Hace unos días, este periódico publicaba una noticia que ha tardado 6 años en hacerse realidad. El Gobierno español va a autorizar que los grados en las universidades españolas puedan ser de tres años, y los másteres de dos.
La distribución 4+1 (4 años para los grados y 1 para los postgrados) ya se manifestó como una decisión absolutamente equivocada desde su misma gestación. Toda Europa apostó por el 3+2, menos España, juntamente con Bulgaria, Ucrania y Escocia. Eso ha contribuido, durante todo el tiempo que ha pasado desde entonces, a que nuestros estudiantes tengan algunas dificultades en serles reconocidos los másteres cursados en España (son la mitad que uno en cualquier otro país europeo), así como que nuestras universidades se vean desfavorecidas a la hora de recibir estudiantes internacionales, pues se les va a exigir un año más para obtener el mismo grado que en otros países. Los motivos que llevaron a esa desafortunada decisión hay que buscarlos en los difíciles equilibrios internos de las universidades, y sobre todo en la gran resistencia a asumir los postulados del Espacio Europeo de Educación Superior.
La convicción de que cuantos más años se tenga que estudiar, más contenidos se van a poder introducir en los correspondientes currículos, ha hecho que nos hayamos convertido en el “bicho raro” de la educación superior europea, sin que eso se haya traducido en una mayor calidad de esas enseñanzas.
Pero vayamos a lo positivo: rectificar es de sabios. El coste va a ser superior que si se hubiese hecho desde un buen principio, pero nunca es tarde si el resultado puede ser bueno.
Fuente: madripolis.blogspot.com
Con esta nueva situación las posibilidades que se abren son diversas. En primer lugar, la opción de ofrecer menos grados y más generalistas, de tal forma que la especialización se lleve a cabo siempre mediante los postgrados. Cierto que económicamente esto no debería suponer ningún perjuicio para los estudiantes, vaya esto por delante como condición indispensable. Este hecho podría también facilitar la movilidad de los propios estudiantes, bien dentro del espacio nacional, bien en el europeo. Por otro lado, será interesante observar los efectos que titulaciones iniciales más cortas pueden tener en el mercado de trabajo, algo que estamos oyendo sistemáticamente como una demanda del mercado laboral, pero que habrá de verse si después las empresas actúan realmente de manera positiva en ese sentido o no.
El hecho de que los programas sean más cortos –aunque los másteres sean más largos- beneficia la flexibilidad. Y esa flexibilidad puede verse aumentada si se reflexiona en serio sobre el papel que los cursos en línea pueden tener en la oferta de las diferentes universidades. En este sentido, tenemos diferentes opciones: universidades que ofrecen cursos en línea comunes a distintos programas, y que pueden cursarse cuando el estudiante desea en el conjunto del programa; cursos en línea ofrecidos por alguna universidad que son reconocidos como créditos en otras universidades; cursos que pueden cursarse bien presencialmente, bien en línea, en función de los deseos y necesidades de los estudiantes…
Aunque creo que aún no se ha llegado al punto al cual cabrá llegar en no mucho tiempo. Se trata de la posibilidad de cursar materias distintas, de forma presencial o en línea, en universidades distintas, en función del prestigio del curso en particular, de su enfoque, o de los intereses específicos de cada estudiante. En Canadá, ya se puede cursar un número determinado de créditos en distintas universidades, y al final una de ellas titula al estudiante reconociéndole los créditos que ha obtenido en todas las otras. Es un concepto muy abierto de la formación universitaria que en estos momentos en que se cuestiona la organización del currículum y de la propia universidad, y se sostiene que se puede aprender mucho más fuera de la universidad que dentro de ella, convendría plantearse como alternativa al modelo actual de programación de la educación superior.
Fuente: cuellomariacecilia-imdtp1.blogspot.com
Se trata de superar incluso el modelo modular, para pasar a estructurar un modelo mucho más granular. Un modelo que iría en la línea del desarrollo de las ecologías de aprendizaje que ya he mencionado en este blog. Cierto que para ello es necesario una mente abierta por parte, no solo de los dirigentes universitarios, sino también de los responsables gubernamentales correspondientes, poco amantes de cambios progresistas y algo arriesgados. Cabría que valorasen, sin embargo, el precio de no hacerlo.
La educación en línea tendría un papel importante en este modelo, puesto que a través de todas las universidades, y en particular de aquellas cuya oferta es totalmente en línea y de calidad, podría ser el comodín perfecto para el conjunto de cada sistema universitario, ampliando la flexibilidad que se ofrecería a los estudiantes y reduciendo costes –que no recursos-.
Hay 1 Comentarios
A juzgar por las imágenes que ilustran los modelos modulares y granulares del currículo, pareciera que la diferencia es de "tamaño". Epistemológicamente, cuál sería la diferencia entre uno y otro modelo curricular.
Saludos cordiales
Publicado por: Emilda Ceballos | 26/06/2014 15:21:01