Traspasando la línea

Traspasando la línea

Una mirada constructiva y crítica sobre el impacto del mundo digital en la educación. Aunque su punto de partida es la educación en línea y todo el potencial que se suele desconocer, atraviesa esa línea para analizar y comentar la emergencia de nuevos y discutidos enfoques en el uso de las tecnologías digitales para la mejora de la educación.

Sobre el autor

Albert Sangrà Morer

ha transitado por la docencia y la organización de los distintos niveles educativos de nuestro país, y la evolución de la tecnología le ha ido acompañando en esa travesía. Profesor e investigador de la Universitat Oberta de Catalunya, UOC, estudia cómo hacer que las tecnologías aporten un valor añadido a la educación y a sus resultados en el marco del grupo [email protected]. Es Vicepresidente de la European Foundation for Quality in E-Learning (EFQUEL), y ha escrito diversos libros y artículos sobre esta temática.

Firmas nacionales

  • Jordi Adell (UJI Castellón)
  • Manolo Area (U. de La Laguna)
  • Mercedes González (U. de A Coruña)
  • Cristóbal Suarez (U. de Valencia)
  • Pablo Muñoz Carril (U. Santiago de Compostela)
  • Lourdes Guàrdia (UOC)
  • Marcelo Maina (UOC)
  • Montse Guitert (UOC)

Firmas internacionales

  • Mark Bullen (Commonwealth of Learning, Canada)
  • Larry Ragan (Penn State University, USA)
  • Rebbeca Medder (USA)
  • Terry Anderson (Athabasca University, Canada)
  • Tony Bates (Canada)
  • Insung Jung (ICU, Japón)

Archivo

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¿MOOC presenciales?

Por: | 25 de noviembre de 2013

Esta semana he tenido la ocasión de coincidir con dos de las actuales “estrellas del rock” mundial: Daphne Koller, CEO de Coursera y Anant Agarwal, CEO de edX, junto con Udacity, los principales proveedores de cursos en línea masivos y abiertos (MOOC). Los dos tienen en el desarrollo de MOOC su lugar común, con la bandera de ensanchar el acceso a la educación superior de los más desfavorecidos. Sin embargo ambos utilizan un estilo distinto, más tradicionalmente comercial la primera, más empático el segundo; pero los dos apelando a la fibra sensible, a aquellos aspectos que nadie que ninguna persona cabal puede discutir: educación para todos, calidad para todos, equidad, excelencia…

No fue eso lo que me sorprendió de sus intervenciones, pues era lo esperado. Lo sorprendente fue que ambos apuntasen una curiosa coincidencia: que los MOOC necesitan apoyo presencial. Ambas empresas empiezan a tener datos respecto el funcionamiento de los MOOC y de las personas que los utilizan. El nivel de abandono sigue siendo excepcionalmente alto, y aquellos que continúan acostumbran a buscar otros compañeros interesados con quien se puedan encontrar, o profesores que puedan ayudarles a alcanzar sus objetivos. Por otro lado, han visto que las universidades presenciales pueden estar muy interesadas en los MOOC –y estas son la mayoría-, pero que nunca apostarán por ellos en solitario si eso cuestiona su propio modelo. Y de hecho, pueden llegar a cuestionarlo. Prevén que les puede resultar mucho más provechoso el uso de los MOOC como complemento a la presencialidad, la famosa “flipped classroom”, especialmente porque los cMOOC, el modelo de cursos que promueven mayoritariamente, se basan precisamente en lecciones registradas en vídeo. Los MOOC devienen, por tanto, excelentes recursos complementarios de enseñanza.

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Fuente: Propia

Aquellos que sigan más asiduamente este blog recordarán que hace algunos meses ya avanzamos que esa podía ser una función de los MOOC: un recurso más que un curso, pero resulta que ahora ya empieza a haber evidencias basadas en la investigación que apoyan este punto de vista, como lo demuestra, entre otros, un estudio de la prestigiosa Vanderbilt University. Creo que esta línea se verá reforzada en el futuro inmediato.

