Primer Aviso

Sobre el blog

El mundo de los toros visto por los periodistas de EL PAÍS. Rigor, exigencia y sensibilidad para analizar un arte que vive uno de los momentos más complejos de su historia.

Sobre los autores

Antonio Lorca es crítico taurino en El País. Amante del toro en el campo, en la plaza y en el plato. Hijo del Capitán Trueno, venera a los héroes de carne y hueso ya vistan de oro o plata, vayan a pie o a caballo. Por favor, no le digáis a mi madre que soy periodista; ella, orgullosa de mí, cree que soy banderillero...

Rosa Jiménez Cano. Periodista de EL PAíS especializada en Tecnología, aficionada a los toros desde su niñez. Como cualquier abonado de Las Ventas reparte su corazón entre Chenel, Esplá y los hierros más duros. Se derrite cuando a Morante le da por torear.

Quino Petit es periodista de EL PAÍS. Desde 2006 escribe reportajes en El País Semanal. Durante la adolescencia sufrió un shock leyendo la biografía de Chaves Nogales sobre Juan Belmonte y persiguió a Curro Romero y a Rafael de Paula hasta que ambos se cortaron la coleta. Desde entonces no persigue a nadie. Tampoco ha vuelto a ver torear tan despacio.

Paz Domingo, periodista de El País y admiradora de la portentosa belleza que atesora el toro de lidia, cuando se da con toda la integridad física y temperamental, con la fuerza descomunal que representa su genio, acometividad, defensa, y resistencia al sometimiento.

Crónica a crónica de una alternativa. Joselito hace un siglo (1)

Por: | 29 de septiembre de 2012

Joselito campua sevilla 1912
Los dos hemanos Gómez Ortega en la ceremonia de alternativa de Joselito y que apadrinó Rafael, el 28 de septiembre de 1912 en la Maestranza de Sevilla. La fotografía es de Campuá y fue publicada en el libro Joselito, un homenaje de El Caballero Audaz al torero sevillano después de la muerte del diestro en 1920.

Al principio del otoño, hace cien años, también llovía. El día 28 de septiembre de 1912 tomaba la alternativa Joselito en el ruedo maestrante sevillano, después de dos intentos frustrados previstos en Madrid. Así, el menor de la saga torera de los Gallos se convirtió en el torero más joven de todos los tiempos, hasta la fecha, en adquirir el doctorado con diecisiete años y que ahora se conmemora después de un siglo. Sin embargo, el acontecimiento tuvo escasa repercusión en la prensa nacional y en la taurina ya que la confusión y la premura en cambiar fechas y plaza pillaron fuera de lugar tanto a las plumas especializadas como a los aficionados. Las críticas no fueron buenas, fiel reflejo de la polarización y rivalidad en los gustos taurinos muy personalizados de la época. Joselito “apenas tuvo trascendencia”, reconocía Cossío. La “genial” personalidad de su hermano Rafael y la desconfianza que provocaba una “alternativa que se había tomado a destiempo”, como proclamaba el crítico de El Liberal, Don Modesto, supusieron un acontecimiento escasamente refrendado por los periódicos y el público, muy lejos del éxito, la popularidad y el romanticismo que adquirió la figura del diestro más universal de la tauromaquia, entonces y ahora. El misterio de estos días tan azarosos como emblemáticos hay que buscarlo en las crónicas del ayer secular, en aquel lluvioso otoño, al día siguiente de la efeméride y tal día como el de hoy. 

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Reunión de ‘gallos’

Por: | 26 de septiembre de 2012

Joselito mundograf serrano ar2blogRetrato de Joselito realizado por Serrano. La imagen se ha recuperado de la revista Mundo Gráfico, en su número 447 del 26 de mayo de 1920, díez días después de la muerte del diestro en Talavera de la Reina.

“¡Gallistas del mundo, uníos!” es la invocación para aficionados que quieran recordar, este próximo 28 de septiembre, el centenario de la alternativa del diestro Joselito, El Gallo, y que tuvo lugar en la Maestranza de Sevilla. Entre la nostalgia, el romanticismo y la pasión taurina los autores del blog La razón incorpórea, José Morente y Antonio Pineda, decidieron “poner en práctica esta idea” con el propósito de rememorar la figura “del primer torero del nuevo siglo”, -según defienden en su invitación-, y de paso ocupar “el vacío de actos conmemorativos en tan significativa fecha porque posiblemente la crisis económica los ha desbaratado”.

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por ANTONIO LORCA

El diestro sevillano José Antonio Morante de la Puebla ha roto su contrato de apoderamiento con Curro Vázquez y ha firmado un acuerdo con la empresa mexicana Espectáculos Taurinos de México (DEMSA), presidida por el empresario azteca Alberto Bailleres, y que posee en propiedad ocho plazas en el país centroamericano, entre las que destacan las de Aguascalientes y Guadalajara.


