Los MOOC están evolucionando. Si bien al principio los dividíamos entre cMOOC y xMOOC, ahora mismo están aumentando el número de siglas para referirnos a ellos y, lo que es más importante, bajo las mismas siglas vamos viendo que emerge la voluntad de encontrar respuestas a las preguntas que algunos –a los que nos llaman críticos- nos estamos haciendo desde que este fenómeno vio la luz. Una buena noticia es que desde el proyecto “MOOC research initiative” ya han seleccionado un conjunto de 28 experiencias sobre MOOC que serán convenientemente investigadas, y los resultados de las cuales serán compartidos con la comunidad. Ahí es posible que encontremos evidencias que ratifiquen o descarten algunas de las hipótesis que corren por las distintas tertulias actualmente.
Por otro lado, acabamos de saber de otra iniciativa en otro sentido que, como todas las referidas a este tema, ha sido anunciada a bombo y platillo como una gran novedad, demostrando de nuevo la gran ignorancia que subyace en algunos protagonistas del desarrollo de este fenómeno. Una importante editorial va a poner textos a disposición de una de las actuales plataformas de MOOC. Uno se pregunta si estas personas bromean o realmente no conocen nada de lo que ha sucedido hasta ahora en el mundo. Así, estos MOOC cada vez se parecen más a los cursos tradicionales de educación a distancia (textos, vídeos…) y cada vez menos a una verdadera innovación: ¿dónde está la creatividad de aquellos que los promueven?
Los creadores de los primeros MOOC rechazan el uso comercial que se está haciendo de ellos, así como el obsoleto modelo de aprendizaje que promueven. Lamentan que sean anticuados y poco imaginativos, creados por “personas la mayoría de las cuales no conocen la historia del aprendizaje en línea”. Consideran que se alejan de lo que deberían ser (abiertos, sociales), y para lo que fueron creados: generar redes y nuevo conocimiento.
A los profesores lo tientan con cantos de sirenas que dicen que los van a convertir en algo parecido y tan popular como las “estrellas del rock”. Si bien es cierto que solo aquellos con gran necesidad de autoestima, o con una cierta hiperplasia de ego, están dispuestos a ello.
Lo único que les queda es el anzuelo económico: te proveemos de información a cambio de nada. Pero eso ya lo intentaron los periódicos en sus versiones digitales, y están haciendo marcha atrás, fundamentalmente porque nadie puede sostener los costes de una empresa si únicamente regala su producto. Como ha indicado Dave Cormier, “se perciben las influencias comerciales, la división entre aquellos que creen que la educación es una experiencia cuantificable y aquellos de nosotros que creemos que es demasiado profundamente humana para que las mediciones nos dirijan.”
Quizás el objetivo final sea lo que el impulsor de Udacity ya ha manifestado: que en 50 años, solo existan 10 universidades en todo el mundo. Es posible. Y como muy inteligentemente ha añadido Audrey Waters, a quien ya me he referido en este blog, es posible que entre estas diez destaquen la Universidad de Pearson (que habrá adquirido Coursera en 2016), la Universidad de Google (que habrá comprado Udacity en 2014), la Universidad de Walmart (que habrá absorbido la de Phoenix en 2017), además de otras quizás más esperables: Oxford, Cambridge, MIT, Harvard, Stanford and Princeton.
No deja de ser curioso que entre todas estas universidades, no está previsto que ninguna sea española, aunque España sea el país de Europa que más está abrazando los MOOC como herramienta de futuro.
Fuente:
http://blogmooc.iei.ua.es
Los MOOC están evolucionando. Aunque como vemos, los caminos de esta evolución son muy distintos. A las críticas de Siemens, Downes y Cormier, tenemos que añadir que algunas instituciones ya están empezando a promover los MOC (Massive Online Courses), con una sola “O”, que ya no son gratuitos, pues sus modelos de negocio no se aguantaban por ningún sito, y que, más interesante, EdX está llevando a cabo en Stanford una experiencia con otro tipo de MOOC: los llamados SPOC (Small Private Online Courses). Se trata de cursos en línea dirigidos a un pequeño grupo de estudiantes matriculados en su universidad. Probablemente, creerán que acaban de hacer un gran descubrimiento. Lástima que los miles de estudiantes matriculados en cursos en línea en muchas universidades, y felizmente graduados, tengan que sacarles de su error. Quizás será verdad que todos los caminos conducen a Roma. Solo que las experiencias de transitarlos puede que sean bien distintas.