Traspasando la línea

Traspasando la línea

Una mirada constructiva y crítica sobre el impacto del mundo digital en la educación. Aunque su punto de partida es la educación en línea y todo el potencial que se suele desconocer, atraviesa esa línea para analizar y comentar la emergencia de nuevos y discutidos enfoques en el uso de las tecnologías digitales para la mejora de la educación.

Sobre el autor

Albert Sangrà Morer

ha transitado por la docencia y la organización de los distintos niveles educativos de nuestro país, y la evolución de la tecnología le ha ido acompañando en esa travesía. Profesor e investigador de la Universitat Oberta de Catalunya, UOC, estudia cómo hacer que las tecnologías aporten un valor añadido a la educación y a sus resultados en el marco del grupo [email protected]. Es Vicepresidente de la European Foundation for Quality in E-Learning (EFQUEL), y ha escrito diversos libros y artículos sobre esta temática.

Firmas nacionales

  • Jordi Adell (UJI Castellón)
  • Manolo Area (U. de La Laguna)
  • Mercedes González (U. de A Coruña)
  • Cristóbal Suarez (U. de Valencia)
  • Pablo Muñoz Carril (U. Santiago de Compostela)
  • Lourdes Guàrdia (UOC)
  • Marcelo Maina (UOC)
  • Montse Guitert (UOC)

Firmas internacionales

  • Mark Bullen (Commonwealth of Learning, Canada)
  • Larry Ragan (Penn State University, USA)
  • Rebbeca Medder (USA)
  • Terry Anderson (Athabasca University, Canada)
  • Tony Bates (Canada)
  • Insung Jung (ICU, Japón)

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La calidad de la educacion en linea, a debate

Por: | 30 de septiembre de 2013

El debate sobre la calidad de la educación en línea es recurrente. Si se analiza cuáles son los motivos de esta recurrencia, nos encontramos ante diversas posibilidades. Una de ellas es que cuestionar su calidad es una estrategia –de perfil bajo, pero estrategia al fin y al cabo- de aquellos que no la practican y que temen que se convierta en una verdadera amenaza para sus propias prácticas. Otra es que la sociedad, ante la emergencia de un elemento novedoso, exige evidenciar que su práctica alcanza los objetivos que dice tener. Una tercera es que los propios practicantes de la educación en línea revisan permanentemente su propio desempeño, se cuestionan cómo puede afectar la aparición de cualquier nuevo elemento en el escenario general, reflexionan sobre la forma de garantizar su buena práctica y la obtención de los resultados que persiguen.

Esto último es lo que ha pasado durante esta semana, en la que expertos, profesores y estudiantes de educación en línea y de formación mediada por la tecnología, se han reunido en la edición anual del Innovation Forum de la European Foundation for Quality in E-Learning (EFQUEL), que ha tenido lugar en Barcelona.

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Fuente: www.flick.com

Su objetivo era “reenfocar la calidad del e-learning”, a la luz de su evolución y de los nuevos desarrollos y propuestas que se están sucediendo con motivo del auge del concepto de “educación abierta”. Cabe decir, como ya indicó uno de los conferenciantes, el presidente del European Distance and E-learning Network (EDEN), el portugués António Teixeira, que este concepto no es nuevo. Algunas de las universidades a distancia que se crearon a finales de los años sesenta y principios de los setenta, llevan el nombre de “Open” precisamente como expresión de esa voluntad.

Es cierto, sin embargo, que el movimiento abierto le está dando más contenido al concepto, y eso hace que se estén replanteando muchos aspectos. La calidad es uno de ellos.

La calidad es un concepto multidimensional. Y se ahí la extraordinaria dificultad de llegar a acuerdos respecto a su definición. No significa lo mismo calidad para el estudiante, que para la institución, o para el profesor o el empleador. Cada uno de estos agentes implicados en el proceso la percibe de forma distinta y utilizan indicadores distintos para medirla. La medida de todas sus dimensiones y la búsqueda de indicadores consensuados, testeados y aceptados es la misión de las agencias de acreditación, certificación o aseguramiento de la calidad. En Barcelona se llevó a cabo una mesa redonda con la participación de distintas agencias u organizaciones relacionadas con la calidad en el ámbito universitario: la Asociación Europea de Universidades (EUA), la Asociación Europea de Educación Superior (EURASHE), la Unión Europea de Estudiantes (ESU), la Red Europea de Agencias de Calidad (ENQA), la Agencia para la Calidad del Sistema Universitario de Cataluña (AQU), y la propia EFQUEL. En la mesa se puso de manifiesto que, a pesar de la buena voluntad para enfrentarse a un tema difícil –los aspectos de evaluación de la calidad de la educación en línea que difieren de la educación presencial-, el bagaje y la experiencia en a educación presencial sesga enormemente cualquier reflexión respecto a la práctica de la educación en línea.

