Sepamos quién manda aquí

Por: | 24 de septiembre de 2012

Viajaba anoche de vuelta a la capital en el AVE el francés Simón Casas con rostro taciturno, en medio de la algarabía en que se había convertido el trayecto Sevilla-Madrid de las nueve y cuarto. Desde Cayetano Rivera al citado empresario taurino con ínfulas de productor, decenas de aficionados desparramados por los asientos de Turista y Preferente cantaban las hazañas que José María Manzanares acababa de perpetrar en la plaza sevillana de la Real Maestranza, con un viento rabioso como telón de fondo que hacía presagiar el otoño y, con él, el principio del fin de la temporada taurina en España.

Manzanares
Manzanares, atravesando ayer la Puerta del Príncipe de La Maestranza. Foto: J.M. Vidal (Efe)

Pese al indiscutible protagonismo acaparado anoche por el torero alicantino tras abrir de nuevo los candados de la Puerta del Príncipe, alguno de los aficionados que acabaron acodándose convenientemente sobre la barra del vagón-cafetería del AVE no quiso olvidar al otro héroe de este final de ciclo 2012. Sí, más de uno citó a José Tomás, el de las once orejas en Nimes el domingo anterior. Y mientras uno escuchaba hablar sobre ambos matadores, Manzanares por acá, Tomás por allá, cerveza va, gin-tonic viene, resultaba inevitable pensar si acaso aquel rostro taciturno del empresario/productor Simón Casas no se debía a la gran duda que queda pendiente de resolver antes del inminente silencio de clarines. ¿Quién ha gobernado el ruedo ibérico en la temporada que ahora termina?

La respuesta no parece clara. Sí ha quedado patente este año –y ha generado mucho más ruido mediático– que la supuesta unidad con la que las principales figuras del escalafón hicieron creer al respetable que comenzaba una nueva era en pos de la defensa de la lidia ha acabado convirtiéndose a medida que avanzaba el curso en una desunión manifiesta con razones monetarias de por medio. El más perjudicado en toda esta disputa entre empresarios, matadores y operadores televisivos ha sido El Juli, ausente en los principales carteles y por tanto difuminado sin remedio en la memoria colectiva de los últimos meses. Manzanares ha sufrido sus más y sus menos con ambas manos, que este periodista pudo ver sin vendas recientemente mientras conversaba con él para un reportaje de El País Semanal, certificando que lo de ayer en La Maestranza tiene aún más mérito si cabe teniendo en cuenta lo doloroso del complejo proceso de recuperación de sus lesiones. Ahí ha estado Manzanares y para la historia queda la arrebatadora huella de su toreo. Cada día más hondo, cada vez más poderoso. Eso sí, como puntualiza Antonio Lorca en su crónica de hoy en EL PAÍS, la excelencia de Manzanares ha de ser valorada en el contexto de la modernidad "que luce, y de qué manera, con el toro que tanto gusta, cómodo, artista, y de exquisita nobleza, como los de ayer".

Si de Tomás hablamos, como se habló también ayer en los pasillos del AVE de vuelta a Madrid, en el caso de Nimes cabría hacer mención del mismo tipo de toro. Ha sido su reciente apoteosis, narrada por Rosa Jiménez Cano para este diario desde el coliseo francés, un derroche de plenitud concebido a partir de astados que corresponden con los cánones actuales tan preciados por las grandes figuras. Además de apoteosis y heroicidades, estaría muy bien saber quién manda aquí. Y aquí es donde podría ponerse en valor aquel rostro taciturno que ayer lucía Simón Casas, artífice del milagro Tomista de Nimes y autoproclamado renovador del espectáculo taurino decimonónico en su tránsito al siglo XXI.

Tomas Nimes
Tomás, antes de obrar el milagro de Nimes el pasado 16 de septiembre. Foto: Pascal Guyot (AFP).

Si, como apuntan todas las crónicas sin distinción, han sido Tomás y Manzanares los que todavía logran copar titulares en medio de un descrédito sin precedentes que afronta el orbe taurino, ¿cuánto habrá que esperar para un mano a mano entre los dos incuestionables protagonistas de final de temporada? No se merece el respetable dilucidar la respuesta viendo a ambos fenómenos juntos en la arena? Así se han resuelto históricamente estas legítimas dudas entre quienes han vestido el refulgente oro del traje de luces. Así ha sido siempre porque, gustos del personal al margen, este ancestral espectáculo debe ofrecer respuestas. Lo justo es que quien aspira a mandar se mida ante quien haga falta. Y lo justo también es que quien manda lo demuestre. A base de chispazos aislados, por mucho que logren agotar todos los adjetivos, no hay respuesta posible. 

Manzanares Sevilla
Manzanares, ayer en Sevilla. Fotografía de José Manuel Vidal (Efe).

Tomas
José Tomás, en Nimes el pasado 16 de septiembre. Fotografía de Pascal Guyot (AFP).

Empresarios como Casas, que sufren como todos la progresiva falta de interesados en la compra de boletos, quizá deberían plantearse este tipo de enfrentamientos que son la esencia del espectáculo. Un mano a mano entre Tomás y Manzanares es un Barça-Madrid del toreo, un duelo y un drama en sí mismo que haría honor a la grandeza de la tauromaquia. Si cada uno por su lado han llenado y encendido los tendidos, ¿qué no serían capaces de conseguir copando un mismo cartel? Queda por saber si entre los que tienen en sus manos la pervivencia de la lidia hay alguien que se esté haciendo este tipo de preguntas.

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Primer Aviso

Sobre el blog

El mundo de los toros visto por los periodistas de EL PAÍS. Rigor, exigencia y sensibilidad para analizar un arte que vive uno de los momentos más complejos de su historia.

Sobre los autores

Antonio Lorca es crítico taurino en El País. Amante del toro en el campo, en la plaza y en el plato. Hijo del Capitán Trueno, venera a los héroes de carne y hueso ya vistan de oro o plata, vayan a pie o a caballo. Por favor, no le digáis a mi madre que soy periodista; ella, orgullosa de mí, cree que soy banderillero...

Rosa Jiménez Cano. Periodista de EL PAíS especializada en Tecnología, aficionada a los toros desde su niñez. Como cualquier abonado de Las Ventas reparte su corazón entre Chenel, Esplá y los hierros más duros. Se derrite cuando a Morante le da por torear.

Quino Petit es periodista de EL PAÍS. Desde 2006 escribe reportajes en El País Semanal. Durante la adolescencia sufrió un shock leyendo la biografía de Chaves Nogales sobre Juan Belmonte y persiguió a Curro Romero y a Rafael de Paula hasta que ambos se cortaron la coleta. Desde entonces no persigue a nadie. Tampoco ha vuelto a ver torear tan despacio.

Paz Domingo, periodista de El País y admiradora de la portentosa belleza que atesora el toro de lidia, cuando se da con toda la integridad física y temperamental, con la fuerza descomunal que representa su genio, acometividad, defensa, y resistencia al sometimiento.

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