Traspasando la línea

Traspasando la línea

Una mirada constructiva y crítica sobre el impacto del mundo digital en la educación. Aunque su punto de partida es la educación en línea y todo el potencial que se suele desconocer, atraviesa esa línea para analizar y comentar la emergencia de nuevos y discutidos enfoques en el uso de las tecnologías digitales para la mejora de la educación.

Sobre el autor

Albert Sangrà Morer

ha transitado por la docencia y la organización de los distintos niveles educativos de nuestro país, y la evolución de la tecnología le ha ido acompañando en esa travesía. Profesor e investigador de la Universitat Oberta de Catalunya, UOC, estudia cómo hacer que las tecnologías aporten un valor añadido a la educación y a sus resultados en el marco del grupo Edul@b. Es Vicepresidente de la European Foundation for Quality in E-Learning (EFQUEL), y ha escrito diversos libros y artículos sobre esta temática.

Firmas nacionales

  • Jordi Adell (UJI Castellón)
  • Manolo Area (U. de La Laguna)
  • Mercedes González (U. de A Coruña)
  • Cristóbal Suarez (U. de Valencia)
  • Pablo Muñoz Carril (U. Santiago de Compostela)
  • Lourdes Guàrdia (UOC)
  • Marcelo Maina (UOC)
  • Montse Guitert (UOC)

Firmas internacionales

  • Mark Bullen (Commonwealth of Learning, Canada)
  • Larry Ragan (Penn State University, USA)
  • Rebbeca Medder (USA)
  • Terry Anderson (Athabasca University, Canada)
  • Tony Bates (Canada)
  • Insung Jung (ICU, Japón)

Archivo

agosto 2014

Lun. Mar. Mie. Jue. Vie. Sáb. Dom.
        1 2 3
4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
18 19 20 21 22 23 24
25 26 27 28 29 30 31

Quizás no se necesiten docentes

Por: | 31 de marzo de 2014

Hace unas semanas presentaba en este blog un estudio de la Higher Education Academy en el que habían analizado la importancia y el rol de los docentes en los cursos en línea abiertos y masivos (MOOC, por sus siglas en inglés). El estudio hacía hincapié en la necesidad de la persistencia de los docentes en este tipo de recursos formativos, y ahondaba en la línea de reformular las funciones y roles de los docentes en dichos contextos.

Imagino que más de uno o de una extrapoló esa información y la relacionó con mi actitud, a veces escéptica, ante los MOOC entendidos como una innovación educativa. Yo estoy convencido de que el potencial de la educación en línea aún nos tiene que traer un forma distinta de ejercer la docencia y de facilitar el aprendizaje a las personas. Va a ser necesario definir nuevas pedagogías que tengan en cuenta los nuevos contextos intercomunicados en los que se mueven las personas hoy en día y que se van a generalizar cada día más. Pero también es importante entender que por nuevas pedagogías no podemos entender cualquier cosa, aunque estemos en una época  en la que los eufemismos y la redefinición de las palabras con la intención de crear nuevas “etiquetas” que nos favorezcan estén a la orden del día. Como ejemplo, solamente poner de manifiesto que una operación quirúrgica solo la podrá hacer un cirujano, y bajo pena de delito los que no dispongan de esa formación deberán abstenerse. Lástima que la educación sea un campo de batalla donde cualquier arma esté permitida.

Post 41_1

Fuente: http://reflexionesvetero.blogspot.com.es

Sin embargo, y porque soy partidario de una educación lo más abierta posible, y entiendo también como abierta que no esté condicionada por los intereses de determinados lobbies empresariales, estoy siempre dispuesto a aceptar otras visiones –especialmente cuando se fundamentan en evidencias- aunque no coincidan con las mías. Como ejemplo, hoy quiero poner un estudio que contradice en cierta manera las conclusiones a las que llegaba el que mencionaba en el post al que me he referido al principio.

Se trata del estudio que han llevado a cabo los profesores estadounidenses Jonathan H. Tomkin y Donna Charlevoix, y que presentaron en el congreso de la Association for Computing Machinery “Learning at Scale”, celebrado en Atlanta los pasados 4 y 5 de marzo. Gracias a mi colega y amigo Terry Anderson, a quien ya habéis leído sus contribuciones en este blog, por la información que me ha facilitado.