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Fuente: http://calidad.umh.es

Sir John Daniel, exrector de la Open University del Reino Unido expresidente de la Commonwealth of Learning, manifestó que estamos ante una evolución, más que revolución de la educación en línea, aunque el desconocimiento de la historia de este tipo de educación haga que algunos piensen que son nuevas cosas que ya sucedieron hace algunos años. Cabe destacar que propuso que deberían ser los estudiantes los que diseñaran su propio currículum y reconoció que los MOOC han dado mayor visibilidad a la educación en línea, haciendo también hincapié en la importancia de exigirnos calidad para mantener el prestigio obtenido.

Y hablando de MOOC, se celebró un taller que duró diez horas –con sus correspondientes descansos, claro está- y que se denominó MOOCATHON. En él se reconoció que ahora mismo ya existe una amplia cantidad de distintos enfoques de MOOC, con lo que se necesita ya establecer una nueva terminología.

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Fuente: www.efquel.org

Acabaré este post, convertido en una pequeña crónica, volviendo a la educación abierta, pues en el congreso se presentó la nueva iniciativa de la Comisión Europea “Opening up Education”. La Comisión apuesta de forma decidida por la educación abierta y va impulsar y financiar proyectos en este sentido. Seguiremos hablando de ello, y de la calidad.

Difundir la educación con Instagram

Por: | 23 de septiembre de 2013

La Dra. Rebecca Meeder es diseñadora de procesos de enseñanza y aprendizaje. Después de desarrollar su trayectoria formativa en la University of Hawaii, donde se doctoró, ha trabajado en la University of Seattle, en el departamento de Educación de la University of Hawaii, y en Nintendo América. Mantiene un interesante blog.

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Fuente: www.descargarinstagram.com

En las universidades, tanto los estudiantes como el personal de gestión utilizan de formas muy diversas las aplicaciones diseñadas para compartir fotos. Estas aplicaciones se usan, entre otras, para la creación de comunidades, la promoción en la web, la enseñanza y el aprendizaje. Hipstamatic, Vignette, Instagram y Picplz son algunas de estas aplicaciones que actualmente encontramos en smartphones y tablets. La más popular, Instagram, “permite que los usuarios carguen fotos originales con 17 tipos de filtros por defecto”, tal como expresa McKenny. Los usuarios de esta aplicación no solo pueden compartir fotos en otras redes sociales, como Facebook y Twitter, sino que también pueden comentar las fotos de otros usuarios. En julio de 2012, Instagram ya había alcanzado los 80 millones de usuarios.

Amy Peterson, especialista de nuevos medios en la Universidad Cristiana de Texas, emplea Instagram “como otra herramienta para nuestra estrategia de marketing [...]. Es un lugar en el que están todos nuestros estudiantes y exalumnos, de modo que allí es donde estamos también nosotros”, como señala Lytle. La Universidad de Wisconsin-Green Bay usa esta aplicación para reforzar su presencia en otras redes sociales y, así, aumentar su visibilidad en la web. Y la Universidad de Seattle retuitea las fotos Instagram de la universidad de otros usuarios de Twitter.

Para los estudiantes, Instagram tiene un uso potencial como book profesional que les permite compartir imágenes de actividades profesionales o académicas en las que han participado. “Creo que es una tendencia muy guay”, dice Stephanie Jarstad, estudiante de Fotografía en Federal Way, Washington. En su opinión, muchos estudiantes usan las aplicaciones de la cámara para compartir sus diferentes puntos de vista artísticos, mientras que otros las emplean como un modo de incorporar imágenes a su book profesional.

Actualmente, las instituciones de educación superior recurren a las aplicaciones para compartir fotos con el fin de ofrecer a los estudiantes y exalumnos una visión más cercana de su universidad. Desde el año pasado, la Universidad de Florida usa Instagram para subir fotos de acontecimientos en la universidad no divulgados públicamente, así como imágenes de los lugares más nostálgicos para los exalumnos. La Universidad de Hawái también recurre a Instagram para colgar fotos de la universidad en su página de Facebook. “Hace muy poco que hemos empezado a usar Instagram y creo que es un buen modo de compartir visualmente lo que ocurre en los campus que la Universidad de Hawaii tiene en todo el estado”, afirma Kristen Bonilla, funcionaria de Información Pública del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Universitaria de la Universidad de Hawái, en una entrevista personal que realicé el 29 de agosto de 2012. Las universidades emplean además Instagram para filtrar rápidamente sus fotos y usarlas en otras redes sociales, como Facebook y Twitter, y, finalmente, también para animar a la participación en acontecimientos importantes.

