Traspasando la línea

Traspasando la línea

Una mirada constructiva y crítica sobre el impacto del mundo digital en la educación. Aunque su punto de partida es la educación en línea y todo el potencial que se suele desconocer, atraviesa esa línea para analizar y comentar la emergencia de nuevos y discutidos enfoques en el uso de las tecnologías digitales para la mejora de la educación.

Sobre el autor

Albert Sangrà Morer

ha transitado por la docencia y la organización de los distintos niveles educativos de nuestro país, y la evolución de la tecnología le ha ido acompañando en esa travesía. Profesor e investigador de la Universitat Oberta de Catalunya, UOC, estudia cómo hacer que las tecnologías aporten un valor añadido a la educación y a sus resultados en el marco del grupo Edul@b. Es Vicepresidente de la European Foundation for Quality in E-Learning (EFQUEL), y ha escrito diversos libros y artículos sobre esta temática.

Firmas nacionales

  • Jordi Adell (UJI Castellón)
  • Manolo Area (U. de La Laguna)
  • Mercedes González (U. de A Coruña)
  • Cristóbal Suarez (U. de Valencia)
  • Pablo Muñoz Carril (U. Santiago de Compostela)
  • Lourdes Guàrdia (UOC)
  • Marcelo Maina (UOC)
  • Montse Guitert (UOC)

Firmas internacionales

  • Mark Bullen (Commonwealth of Learning, Canada)
  • Larry Ragan (Penn State University, USA)
  • Rebbeca Medder (USA)
  • Terry Anderson (Athabasca University, Canada)
  • Tony Bates (Canada)
  • Insung Jung (ICU, Japón)

Archivo

agosto 2014

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La Dra. Rebecca Meeder es diseñadora de procesos de enseñanza y aprendizaje. Después de desarrollar su trayectoria formativa en la University of Hawaii, donde se doctoró, ha trabajado en la University of Seattle, en el departamento de Educación de la University of Hawaii, y en Nintendo América. Mantiene un interesante blog.

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Fuente: http://diarioip.com

"Internet es un medio técnico de conectar a la gente. Proporciona una forma fácil para que los individuos, los grupos y las organizaciones adopten la comunicación de igual a igual". Esto lo afirmaba Caroline Haythornthwaite en uno de sus artículos, algunos años atrás.

Hace un par de años, fui invitada a unirme al equipo de Social Media de la Technology, College, and Community Conference (TCC). Aunque no tenía idea de lo que hacía un equipo de medios de comunicación social, sentí curiosidad por saber cómo trabajaba. En última instancia, decidí unirme dado mi estima hacia los medios de comunicación social. Después de todo, en mi tiempo libre, me encanta hacer listas de las distintas páginas de Facebook sobre conferencias de tecnología educativa, seguir a otros educadores en Twitter, y coleccionar pins relacionados con la educación en Pinterest, así que pensé que esta oportunidad de ser voluntaria se ajustaba perfectamente a mis intereses.

Para aquellos que no están familiarizados con la Technology, College, and Community Conference, cariñosamente conocida como TCC, es una conferencia en línea que reúne a estudiantes, profesores y administradores para discutir, compartir y participar con otros acerca de temas de actualidad y buenas prácticas en relación con la tecnología, el aprendizaje y la enseñanza. Los temas destacados en la conferencia incluyen programas y prácticas de aprendizaje a distancia, la equidad de género y el acceso abierto, el diseño del juego educativo y sus aplicaciones, y los proyectos para la tercera edad y para personas con discapacidad, entre otros temas. Además, TCC ha utilizado una variedad de software de conferencia en línea en los últimos años para acoger las sesiones en línea, que incluyen Blackboard Collaborate y Adobe Connect. Los participantes provienen de todo del mundo y la conferencia dura tres días en total.

Las responsabilidades del equipo se dividen en cuatro partes: mensajes en Facebook y Twitter, insignias, los blogs y los análisis. Para la parte de Facebook y Twitter, el equipo de medios de comunicación social ha puesto en marcha una página de Facebook y una cuenta de Twitter propias relativas a la conferencia, colgando regularmente mediante posts la información actualizada más reciente acerca de la misma. La parte bloguera del equipo escribe posts sobre sus experiencias respecto de las sesiones a las que asisten durante la conferencia, centrándose principalmente en algunos conferenciantes destacados. La parte del equipo dedicada a insignias es la encargada de distribuir insignias digitales a los participantes de la conferencia que completan tareas específicas, tales como el voluntariado para la conferencia o participar en una discusión. Por último, al final de la conferencia, el equipo de análisis analiza e interpreta los datos de la encuesta post-conferencia, así como los de Facebook y Twitter con respecto a la conferencia.

