Terry Anderson es profesor de Athabasca University de Canadá, investigador y editor, y un apasionado del uso eficaz de la tecnología educativa para la enseñanza y el aprendizaje. Es autor de libros de referencia, como Theory and Practice of Online Learning, y e-Research.
Fuente: https://www.comparativadebancos.com
Uno no necesita devorar análisis políticos o económicos, escuchar a expertos ni tan solo hablar con un amigo para comprender que Internet ha cambiado la manera en que producimos y consumimos información y la miríada de formas con que nos comunicamos. Blogs, wikis y muros de Facebook nos han facilitado a cada uno de nosotros una imprenta multimedia con capacidad de entrega global a MUY bajo coste. Del mismo modo, podemos participar en audio, video o conversaciones de texto con los políticos, familiares, compañeros de trabajo o "seguidores" a MUY bajo coste.
Dado que la educación funciona mediante el fomento de la interacción y la comunicación entre los profesores, los estudiantes y los contenidos, parecería lógico que los costos de la educación, al igual que las interacciones de sus componentes, también redujeran drásticamente sus costes. Sin embargo, este no es el caso. A pesar de existir la posibilidad de obtener un dividendo –un beneficio- gracias al progreso digital, los estudiantes de todo el mundo se están encontrando con fuertes incrementos en el coste de la educación.
Tomando el libro de texto como ejemplo familiar para todos, el investigador estadounidense David Wiley compara el coste del alquiler de 75.000 películas (6,7 € al mes en Netflicks) o el alquiler de cualquiera de los 20 millones de canciones de Spotify (7,4 € al mes) con el coste del alquiler de un libro de texto de la universidad. Un solo libro de texto de biología se alquila por 9,6 € al mes en BookRenter. Este desequilibrio costo es especialmente significativo si piensas en el precio que cualquier consumidor pagará para alquilar películas o canciones, con respecto al que tendrán que pagar los estudiantes para obtener sus libros de textos, elegidos por sus profesores, a menudo en connivencia con los representantes de los editores.
Las tasas de matrícula son también altas y van en aumento. Un informe de 2013 del Centro Canadiense de Políticas Alternativas muestra que, desde 1990, el promedio de matrícula y tasas obligatorias para los estudiantes de grado en Canadá ha aumentado en un 6,2 por ciento anual, que es el triple de la tasa de inflación. El resultado de estos aumentos se ha ido aplicando gradualmente a las distintas promociones de estudiantes, que se enfrentan a muchos años de pago para devolver la deuda acumulada. Dinero que podría ser invertido en la construcción de nuevas vocaciones profesionales, o en ayudar a las familias. Obviamente a los estudiantes no se les ha pagado ningún dividendo por los beneficios del cambio digital.
La revista Forbes señala que las causas de estos aumentos son complejas, pero los principales motivos incluyen el aumento de la demanda, los cada vez más elevados costes de comercialización y mercadotecnia de la universidad y su administración, y con la disminución de las ayudas gubernamentales. La entrada de las universidades con fines de lucro -al menos en los Estados Unidos- ha aumentado sin duda las oportunidades, pero no ha afectado a la reducción de costes. Al contrario, muchos de estos colegios han sido acusados de aprovechamiento poco ético de muchos estudiantes, haciendo solicitar grandes préstamos a estudiantes con muy pocas probabilidades de graduación.
Fuente: martinezs-24-globalizacion.blogspot.com
Por lo tanto, es el momento adecuado para una "corrección del mercado" que explota las posibilidades de acción de Internet para crear una experiencia de educación superior de calidad de coste drásticamente menor. La llegada de los Cursos Abiertos Masivos y en Línea (MOOC) fue anunciado por la prensa y por muchos expertos como un elemento de cambio, que iba a revolucionar la educación. Como es habitual, este tipo de previsiones en materia de educación, casi nunca alcanzan sus exageradas expectativas. Sin embargo los MOOC hicieron que educadores y gobiernos se fijasen en su desarrollo educativo y modelos de provisión. La mayoría están buscando maneras de abrazar los MOOC sin perder la exclusividad de la marca ni las credenciales que ofrecen a sus egresados.
Los MOOC, sin modelo de ingresos aparente, es probable no lleguen a ser más que herramientas útiles para el desarrollo de la marca y la exploración de nuevos mercados para los servicios de educación superior. Sin embargo, han sentado las bases para un serio examen de la forma en que se imparte, se examine y se acredita esa educación superior. En una era donde el aprendizaje está disponible en varios formatos, entre una gran variedad de fuentes potenciales, tiene sentido acreditar el conocimiento obtenido a través de cualquier fuente o actividad. Ha sido fácil y conveniente para las universidades medir el aprendizaje en horas de estudio, tiempo de asistencia a clase o el número de meses de estudio utilizando métodos provistos a domicilio, pero este tipo de medición del conocimiento ha devenido obsoleto y no funciona para reconocer y aprovechar cualquier dividendo digital potencial.
Esperemos que tanto los proveedores educativos existentes como los nuevos que surgirán nos permitan cumplir nuestro derecho universal a la educación, a precios asequibles para todos los ciudadanos de este mundo.
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