Las intervenciones de Koller y Agarwal sucedieron durante el congreso anual sobre educación en línea que organiza el Sloan Consortium. Y por supuesto, la conferencia tuvo muchos otros puntos importantes más allá de dichas intervenciones. En Estados Unidos, a pesar de ser el país que más ha abrazado la iniciativa MOOC, existen muchas dudas en torno a ellos, y en la conferencia se pusieron de manifiesto algunos de ellos. Por un lado, existe una razonable preocupación respecto a la importancia que tiene el diseño educativo de los MOOC, como ya han expresado algunos autores anteriormente en Europa. Sin embargo, el aspecto que levanta más preocupación el de la participación: cómo los alumnos colaboran entre ellos, cómo interactúan con los docentes, qué perfiles de alumnos y qué comportamientos de aprendizaje se relacionan con cada uno de ellos, etc.

Esta preocupación ya se ha puesto de manifiesto en algunos estudios que ya se están empezando a publicar. Que se haga investigación y se publique es fundamental para el avance del conocimiento y para que el debate sobre los MOOC vaya más allá de la mera opinión personal o corporativa.

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Fuente: http://www.sinvueltadehoja.com

Un reciente número monográfico de la revista MERLOT, Journal of Online Teaching and Learning, recoge un conjunto de trabajos que van en esa línea. Uno de los aspectos que más destaca es la interesante reflexión de Downes, que sugiere tener en cuenta el llamado número de Dunbar, que establece que el número máximo de relaciones interpersonales que pueden darse con significado es de 150. Downes considera que, a partir de ahí, este es el límite razonable para un curso en línea que quiera basarse en la colaboración entre iguales, y que estos puedan ser realmente activos.

Karen Swan, profesora de la Universidad de Illinois en Springfield, ha realizado un trabajo en que ha analizado un conjunto de MOOC de Coursera y de Udacity. En su análisis, que presentó en la conferencia a la que me he referido antes, se pone de manifiesto que las dimensiones de feedback y aprendizaje cooperativo son las que en la mayoría de los casos analizados no se desarrollan. En este sentido, señaló que este tipo de MOOC evidencia que estamos volviendo a las clases magistrales tradicionales y a la enseñanza programada de los años 60-70. Lo curioso es que algunos lo vistan de innovación.

Acreditación: ¿por logros de aprendizaje o por asistencia y empeño?

Por: | 18 de noviembre de 2013

Terry Anderson es profesor de Athabasca University de Canadá, investigador y editor, y un apasionado del uso eficaz de la tecnología educativa para la enseñanza y el aprendizaje. Es autor de libros de referencia, como Theory and Practice of Online Learning, y e-Research.

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Fuente: http://howismyface.com

Los títulos y certificados son la moneda de cambio de la educación superior y son altamente valorados por estudiantes, padres, empleadores e instituciones de enseñanza postsecundaria. A pesar de las dificultades ocasionales que plantea la autenticidad de esta forma de reconocimiento del aprendizaje, conseguir este pergamino final es considerado por instituciones y estudiantes como la culminación y, podría decirse, la única manifestación importante del logro alcanzado tras años de estudio en un centro de enseñanza superior. El problema es que estos certificados de logro generalizado utilizados a gran escala no miden satisfactoriamente el aprendizaje en sí mismo, y mucho menos la sabiduría.

Una de las preocupaciones consiste en que el título como unidad de acreditación es demasiado amplio. ¿Un título de estudios superiores de cuatro años en Económicas refleja la misma cantidad de conocimientos adquiridos que un título de estudios superiores de tres años en Clásicas? ¿Un título de estudios superiores conseguido cursando estudios a distancia equivale al mismo aprendizaje que un título obtenido estudiando en un campus? Son preguntas de difícil respuesta. Evidentemente, los centros definen claramente el número de años de estudio necesarios, el grado de especialización y las calificaciones mínimas requeridas para obtener un título, pero se trata, en el mejor de los casos, de indicadores muy aproximados del aprendizaje.

Los esfuerzos realizados por la Fundación Mozilla para promover el otorgamiento de credenciales más reducidas y específicas por parte de las instituciones, conocidas como badges (insignias), sin duda abordan una parte del problema. La creación de una cartera llena de insignias que detalle los logros individuales de adquisición de aptitudes y conocimientos de cada estudiante puede constituir un registro mucho más elocuente y público de los logros que un título. Sin embargo, hasta la fecha estas insignias solo han sido adoptadas esporádicamente por centros de educación superior a pesar del interés demostrado por los estudiantes.