Tomkin y Charlevoix llegan a la conclusión de que no existe una relación significativa entre la presencia de un profesor en un MOOC y la finalización de dicho curso, las certificaciones obtenidas y la posterior inscripción en un nuevo curso. Es decir, que la presencia y la interacción docente no son determinantes para el éxito en un MOOC. El mismo Anderson destaca que estos resultados están en consonancia con su teoría de la interacción equivalente.

Esta teoría parte de la base de que para el estudiante existen tres tipos de interacción –algo que ya determinó Michael G. Moore en uno de sus artículos más brillantes, allá por los años 80-, que son la interacción entre estudiantes, la interacción entre el estudiante y el profesor, y la interacción entre el estudiante y el contenido. Pues bien, a partir de este supuesto, Anderson sugiere que si una de estas interacciones se lleva a cabo a un alto nivel, las otras dos podrían reducirse o incluso eliminarse, puesto que mantenerlas incrementa el coste y puede limitar el acceso.

Personalmente, creo que la teoría de Anderson está bien fundamentada, pero al basar su justificación en dos de los vértices del “triángulo de acero” que ya presenté en otro post (acceso-coste-calidad), es necesario poder afirmar que al incrementar el acceso y disminuir los costes, no va a disminuir la calidad como resultado evidente de una reacción sistémica. Y eso es lo que aún está por demostrar, aunque el trabajo de Tomkin y Charlevoix intenta contribuir a ello.

Por otro lado, cabría ver también el grado de presencia docente de los cursos analizados y si, en casos donde el diseño del MOOC ha conferido un valor añadido significativo al rol docente, los resultados hubieran sido los mismos o mejores. Puede existir la sospecha de que, igualados por abajo todos los MOOC obtendrían los mismos resultados. En cualquier caso, eso no es lo que dice el estudio en cuestión y su buena elaboración hace que lo tengamos que tener en consideración positiva.

Post 41_2

Fuente: http://www.elpremionobel.com

El reto que nos plantea este estudio es que si la presencia docente no es determinante para que un estudiante aprenda, entonces debemos poner de manifiesto el valor añadido que aporta, si es que lo hay.

¿Es la ausencia del docente el futuro de la educación superior? ¿Será suficiente con escuchar a un premio Nobel que ha grabado un vídeo? ¿De hecho, puede la calidad estar solo vinculada a que quien aparezca en un video sea un premio Nobel? ¿Cómo podemos garantizar que un premio Nobel sabe enseñar? Aunque claro, no será necesario enseñar, sino aprender. ¿Y cómo vamos a aprender cómo aprender? ¿Habrá algunas instituciones o corporaciones que harán de “samaritanas” para que sepamos aprender aquello que “debamos” aprender? En fin, muchas preguntas y seguimos con pocas respuestas. Quien se anime a responder algunas de ellas para que dispongamos de algo más de claridad, será bienvenido/a.

Mientras tanto, para todos aquellos que –de momento- sigan creyendo que la presencia docente es crucial para el éxito en el aprendizaje de sus alumnos, os dejo algunas recomendaciones para gestionar mejor vuestra comunicación con los estudiantes y el aprovechamiento de los debates que llevéis a cabo.

Mark Bullen vive en Vancouver. Actualmente trabaja como experto en E-Learning en la Commonwealth of Learning, donde se encarga del desarrollo de políticas educativas y de desarrollo del uso apropiado de la tecnología en la educación. Anteriormente fue director de Enseñanza y Aprendizaje en el British Columbia Institute of Technology y director adjunto de Educación a Distancia en la Universidad de British Columbia.

Post 2_2 Bullen_agenda

Fuente: http://www.crossfitamrap.com

Siguiendo la línea que inicié en el anterior post, voy a completar el análisis de la evolución de la agenda social que nace con la educación a distancia y que continúa en nuestros días con la educación en línea.

