Esta semana se ha llevado a cabo en Barcelona la Jornada “Educació Avui” (Educación Hoy), organizada por la Fundación Jaume Bofill. Esta fundación se caracteriza por una ya larga historia de actividades dedicadas al análisis de los sistemas educativos y su impacto en el desarrollo y transformación de la sociedad.
La Jornada, la segunda de esta naturaleza que se celebra anualmente, puso especial énfasis en como la situación de crisis económica está afectando en el sistema educativo y, en particular, a los alumnos y sus familias, poniendo de manifiesto las dificultades que encuentra el sistema en este contexto de contracción económica para desarrollar políticas conducentes a la equidad y a la igualdad de oportunidades para todos los miembros de nuestra sociedad.
La participación de destacados investigadores, sociólogos, pedagogos, demógrafos y economistas, permitió un interesante análisis de los datos que se habían presentado con motivo de la publicación de El estado de la educación en Cataluña. Anuario 2013. El contenido del anuario es de extraordinario interés para todos aquellos que estudian el sistema educativo o, simplemente, son actores del mismo.
Pero una de las cuestiones que a mí me parecieron más interesantes, fue el enfoque holístico de la Jornada. En las distintas sesiones paralelas, el análisis fue más allá de lo que habitualmente se suele hacer, y no se limitó al período de la escolarización obligatoria, sino que con buen criterio, se amplió a las esferas de la educación no formal y de la educación informal. Esto fue significativo, pues aunque ya hace un tiempo que oímos que la vertiente informal de la educación tenderá a aumentar, pocas veces se pone al mismo nivel de estudio que la educación formal. Y pocas veces se admite que la educación a lo largo de la vida empieza en el mismo momento en que la propia vida se inicia.
Fuente: www.portal.educ.ar
La sesión a la que fui invitado trató de las alternativas de aprendizaje y de orientación para las personas adultas, asumiendo que la formación permanente, la formación ocupacional y la formación de adultos tienen el sustrato común del aprendizaje a lo largo de la vida, y que en los tiempos actuales va a ser muy difícil disociar qué parte de esta formación debe llevarse a cabo de manera formal, informal o no formal.
Las tecnologías de la información y la comunicación –o las también llamadas tecnologías para el aprendizaje (aunque yo creo que no hay ninguna tecnología que se haya creado con la única idea de servir al aprendizaje)- se han convertido en un poderoso aliado para el aprendizaje a lo largo de la vida. Dichas tecnologías expanden de manera exponencial la posibilidad de generar oportunidades para aprender, como ya puso de manifiesto Insung Jung.
Sin embargo, esta constatación de que las tecnologías hacen más fácil el acceso al aprendizaje y, de manera indirecta, democratizan la propia educación a lo largo de la vida, se encuentra con una paradoja que está haciendo reflexionar a los expertos: aunque existan más posibilidades de acceder al aprendizaje, los que utilizan estas oportunidades son los mismos que ya las utilizaban, aquellos que ya han accedido a algún tipo de formación, y que continúan haciéndolo cada vez que tienen una nueva oportunidad. El problema entonces es que aquellos que no tenían acceso, aunque ahora lo tienen, siguen sin ser partícipes activos de las posibilidades que se les han abierto.
Fuente: www.sendasenior.com
¿Por qué sucede esto? Hay quien considera que la formación permanente de los adultos responde solo a necesidades de tipo laboral. Por eso, cuando llega la edad de la jubilación muchos de ellos dejan de buscar mecanismos para seguir aprendiendo. Pero eso no explica el comportamiento de aquellos que continúan haciéndolo. ¿Será que estos lo hacen con una finalidad de crecimiento personal? ¿Qué es lo que motiva o no motiva a aprovechar estas oportunidades de aprendizaje permanente? También hay quien opina que, simplemente, dichas oportunidades no son tales, y que muchas personas nunca llegan a saber de ellas. Pero ¿explica eso por qué aumenta el número de personas que aprenden de manera informal a través de redes, ya sean presenciales o digitales?
¿Podríamos sugerir que la cuestión puede estar en una determinada actitud ante la vida? ¿Puede ser que se trate de desarrollar unos determinados hábitos? Sin quitar responsabilidad a los poderes públicos, ¿estamos ante distintas escalas de valores respecto a la educación? ¿Cómo podríamos promover una evolución en dicha escala de valores?
En cualquier caso, para aquellos que tengan una actitud decidida pero encuentren algún tipo de dificultad, o para aquellos que simplemente quieran mejorar su desempeño aprovechando un mejor acceso a oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida, aquí encontrarán algunas sugerencias.