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Fuente: http://www.runrun.es

Este año estoy ayudando en la parte de los blogs y del análisis del esfuerzo de los medios de comunicación social para la TCC. El año pasado escribí sobre la sesión del Dr. Albert Sangrà sobre Learning Ecologies for Lifelong Learning. Para la TCC de 2014 estoy entusiasmada pensando en que voy a escribir sobre mi experiencia asistiendo a la conferencia del Dr. Paul McKimmy sobre los recursos educativos abiertos (REA) titulada It’s Free, So What?. Al final de la conferencia, voy a formar un equipo con los demás miembros del equipo de análisis, examinar la retroalimentación que hemos recibido de los participantes en la conferencia, y escribir un informe sobre los pros y los contras de la conferencia y cómo podemos mejorarla para el año que viene.

A través de estas diversas actividades en los medios sociales, la TCC espera fomentar la participación en la conferencia, así como realizar un acercamiento a otras personas en la comunidad de Tecnología Educativa que no están familiarizados con la misma. Yo, personalmente, espero hacer nuevas conexiones durante la conferencia, tanto a través de las actividades de los medios sociales en los cuales participo, como a través de las sesiones reales de las conferencias.

¿Utilizas los medios sociales para asistir a conferencias tanto en persona como en línea? Os invito a compartir vuestras experiencias en los comentarios.

Hacia un cambio de modelo en la educación superior

Por: | 23 de junio de 2014

Hace unos días, este periódico publicaba una noticia que ha tardado 6 años en hacerse realidad. El Gobierno español va a autorizar que los grados en las universidades españolas puedan ser de tres años, y los másteres de dos.

La distribución 4+1 (4 años para los grados y 1 para los postgrados) ya se manifestó como una decisión absolutamente equivocada desde su misma gestación. Toda Europa apostó por el 3+2, menos España, juntamente con Bulgaria, Ucrania y Escocia. Eso ha contribuido, durante todo el tiempo que ha pasado desde entonces, a que nuestros estudiantes tengan algunas dificultades en serles reconocidos los másteres cursados en España (son la mitad que uno en cualquier otro país europeo), así como que nuestras universidades se vean desfavorecidas a la hora de recibir estudiantes internacionales, pues se les va a exigir un año más para obtener el mismo grado que en otros países. Los motivos que llevaron a esa desafortunada decisión hay que buscarlos en los difíciles equilibrios internos de las universidades, y sobre todo en la gran resistencia a asumir los postulados del Espacio Europeo de Educación Superior.

La convicción de que cuantos más años se tenga que estudiar, más contenidos se van a poder introducir en los correspondientes currículos, ha hecho que nos hayamos convertido en el “bicho raro” de la educación superior europea, sin que eso se haya traducido en una mayor calidad de esas enseñanzas.

Pero vayamos a lo positivo: rectificar es de sabios. El coste va a ser superior que si se hubiese hecho desde un buen principio, pero nunca es tarde si el resultado puede ser bueno.

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Fuente: madripolis.blogspot.com

Con esta nueva situación las posibilidades que se abren son diversas. En primer lugar, la opción de ofrecer menos grados y más generalistas, de tal forma que la especialización se lleve a cabo siempre mediante los postgrados. Cierto que económicamente esto no debería suponer ningún perjuicio para los estudiantes, vaya esto por delante como condición indispensable. Este hecho podría también facilitar la movilidad de los propios estudiantes, bien dentro del espacio nacional, bien en el europeo. Por otro lado, será interesante observar los efectos que titulaciones iniciales más cortas pueden tener en el mercado de trabajo, algo que estamos oyendo sistemáticamente como una demanda del mercado laboral, pero que habrá de verse si después las empresas actúan realmente de manera positiva en ese sentido o no.

