El joven novillero Juan Belmonte, en el verano de 1913, durante un almuerzo en la terraza del estudio que el escultor Sebastián Miranda tenía en la calle Montalbán, esquina con Alfonso XII, de Madrid. De izquierda a derecha, Sebastián Miranda, Ramón Pérez de Ayala, Ramón del Valle Inclán y Juan Belmonte. Al fondo se puede apreciar el Parque del Retiro. Esta fotografía se incluye en el libro El tiempo de Sebastián Miranda. Una España insólita, de Marino Gómez-Santos.
Los aposentos del Pasmo de Triana en Madrid
De cómo y dónde vivió en la capital Juan Belmonte en los primeros años de esplendor torero y de su nostalgia por la calle Alfonso XII
El pasado 16 de octubre se conmemoró el centenario de la alternativa de Juan Belmonte. Aquel año de 1913 fue en la vida del torero sevillano delirante. Desde su presentación en Madrid como novillero el 26 de marzo hasta la conclusión al séptimo mes de este advenimiento glorioso al mundo de los toros como matador, Belmonte llegó, triunfó, simpatizó con la intelectualidad del momento y se transformó en el fenómeno taurino con la rapidez de un meteorito que revolucionó los cánones del toreo establecido hasta el momento y lo hizo con la solidez imprescindible para que pasado un siglo aún se hable de aquellas intuiciones que convirtieron el arte taurómaco en mandamientos de ley.
Es abundantísimo el volumen de escritos, en forma de libros, biografías, artículos, crónicas taurinas y sociales, sobre la figura de Juan Belmonte. Nuevos y viejos. Extraordinarios algunos, anecdóticos otros, y pocos olvidados, porque la figura del torero sevillano es revisada continuamente desde todos los pareceres posibles. Por tanto, no se hace necesario condensar la singularidad de su vida, ni de su toreo, ni de su leyenda, aunque sí se pretende a través de este imaginario decálogo belmontiano, que da comienzo en este soporte digital, poner recuerdos a la vida y obra de un personaje sobresaliente.
Esta andadura romántica la iniciamos a pie de calle, al borde mismo del Parque del Retiro, en la calle Alfonso XII, número 42, donde el Ayuntamiento de Madrid ha colocado una plaza conmemorativa para recordar a los caminantes que en este casa vivió el torero Juan Belmonte desde el año 1940 hasta la fecha de su fallecimiento en 1962. Sin embargo, el torero sevillano ya había elegido esta calle madrileña para vivir el año de su llegada a la capital, en estos mismos meses de 1913 en que se convertiría en la revelación taurina del momento. ¿Por qué eligió Juan Belmonte esta calle para vivir, tan aristocrática también entonces? ¿Por qué en los posibles traslados de vivienda nunca se alejó de sus límites? Demos un paseo por el viejo Madrid de principios de siglo; por las maravillosas interviús que Parmeno realizara al Pasmo de Triana; por los elevados retratos de Chaves Nogales y Antonio de la Villa al matador de toros y amigo; por los recuerdos del escultor Sebastián Miranda, en definitiva, el personaje que más y mejor se acercó a la vida y obra del torero convertido en fenómeno de gentíos muy a su pesar. Recordemos cómo y dónde vivió Juan Belmonte en Madrid aquellos maravillosos años de esplendor.