Otra consecuencia del enfoque miope en las TIC para el desarrollo de capacidades, al que me refería en mi post previo, es la posibilidad de que los tecnólogos “secuestren” el programa educativo, pasando el énfasis a las habilidades informáticas frente a otras competencias educativas más amplias que son desarrolladas y potenciadas mediante el uso de las TIC. Las TIC en la educación se confunden con la estrategia de implantación de las tecnologías a escala general. Prueba de ello es la repentina urgencia por implantar iniciativas nacionales de uso de la tableta antes de que se hayan elaborado planes coherentes sobre el uso que se hará de este dispositivo como herramienta de apoyo a la consecución de los objetivos educativos. Se dedican grandes esfuerzos a elaborar especificaciones técnicas, pero se dedica mucho menos tiempo a pensar en las especificaciones educativas. ¿Cómo se utilizará la tecnología como medio de apoyo a la enseñanza y el aprendizaje? ¿Qué contenidos estarán disponibles en los dispositivos empleados? ¿De qué manera se explotarán las prestaciones comunicativas de la tecnología? Michael Trucano afirma lo siguiente en su reciente reseña y análisis acerca de las iniciativas relacionadas con las tabletas: “Con demasiada frecuencia, la (...) pregunta que se plantea no es ‘¿qué dificultades pretendemos superar, y qué enfoques y herramientas podrían ser los más útiles para conseguirlo?’, sino ‘sabemos cuál es nuestra 'solución' tecnológica, ¿puede ayudarnos a dirigirla a los problemas correctos?’”.

En esta carrera febril por subirse al tren de la tecnología también se ha pasado por alto la preparación de estudiantes y docentes. La aceptación sin reservas del discurso de la Generación Net nos ha llevado a pensar, erróneamente, que nuestros estudiantes se sentirán como pez en el agua cuando se les pongan los dispositivos en la mano. La evidencia sugiere lo contrario. Así, en este estudio se concluye que los 17.000 doctorandos investigados “trabajan en un entorno en el que su comportamiento investigador no explota todo el potencial de la tecnología innovadora” y que están “poco formados o informados para poder aprovechar al máximo las últimas posibilidades que ofrece el entorno de la información digital”.Al menos somos más realistas en lo que atañe a la preparación de los profesores. A pesar de ello, con demasiada frecuencia estas iniciativas tecnológicas se ponen en marcha sin contar con un plan sólido de capacitación del profesorado.

Los cursos en línea masivos y abiertos o MOOC, por sus siglas en inglés, también han influido en este cambio apropiándose sutilmente del programa de acceso a la educación. Expresado de forma sumamente simplista por Thomas Friedman en su tristemente célebre columna del New York Times de 2012, los MOOC son la fórmula mágica. Todo el que quiera estudiar en una de las universidades de la Ivy League podrá hacerlo con solo matricularse en un MOOC. No habrá reconocimiento académico y es probable que en los cursos no se trate ningún asunto que tenga relevancia local para el estudiante, pero es el pequeño precio que hay que pagar por tener acceso a una prestigiosa universidad estadounidense.

Incluso la narrativa subyacente al programa de los OER (recursos educativos de libre acceso) ha pasado sutilmente del acceso emancipatorio al acceso como apoyo a la economía del conocimiento. Esto se evidencia en la alineación de los OER y las TIC en las políticas educativas, viéndose impulsadas estas últimas por un imperativo tecnológico/económico.

Post 2_2 Bullen_libertad

Fuente: http://www.xiskya.com

¿Qué se puede hacer frente a esta preocupante tendencia? En primer lugar, los que trabajamos en el ámbito del aprendizaje abierto y a distancia tenemos que recordar cuál es (o debería ser) nuestra misión: educar, permitir el acceso a la educación y promover el cambio social y el desarrollo económico. Nuestro uso de las TIC en la educación y el aprendizaje en línea debe tener siempre en cuenta estos principios.

En segundo lugar, debemos recordar que, a pesar del discurso sobre la globalización y la rápida difusión de la tecnología, sigue habiendo enormes diferencias en todo el mundo en cuanto al acceso físico y también “cognitivo”, como yo lo llamaría, a la tecnología. Las soluciones que podrían funcionar en Sudáfrica no son necesariamente las adecuadas para Guyana o Belice, y no debemos asumir que la mera posibilidad del acceso físico redundará en el uso eficaz de la tecnología.

Por último, es momento de que recordemos que la educación a distancia surgió como respuesta a un problema social que todavía existe: ¿cómo facilitar el acceso universal a una educación de calidad? Dejar que la prioridad pase de ser solucionar este problema de acceso a preparar para la “economía del conocimiento” puede parecer una cuestión de semántica, pero a mi juicio puede mermar nuestra capacidad para alcanzar nuestra meta de facilitar el acceso universal a la educación.

¿Qué sucede con la agenda social de la educación en línea?