Aunque Instagram es una aplicación muy usada por el personal de gestión de las universidades, este tipo de aplicaciones también son muy populares entre los estudiantes: se dicen más mostrándose sus fotos mediante Instagram que con mensajes de texto o el geoetiquetado. Los estudiantes también recurren a los hashtags para descubrir imágenes de otros usuarios que han tomado fotos parecidas e incorporarse así a una comunidad en línea a través de las imágenes.

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Fuente: http://pixers.es/

Además de los beneficios de usar este tipo de aplicaciones con objetivos educativos, surgen también otras cuestiones, como la preocupación por la privacidad y la sustitución del intercambio de fotos por el contacto social real cara a cara. Instagram ofrece la posibilidad de usar el geoetiquetado, que permite ver dónde se tomó la foto, así como dónde se encuentra la persona en el momento presente. A menudo los estudiantes se olvidan de consultar a sus amigos si desean que sus fotos se cuelguen en la web. Los alumnos también utilizan Instagram como una forma de estar en contacto con la familia y los amigos que les permite prescindir del teléfono o las visitas, lo cual constituye una preocupación legítima entre los padres de la generación Internet.

La invisibilidad del docente

Por: | 16 de septiembre de 2013

“Lo esencial es invisible a los ojos.” Esta es una frase del libro de Antoine de Saint-Exupéry, “El Principito”. Quizás una de las más conocidas y repetidas de esa obra. En ella, el autor quiere destacar la importancia de ir más allá de lo que se observa físicamente cuando se quiere valorar algo en su justa medida.

Parece que es algo que tiene muy presente también un artista chino, Liu Bolin, a quien ya llaman el “hombre invisible” por las características de su obra artística. Bolin lleva a cabo piezas pictórico-fotográficas en las cuales él se mimetiza con el entorno de la obra, hasta ser enormemente difícil de reconocer por el ojo humano. Un minucioso y trabajado proceso de maquillaje y de pintura de su ropa, que suele durar varias horas, permite que, a pesar de ser unos de los actores de la obra, el protagonismo lo tome el contexto de la misma. Liu afirma que al convertirse en poco menos que invisible, su fusión con la obra es lo que “hace pensar a la gente”. Y él lo utiliza para denunciar cuestiones sociales que entiende que deben ser conocidas. Hace pedagogía desde su propia invisibilidad.

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Obra del artista chino Liu Bolin. Vía liubolinart

Ahora que estamos empezando un nuevo curso académico me ha venido esta imagen a la mente pensando en el importante papel que tienen los docentes en la educación y en la formación de nuestros ciudadanos. Profesores que por su sorda labor, lejos de buscar un protagonismo que corresponde a todos aquellos que estudian y que aprenden, devienen poco menos que invisibles cuando se valora cómo funciona nuestro sistema o cómo podría mejorarse. Pero no debemos confundir esa supuesta invisibilidad con la ausencia de actividad.

Algunas personas empezarán este curso con materias, o incluso programas, que no les exigirán tener que asistir a clase a una hora y en un lugar determinado. Algunas porque han decidido iniciar o continuar sus estudios universitarios en una universidad en línea, y otras porque lo harán de forma parcial, como complemento a un programa presencial de una institución convencional. En algunos lugares, incluso en la educación secundaria obligatoria o en el bachillerato, los alumnos cursarán algunas materias, de modalidad u optativas, en línea. Estudiarán y aprenderán en línea, y si el programa es de calidad, el docente estará allí, aunque ellos y ellas no lo vean. El concepto de presencia docente en la educación en línea está ampliamente estudiado. El profesor no trata de ser el protagonista, sino que lo que hace es diseñar, facilitar y orientar los procesos cognitivos y sociales con la finalidad de que el estudiante alcance resultados de aprendizaje educativamente valiosos y personalmente significativos.

