
Un operario
retira el
agua de
la plaza
de Las
Ventas horas
antes del
comienzo del
décimo octavo
festejo de
la Feria
de San
Isidro, el 27 de mayo de este año 2013. En esta novillada
picada se lidiaron
novillos de
Carmen Segovia
para Tomás
Campos, Francisco
Sanz, Curro
de la
Casa, y
Sebastián Ritter. Fotografía de Alberto
Martín (EFE).
Anotaciones reglamentarias (6)
El aplazamiento o suspensión de los festejos taurinos
debido a las inclemencias meteorológicas no dependen de circunstancias
objetivas. Los sucesivos reglamentos taurinos han dejado la interpretación de
estos supuestos a los presidentes
En este sexto capítulo dedicado a las consideraciones
reglamentarias taurinas miramos al cielo. Y de su contemplación, o no, depende
la celebración de algunos festejos taurinos. Hay tardes que llueve. Hay otras
que graniza. Hay muchas que el lodazal en el ruedo se impone a la objetividad. Son
las mismas cuestiones de incertidumbre meteorológica que se pasean por el mundo
taurino desde que el mundo es mundo y hay toros en él. Ningún reglamento en la
historia de la normativa taurina ha despejado con contundencia qué hacer, cómo
actuar, qué suspender, o qué aplazar cuando el cielo se abre, el ruedo es
impracticable para el desarrollo de la lidia y, por tanto, existe riesgo para
los actuantes del festejo.
El vigente Reglamento Nacional, como todos los que le precedieron, deja en manos del presidente del festejo la continuación, o no, del mismo “cuando exista o amenace mal tiempo que pueda impedir el desarrollo normal de la lidia”. Es decir, que un hecho absolutamente objetivo queda reservado a la aptitud de la autoridad, evidentemente muy presionada por las circunstancias ajenas a las inclemencias como son las devoluciones de las entradas en el caso de suspensión previa del festejo y las no devoluciones en el caso de haber comenzado la corrida con el consiguiente enfado de los asistentes. En este periplo reglamentario pedimos la opinión de los aficionados y Javier Sanz Berrioategortua, responsable del blog Toro, torero y afición pone voz a la disquisición del artículo 85 del reglamento que se hace por parte de los presidentes de los festejos cuando el tiempo arrecia y el espectáculo es insoportable. Lo expone claramente; “Se está ante un problema de uso correcto del poder, no de su concesión”.