Por: | 17 de marzo de 2014

Mark Bullen vive en Vancouver. Actualmente trabaja como experto en E-Learning en la Commonwealth of Learning, donde se encarga del desarrollo de políticas educativas y de desarrollo del uso apropiado de la tecnología en la educación. Anteriormente fue director de Enseñanza y Aprendizaje en el British Columbia Institute of Technology y director adjunto de Educación a Distancia en la Universidad de British Columbia.

Post 2 Bullen_0_elearn

Fuente: http://estudiomundialupiicsa.wordpress.com

La educación a distancia moderna surgió en la década de los sesenta del siglo pasado como respuesta a la demanda de un acceso más amplio e igualitario a la enseñanza postsecundaria. A partir de la fundación de la Open University del Reino Unido en 1969, se crearon universidades abiertas en todo el mundo con la clara misión de contribuir a eliminar las barreras sociales y económicas a la educación superior, que efectivamente habían restringido el acceso a ella a las clases sociales media y alta. Esta situación era especialmente grave en los países en desarrollo, y las universidades abiertas que se crearon en países como la India, Pakistán, Sri Lanka, Indonesia y Tailandia han tenido un impacto considerable en las tasas de participación en la enseñanza postsecundaria de dichas regiones. Hasta el cambio de siglo, los temas centrales de la educación a distancia giraban básicamente en torno al acceso: intentar llegar a las poblaciones menos atendidas, ofrecer una segunda oportunidad y cubrir las necesidades de estudiantes no tradicionales, así como intentar ayudar a los países en desarrollo a ofrecer educación a muchas personas con recursos limitados. Este era el programa social de la educación a distancia. Sin embargo, con la aparición del aprendizaje en línea a finales de los noventa se produjo una erosión gradual de este programa social, que fue sustituido por un programa funcionalista y tecnológicamente determinista.

A finales de la década de los noventa, surgieron las modalidades de educación a distancia mediada por la tecnología y el uso de Internet como método para ofrecer educación se hizo cada vez más popular. Al mismo tiempo, los centros públicos de enseñanza postsecundaria fueron sometidos a incesantes presiones económicas que les obligaron a buscar alternativas menos costosas para satisfacer la creciente demanda de educación. Muchos dirigieron su atención a la educación a distancia en línea recién legitimada, que consideraron una forma de evitar la costosa construcción de nuevos edificios. Sin embargo, en lugar de utilizar la tecnología en línea para llegar al estudiante no tradicional, esta fue incorporada a la enseñanza en el campus para crear las denominadas modalidades de educación mixta o semipresencial y, más recientemente, e-learning o aprendizaje en línea. Esta modalidad de aprendizaje en línea comenzó a eclipsar los programas de educación a distancia de orientación social.

Post 2 Bullen_1_nens india

Fuente: http://www.mansunides.org

La otra fuerza motriz del aumento del uso y de la presión para utilizar el aprendizaje en línea y, en un sentido más amplio, las TIC en la educación es la idea de que “las nuevas tecnologías están cambiando el mundo y, por lo tanto, las instituciones educativas no tienen otra opción que adoptar las tecnologías digitales, diseñadas en otros lugares y para otras finalidades, por temor a ‘quedarse atrás’”, como han dicho Selwyn y Facer.

Los temas predominantes en el discurso sobre la tecnología educativa ya no están relacionados con el acceso a la educación, sino con el imperativo tecnológico y con la necesidad de preparar a los estudiantes para el siglo XXI, para la “economía del conocimiento”. Si analizamos cualquier política pública reciente sobre el uso de las TIC en educación, veremos que este tema es de máxima prioridad. El acceso, entendido como acceso participativo, rara vez se menciona en dichas políticas.

Este cambio de discurso me llena de inquietud. En primer lugar, el problema del acceso no se ha solucionado. Continúa siendo una cuestión preocupante, sobre todo en el mundo en vías de desarrollo. A pesar de que la participación en la educación superior aumentó un 53% a escala mundial entre los años 2000 y 2007, solo una mínima proporción de este incremento se ha producido en países de rentas bajas. La participación en la educación superior en estos países experimentó un aumento marginal de entre el 5 y el 7%, según datos de la UNESCO.

En segundo lugar, este enfoque limitado en la “economía del conocimiento” pasa por alto la realidad actual de numerosas economías del mundo en desarrollo, que dependen en gran medida de los servicios, como el turismo, y de la agricultura, lo cual seguirá siendo así durante algún tiempo. Resulta ingenuo pensar que se producirá una transformación económica en todos estos países. Sí, es cierto que habrá una creciente necesidad de “profesionales del sector del conocimiento”, pero un enfoque centrado exclusivamente en una educación para la “economía del conocimiento” podría tener la consecuencia no deseada de obligar a la gente a irse de su país para buscar trabajo en otra parte, circunstancia que debilitaría aún más estas ya frágiles economías.