El docente acompaña a los estudiantes, los ayuda a organizarse, pone a su alcance los recursos necesarios y les propone las actividades necesarias para alcanzar las competencias que deben adquirir al final del proceso. Los retroalimenta, los informa sobre su progreso y los evalúa, a menudo utilizando un modelo de evaluación continua en el que tienen cabida diversos métodos evaluativos, que irán desde la autoevaluación para fijar algunos conocimientos hasta la coevaluación por parte de sus propios compañeros, eso sí, orientados por parte del propio docente. Por supuesto, una parte importante de esa evaluación la ejecuta el propio docente, que puede así, con los datos del todo el conjunto, validar la adquisición de competencias de los estudiantes. Quizás los estudiantes no lo van a ver mucho, pero sin duda estará allí, y será uno de los elementos fundamentales para que obtengan un buen resultado en sus aprendizajes. El valor de esta invisibilidad del docente en la educación en línea no debería caer en saco roto. Se trata de una tarea difícil, que no siempre es reconocida como se merece.

Hay quienes, llevados por una visión del mundo elaborada solo a base de unos y ceros, creen que la tarea del docente es eliminable, o cuanto menos, sustituible, dado que han hecho caso omiso a lo que nos decía Saint-Exupéry, y no ven más allá de lo que ven sus ojos. Clayton Christensen, el creador del concepto de la innovación disruptiva, ya ha dicho que crear oportunidades de aprendizaje es algo muy distinto a facilitar lecciones de profesores grabadas en video.

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Fuente: http://1112cmc1agrupo02.blogspot.com.es

Ejercer la docencia en línea no es fácil ni es algo cuya buena práctica deba darse por descontada. Se lleva a cabo en un contexto distinto al que estamos habituados la mayoría del profesorado. Exige el desarrollo y la aplicación de estrategias específicas, y una actitud de permanente exploración y aprendizaje. El desarrollo profesional del docente en línea es una necesidad inexcusable de nuestro sistema educativo. Para aquellos que quieran incorporar mejoras en su docencia en línea, aquí van algunas sugerencias que pueden resultarles de suma utilidad para que los estudiantes sientan su presencia de forma aún más evidente.

En una educación en línea de calidad, el docente está presente en la no presencia. Como ya ha indicado Richard Rose, profesor de tecnología educativa de la West Texas A&M University, ser docente en línea no es solo un trabajo, es un estilo de vida. No sé si todos estaremos de acuerdo, pero sí que es cierto que nos debería hacer reflexionar.

Mi saludo, reconocimiento y gratitud a todos los docentes y las docentes que esté curso serán casi invisibles. Sin ellos buena parte del aprendizaje que muchas personas llevarán a cabo, no sería posible.

Lo cultural en la educación con tecnología

Por: | 09 de septiembre de 2013

Cristóbal Suárez Guerrero es profesor de la Universitat de València. Aunque nacido en Perú, buena parte de su desarrollo profesional lo ha llevado a cabo en nuestro país, doctorándose en Educación en la Universidad de Salamanca. Bloguero impenintente, ha publicado también libros muy interesantes, especialmente en el ámbito del aprendizaje cooperativo.

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Fuente: http://cultulab.blogspot.com.es

Existen muchas formas de traspasar la línea para entender el impacto de la tecnología en la educación. Una de ellas es dejar de centrarse en el resplandor que despiden todos y cada uno de los innumerables artefactos que a diario nos sorprenden, e ir al encuentro de una reflexión sobre el componente simbólico que entraña el uso de cualquier sistema de acción tecnológico en la humanidad, su dimensión cultural. Captar la cultura digital abre otros filtros de reflexión educativa que pueden ampliar la evaluación instrumental del artefacto, a veces, el punto medular del debate en la relación educación y TIC. 

No se trata sólo encontrar tecnología en la cultura, visible en muchos informes, sino más bien comprender lo cultural del desarrollo digital que experimenta la sociedad, su impacto en nuestras formas de aprender, en las dinámicas educativas y en los modelos organizacionales escolares. Desde una dimensión cultural, la búsqueda ya no se centra en encontrar el artefacto ideal, sino más bien en entender las formas de actuar, pensar y sentir que despiertan sus usos en la educación. Se trata de ir desde las anécdotas instrumentales o las tentaciones tecnocéntricas hacia la búsqueda de constantes culturales en el proceso de apropiación educativa de las TIC, puestas de manifiesto en algunos trabajos (1 y 2) que ofrecen evidencias de la relación educación y cultura digital. 

