Esta semana he tenido la ocasión de coincidir con dos de las actuales “estrellas del rock” mundial: Daphne Koller, CEO de Coursera y Anant Agarwal, CEO de edX, junto con Udacity, los principales proveedores de cursos en línea masivos y abiertos (MOOC). Los dos tienen en el desarrollo de MOOC su lugar común, con la bandera de ensanchar el acceso a la educación superior de los más desfavorecidos. Sin embargo ambos utilizan un estilo distinto, más tradicionalmente comercial la primera, más empático el segundo; pero los dos apelando a la fibra sensible, a aquellos aspectos que nadie que ninguna persona cabal puede discutir: educación para todos, calidad para todos, equidad, excelencia…
No fue eso lo que me sorprendió de sus intervenciones, pues era lo esperado. Lo sorprendente fue que ambos apuntasen una curiosa coincidencia: que los MOOC necesitan apoyo presencial. Ambas empresas empiezan a tener datos respecto el funcionamiento de los MOOC y de las personas que los utilizan. El nivel de abandono sigue siendo excepcionalmente alto, y aquellos que continúan acostumbran a buscar otros compañeros interesados con quien se puedan encontrar, o profesores que puedan ayudarles a alcanzar sus objetivos. Por otro lado, han visto que las universidades presenciales pueden estar muy interesadas en los MOOC –y estas son la mayoría-, pero que nunca apostarán por ellos en solitario si eso cuestiona su propio modelo. Y de hecho, pueden llegar a cuestionarlo. Prevén que les puede resultar mucho más provechoso el uso de los MOOC como complemento a la presencialidad, la famosa “flipped classroom”, especialmente porque los cMOOC, el modelo de cursos que promueven mayoritariamente, se basan precisamente en lecciones registradas en vídeo. Los MOOC devienen, por tanto, excelentes recursos complementarios de enseñanza.
Fuente: Propia
Aquellos que sigan más asiduamente este blog recordarán que hace algunos meses ya avanzamos que esa podía ser una función de los MOOC: un recurso más que un curso, pero resulta que ahora ya empieza a haber evidencias basadas en la investigación que apoyan este punto de vista, como lo demuestra, entre otros, un estudio de la prestigiosa Vanderbilt University. Creo que esta línea se verá reforzada en el futuro inmediato.
Las intervenciones de Koller y Agarwal sucedieron durante el congreso anual sobre educación en línea que organiza el Sloan Consortium. Y por supuesto, la conferencia tuvo muchos otros puntos importantes más allá de dichas intervenciones. En Estados Unidos, a pesar de ser el país que más ha abrazado la iniciativa MOOC, existen muchas dudas en torno a ellos, y en la conferencia se pusieron de manifiesto algunos de ellos. Por un lado, existe una razonable preocupación respecto a la importancia que tiene el diseño educativo de los MOOC, como ya han expresado algunos autores anteriormente en Europa. Sin embargo, el aspecto que levanta más preocupación el de la participación: cómo los alumnos colaboran entre ellos, cómo interactúan con los docentes, qué perfiles de alumnos y qué comportamientos de aprendizaje se relacionan con cada uno de ellos, etc.
Esta preocupación ya se ha puesto de manifiesto en algunos estudios que ya se están empezando a publicar. Que se haga investigación y se publique es fundamental para el avance del conocimiento y para que el debate sobre los MOOC vaya más allá de la mera opinión personal o corporativa.
Fuente: http://www.sinvueltadehoja.com
Un reciente número monográfico de la revista MERLOT, Journal of Online Teaching and Learning, recoge un conjunto de trabajos que van en esa línea. Uno de los aspectos que más destaca es la interesante reflexión de Downes, que sugiere tener en cuenta el llamado número de Dunbar, que establece que el número máximo de relaciones interpersonales que pueden darse con significado es de 150. Downes considera que, a partir de ahí, este es el límite razonable para un curso en línea que quiera basarse en la colaboración entre iguales, y que estos puedan ser realmente activos.
Karen Swan, profesora de la Universidad de Illinois en Springfield, ha realizado un trabajo en que ha analizado un conjunto de MOOC de Coursera y de Udacity. En su análisis, que presentó en la conferencia a la que me he referido antes, se pone de manifiesto que las dimensiones de feedback y aprendizaje cooperativo son las que en la mayoría de los casos analizados no se desarrollan. En este sentido, señaló que este tipo de MOOC evidencia que estamos volviendo a las clases magistrales tradicionales y a la enseñanza programada de los años 60-70. Lo curioso es que algunos lo vistan de innovación.