El hecho de que los programas sean más cortos –aunque los másteres sean más largos- beneficia la flexibilidad. Y esa flexibilidad puede verse aumentada si se reflexiona en serio sobre el papel que los cursos en línea pueden tener en la oferta de las diferentes universidades. En este sentido, tenemos diferentes opciones: universidades que ofrecen cursos en línea comunes a distintos programas, y que pueden cursarse cuando el estudiante desea en el conjunto del programa; cursos en línea ofrecidos por alguna universidad que son reconocidos como créditos en otras universidades; cursos que pueden cursarse bien presencialmente, bien en línea, en función de los deseos y necesidades de los estudiantes…

Aunque creo que aún no se ha llegado al punto al cual cabrá llegar en no mucho tiempo. Se trata de la posibilidad de cursar materias distintas, de forma presencial o en línea, en universidades distintas, en función del prestigio del curso en particular, de su enfoque, o de los intereses específicos de cada estudiante. En Canadá, ya se puede cursar un número determinado de créditos en distintas universidades, y al final una de ellas titula al estudiante reconociéndole los créditos que ha obtenido en todas las otras. Es un concepto muy abierto de la formación universitaria que en estos momentos en que se cuestiona la organización del currículum y de la propia universidad, y se sostiene que se puede aprender mucho más fuera de la universidad que dentro de ella, convendría plantearse como alternativa al modelo actual de programación de la educación superior.

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Fuente: cuellomariacecilia-imdtp1.blogspot.com

Se trata de superar incluso el modelo modular, para pasar a estructurar un modelo mucho más granular. Un modelo que iría en la línea del desarrollo de las ecologías de aprendizaje que ya he mencionado en este blog. Cierto que para ello es necesario una mente abierta por parte, no solo de los dirigentes universitarios, sino también de los responsables gubernamentales correspondientes, poco amantes de cambios progresistas y algo arriesgados. Cabría que valorasen, sin embargo, el precio de no hacerlo.

La educación en línea tendría un papel importante en este modelo, puesto que a través de todas las universidades, y en particular de aquellas cuya oferta es totalmente en línea y de calidad, podría ser el comodín perfecto para el conjunto de cada sistema universitario, ampliando la flexibilidad que se ofrecería a los estudiantes y reduciendo costes –que no recursos-.

¿Dónde está el dividendo digital de la Educación Superior?

Por: | 16 de junio de 2014

Terry Anderson es profesor de Athabasca University de Canadá, investigador y editor, y un apasionado del uso eficaz de la tecnología educativa para la enseñanza y el aprendizaje. Es autor de libros de referencia, como Theory and Practice of Online Learning, y e-Research.

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Fuente: https://www.comparativadebancos.com

Uno no necesita devorar análisis políticos o económicos, escuchar a expertos ni tan solo hablar con un amigo para comprender que Internet ha cambiado la manera en que producimos y consumimos información y la miríada de formas con que nos comunicamos.  Blogs, wikis y muros de Facebook nos han facilitado a cada uno de nosotros una imprenta multimedia con capacidad de entrega global a MUY bajo coste. Del mismo modo, podemos participar en audio, video o conversaciones de texto con los políticos, familiares, compañeros de trabajo o "seguidores" a MUY bajo coste.

Dado que la educación funciona mediante el fomento de la interacción y la comunicación entre los profesores, los estudiantes y los contenidos, parecería lógico que los costos de la educación, al igual que las interacciones de sus componentes, también redujeran drásticamente sus costes. Sin embargo, este no es el caso. A pesar de existir la posibilidad de obtener un dividendo –un beneficio- gracias al progreso digital, los estudiantes de todo el mundo se están encontrando con fuertes incrementos en el coste de la educación.

Tomando el libro de texto como ejemplo familiar para todos, el investigador estadounidense David Wiley compara el coste del alquiler de 75.000 películas (6,7 € al mes en Netflicks) o el alquiler de cualquiera de los 20 millones de canciones de Spotify (7,4 € al mes) con el coste del alquiler de un libro de texto de la universidad. Un solo libro de texto de biología se alquila por 9,6 € al mes en BookRenter. Este desequilibrio costo es especialmente significativo si piensas en el precio que cualquier consumidor pagará para alquilar películas o canciones, con respecto al que tendrán que pagar los estudiantes para obtener sus libros de textos, elegidos por sus profesores, a menudo en connivencia con los representantes de los editores.