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Fuente: http://culturadigitalcarlosiii.blogspot.com.es/

Pero la dimensión cultural del uso de la tecnología no es visible a simple vista. Una de las principales razones de esta ceguera es que estamos alojados, dentro, de ese mundo de acción y representación digital. Por ello, ver más allá de la acción instrumental en la educación y optar por los matices que ofrece el sesgo cultural puede romper la disyunción que cifra el debate entre apologéticos o apocalípticos de la tecnología en la educación o, incluso, entre aquellos que buscan argumentos en favor de la digitalización de lo escolar o, en la otra orilla, los que buscan escolarizar lo digital. La escala de grises que añade la estimación cultural ofrece ángulos más fecundos, complejos y dispares que nos sacuden de la tentación de evaluar el artefacto como una entidad indemne. 

La mirada cultural de la apropiación de la tecnología en la educación nos permite, por tanto, reconocer visiones, narrativas, rutinas, valores y usos que difícilmente se notan cuando nos centramos en atender sólo a las prestaciones que ofrece la tecnología vista como artefacto. Un extremo de esta fijación instrumental es la manida forma de entender –en muchos sectores de la sociedad- la innovación como sinónimo de presencia tecnológica, especialmente de internet. Sin duda internet nos permite tomar ventaja de muchas formas de acción y representación social del aprendizaje en el campo educativo, pero reconocerlas como el arquetipo de la innovación educativa, es ver sólo la “caja de herramientas” sin tomar los valores y los conocimientos desde donde se asume y contextualiza su uso. Esto es, ver la cultura en los artefactos permite tomar en cuenta las otras cuerdas de las que pende la acción educativa. 

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Fuente: http://ubaculturadigital.files.wordpress.com

Sin ánimo de ser exhaustivo, sino más bien ilustrativo, se pueden citar algunos ejemplos de esta visión cultural del uso educativo de la tecnología. Por ejemplo, reconocer que aunque las herramientas digitales ofrezcan fórmulas definidas de acción, las lecturas sobre estos usos no son –ni deben- ser uniformes, lineales o exentos de contradicción; reconocer que si internet ya supone una forma particular de organización del conocimiento en red, aprender en este marco no implica una forma neutral de representación; entender que si bien es cierto que internet puede despertar reflexiones sobre la conectividad, lo sustancial en la educación es preguntarse por la importancia y el rol de “el otro” en los procesos formativos; visualizar que si en internet se construyen flujos de comunicación en distintos sentidos e intensidades y a través de distintos lenguajes e interfaces, en realidad se está hablando de otras condiciones de aprendizaje que rompen la simetría y dinámica representacional del aula; entender que internet no es sólo un material didáctico que forma parte del mobiliario educativo, sino que configura un auténtico entorno educativo que da cabida y sentido al aprendizaje del sujeto. En general, las disrupciones educativas en internet, al no ser sólo disrupciones tecnológicas, exigen lecturas educativas más amplias, e interdisciplinarias, que rescaten el valor del impacto cultural como un sesgo necesario.

Por ello, más que soluciones tecnológicas per se, caracterizadas únicamente por la prestación tecnológica, la educación requiere de percepciones que estimen la dimensión cultural del cambio educativo con tecnología. Para cruzar esa línea representacional que supone ir más allá del encanto y el carácter instrumental del artefacto, hace falta ensayar otras interrogantes que la mirada cultural de la tecnología puede ofrecer a la educación.

Si quieres cambiar su manera de aprender, cambia tu forma de evaluar

Por: | 02 de septiembre de 2013

En un congreso sobre evaluación en educación en línea realizado recientemente en Escocia, los participantes han puesto de manifiesto la visión actual acerca de la evaluación: los estudiantes se concentran en aprobar el examen y no en su proceso de aprendizaje (cosa lógica, por otro lado) y, tal como expresa la profesora de la University of Salford, Helen Keegan, “es triste pero cierto que los estudiantes no están preparados para otro modelo de enseñanza que no sea el conductista”. Pero aunque se cambiara el modelo de enseñanza –de hecho, esto se hecho en muchas ocasiones-, si no cambiamos el modelo de evaluación, el comportamiento de los estudiantes seguirá respondiendo al mismo patrón. Y nos seguiremos quejando de que algo no funciona…

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Fuente: http://upload.wikimedia.org

Si queremos que nuestros estudiantes aprendan más y mejor, de manera distinta, cabe proponerles modelos de evaluación diferentes, que les exijan plantear evidencias de que alcanzan las capacidades y los conocimientos que les permitirán crecer en las disciplinas que hayan escogido. Los distintos modelos de evaluación suelen propiciar evidencias de la adquisición de aprendizajes de distinta tipología, con lo que las pruebas objetivas nos van a dar una información parcial de los aprendizajes que el estudiante ha adquirido, como los ensayos nos darán otra información, a su vez también parcial.