Post 2 Bullen_2_Education-Belize-Breaking-Free

Fuente: http://www.ambergristoday.com

Asimismo, pasa por alto el hecho de que muchos de estos países carecen todavía de la infraestructura básica. En Belice, por ejemplo, el 27% de los centros de enseñanza primaria no tienen electricidad y solo el 31% de los profesores de secundaria cuentan con una capacitación profesional formal, según su Ministerio de Educación. Realizar grandes inversiones en tecnologías educativas basadas en Internet no tiene mucho sentido en contextos como el descrito. Tampoco es de extrañar que el acceso a Internet sea bajo en muchos de estos países. En 2012, solo el 25% de los habitantes de Belice, por ejemplo, utilizaban Internet. Con todo, todavía más revelador es el hecho de que existan 73 países en el mundo con índices de uso de Internet incluso más bajos.

En el próximo post, incorporaremos los recientes fenómenos de los recursos educativos en abierto (OER, por sus siglas en inglés) y de los MOOC a esta reflexión sobre la agenda social de la educación en línea.

Abiertos a nuevas formas de ejercer la docencia

Por: | 10 de marzo de 2014

¿Qué significa ejercer la docencia en los cursos en los que puede haber cientos de miles de estudiantes matriculados? ¿Qué es lo que conforma una enseñanza  calidad en un contexto como ese? ¿Y cuáles son las expectativas tanto de los docentes que usan los MOOC para la enseñanza y las de los estudiantes a los que enseñan?

Estas son algunas de las preguntas que han impulsado un estudio que se ha llevado a cabo en Gran Bretaña, auspiciado por la Higher Education Academy, y que intenta establecer una fotografía de la situación actual y los resultados obtenidos por los MOOC en ese país.

El estudio analiza los 58 MOOC que se han ofrecido hasta ahora en el Reino Unido, de los cuales 29 se han realizado a través de FutureLearn, 21 en Coursera, y 8 mediante otras plataformas abiertas. Asimismo, de estos MOOC, 18 correspondían al ámbito de las Ciencias Sociales, 13 a Humanidades, otros 13 a Ciencias de la Salud, mientras que las Ciencias Naturales estaban representadas en 8 casos y la Ingeniería Informática en 6.

Post_38_Docentes_2

Fuente: http://www.inserver.es

La investigación identifica algunos puntos interesantes. Para empezar, que ya existen más tipologías de MOOC que los ya conocidos y enfrentados cMOOC y xMOOC. Su desarrollo ha hecho que hayan aparecido propuestas con intenciones y formas pedagógicas múltiples.

Por otro lado, en la pedagogía vinculada a los MOOC convergen un conjunto de influencias materiales y sociales, como las preferencias y creencias de los profesores, las influencias que provienen de cada una de las disciplinas, los formas de motivación e implicación de los estudiantes, -como cita el estudio- otros factores contextuales tales como la cultura docente institucional, o el deseo de generar datos para el análisis. El estudio recomienda prestar especial atención a la influencia de las disciplinas en esta pedagogía vinculada a los MOOC y a las posibilidades de innovación que pueda representar.

En tercer lugar, el estudio pone de manifiesto que el rol del profesor continua siendo fundamental en los cursos en línea. Aunque algunos informes iniciales proponían que el papel de los docentes en los MOOC debía tender a minimizarse, a causa de la tendencia a delegar la función docente a procesos automatizados o al aprendizaje producto de las conexiones entre iguales, el informe señala que “el profesor persiste en el MOOC”, a menudo desarrollando un conjunto de funciones que pueden encontrarse de forma desagregada: diseñador, mentor, socializador, gestor, promotor institucional… pero que son todas ellas necesarias e importantes para generar una experiencia de aprendizaje de calidad: “el lugar y la visibilidad del profesor sigue teniendo una importancia central”.

Post_38_Docentes_1

Fuente: http://investigalog-web.blogspot.com.es

Finalmente, y solo como aperitivo de lo que el estudio abarca, se señala que se necesitan enfoques creativos a medida que el escenario de los MOOC avance para asegurar que los cursos respondan a las necesidades de los estudiantes, a de las instituciones de educación superior, y a las de aquellos que las deben enseñar. En este sentido, el papel de los docentes en estos contextos y el tipo de apoyo que deben recibir es una cuestión primordial.