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Fuente: www.magia.fm

La crisis de las credenciales se ha visto exacerbada por la aparición de ingentes recursos educativos de libre acceso (OER, por sus siglas en inglés) y, más recientemente, por los cursos en línea masivos y abiertos (MOOC, por sus siglas en inglés), los cuales, aunque proporcionan múltiples posibilidades de aprendizaje, por ahora solo ofrecen posibilidades muy limitadas de acreditación y reconocimiento público de dicho aprendizaje. Tanto los MOOC como los OER permiten que los alumnos aprendan, individualmente o en grupo, de docentes e instituciones de todo el mundo. Tras ver una interesante charla de TED, refrescar las habilidades estadísticas viendo un vídeo de Khan Academy o matricularse en un MOOC de 10 semanas, no hay duda de que el aprendizaje es posible. Con todo, cuantificar y acreditar este aprendizaje es, hoy por hoy, prácticamente imposible. Algunas entidades pioneras están desarrollando los llamados exámenes challenge for credit (prueba de obtención de reconocimiento) o de acreditación, pero para la mayoría de instituciones esta forma alternativa (y potencialmente competitiva) de acreditación toca demasiado la fibra del modelo empresarial actual como para que su adopción resulte cómoda.

La OERuniversity (OERu), un proyecto de colaboración sin ánimo de lucro de más de 40 universidades públicas de todo el mundo, está intentando desarrollar un modelo mejor o, al menos, alternativo de enseñanza y acreditación.  Cada uno de los socios colaboradores se ha comprometido a ofrecer en Internet unos pocos cursos de estudio libre y autónomo. Los estudiantes pueden elegir y estudiar cualquiera de estos cursos y, si optan por hacerlo, pueden solicitar a la institución docente hacer un examen u otro tipo de trabajo que demuestre el logro de aprendizaje, recibiendo en contrapartida el pleno reconocimiento de este. El acceso a los contenidos es gratuito y se están haciendo esfuerzos para permitir e incentivar el trabajo colaborativo de los estudiantes que posibilite los encuentros y la ayuda mutua en el aprendizaje. El proceso de acreditación requiere tiempo del examinador y esfuerzo por parte de la institución para evaluar y registrar este aprendizaje, por lo tanto, los socios de la OERu pueden cobrar las tasas que consideren oportunas por este servicio. En la actualidad, la Universitat Oberta de Catalunya es la única institución española que se ha incorporado a la OERu.

Todavía es muy pronto para valorar la aceptación que tendrá esta posibilidad de aprendizaje gratuito con acreditación de pago entre los estudiantes y empleadores y, probablemente lo más complicado, entre las propias instituciones de enseñanza postsecundaria. Aun así, es evidente que necesitamos credenciales significativas, que reflejen los logros de aprendizaje reales y que puedan ser obtenidas a un coste asequible por todos los estudiantes y otras personas que reciben formación a lo largo de la vida en todo el mundo.

¿Enriqueces o empobreces? MOOC

Por: | 11 de noviembre de 2013

Cristóbal Suárez Guerrero es profesor de la Universitat de València. Aunque nacido en Perú, buena parte de su desarrollo profesional lo ha llevado a cabo en nuestro país, doctorándose en Educación en la Universidad de Salamanca. Bloguero impenintente, ha publicado también libros muy interesantes, especialmente en el ámbito del aprendizaje cooperativo.

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Fuente: http://blog.catedratelefonica.deusto.es

Para muchas personas ligadas a la educación y la formación, el tema de los Massive Open Online Course (MOOC) no pasa desapercibido. No. La red es un hervidero donde se ofertan, debaten, analizan, investigan y se opina, a favor y en contra, de los MOOC. La red se ha convertido en un gran MOOC sobre MOOC, un metamooc podría decirse.

Por ejemplo, en Google Trends se constata un gran pico de interés sobre los MOOC que crece significativamente desde 2012; se encuentran seis millones de resultados si escribimos la palabra “MOOC” en Google; en Twitter usando el hashtag #mooc se encuentra un timeline rico en opiniones que se actualiza con mucha rapidez, ver “todo sobre los  MOOCs”; en YouTube existen casi sesenta mil resultados con algún video relacionado sobre el tema; existen curadores de contenidos que convierten datos en información sobre el tema MOOC; muchas revistas han dedicado monográficos completos a los MOOC (eLearning Papers nº33) así como otras preparan números para enero o abril de 2014; se ha editado un Libro Blanco sobre MOOC; se han celebrado congresos y se convocan otros sobre el tema; existen listas MOOC y plataformas para crearlas; podemos encontrar una amplia oferta mensual de MOOC o buscarlas por nuestra cuenta en buscadores especializados; los MOOC también inspiran iniciativas para evaluar su alcance, observatorios, informes, premios o manifiestos MOOC. El mundo de la educación –y el mal llamado “sector educativo” – no es impasible frente a los MOOC. Son visibles por los cuatro costados.