Para ello es importante tender hacia lo que se llaman los modelos de evaluación alternativa. Se trata de procedimientos evaluativos que difieren de los tradicionales y que hacen acopio de evidencias de cómo los estudiantes progresan en un ámbito determinado dentro del propio contexto (el aula, el entorno virtual), y con técnicas que se adaptan a distintas situaciones, personas o grupos. La tendencia va de la evaluación igual para todos, descontextualizada, de una única fuente, aislada, con la responsabilidad centrada en el docente, hacia a una evaluación más auténtica, contextualizada y con significado, de múltiples fuentes, integrada, y centrada en el estudiante.

Este discurso, sin embargo, topa con fuertes reticencias por una parte importante del profesorado. Algunos, que no todos, arguyen los sistemas tradicionales son los que gozan de más credibilidad y se defienden mejor ante el fraude y la copia. La realidad los contradice un tanto.

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Fuente: http://4.bp.blogspot.com

Un estudio llevado a cabo por los profesores McCabe, Butterfield y Treviño, de la Rutgers University, Washington State University y Penn State University respectivamente, analiza el comportamiento de los estudiantes respecto a los exámenes y sus prácticas de copia en los mismos. Estos profesores llegan a conclusiones muy interesantes, que si bien para algunos de nosotros son de lo más evidente, es bueno que provengan de docentes de áreas de conocimiento ajenas a la pedagogía, pues pueden así disponer de más predicamento.

En primer lugar ponen de manifiesto que, según establecen las evidencias, en una clase presencial de 20 estudiantes, entre 13 y 15 han copiado al menos una vez en los exámenes durante el curso. Eso cuestiona la tan manida opinión de que el punto débil de la educación en línea es la evaluación, pues queda claramente reflejado que la evaluación presencial no evita ni la picaresca ni la práctica abusiva de la copia en los exámenes. En realidad, la cuestión verdadera no es si las pruebas son presenciales o son en línea, sino cómo se diseñan las pruebas que van a servir para evaluar.

Efectivamente, cualquier somero análisis que se realice en los actuales modelos docentes universitarios pondrá de manifiesto que, a pesar de los esfuerzos de una buena parte de profesorado convencido y comprometido, los métodos que se suelen aplicar para evaluar el aprendizaje de los estudiantes continúan estado presididos, con gran margen de ventaja, por los tradicionales exámenes, o las llamadas pruebas objetivas que intentan demostrar una radiante modernidad simplemente porque hacen uso de las tecnologías para perpetuar lo mismo que se hacía antes sin ellas. De hecho, ya hace algunos años que se está trabajando para hacer evolucionar los modelos evaluativos, pero estamos lejos de alcanzar los resultados deseados.

Por otro lado, con la voluntad de ser ecuánime, también es cierto que hay investigaciones que demuestran que la repetición de pruebas evaluadoras ayuda al estudiante a aprender. Esto serviría de justificación a los que mantienen que la evaluación de los aprendizajes es algo fácil de cuantificar y estandarizar, pero caber destacar que este tipo de pruebas limitan su utilidad a aprendizajes de carácter memorístico o conductista: ese es el análisis que suele faltar a aquellos que no tienen un bagaje pedagógico cuando lo ejecutan.

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Fuente: http://www.energyefficiencymatters.org

Como ante cualquier problema complejo, no hay una solución única. Sin embargo, una evaluación continua –que ayude al estudiante a aprender cada vez que se pone a prueba-, auténtica –aplicada al contexto de aprendizaje-, y diversificada –con múltiples tipologías de pruebas a desarrollar, que incluyan la autoevaluación por parte del propio estudiante; la evaluación por pares, generada por los propios compañeros y la evaluación del profesorado-, nos pondría en una situación mucho más propicia: dando más juego a la creatividad de nuestros estudiantes y disponiendo los profesores de más evidencias para tomar decisiones, que es lo que al fin y al cabo es la evaluación.

La educación en línea ha avanzado también en este sentido, y se ha convertido, como ya es habitual, en frontera de innovación. Para aquellos a los que les interese, aquí pueden encontrar algunas interesantes recomendaciones sobre evaluación en cursos en línea. Y sí, hay riesgo de copiar, y de suplantar a un compañero, aunque si se hace bien va a ser mucho más difícil. En cualquier caso, ahí van también algunas sugerencias para reducir ese riesgo.

El País

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