En los últimos años estamos asistiendo a muchos cambios en el mundo editorial. Hay quien habla, incluso, de revolución. Sin embargo, no me estoy refiriendo al proceso de digitalización de los contenidos, por si alguien había intuido eso. Aunque es cierto que el impacto de lo digital en el mundo de las publicaciones es muy elevado, lo que me está llamando la atención últimamente es la tendencia a publicar en abierto.
En general, la publicación en abierto pretende poner al alcance de todos, y no solo de la comunidad académica, el conocimiento que se va creando y que se va acumulando en todo el mundo. A esta idea, que forma parte de lo que podemos llamar filosofía de la “apertura”, tenemos que añadir la voluntad de las instituciones que acogen a los investigadores y especialistas que publican, y que manifiestan no querer “pagar dos veces” por la propia investigación. Esto es, estudios que están sufragados de forma directa –por asignación presupuestaria- o indirecta –mediante el pago de los salarios de los investigadores- por instituciones de educación superior, y que, cuanto se difunde dicho estudio la institución debe comprar el derecho de acceso a la revista en el que ha sido publicado. Sin embargo, tenemos que diferenciar dos perspectivas distintas en esta tendencia a la publicación en abierto.
Fuente: http://medina-psicologia.ugr.es/
Por un lado, la perspectiva del autor. Las creaciones de los autores provienen generalmente, o bien de los resultados de investigaciones desarrolladas, ya sea en forma de artículos o de libros, o bien de su propia reflexión acerca de su experiencia profesional y vital. Lo que persiguen es, por un lado, compartir sus pensamientos y sus evidencias con la comunidad, y por otro, disponer de más proyección y visibilidad. Sin duda, la publicación en abierto, por su facilidad de acceso, puede contribuir a ello de manera decidida.
Cualquiera puede, en estos momentos, publicar documentos, revistas e incluso libros de forma muy profesional e incluso estéticamente atractiva. La utilización de software dedicado a esta finalidad, como Issu, Scribd o Calaméo, entre otros, lo hace muy, muy fácil y asequible. Además, y eso es bien importante, los autores pueden establecer el grado de uso o, mejor, re-uso de su obra mediante una licencia Creative Commons.
Por otro lado tenemos la perspectiva de las empresas y organizaciones editoriales. La enorme facilidad, por su sencillez, que los autores tienen para generar publicaciones en abierto sin necesidad de disponer de los servicios de un intermediario editorial, tal como ya hemos visto, ha hecho que reaccionen creando editoriales “abiertas”, o los bien conocidos sistemas de revistas de acceso abierto (OJS).
Podría parecer que el mundo editorial se ha puesto de parte de los autores, y que han entendido la importancia de su servicio a la sociedad en general. Sin embargo, no está todo tan claro. En la mayoría de casos, lo que está sucediendo es que se están desplazando los costes hacia los autores. Algunas editoriales ofrecen la publicación de la obras a cambio de nada. Es decir, no va a haber derechos de autor (la gestión de los mismos queda en propiedad de la editorial), aunque sí que se van a vender las publicaciones, incluso a veces a precios superiores a los que los propios autores estarían dispuestos a aceptar. Es probable que la elevada exigencia de publicación que los procesos de acreditación de los docentes demandan facilite que los autores deban plegarse a estas condiciones draconianas.
La publicación en revistas abiertas tiene una realidad un tanto más dispar. Existen revistas en abierto sin trampa ni cartón, que después de seguir un exigente proceso de revisión por pares de los artículos publican aquellos que son aceptados sin ninguna otra condición, y los ponen a disposición de toda la comunidad de forma abierta y gratuita. Puedo citar tres que conozco muy directamente, sin menoscabo de todas las demás, como ejemplo: IRRODL, Educación XX1 y RUSC.
Fuente: http://designjack.blogspot.com.es/
Sin embargo, otras revistas exigen una tasa por el derecho de publicación, e incluso en algunas puedes encontrarte con pagos “enmascarados”, como cuando una vez aceptado un artículo en una revista de lengua hispana, te exigen que tú corras con los gastos de traducción de dicho artículo al inglés.
Actualmente, muchos proyectos ya no contemplan los gastos derivados de las publicaciones, con lo cual éstos recaen sobre los autores en lugar de asumirlo bien las propias editoriales, pues es su negocio y por lo tanto, su riesgo, bien las instituciones, que acogen el proyecto.
Al final, puede suceder que una buena idea, como es la voluntad de dar acceso al conocimiento de forma gratuita resulte pervertida por la actuación de determinadas organizaciones. El movimiento “abierto” debería poner en marcha medidas para que estas situaciones no se den, y los autores también deberían ser muy conscientes de ello.