Según un comunicado hecho público por el propio torero, él y Curro Vázquez darán por finalizada su relación de apoderamiento al terminar la presente temporada, y ambas partes aseguran que lo hacen de manera cordial y amistosa. La decisión fue comunicada por el torero al apoderado a primeros de septiembre, dejándole constancia de su agradecimiento por el trabajo realizado durante los tres años que han mantenido la relación profesional. "El único motivo -añade la nota- es el sentimiento de haber cumplido una nueva etapa en su carrera como matador de toros". De aquí hasta el final de temporada, torero y apoderado continuarán juntos hasta cumplir los compromisos de Pozoblanco y Zafra.


También parece confirmarse que el hombre de confianza de Morante de la Puebla será el torero Antonio Barrera, que ayer anunció que se retirará de los ruedos tras la próxima feria del Pilar de Zaragoza, donde tiene previsto actuar el próximo día 5 de octubre.

Sepamos quién manda aquí

Por: | 24 de septiembre de 2012

Viajaba anoche de vuelta a la capital en el AVE el francés Simón Casas con rostro taciturno, en medio de la algarabía en que se había convertido el trayecto Sevilla-Madrid de las nueve y cuarto. Desde Cayetano Rivera al citado empresario taurino con ínfulas de productor, decenas de aficionados desparramados por los asientos de Turista y Preferente cantaban las hazañas que José María Manzanares acababa de perpetrar en la plaza sevillana de la Real Maestranza, con un viento rabioso como telón de fondo que hacía presagiar el otoño y, con él, el principio del fin de la temporada taurina en España.

Manzanares
Manzanares, atravesando ayer la Puerta del Príncipe de La Maestranza. Foto: J.M. Vidal (Efe)

Pese al indiscutible protagonismo acaparado anoche por el torero alicantino tras abrir de nuevo los candados de la Puerta del Príncipe, alguno de los aficionados que acabaron acodándose convenientemente sobre la barra del vagón-cafetería del AVE no quiso olvidar al otro héroe de este final de ciclo 2012. Sí, más de uno citó a José Tomás, el de las once orejas en Nimes el domingo anterior. Y mientras uno escuchaba hablar sobre ambos matadores, Manzanares por acá, Tomás por allá, cerveza va, gin-tonic viene, resultaba inevitable pensar si acaso aquel rostro taciturno del empresario/productor Simón Casas no se debía a la gran duda que queda pendiente de resolver antes del inminente silencio de clarines. ¿Quién ha gobernado el ruedo ibérico en la temporada que ahora termina?

La respuesta no parece clara. Sí ha quedado patente este año –y ha generado mucho más ruido mediático– que la supuesta unidad con la que las principales figuras del escalafón hicieron creer al respetable que comenzaba una nueva era en pos de la defensa de la lidia ha acabado convirtiéndose a medida que avanzaba el curso en una desunión manifiesta con razones monetarias de por medio. El más perjudicado en toda esta disputa entre empresarios, matadores y operadores televisivos ha sido El Juli, ausente en los principales carteles y por tanto difuminado sin remedio en la memoria colectiva de los últimos meses. Manzanares ha sufrido sus más y sus menos con ambas manos, que este periodista pudo ver sin vendas recientemente mientras conversaba con él para un reportaje de El País Semanal, certificando que lo de ayer en La Maestranza tiene aún más mérito si cabe teniendo en cuenta lo doloroso del complejo proceso de recuperación de sus lesiones. Ahí ha estado Manzanares y para la historia queda la arrebatadora huella de su toreo. Cada día más hondo, cada vez más poderoso. Eso sí, como puntualiza Antonio Lorca en su crónica de hoy en EL PAÍS, la excelencia de Manzanares ha de ser valorada en el contexto de la modernidad "que luce, y de qué manera, con el toro que tanto gusta, cómodo, artista, y de exquisita nobleza, como los de ayer".

Si de Tomás hablamos, como se habló también ayer en los pasillos del AVE de vuelta a Madrid, en el caso de Nimes cabría hacer mención del mismo tipo de toro. Ha sido su reciente apoteosis, narrada por Rosa Jiménez Cano para este diario desde el coliseo francés, un derroche de plenitud concebido a partir de astados que corresponden con los cánones actuales tan preciados por las grandes figuras. Además de apoteosis y heroicidades, estaría muy bien saber quién manda aquí. Y aquí es donde podría ponerse en valor aquel rostro taciturno que ayer lucía Simón Casas, artífice del milagro Tomista de Nimes y autoproclamado renovador del espectáculo taurino decimonónico en su tránsito al siglo XXI.

Tomas Nimes
Tomás, antes de obrar el milagro de Nimes el pasado 16 de septiembre. Foto: Pascal Guyot (AFP).