Las tasas de matrícula son también altas y van en aumento. Un informe de 2013 del Centro Canadiense de Políticas Alternativas muestra que, desde 1990, el promedio de matrícula y tasas obligatorias para los estudiantes de grado en Canadá ha aumentado en un 6,2 por ciento anual, que es el triple de la tasa de inflación. El resultado de estos aumentos se ha ido aplicando gradualmente a las distintas promociones de estudiantes, que se enfrentan a muchos años de pago para devolver la deuda acumulada. Dinero que podría ser invertido en la construcción de nuevas vocaciones profesionales, o en ayudar a las familias. Obviamente a los estudiantes no se les ha pagado ningún dividendo por los beneficios del cambio digital.

La revista Forbes señala que las causas de estos aumentos son complejas, pero los principales motivos incluyen el aumento de la demanda, los cada vez más elevados costes de comercialización y mercadotecnia de la universidad y su administración, y  con la disminución de las ayudas gubernamentales. La entrada de las universidades con fines de lucro -al menos en los Estados Unidos- ha aumentado sin duda las oportunidades, pero no ha afectado a la reducción de costes. Al contrario, muchos de estos colegios han sido acusados ​​de aprovechamiento poco ético de muchos estudiantes, haciendo solicitar grandes préstamos a estudiantes con muy pocas probabilidades de graduación.

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Fuente: martinezs-24-globalizacion.blogspot.com

Por lo tanto, es el momento adecuado para una "corrección del mercado" que explota las posibilidades de acción de Internet para crear una experiencia de educación superior de calidad de coste drásticamente menor. La llegada de los Cursos Abiertos Masivos y en Línea (MOOC) fue anunciado por la prensa y por muchos expertos como un elemento de cambio, que iba a revolucionar la educación. Como es habitual, este tipo de previsiones en materia de educación, casi nunca alcanzan sus exageradas expectativas. Sin embargo los MOOC hicieron que educadores y gobiernos se fijasen en su desarrollo educativo y modelos de provisión. La mayoría están buscando maneras de abrazar los MOOC sin perder la exclusividad de la marca ni las credenciales que ofrecen a sus egresados. 

Los MOOC, sin modelo de ingresos aparente, es probable no lleguen a ser más que herramientas útiles para el desarrollo de la marca y la exploración de nuevos mercados para los servicios de educación superior. Sin embargo, han sentado las bases para un serio examen de la forma en que se imparte, se examine y se acredita esa educación superior. En una era donde el aprendizaje está disponible en varios formatos, entre una gran variedad de fuentes potenciales, tiene sentido acreditar el conocimiento obtenido a través de cualquier fuente o actividad. Ha sido fácil y conveniente para las universidades medir el aprendizaje en horas de estudio, tiempo de asistencia a clase o el número de meses de estudio utilizando métodos provistos a domicilio, pero este tipo de medición del conocimiento ha devenido obsoleto y no funciona para reconocer y aprovechar cualquier dividendo digital potencial.

Esperemos que tanto los proveedores educativos existentes como los nuevos que surgirán nos permitan cumplir nuestro derecho universal a la educación, a precios asequibles para todos los ciudadanos de este mundo.

Cómo apoyar a los estudiantes en línea

Por: | 09 de junio de 2014

En California se celebró hace unos meses la conferencia “Evolve California Higher Education” que tenía como objetivo dar la palabra sobre el futuro de la educación, y en particular de la educación en línea, a aquellos a los que poco se les pregunta, aunque todo el mundo opine por ellos: los estudiantes. La conferencia estuvo organizada por una fundación que se plantea innovar el escenario educativo en el sistema universitario de California y, por extensión, mundial. He sabido de esta conferencia gracias al excelente blog que elaboran un conjunto de especialistas norteamericanos, entre los cuales se encuentra Michael Feldstein.

Dar la voz a los estudiantes es, para algunos, motivo de preocupación. Es cierto que, en algunas ocasiones, algunos grupos han utilizado a los estudiantes de forma demagógica para obtener o mantener determinadas prebendas, pero también es verdad que se ha hecho lo propio con otros colectivos. Tengo la certeza, sin embargo, de que no podemos avanzar de espaldas a ellos. Por lo tanto, bienvenido sea este nuevo formato de conferencia en que los estudiantes fueron los protagonistas.