Además de los retos que encaran los MOOC relacionados con la calidad de la evaluación del aprendizaje y con la deserción de los estudiantes, temas estrechamente ligados ya que, abusando del símil, si un médico no trabaja bien el diagnóstico (evaluación) es muy probable que los pacientes se le mueran (deserción), aquí insistiré en dos ideas sobre los MOOC.

Los MOOC describen un entorno educativo en red, y esto es decir mucho

Aprender en las fronteras que demarcan los MOOC implica pensar, hacer y sentir en un nuevo entorno educativo, un entorno organizado en red. Más allá de ser únicamente un material educativo, Internet configura un entorno de acción y representación del aprendizaje que no es neutro, es reticular. Acceder a Internet implica acceder a una forma de organización del conocimiento y la comunicación pensada en red. Pensar Internet como entorno educativo más que como material implica ir más allá del “materialismo didáctico”. ¿Por qué es importante esto?

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Fuente: bibliotecaescolarinfo.blogspot.com 

Según la teoría sociocultural, un entorno educativo lejos de ser solo un “escenario” o un elemento accesorio en la comprensión el aprendizaje, forma parte de su explicación y desarrollo. Esto es, si las expectativas –y limitaciones– del aprendizaje en un entorno MOOC son expectativas pensadas como acción en red, no da lo mismo pensar un MOOC como entorno de personas en red, los cMOOC (conectivistas), o como un entorno de materiales en red, los xMOOC (contenidistas).

La pedagogía puede, debe, atender estos sesgos con que se construyen los entornos educativos MOOC asumiendo que la red no es un marco decorativo digital, sino que forma parte de la propia acción de aprender. Se puede aprender “con” Internet aprovechándola como centro de contenidos selectos, sesgo de los xMOOC, o aprender “en” Internet aprovechando los flujos de comunicación que se construyen en torno a núcleos de contenidos, sesgo de los cMOOC. Por ello, si el ámbito educativo que redefine un MOOC está basado en un entorno red, replicar lo que ocurre en otros entornos puede ser un sinsentido.

Los MOOC son masivos, pero esto no es decir lo mismo que colaborativos

El modelo xMOOC recupera el formato industrial de acceso a los contenidos pero en un entorno en red. Si bien es cierto que un MOOC es abierto y global, ventajas frente a los modelos cerrados de educación, la interacción social es –y busca intencionadamente– ser masiva. Lo masivo es uno de los puntos instruccionales básicos en los MOOC, como señala Sangrà: “una de las justificaciones que se utilizan para defender la “masividad” de los MOOC es que, a más participantes implicados, mayores son las posibilidades de interacción entre iguales. Esas interacciones son las que servirán de apoyo permanente a quien se marque como objetivo aprender”. Esta “gran concurrencia” es una potencial ventaja, pero potencial. Veamos.

Desde un punto de vista educativo, hablar del desarrollo social de Internet es hablar de una condición social de aprendizaje, ¿pero qué ocurre con lo social en un MOOC?, ¿no encuentran los alumnos en los MOOC buenos contenidos para aprender? Todo lo contrario, los MOOC son buenos lugares para encontrar contenido de calidad, pero hace falta añadir a la conectividad tecnológica en red la complicidad psicológica de la interdependencia entre los estudiantes. Hace falta dar un salto cualitativo en la forma de representar el aprendizaje masivo y abierto en Internet buscando ir de la multitud en red a la colaboración en equipos.