Si, como apuntan todas las crónicas sin distinción, han sido Tomás y Manzanares los que todavía logran copar titulares en medio de un descrédito sin precedentes que afronta el orbe taurino, ¿cuánto habrá que esperar para un mano a mano entre los dos incuestionables protagonistas de final de temporada? No se merece el respetable dilucidar la respuesta viendo a ambos fenómenos juntos en la arena? Así se han resuelto históricamente estas legítimas dudas entre quienes han vestido el refulgente oro del traje de luces. Así ha sido siempre porque, gustos del personal al margen, este ancestral espectáculo debe ofrecer respuestas. Lo justo es que quien aspira a mandar se mida ante quien haga falta. Y lo justo también es que quien manda lo demuestre. A base de chispazos aislados, por mucho que logren agotar todos los adjetivos, no hay respuesta posible. 

Manzanares Sevilla
Manzanares, ayer en Sevilla. Fotografía de José Manuel Vidal (Efe).

Tomas
José Tomás, en Nimes el pasado 16 de septiembre. Fotografía de Pascal Guyot (AFP).

Empresarios como Casas, que sufren como todos la progresiva falta de interesados en la compra de boletos, quizá deberían plantearse este tipo de enfrentamientos que son la esencia del espectáculo. Un mano a mano entre Tomás y Manzanares es un Barça-Madrid del toreo, un duelo y un drama en sí mismo que haría honor a la grandeza de la tauromaquia. Si cada uno por su lado han llenado y encendido los tendidos, ¿qué no serían capaces de conseguir copando un mismo cartel? Queda por saber si entre los que tienen en sus manos la pervivencia de la lidia hay alguien que se esté haciendo este tipo de preguntas.

José Tomás, ante la historia

Por: | 21 de septiembre de 2012

Después de lo ocurrido en Nimes el pasado día 16, es indiscutible que José Tomás es un torero grande, muy grande; heroico, y, por encima de todo, puro, muy puro; y este, quizá, sea su don más preciado.

José Tomás es leyenda desde que en 2008 se anunció dos tardes en Madrid, cortó siete orejas, se llevó tres cornadas y dejó a todos con la boca abierta y el corazón en un puño. Claro que, para entonces, ya había abierto la puerta grande de las Ventas cinco veces como matador y una como novillero. Después, llegaría la tarde maldita de Aguascalientes, esa larga recuperación, la reaparición en Valencia y el anuncio de que este año solo haría el paseíllo en Badajoz, Huelva y Nimes.

Y llega a Francia y arma la de Dios. Y todos los que allí estuvieron enloquecen de emoción, y muchos creen que el toreo se acabó a la una y media de una tarde de domingo en un anfiteatro romano al grito de 'torero, torero', mientras una muchedumbre embravecida acompaña al héroe, una vez más, hasta la gloria.

Y, ahora, ¿qué? No hay más. José Tomás ha vuelto a desaparecer. Desalojen la sala. Se acabó la película. Es todo. De nuevo, el silencio, el misterio, el rumor...

Y no hay derecho. No es justo que viaje a Francia, haga el toreo verdadero y se esconda de nuevo. Y los demás, ¿qué? ¿Ha recibido, acaso, la gracia que le desborda para esparcirla solo tres tardes al año? ¿Se puede ser un torero tan grande y guardarse para sí lo que los demás añoran?

A José Tomás le queda mucho por hacer. Le queda, por ejemplo, articular la nueva fiesta del siglo XXI, necesitada de pureza, de autenticidad e integridad. Le queda resucitar esta tauromaquia moribunda , porque está visto que solo él posee el bálsamo para su curación. Solo él tiene la llave de la emoción, esa intensa alteración del ánimo que es pieza clave para la pervivencia del espectáculo.

No es justo, pues, que José Tomás se encierre en su furgoneta, suba los cristales tintados, se aisle del griterío y vuelva a perderse en el túnel del tiempo. Su responsabilidad como figura va más allá, mucho más allá, de sus legítimos deseos como persona.

Es uno de los grandes para engrandecer la tauromaquia en el momento histórico que le ha tocado vivir; en el instante en que la fiesta se desmorona acuciada por sus muchos males internos, y, también, por la grave crisis económica.

José Tomás es un antídoto contra la vulgaridad y la falta de personalidad que arrastra la fiesta de los toros. Y debe demostrarlo. Esta es su obligación histórica por tener en sus manos la innata cualidad de ser eterno como héroe y artista.

Ya está bien de plazas de segunda; ya basta de toretes elegidos con mimo entre ganaderías que parecen criaderos de mansos corderos.

La indiscutible figura de José Tomás no puede ser grande solo para ganar dinero; que se lo den todo, pues todo lo merece, pero que, a cambio, se comprometa y se rompa para que resucite la fiesta.

Así, si José Tomás fuera perfecto como torero, bajaría los cristales tintados, escucharía a la afición, volvería a hacer el paseíllo en plazas de verdadera importancia y le cortaría las orejas a toros de encastada nobleza. Si lo fuera, se pondría al frente del escalafón para redimirnos a todos de la imperante desolación en la que estamos sumidos.

A José Tomás le queda mucho por hacer para que la historia quede en deuda con él. José Tomás debe salir de su escondite y liderar la resurrección de la tauromaquia moderna.

Esa podría ser la mejor lección de su histórica comparecencia nimeña.

 

El País

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