Me ha interesado especialmente el debate complementario entre expertos y estudiantes. Se trata fundamentalmente de escuchar las experiencias de aprendizaje que han tenido esos estudiantes –siempre un número limitado y no del todo extrapolable, por supuesto-, pero de hacerlo en un marco en el que los expertos puedan aportar un contrapunto que permita analizar esas experiencias y establecer una sólida interpretación, que vaya más allá de las charlas de café a las que estamos acostumbrados –docentes incluidos- cuando hablamos de cómo son, cómo se comportan, por qué tienen éxito y por qué fracasan nuestros estudiantes. Hay una cierta tendencia a pensar que el éxito o el fracaso de nuestros estudiantes en línea está ligada a nuestra (y subrayo “nuestra”) percepción de lo que debe o no debe funcionar en la educación en línea. Sin embargo, su perspectiva no tiene porque ser exactamente la nuestra. Y de hecho, no lo es.

En este sentido, Debbie Cochrane, del Institute for College Access and Success, planteó unas interesantes cuestiones referidas al motivo por el cual algunas instituciones –y algunos gobiernos- promueven determinados modelos de educación en línea. Ante el intento de dar una respuesta a la creciente cantidad de estudiantes  norteamericanos que no pueden disponer de una plaza presencial en la educación superior de aquel país a través de la oferta de cursos en línea, Cochrane se pregunta cuál es el problema que pretenden resolver: ¿Conseguir que se considere matriculados más estudiantes para así disminuir la tasa de los que quedan fuera de la educación superior? ¿Conseguir superar algunas asignaturas que se convierten en cuellos de botella en determinadas titulaciones y/o instituciones? ¿Proveer educación a un coste menor? ¿Llegar a los estudiantes del siglo XXI de una forma a la que ellos están más acostumbrados?

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Fuente: http://teragrowth.com

Concluye que da la sensación que se utiliza la educación en línea y la tecnología como respuesta a todas y cada una de las preguntas anteriores, y que ese es un enfoque inapropiado. Parece que la solución a todos esos problemas sea solamente dar acceso a cursos de formación en línea, y ella cree que eso no es suficiente. Considera que para que los estudiantes en línea alcancen el éxito, hace falta algo más que su acceso a los cursos, algo más que el mero acceso a la información, al contenido.

Este punto de vista es compartido por los estudiantes, que ponen de manifiesto la importancia que tienen algunos aspectos relativos al apoyo que reciben desde cada institución para su progreso en el estudio. Aunque a veces parece que lo que quieren los estudiantes es, simplemente, estudiar por su cuenta, de forma independiente, porque ya dominan de forma más que suficiente a tecnología, parece que esta percepción está enormemente influenciada por las disciplinas relacionadas con las ingenierías, especialmente la informática, que suelen extrapolar su dominio del medio y su percepción ante el estudio y el aprendizaje hacia otras disciplinas, sin que eso sea cierto. Uno de los estudiantes participantes en esa conferencia destacaba que “la gente cree que los estudiantes de nuestra generación dominan la tecnología, pero yo diría que más bien somos dependientes de ella. Y eso no es exactamente lo mismo”.

Disponer de las evidencias sobre el tipo de apoyo que los estudiantes en línea necesitan es fundamental, y si esas evidencias provienen de los propios estudiantes, aún son más relevantes. Sin embargo, esta preocupación por garantizar su éxito no es nueva. Como muchos de los aspectos relacionados con la educación en línea, los recién llegados a este ámbito desconocen u obvian las investigaciones que ya se ha llevado a cabo y los resultados que se han obtenido.

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Fuente: dinoviolencia.blogspot.com

Las conclusiones que podemos extraer, tanto de la conferencia como de la investigación que ya tenemos a nuestra disposición pueden concretarse en los siguientes puntos:

Necesidad de disponer de apoyo tutorial personalizado para el seguimiento, monitorización y actuación respecto a las necesidades del estudiante, de manera mucho más cualitativa. Este apoyo de tutores o mentores es una herramienta fundamental para su progreso, retención y éxito en los estudios. Y no se trata de sistemas automatizados, sino de verdaderos sistemas de apoyo a estudiante en línea, que puedan actuar en cuanto se detecta, ya sea de forma cuantitativa a través de las analíticas de aprendizaje o a partir del contacto cualitativo, algún desajuste en el proceso de aprendizaje del estudiante. Estos problemas pueden ser de orden cognitivo, pero también de carácter social o instrumental. Se destaca que debiera ser importante para las instituciones conocer qué están haciendo los estudiantes respecto otros cursos facilitados por otras instituciones, pues el aprendizaje es un todo y como tal cada acción que se realiza influye en las otras.

