Prohibición infantil en Utrera

Por: | 19 de junio de 2013

Anda el mundo del toro alterado, y con razón, porque el Ayuntamiento sevillano de Utrera ha aprobado una ordenanza municipal de protección animal que, entre otras medidas, prohíbe la entrada de los menores de 7 años en los festejos taurinos que se celebren en la localidad. Y la norma ha contado con los votos favorables del PA, que preside el gobierno, PSOE, IU y UPyD y la abstención del PP. Aficionados, críticos, ganaderos y taurinos en general han puesto el grito en el cielo, censuran con dureza el acuerdo y buscan medidas legales para su anulación. De hecho, la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL) y la Federación de Asociaciones Taurinas de Utrera han elaborado una estrategia común para la redacción de alegaciones en contra de la ordenanza.

Sea como fuere, noticias como esta llaman muchísimo la atención. Y no solo por la oportunidad o no de la norma, sino porque viene a echar más leña al fuego en las sospechas generalizadas sobre la calidad de nuestra clase política. No se entiende, así, de entrada, que cuando un Gobierno socialista decide considerar los toros como 'una disciplina artística y un producto cultural', y otro, el popular, pretende aprobar una ley que los declare bien de interés cultural, unos concejales decidan por su cuenta que los toros perjudican a los niños. Quede constancia, al menos, de la evidente contradicción entre lo que opinan unos y deciden otros en sus propios partidos.

Al margen de la presumible ilegalidad de la decisión utrerana (ni el Reglamento andaluz ni la vigente ley taurina prohíben la entrada de los niños), sorprende el interés de algunos políticos por inmiscuirse en la vida de los ciudadanos, atentar contra su libertad y, como en este caso, suplantar la responsabilidad de los padres. ¿Quiénes mejor que estos para decidir si deben o no llevar a sus hijos a los toros? Es más, ¿quién asegura que la visión de un festejo sea perjudicial para la vida presente y futura de un niño? Somos legión los que hemos visto toros desde la más tierna infancia y no por eso somos morbosos torturadores.

Más bien parece que lo que se esconde detras de este acuerdo es un vivo interés por minar los cimientos de la fiesta de los toros, trufado con una sorprendente falta de inteligencia. Los concejales han encontrado una rendija para colocar una piedra en el camino sin reparar, posiblemente, en que su decisión carece de efectividad al tiempo que es una bofetada sin mano a la historia de su propio pueblo.

Utrera es la cuna del toro bravo y allí han pastado y pastan ganaderías legendarias. ¿Qué necesidad hay de molestar a los muchos utreranos que se sienten orgullosos de sus raíces y tienen derecho a pensar que sus representantes no respetan su pasado?

¿Cuántos niños menores de siete años van a los toros? En la plaza de Sevilla solo conozco uno, que suele aguantar tres toros y se lo pasa en grande; y en las Ventas vi un año un bebé dormido en los brazos de su madre. ¿Por qué no prohiben que los infantes utreranos vean los dibujos animados con escenas o tramas violentas? ¿O los telediarios, preñados de imágenes de conflictos y guerras que pueden herir su sensibilidad? ¿Por qué, entonces, los toros?

Pero hay algo más, que sustantiva una presumible ausencia de sentido común y cordura. La afición utrerana ya no es lo que era; la esencia taurina de Utrera, una de las plazas emblemáticas hasta hace unos años, ha decaído hasta extremos preocupantes. Es la cuna del toro  -y lo seguirá siendo a pesar de sus concejales-, pero su afición es escasa e irrelevante. Quedan, eso sí, magníficos aficionados y buenos toreros retirados que alimentan su afición en las tertulias y las gradas de la Maestranza. Pocos festejos se celebran en Utrera y la nueva plaza cuesta un mundo llenarla. ¿A qué viene, entonces, esta andanada de los grupos políticos municipales?

Si la fiesta está llamada a desaparecer en Utrera, que muera sola; pero, por favor, que no la maltraten políticos que parecen empeñados en molestae con la ostentación de una malentendida modernidad, hieren la sensibilidad del pueblo y manchan su historia sin conseguir nada a cambio. Si es verdad que la inteligencia no es una característica de los taurinos, no digamos de los políticos integrantes del Ayuntamiento de Utrera... ¿Habrá problemas en Utrera antes que dedicar el tiempo a crear una polémica tan descerebrada como esta? ¡Dios mío, llévame contigo...!

Hay 5 Comentarios

¡Bravo! Se está viendo algo de luz al final del camino. Toros= barbarie, maltrato, violencia.
Cada vez estamos más cerca de la abolición.
Queráis os no, toda la tradición no es cultura y que se considere este deplorable espectáculo, no apto para niños es un gran paso
Por cierto, Feliz día mundial Antitaurino.

Ya va siendo hora de que eliminen esa salvajada. La tortura animal por diversión desde luego que no es ningún "espectáculo" apto para niños, ni tampoco para mayores, del mismo modo que no lo son las peleas de perros o el tirar cabras vivas desde campanarios.

La norma no dice menores de 18 años, sino de 7 años, una frontera increíblemente baja. Y aun así, protestan algunos. ¿Esto no es apología del maltrato psicológico infantil?

En mi pueblo los niños hemos ido y siguen yendo a los toros desde que abren los ojos para ver y todavía no tengo noticias de que entre tantas generaciones haya salido ningún asesino en serie. Impecable razonamiento el de usted. Lo que a todas las personas normales nos gustaría ser capaces de escribir.

Y recomendación para ir a los niños a los siguientes restaurantes http://www.capitanfood.com

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Sobre el blog

El mundo de los toros visto por los periodistas de EL PAÍS. Rigor, exigencia y sensibilidad para analizar un arte que vive uno de los momentos más complejos de su historia.

Sobre los autores

Antonio Lorca es crítico taurino en El País. Amante del toro en el campo, en la plaza y en el plato. Hijo del Capitán Trueno, venera a los héroes de carne y hueso ya vistan de oro o plata, vayan a pie o a caballo. Por favor, no le digáis a mi madre que soy periodista; ella, orgullosa de mí, cree que soy banderillero...

Rosa Jiménez Cano. Periodista de EL PAíS especializada en Tecnología, aficionada a los toros desde su niñez. Como cualquier abonado de Las Ventas reparte su corazón entre Chenel, Esplá y los hierros más duros. Se derrite cuando a Morante le da por torear.

Quino Petit es periodista de EL PAÍS. Desde 2006 escribe reportajes en El País Semanal. Durante la adolescencia sufrió un shock leyendo la biografía de Chaves Nogales sobre Juan Belmonte y persiguió a Curro Romero y a Rafael de Paula hasta que ambos se cortaron la coleta. Desde entonces no persigue a nadie. Tampoco ha vuelto a ver torear tan despacio.

Paz Domingo, periodista de El País y admiradora de la portentosa belleza que atesora el toro de lidia, cuando se da con toda la integridad física y temperamental, con la fuerza descomunal que representa su genio, acometividad, defensa, y resistencia al sometimiento.

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