré en la enfermería me encontré con dos médicos amigos de José, que estaban ya lavándose las manos. Tenían ya los brazos manchados de sangre. Al volverme así, vi a José tendido, con el vestido de torear roto a jirones y la cara pálida. Estaba ya de cuerpo presente”. (MARINO GÓMEZ-SANTOS)
    
- Rafael, el Gallo, cuenta el siguiente relato fruto de su fantasía y lo trasforma como si verdaderamente ocurriera: “Junto a la ventana de la enfermería se detuvo un automóvil. Oí un portazo. Empujaron la puerta y vi que entraban la reina Victoria y el rey Alfonso XIII. No saludaron. Se fueron derechos a los pies de José. Recuerdo que el rey dijo: “Victoria, ¿has traído el Rosario?” La reina dijo que sí: “vamos a rezar”, dijo el rey. Yo estaba empezando a sentirme enfermo, porque no he podido llorar nunca, y eso me hace mucho daño al corazón. Me quedé mirando cómo rezaban los reyes. La reina llevaba un velo negro sobre la cara, muy tupido. Al marcharse don Alfonso me dio un abrazo y me dijo: “¡Lástima de hombre el que hemos perdido, Rafael! (MARINO GÓMEZ-SANTOS)
    
- “Las mujeres entraban sin saber por dónde. Entraban atropellándose, y al encontrarse frente a mi hermano de cuerpo presente, decían: “¡José! Y no decían más porque se desmayaban. Los hombres, con la gorra de visera en la mano, le miraban, se quedaban muy pálidos y acababan por caerse al suelo también. Hubo que prestarles auxilio, y los médicos acabaron todas las cosas que tenían en el botiquín”. (MARINO GÓMEZ-SANTOS)

 TRASLACIÓN DEL CADÁVER
    
- “En un tren especial será trasladado hoy a Madrid, desde Talavera, el cadáver de Joselito. Llegará dicho tres a las cinco a la Estación de Delicias, a la que asistirán seguramente gran número de amigos y admiradores del infortunado diestro. En un camión automóvil será conducido el cadáver de José al que fue su domicilio es esta corte, pasando allí la noche, hasta que mañana lo trasladarán a Sevilla, para darle sepultura en el panteón de familia. (ABC, 17 DE MAYO DE 1920)   

Hay 3 Comentarios

gracias por esa gran faena.bailaor.dios te tenga en su gloria.amen.

De todas las suertes de la lidia, la más sublime es la cogida. Una cogida ejecutada con maestría debería ser premieda con oreja, vuelta al ruedo y salida por la puerta grande.

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Primer Aviso

Sobre el blog

El mundo de los toros visto por los periodistas de EL PAÍS. Rigor, exigencia y sensibilidad para analizar un arte que vive uno de los momentos más complejos de su historia.

Sobre los autores

Antonio Lorca es crítico taurino en El País. Amante del toro en el campo, en la plaza y en el plato. Hijo del Capitán Trueno, venera a los héroes de carne y hueso ya vistan de oro o plata, vayan a pie o a caballo. Por favor, no le digáis a mi madre que soy periodista; ella, orgullosa de mí, cree que soy banderillero...

Rosa Jiménez Cano. Periodista de EL PAíS especializada en Tecnología, aficionada a los toros desde su niñez. Como cualquier abonado de Las Ventas reparte su corazón entre Chenel, Esplá y los hierros más duros. Se derrite cuando a Morante le da por torear.

Quino Petit es periodista de EL PAÍS. Desde 2006 escribe reportajes en El País Semanal. Durante la adolescencia sufrió un shock leyendo la biografía de Chaves Nogales sobre Juan Belmonte y persiguió a Curro Romero y a Rafael de Paula hasta que ambos se cortaron la coleta. Desde entonces no persigue a nadie. Tampoco ha vuelto a ver torear tan despacio.

Paz Domingo, periodista de El País y admiradora de la portentosa belleza que atesora el toro de lidia, cuando se da con toda la integridad física y temperamental, con la fuerza descomunal que representa su genio, acometividad, defensa, y resistencia al sometimiento.

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