¿Qué conclusiones se derivan de este estudio? A mi entender, el aspecto más importante es que ya empiezan a aparecer estudios serios sobre el fenómeno MOOC, lejos de aquellos que tenían un sesgo demasiado interesado. Y eso es bueno. Seguirán apareciendo otros, y todo ello nos permitirá ir construyendo un corpus de conocimiento sobre el tema que se basará en evidencias mucho más que en simples opiniones de café.

En segundo lugar, la división entre cMOOC y xMOOC ya no responde a la realidad, que es mucho más diversificada. La evolución está causando sus efectos, y confirma la expectativa de que los MOOC no serán lo que parecía que iban a ser, y ni siquiera lo que son actualmente.

Tercero, se pone de manifiesto que el proceso de  aprendizaje implica tener muy en cuenta a aquellos que apoyan este proceso: los docentes, y no limitarnos a considerar que el aprendizaje sucede solo de forma informal y espontánea y para todos de igual manera. Se recupera el valor de la presencia docente.

Por otro lado, se  confirma que los docentes desarrollan roles bien diversos, y ahora mismo están en un proceso de redefinición. Eso es algo que coincide con lo que muchos investigadores y expertos en educación en línea ya avanzaron hace bastante tiempo refiriéndose al ejercicio de la docencia en línea y a su desagregación en roles. A alguien les puede parecer casual, pero no lo es en absoluto.

Post_38_docentes_3

Fuente: http://www.colstephenhawking.edu.ec

La necesidad de la figura del docente en la educación en línea es evidente, aún en escenarios que promuevan modelos más informales de aprendizaje con un peso importante de las relaciones entre iguales. El docente continúa siendo un nodo de calidad en un proceso que tiene como objetivo el crecimiento de las personas, y de su conocimiento.

Pero también es verdad que los docentes deben asumir una evolución en su rol, deber ser capaces de decidir cuáles de los múltiples roles van a asumir, si  lo van a hacer individualmente o van a dar juego a la creación de equipos docentes que se complementen a la vez que se especializan, haciendo emerger pedagogías nuevas que respondan más y mejor a las exigencias de los nuevos escenarios. Para ello, el desarrollo profesional de los docentes universitarios, concretamente su formación pedagógica, va a ser una exigencia en los próximos años, tal como ya establecen las recomendaciones de un informe impulsado por la Comisión Europea. Y la formación en docencia en línea va a ser un elemento sustancial.

¿Qué cambia cuando se evalúa el aprendizaje en línea?

Por: | 03 de marzo de 2014

Lourdes Guàrdia es profesora de la Universitat Oberta de Catalunya y Directora del Máster Universitario en Educación y TIC (e-learning). Ha llevado a cabo diversos proyectos de investigación e innovación en el ámbito del diseño de aprendizajes y su evaluación. Es doctora por la Universidad del País Vasco.

Post_Lourdes_1

Fuente: http://www.abcdesevilla.es

Es indiscutible que en las dos últimas décadas las diferentes reformas educativas y la introducción generalizada de las TIC están siendo la excusa para replantear el sistema educativo, o al menos para cuestionarlo. A pesar de ello, en tales reformas y transformaciones, todavía pocos foros cuestionan suficientemente cómo debe llevarse a cabo la evaluación de los aprendizajes para que ésta responda a los nuevos escenarios. Si, además, estos se desarrollan en un entorno digital, el reto todavía es mayor.

Algunos estudios realizados por JISC (Joint Information Systems Committee), en  Gran Bretaña, así lo demuestran, ya que destacan que hay todavía una brecha entre la innovación en métodos de evaluación que llevan a cabo algunos círculos limitados, o “early adopters”, y su transferencia a gran escala. Dichos estudios subrayan que las TIC amplían las potencialidades de la evaluación, sobretodo en lo que al seguimiento y acompañamiento del estudiante se refiere.

No obstante, en el ámbito de la educación en línea, por ejemplo, cuando diseñamos una actividad educativa, a menudo nos focalizamos más en el formato de los recursos de aprendizaje para hacerlos interactivos, atractivos y accesibles a cualquier público, y pocas veces tenemos en cuenta cómo vamos a evaluar el proceso y los resultados de aprendizaje de los estudiantes cuando realicen dicha actividad.