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Fuente: http://elproyectomatriz.files.wordpress.com

La pedagogía puede, debe, estimar que no toda forma de participación colectiva en red implica formas de coordinación humana significativas para la experiencia de aprendizaje. Hace falta repensar en los MOOC, y en la educación en red, el papel educativo de “el otro”. No es un tema baladí, tiene que ver con poner en cuestión las entrañas pedagógicas sobre el concepto de quién enseña y de enseñanza en los MOOC. Por ello, no basta con asegurar o evaluar el éxito de un MOOC por la multitud social que acumula, sino más bien por la coordinación entre personas como equipo y también como comunidad de aprendizaje. Si a los MOOC no les falta multitud, sería conveniente buscar en la colaboración una hipótesis de trabajo. Algunos MOOC ya han empezado a verlo: Distributed Open Collaborative Course (DOCC).

No hay razón tecnológica para no enriquecer los MOOC con miradas que vayan más allá de distribución masiva de contenidos abiertos y en red, lo que hay son retos pedagógicos que permitan aprovechar el entorno y la interacción en red de los MOOC como condición de aprendizaje.

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Por: | 04 de noviembre de 2013

Una de las preocupaciones que a menudo emergen al hablar de educación en línea es que sea demasiado “fría”, que no permita una interacción suficientemente humana como para que la experiencia de aprendizaje que se lleve a cabo sea significativa y plena. Sucede que, como es habitual, los parámetros con que se mide dicha interacción son los presenciales, y acostumbramos a utilizar la tecnología para replicar aquello que hacemos presencialmente. Por eso hay quien cree que el mejor substituto de una clase presencial es una videoconferencia.

Sin embargo, solemos ignorar que una experiencia de aprendizaje y de relación social en línea gratificante no responde exactamente a los mismos parámetros que cuando lo hacemos en línea. Aunque el objetivo sea el mismo.

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Fuente: http://www.medciencia.com

Tres investigadores, Garrison, Anderson y Archer se dieron cuenta de la importancia que tenía establecer las estrategias necesarias para que las personas percibieran la presencia del otro, ya sea este profesor o compañero. Desarrollaron el concepto de “community of inquiry” para explicar cómo puede desarrollarse la presencia docente, la presencia cognitiva y la presencia social… en la no-presencia. Estas estrategias no son las mismas que cuando tenemos al otro delante. No actuamos igual, no pensamos igual. No sentimos igual.

Otros autores han incorporado un nuevo concepto: la presencia emocional. Consideran este tipo de presencia como la expresión de afecto, emoción y sentimiento entre individuos en una comunidad en línea, la forma como se relacionan con la tecnología de aprendizaje, el contenido del curso, entre ellos mismos, y con el profesor o profesora.

Algunas investigaciones han demostrado que las personas aprenden mejor con la presencia de conexiones emocionales, ya sea con el contenido o con otras personas. Eso hay a quien puede resultarle difícil en una curso en línea. El carisma y las estrategias que habitualmente usamos presencialmente pueden no funcionar en otros contextos. Este reto se debe superar teniendo en cuenta que la mayor parte de las comunicaciones son asíncronas, lo cual podría parecer que pone aún más dificultad al mismo. Todo depende de la calidad de la interacción. La interacción entre los propios compañeros, y la interacción con los profesores. Esta interacción puede diseñarse para que permita obtener los mejores frutos, tanto en los resultados de aprendizaje como en la satisfacción respecto a la experiencia vivida.

Otros casos estudiados identifican determinadas características de los discursos virtuales del profesorado y de los estudiantes en función de tipos de interacción y emociones asociadas a determinados contextos de actividad. Lo cual nos hace pensar que no es el contexto lo que impide emocionarse, sino nuestra propia actuación.

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Fuente: http://depsicologia.com

No hay duda de que cuando hablamos de las emociones y los sentimientos que se despiertan en estos entornos virtuales, podemos observar un número considerable de muecas de escepticismo. Sin embargo, la mayor parte de las personas son partidarias de las relaciones en línea. ¿Cómo si no, Facebook hubiese sido capaz de cotizar en bolsa?

La verdad es que existen historias bien sorprendentes. Muchas personas han experimentado multitud de emociones en una relación a distancia: estudiantes que mantienen una relación virtual durante el curso y que después se van juntos de vacaciones; personas que se han conocido en un curso en línea y han acabado siendo pareja; etc. Incluso últimamente el nuevo rector de la UOC, el Dr. Josep A. Planell sorprendió a propios y extraños en una reunión institucional presentando la experiencia de un coro virtual. ¿Alguien podía pensar hace veinte años que las sublimes emociones de la música pudiesen producirse también en un entorno absolutamente virtual? Y lo que nos queda por descubrir…

El País

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