Necesidad de facilitar al estudiante algún mecanismo para entender cómo va a funcionar el curso. Algunos estudiantes reclaman disponer de cursos de preparación o tutoriales que les permitan saber desde el principio cómo funcionan las herramientas que va a utilizar, si que se dé por supuesto que ellos ya van a saber manejarlas.

Importancia de la “capacitación digital de los ciudadanos” para evitar estas lagunas. Debemos recordar siempre que, aunque una persona utilice una herramienta a menudo, eso no quiere decir que sepa sacarle partido como mecanismo de estudio y aprendizaje. Saber utilizar Facebook o un complicadísimo software no significa que sepan utilizar dichas herramientas con finalidades educativas. La existencia de programas educativos superiores debe ayudar a cubrir esa laguna.

Finalmente, siempre que queramos valorar el potencial de éxito o los riesgos de fracaso de nuestros estudiantes es importante tener en cuenta los beneficios que ellos consideran que les aporta la educación en línea. En primer lugar, y sin que resulte en absoluto sorprendente, aparece la flexibilidad. La posibilidad de aprender en el momento y en lugar que cada uno quiera o en el que cada uno pueda –cabe recordar que no siempre se trata de una elección, sino que a veces es una condición- es un potente motivador para los estudiantes. En un segundo nivel aparece el potencial de los entornos virtuales para  facilitar la superación de la introversión de muchas personas, lo que les permite conectar mejor con otros. La posibilidad de explorar distintos modelos docentes también es un elemento positivo a tenor de lo expresado por los estudiantes. En resumen, recomiendan la educación en línea para aquellos que trabajan, y para los que tienen un alto nivel de motivación, son organizados y conocen sus fortalezas.

Eso sí, además de conocer bien a nuestros estudiantes, siempre nos ayudará disponer de algunas estrategias, herramientas y recursos para echarles una mano cada vez que lo necesiten.

Clic pedagógico

Por: | 02 de junio de 2014

Cristóbal Suárez Guerrero es profesor de la Universitat de València. Aunque nacido en Perú, buena parte de su desarrollo profesional lo ha llevado a cabo en nuestro país, doctorándose en Educación en la Universidad de Salamanca. Bloguero impenintente, ha publicado también libros muy interesantes, especialmente en el ámbito del aprendizaje cooperativo.

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Fuente: http://www.traslaniebla.com

Cierto día, un despreocupado y joven mono disfrutaba de su paseo en el espesor de la jungla cuando divisó que un pez nadaba en las cristalinas aguas de un río; ni corto ni perezoso, y de un certero zarpazo, el “imberbe” primate logró sacar al pez del agua. Su proeza, desde el punto de vista del mono, fue recompensada por los frenéticos brincos de alegría que daba el pez al estar, por fin, libre del peligro de ahogarse. ¡Como salta de alegría!, pensaba el mono mientras aplaudía la eufórica escena.

Esta pequeña narración africana viene a colación con un tema que se puede plantear así: no siempre la primera reacción es la más apropiada y, más temprano que tarde, existe la necesidad de añadir a los hechos la riqueza de unas buenas preguntas. Las buenas preguntas exigen nuevas respuestas, nuevos problemas con los que entender y atender la realidad, con las que reconocer necesidades y con las que ofrecer soluciones. Una pregunta abre nuevos núcleos de percepción y debe ser tan necesaria como la certeza, no existe otra forma de renovar una mirada que cuestionando la vigente. De aquí que formular un problema sea la oportunidad de pensar de nuevo y esto es lo que, aplicado al campo de la educación y el uso de Internet, se traduce como imperativo pedagógico.

La pedagogía no es nueva para la educación, pero los problemas que la pedagogía suscita en la relación entre la educación e Internet son todavía una práctica poco frecuente. A menudo estamos más atentos a las respuestas tecnológicas que ofrece Internet a la educación, dentro y fuera del aula, que a plantearnos preguntas que vayan detrás del sentido educativo del uso de Internet. ¿Dónde está la diferencia? La diferencia está en que mientras las respuestas tecnológicas nos llegan desde fuera, normalmente en forma de herramientas, los problemas pedagógicos, que van en formato de pregunta, van desde dentro hacia afuera, son algo que se añade a las herramientas y que es preciso construir desde nuestros principios y enfoques educativos. De nosotros depende que Internet encuentre problemas pedagógicos. 