Es más… ¿Cuánto tiempo dedicamos los educadores a proponer diferentes estrategias de evaluación centradas en estimular y a guiar el desarrollo de determinadas competencias más que a otorgar una calificación final? Si las herramientas y técnicas de monitorización cada vez son más simples y accesibles para cualquier usuario, ¿porqué no las introducimos? Está claro que contemplar el uso de éstas implica dedicación, ya sea de los formadores y docentes, ya sea de los propios estudiantes, ¿pero es éste el principal inconveniente o es una cuestión de resistencia al cambio de modelo evaluativo?

Con ello queremos destacar que la evaluación es un elemento clave del proceso educativo que a menudo no es tenida en cuenta cuando se diseña una secuencia de formación sino a posteriori, y acaba remitiéndose de forma generalizada al uso de técnicas que no permiten valorar el cómo se aprende, sino el qué, y sólo en parte. A veces ni siquiera evaluamos aquello que creemos evaluar.

Post_Lourdes_2

Fuente: http://simonkneebone.com/2013/02/01/evaluation-tool/

Hablamos encarecidamente de la formación por competencias, pero seguimos evaluándolas mayoritariamente mediante exámenes que miden nuestra habilidad memorística o la habilidad para resolver problemas descontextualizados. ¿Qué técnicas de evaluación serían las más adecuadas para un enfoque de aprendizaje basado en competencias? ¿Pueden las TIC transformar las prácticas evaluativas? La evaluación debería darnos información útil para apoyar al estudiante a lo largo del todo el proceso formativo y ayudarle a lograr las competencias planteadas en relación al perfil profesional anunciado en el currículo.

En este sentido, a pesar de que no es una metodología nueva, ha resurgido una práctica evaluativa a la que la tecnología le da un plus que antes no tenía, nos referimos a los portafolios electrónicos o ePortfolios.

Un ePortfolio es una estrategia o una herramienta que muestra una selección de evidencias en relación a las competencias que una persona o una organización ha ido desarrollando a lo largo de un período. En función del objetivo del ePortfolio y de la audiencia a quien se dirige, la selección de evidencias y su presentación contemplarán elementos de reflexión y el uso de diferentes soportes y medios que faciliten su comprensión, visualización y evaluación.

Si dicha estrategia consiste en la recopilación de evidencias de aprendizaje por parte del estudiante con el objetivo de que diferentes actores sociales puedan valorar el proceso y resultado obtenidos, quizás sería interesante intensificar su uso como metodología de evaluación.

Dicha práctica incluso va más allá del contexto educativo, ya que la evaluación de las competencias que cualquier ciudadano desarrolla a lo largo y ancho de su vida se da también en el ámbito social y profesional. Si cada individuo construyera su propio ePortfolio desde edades tempranas, recogiendo evidencias de los aprendizajes adquiridos a los largo de su vida, podría usarlo con diferentes finalidades; quizás el famoso currículum vitae pasaría a un segundo plano y para un empleador sería más interesante visitar el ePortfolio de un candidato que se presenta a un puesto de trabajo, porqué le mostraría pruebas del talento y competencias que posee el individuo que está valorando; su comunidad social o profesional lo usaría para tenerle en cuenta por su know how, talento y habilidades, o bien se usaría como termómetro particular para detectar les necesidades de formación y así desarrollar un Plan de Desarrollo Personal.

Post_Lourdes_3

Fuente: http://www.stephenfry.com

En esta línea, en los últimos cinco años hay una fuerte tendencia en Europa hacia la promoción del uso de los ePortfolios como un elemento que puede contribuir al desarrollo de una identidad digital para cada ciudadano en un sentido amplio. Algunos proyectos internacionales como Europortfolio Network promueven la creación de redes y comunidades de prácticas de usuarios e investigadores que usan el ePortfolio con diferentes objetivos.

Incluso los participantes en los MOOC pueden usar los ePortfolios como sistema de recogida de evidencias de las experiencias de aprendizaje vividas y aportarlo para su valoración y posterior acreditación. Downes también hace hincapié en la idea de que aquellos que sean capaces de mantener un ePortfolio les será útil para acreditar sus aptitudes y para presentarse de forma breve ante cualquier actor social.

Dejo este ejemplo del ePortfolio como estrategia de evaluación desde una perspectiva multidimensional para la reflexión. ¡El debate sólo acaba de empezar!

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal