Serranito recibe la alternativa en Las Ventas el 17 de mayo de 1964 con toros de la ganadería de Rafael Peralta. El padrino de ceremonia fue Fermín Murillo y el testigo Andrés Vázquez.
El empeño siempre de un torero
El torero madrileño Serranito recibe varios homenajes cuando conmemora 50 años de su alternativa como matador
El maestro Agapito García, Serranito, tiene a la entrada de su piso en Madrid un discreto santuario de su pasado torero. Sobresale una descomunal cabeza de toro que pone la categoría de su mundo retrospectivo. Argentinito mira a la entrada desafiante. Negro, con fuerza escultural, el pabloromero luce sin orejas desde que el 23 de mayo de 1968 el diestro madrileño se las cortara en la cátedra del toreo. Junto a él, el vestido que estrenara ese día, de un azul cálido salpicado de elementos florales, sutiles, armónicos, elementales, y que mezclan ensoñaciones románticas. En un rincón de la escena se apilan las muchas placas conmemorativas que estos días le ofrecen con admiración en los actos de recuerdo por los 50 años de su alternativa en Las Ventas. Nacido en Colmenar Viejo (1941), el torero Serranito estuvo definido por el talento y el infortunio. A la desventura que cortó su plenitud torera hubo de ponerle arrojo, valentía y un gran tesón. Él así lo quiere contar: con la perspectiva que da la madurez, con la humildad de superar los sinsabores, con el empeño de toda una vida por amor a los toros.
Serranito 3 from Paz Domingo on Vimeo.
Imagen del diestro madrileño Agapito García, Serranito.
Hablar con el maestro de manera pausada es una obligación. Su cadencia de voz se impone en la conversación y en los análisis de la situación de la fiesta en este mundo de hoy. Sus deficiencias físicas, secuelas de aquella terrible cogida en la plaza de Benidorm en septiembre de 1969, le han impuesto una travesía pacífica y una resignación a la inactividad, a las cuales supo citar de frente con perpetuo tesón. Después de su jubilación como profesor en la Escuela Taurina de Madrid se asoma Serranito, con la misma inteligencia que da la quietud, a la fiesta de los toros a través de la ventana televisiva. Su cuerpo dañado descansa en la placidez del hogar, pero su espíritu torero reverdece en las tertulias con sus amigos del barrio, amparados en un escondido rincón de una cafetería sin tópicos taurinos; en los afectivos homenajes que se le tributan estos días, “de esos con sorpresas que rompen el corazón”; y en las invitaciones apresuradas de una periodista que quiere saber de otros tiempos toreros.
En su larga visión de este mundo de toros, ¿han cambiado mucho las cosas? Para los toreros mucho. Principalmente en la aceptación social tan diferente que se tiene de los toreros entonces y ahora. Cuando íbamos por esos mundos, cuando éramos maletillas, cuando buscábamos las ferias de los pueblos, había alguna puerta que se podría abrir, quizá un camino que se despejaba. Actualmente un chico dice que quiere ser torero y es un insulto e inmediatamente provoca un rechazo en los que están a su alrededor.
Entonces, ¿quién gana ahora, el hemisferio taurino o el antitaurino? En mis años había gente a la cual no le gustaban los toros, por supuesto. Pero, tampoco presumían de esta circunstancia. Ahora sí. Parece que pesa mucho ya en la opinión pública enarbolar la bandera antitaurina y el argumento es que la fiesta es una bestialidad. Esto es así desgraciadamente para todos, pues para mí el activismo contra los toros es un movimiento incomprensible.
Y, ¿hay evolución en la forma de torear? Pues va cambiando todo. Le voy a poner un ejemplo: la manera de llevar el toro al caballo y de sacarlo; antaño lo llevaba el subalterno y lo sacaba el matador, y en estos tiempos, como se puede ver, se hace al revés. Un comentarista televisivo mantiene que es una equivocación –que acepto y comprendo-, mientras que yo veo en esta evolución una respuesta adecuada a las pruebas hechas durante mucho tiempo, además de certificar que el matador debe de estar para dominar y estudiar los comportamientos del animal y poderle dar la lidia más adecuada. Así, de la misma manera que se traspasó aquel salvajismo de antaño, la fiesta toma de nosotros la madurez y el perfeccionamiento. Recuerdo que mi padre me llevaba a los toros en Colmenar Viejo. Era tan niño que hasta necesitaba que me auparan en brazos. Tengo grabado en la memoria aquel recuerdo primero y cómo me tapaba los ojos en el instante que el toro acometía al caballo. Con esto quiero decirle que lo que un niño no entendía, cuando llegó el oficio y la madurez que da la vida me hizo comprender el trascendental significado para la tauromaquia de esta suerte. Es, como digo, la evolución de la vida, del elemento vivo que es la fiesta.
Serranito 2 from Paz Domingo on Vimeo.
Perdone que insista pero, ¿no le parece que todo es igual en esa continuidad? Pues sí. Algunas cosas se deberían plantear como una necesidad de cambio. Una contradicción es que una entrada a un festejo con toreros modestos cueste igual que una corrida con figuras. Antiguamente, esto no pasaba. Pero sí, ni apruebo ni entiendo que sea todo igual.
¿A quién se debe echar la culpa? Todo está tan legislado... Un festejo, aunque sea menor, cuenta con unos costes tremendos…
Pues en Francia funciona la gestión directa que hacen los aficionados… Un empresario se hace empresario para ganar dinero, -por afición lo hacen muy pocos- y si no tiene negocio, se marcha. Los administradores actuales piden subvenciones y nadie admite perder dinero, sea empresa o particular. Si la gente deja de ir a los toros los empresarios entonces dejan de ser rentables. Es muy evidente que así sea.
¿Usted ve futuro a esta fiesta de toros? Por mucho que se empuje en contra, la fiesta de los toros jamás se va acabar. Tendrá sus momentos más altos y más bajos. Cuando aparece una figura de la talla de Manolete, El Cordobés o José Tomás la fiesta irá arriba y cuando no surja una figura que atropelle la razón pues se vendrá abajo. Momentos como estos últimos son los que aprovechan los antitaurinos…
Por cierto, José Tomás no fue a la escuela taurina… No fue necesario. Él tenía a su abuelo que fue quien le enseñó. Es un rebelde, un rebelde como debe ser todo gran artista.
Una rebeldía inusual dentro de un estamento que contrala todos los ámbitos taurinos… La rebeldía es fuerza y constancia. Las empresas tenían la sartén por el mango con las retrasmisiones televisivas pues pagaban a la televisión y no querían abonar a los toreros lo que les pertenecía. José Tomás y Joselito emprendieron esa batalla que luego Tomás ha continuado porque su condición de figura reclamada por el púbico le permitió imponer sus condiciones. Y así se mantendrá mientras exista un verdadero interés por este torero que tiene gran capacidad artística torera y supone un gran atractivo por su personalidad. ¿Qué hace común a Manolete, El Cordobés y Tomás si sus manifestaciones como toreros eran tan dispares? Muy sencillo: la gran sugestión de provocar en el público, aficionado o no, un impulso irrefrenable de ver al artista en su propia dimensión como torero. Eso que se llama trasmisión y que en este mundo de toros significa una capacidad de comunicación inmensa, reservada solo a unos pocos.
Serranito 1 from Paz Domingo on Vimeo.
Por último, ¿recuerda aquella feria de Colmenar Viejo en la que había toros con trapío como Madrid y a la que venían todas las figuras del momento? Pues claro, no solamente las recuerdo sino que tengo la seguridad que la afición de Colmenar Viejo tiene la capacidad de recuperar esa grandeza porque lo más importante sigue vivo. Me consta que lo están intentado y lo conseguirán.
El maestro Serranito se queda solo. Vuelve a sus recuerdos, a su mundo de toros y a su enorme paciencia que ahora teje dibujos frágiles plasmados con la técnica de pirograbado, en la cual también parece dominar con suaves lances. El silencio, el tiempo, la meditación, la prudencia, la espontaneidad son pasiones en la vida de este torero, de aquel torero al que algunos hace muchos años no veían embutido en un traje de luces porque era flaco, enjuto y rubio y, que ahora, sin embargo, Serranito no podría dejar nunca de ser torero siempre.
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