Por ello, frente a las “soluciones tecnológicas”, grupo amplísimo, sofisticado, pero también efímero de herramientas con que se responde desde Internet al reto de educar se puede  añadir una serie de preguntas pedagógicas, menor en número, un tanto “inútiles”–según se vea-, pero constantes y trasversales a la acción educativa. Estas preguntas pedagógicas no tendrán el mismo glamour que una sofisticada app, seguro, pero permiten no confundir la finalidad educativa, la razón de ser de Internet en nuestro ecosistema de aprendizaje, con el medio que la soporta.

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Fuente: http://montseherrera.com

Y cuando hablamos de pedagogía no hay que pensar sólo en un conjunto de problemas didácticos, esta va implicada en aquella. La preocupación pedagógica nos exige estar más atentos a que no todo lo tecnológicamente viable es, per se, educativamente pertinente. Por ello, a la amplia gama de respuestas tecnológicas que Internet ofrece a la educación, lo propio de la pedagogía sería, a través de buenas preguntas, enriquecer la representación de lo educativo en Internet. Como la pedagogía, con el inestimable aporte de las distintas disciplinas que hoy se ocupan de Internet, está en la capacidad de articular y estimular estas formas de representación educativa. En este breve espacio se proponen algunas de esas preguntas que pueden ayudarnos a encontrar ese otro clic, el “clic pedagógico”, en la educación en tiempos de la Red:

¿Por qué aprender? De qué forma contribuye Internet a dar respuesta a la pregunta sobre las finalidades educativas. Aquí se busca reflexionar sobre la relación que existe entre modelos de sociedad y ser humano, los objetivos de los sistemas educativos o los perfiles educativos y el papel de Internet como alternativa educativa.

¿Qué aprender? De qué forma contribuye Internet a dar respuesta a la pregunta sobre el contenido de aprendizaje. Aquí se busca ver la relación entre las formas de producción de la información, su acceso y el valor educativo que tiene el contenido en red en el currículo escolar o en experiencias más allá del aula.

¿Cómo aprender? De qué forma contribuye Internet a dar respuesta a la pregunta sobre los métodos de aprendizaje. Aquí se busca redefinir el papel que tiene la didáctica general y las específicas en la construcción de itinerarios de aprendizaje desde la enseñanza, así como en experiencias menos estructuradas en red.

¿Con qué aprender? De qué forma contribuye Internet a dar respuesta a la pregunta sobre los recursos de aprendizaje. Aquí se busca analizar el potencial formativo de los nuevos soportes, sus lenguajes y cómo las condiciones de distribución pueden reforzar o crear otras experiencias de aprendizaje en red.

¿Con quién aprender? De qué forma contribuye Internet a dar respuesta a las preguntas sobre la comunicación educativa y los nuevos roles educativos. Aquí se busca identificar la forma en que Internet reconfigura las condiciones sociales de aprendizaje a través de nuevos agentes educativos en red dentro y fuera del aula.

¿Dónde aprender? De qué forma contribuye Internet a la reconfiguración del espacio educativo. Aquí se busca entender cómo la acción y la representación en red permiten resituar nuevas prácticas educativas, ya sea como acción complementaria o hibridada en Internet.

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Fuente: www.flickr.com

¿Cómo valorar lo que se aprende? De qué forma Internet mejora los procesos de valoración del aprendizaje. Aquí se busca ver las oportunidades y los dilemas tanto de la evaluación del aprendizaje, de la acreditación del saber, como de la validación de aplicaciones específicas.

Pues bien, cuando nos demos cuenta de que no bastan automatismos para dar respuestas significativas a las preguntas anteriores, o cuando comprobemos que existen otras dimensiones a considerar más allá de la aplicación directa de la tecnología -ya sea dentro de un gran proyecto educativo con Internet o buscando integrarla a nuestra dinámica de aula-, estaremos en el terreno de la reflexión pedagógica. Desde esta dimensión lo educativo no se agota como hecho técnico, sino que implica reconocer otros aspectos más complejos de los que dependen tanto la identificación de las preguntas como la formulación de sus respuestas.

Redescubrir Internet con estas –y otras- preguntas pedagógicas cambiaría la forma de representar lo educativo en y a través de Internet. Será preciso, por tanto, asumir que en materia educativa Internet no tiene todas las respuestas. Más bien, y parafraseando a Galeano, habrá que acostumbrarse a considerar que cuando Internet tenga todas las respuestas educativas será necesario cambiar la pedagogía.

El País

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